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La disciplina hace al hombre. Apuntes sobre el ... - FedIcaria

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9Pero los azotes, a los que se <strong>al</strong>ude en la cita anterior, es lo que hay en la parca re<strong>al</strong>idadescolar d<strong>el</strong> siglo XVII. <strong>La</strong> convicción gener<strong>al</strong> era que sólo <strong>el</strong> castigo y <strong>el</strong> zurriagazopueden domeñar la natur<strong>al</strong>eza bruta d<strong>el</strong> niño, como nos dicen tantos testimonios derecuerdos escolares. Recojo dos de <strong>el</strong>los:Luis Vives, en sus Diálogos, expone con claridad una concepción productiva de laenseñanza por la que <strong>el</strong> niño ha de ser transformado en <strong>hombre</strong>, de m<strong>al</strong>o en bueno, debestia en <strong>hombre</strong>, … 12Así cuando <strong>el</strong> niño es presentado por su padre <strong>al</strong> maestro en <strong>el</strong>patio d<strong>el</strong> gimnasio, en su primer día de escolarización los personajes se expresan así:«PADRE.- Hijo mío, esta es la oficina donde se forman los <strong>hombre</strong>s y éste es <strong>el</strong>artífice que los forma. Maestro, sea contigo Jesucristo. Descúbrete, niño. Dobla larodilla como te han enseñado, y ahora mantente derecho.FILIPONO.- Sed bienvenidos. ¿Qué se os ofrece?PADRE.- Te traigo a este hijo mío para que de bestia le hagas <strong>hombre</strong>.FILIPONO.- Pondré en <strong>el</strong>lo cuidado. Se hará, no lo dudes; de bestia volverá <strong>hombre</strong>; dem<strong>al</strong>o, bueno. »J. L. Vives, (1943, 24) 13<strong>La</strong> an<strong>al</strong>ogía de la educación con la domesticación, llega a traducirse en términoseconómicos cuando a renglón seguido de este mismo diálogo hablan <strong>el</strong> padre y <strong>el</strong>maestro de lo que ha de costar la enseñanza d<strong>el</strong> niño: «si aprovecha bien, barato; si no,caro». Igu<strong>al</strong> que se pacta para la doma de un potro entre dueño y domador.Otro ejemplo, declaradamente autobiográfico, procede de Vida, la más conocida obra deTorres Villarro<strong>el</strong>. Al margen las tintas cargadas de picaresca en <strong>el</strong> estilo d<strong>el</strong> geni<strong>al</strong>s<strong>al</strong>mantino, la descripción pedagógica es bien <strong>el</strong>ocuente:«A los cinco años me pusieron mis padres la cartilla en la mano, y, con <strong>el</strong>la, meclavaron en <strong>el</strong> corazón <strong>el</strong> miedo <strong>al</strong> maestro, <strong>el</strong> horror a la escu<strong>el</strong>a, <strong>el</strong> susto continuado <strong>al</strong>os azotes y las demás angustias que la buena crianza tiene establecidas contra losinocentes muchachos. Pagué con las n<strong>al</strong>gas <strong>el</strong> saber leer, y con muchos sopapos yp<strong>al</strong>metas <strong>el</strong> saber escribir; y en este Arg<strong>el</strong> estuve hasta los diez años, (...) Ni los h<strong>al</strong>agosd<strong>el</strong> maestro, ni las amenazas, ni los castigos, ni la costumbre de ir y volver de la12Vives usa d<strong>el</strong> mismo término que usa Comenio para denominar la escu<strong>el</strong>a: oficina, es decir t<strong>al</strong>ler, lugardonde se forja <strong>al</strong> <strong>hombre</strong>.13 Primera edición de 1538 en Basilea.

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