12.07.2015 Views

Anuario 2006 - Jesuitas del Perú

Anuario 2006 - Jesuitas del Perú

Anuario 2006 - Jesuitas del Perú

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

C o m p a ñ í a d e J e s ú sFe15Grabación de cánticos quechuas en cabina de la Escuela. / Archivo de la SJcomo su lengua materna. Aunque individualmentecada quien tiene definido su rol en las diferentesáreas de la Escuela, todos trabajamos en todo. Losmiembros que están y los que ya no están, son ohan sido un regalo de la providencia de Dios. Alos catequistas ausentes los siguen recordandocon mucho cariño. Debo destacar la presencia <strong>del</strong>hermano Víctor Vásquez SJ, que se entregó a estamisión por un período de más de cinco años.LA EVANGELIZACIÓN ACTUALMuchas personas me preguntan por qué hacemoscatequesis rural en un tiempo en el que todo sedirige hacia la población y cultura urbana. Yoles respondo que no debemos olvidar que laevangelización puede ser también contracultural,es decir, no seguir necesariamente las modas <strong>del</strong>os tiempos. Si vamos con esas tendencias, ahoramanifestadas con la globalización, debemosfijarnos a quienes beneficia y a quienes no. En estesentido, el mundo campesino es desfavorecido, lasierra es todavía un mundo de pobres, y donde estánlos pobres debe estar la Iglesia. Jesús comenzó sumisión diciendo que venía a anunciar la buenanueva a los pobres. Esta pobreza no se refieresolamente a lo material (que se manifiesta en laalimentación, salud y educación), sino también ala falta de atención pastoral.La pobreza solamente es atractiva cuando tieneuna motivación sublime, como es el seguimientode Cristo, que quiso hacerse pobre por amora los pobres. El conocimiento de Cristo, desu amor, de su gracia, de su Iglesia, de sussacramentos, da esperanza, fortaleza y valentíaen el mundo <strong>del</strong> pobre. Es el conocimiento desu persona lo que nos hace querer ser solidarioscon los más pobres y huérfanos que no faltan enlas comunidades. Esto no lo puede hacer soloel párroco o el sacerdote o las religiosas quetrabajan en el campo; necesitan la ayuda de loscatequistas, que son los educadores de la fe enlas zonas donde viven los pobres. Aunque pobrecomo sus vecinos, el catequista puede compartiruna riqueza, su fe en Jesucristo, que en su propiomedio nadie más la puede dar.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!