El joven colombiano que busca a su padre (Sofía Monsalve): "No, no soy ciego, pero nopuedo ver de lejos." Foto: Jan Rüsz<strong>la</strong> escena se volvió una lucha en <strong>la</strong> oscuridad: <strong>la</strong> lucha del episodio bíblico entreJacobo y el Ángel. Para mí, siguiendo <strong>la</strong> lógica de mi improvisación inicial, elpersonaje de Iben se vuelve el gato solitario que me seguía en el pueblo desierto,susurrándome indicios falsos y verdaderos sobre <strong>la</strong> suerte de mi padre. Yo, en elintento de comprender <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras del gato y de aferrarlo en <strong>la</strong> oscuridad,repetía obsesivamente mi frase: "vine porque mi dijeron que aquí está mi padre".Durante los primeros meses de ensayos mi trabajo estaba condicionado por losotros actores, era como una marioneta en sus manos. Me llevaban de aquí para allá,me alzaban del piso, me sentaban, me ponían en posturas insoportables, me llevabande un lugar a otro, de una posición a otra. Junto a Lolito (un muñeco que forma partedel espectáculo) nos intercambiábamos el rol de muñeco a niño. "¡Déjate guiar!" medecían los actores y yo poco a poco aprendí a mover una parte del cuerpo a <strong>la</strong> vez, aseguir impulso tras impulso, a no ser mecánica. Aprendí poco a poco a tocar elukelele, a cantar, a usar mi voz como una parte del cuerpo, a caer y a levantarme.Mientras tanto, el espectáculo continuaba: los habitantes de <strong>la</strong> comunidadextranjera, Wonder<strong>la</strong>nd, recibían al joven recién llegado con compasión y poco apoco lo introducían en esta nueva tierra, enseñándole su lengua, sus valores y <strong>la</strong>snotas musicales que componían el himno de <strong>la</strong> nueva patria. El joven preguntabapor su padre a cada persona que pasaba, y estos le mostraban solo una puertacerrada detrás de <strong>la</strong> cual encontraría <strong>la</strong>s huel<strong>la</strong>s que lo conducirían hacia él.Varias mujeres, como ángeles custodios, le secaban el sudor de <strong>la</strong> frente,cantaban con voz suave viejas canciones de cuna.26
En mi cuaderno de trabajo escribí: "Hoy Eugenio, justo antes de mi primerentrada a escena, me dio una venda dorada para cubrirme los ojos. Me vendó demanera tal que no podía ver nada, ni siquiera una sombra. Me dijo: ‘Ahora entraa escena y haz todo lo que hiciste hasta ahora’."Se abrió un nuevo espectáculo de<strong>la</strong>nte de mis ojos vendados. Durante mesesignoré lo que sucedía en escena, me guiaba a través del oído y del tacto, contandolos pasos para no caer. A tientas trataba de estar en el tiempo justo con los otrosactores, de orientarme en <strong>la</strong>s escenas que eran e<strong>la</strong>boradas y cambiadas todos losdías, en el esfuerzo continuo por recordar <strong>la</strong> posición de cada actor y de cadaobjeto en el espacio para no equivocarme. Parale<strong>la</strong>mente a mis dificultadesprácticas, nacían y se desarrol<strong>la</strong>ban en el espectáculo escenas insólitas y a vecesatroces: los habitantes de Wonder<strong>la</strong>nd intentaban suicidarse para convencerse deque todavía estaban vivos; otros experimentaban los límites de <strong>la</strong> <strong>vida</strong> con drogasy música rock. Los extranjeros que aspiraban entrar en ese lugar de <strong>la</strong>s maravil<strong>la</strong>s- donde <strong>la</strong> gente come sin tener hambre y bebe sin tener sed - eran expulsadosuna y otra vez. Hubieran podido entrar solo pagando el precio de saber lo quetodos saben y caminando como todos caminan. En medio de todo esto (<strong>la</strong> actriz,no el personaje) comenzaba a conocer cada milímetro del suelo, hasta que <strong>la</strong> vistano fue más necesaria.Cuando Eugenio concluyó su discurso, esa mañana del 5 de febrero del 2008,el sol ya había salido. Con <strong>la</strong> luz llegaron también <strong>la</strong>s primeras escenas, y con <strong>la</strong>sescenas explotó el caos. Y el caos nos ha acompañado durante estos cuatro años,un caos fluctuante que asume y pierde forma; que se amalgama y después sesubdivide. Aún hoy me sorprende ver mis apuntes de los primeros meses yconstatar que ciertos fragmentos y detalles no cambiaron; mientras he perdidootros en el camino. A veces tengo <strong>la</strong> sensación de que el espectáculo hab<strong>la</strong>también del proceso mismo de su creación. Así como en cada embrión se recorre<strong>la</strong> historia genética de <strong>la</strong> especie.En el espectáculo, el joven pasaba todas <strong>la</strong>s pruebas a <strong>la</strong>s cuales lo sometíanlos habitantes del pueblo, hasta que alcanzaba su muerte renaciendo como nuevomiembro de esa comunidad fantasma. Se escuchaba un disparo, se abría <strong>la</strong> puertay solo entonces le sacaban <strong>la</strong>s vendas de los ojos, pero detrás de <strong>la</strong> puerta no seescondía ningún secreto, ninguna huel<strong>la</strong> y ningún padre, solo un nuevo caminopara recorrer.Mientras escribo estas líneas, el espectáculo aún no está terminado, muchascosas pueden cambiar todavía. Pero durante estos años de trabajo comprendí unacosa: que tal vez encuentres el destino solo cuando te alejas de tu padre. De <strong>la</strong>misma manera que como actriz, lo que importa es saber comenzar con <strong>la</strong>s manosvacías y continuar buscando más allá de una puerta abierta.27
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