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maqueta tripa roderick.indd - Editorial Funambulista

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Ámsterdam; y la joven, aún una extraña, la esposa del capitánRowland. Cuál era la razón por la que de una manera tan repentinahabía cruzado el mar para casarse con ella, qué había sucedido entreellos antes y el saber (aunque era de una corrección cuestionablepara un buen ciudadano desposar a una joven de misterioso origenque se peinaba el pelo formando unas trenzas increíblemente elaboradas,y cuya figura disfrutaba de un predominio tan llamativo ensu aspecto) si no hubiera tenido una pesada carga sobre su concienciasi hubiera seguido siendo un irresponsable soltero eran todasellas preguntas, junto a muchas otras, que albergaban varios gradosde urgencia y que fueron muchas veces planteadas pero escasamenterespondidas, y esta historia no necesita cargar con el peso de resolverlas.La señora Rowland, aun siendo una mujer tan hermosa,demostró ser una vecina apacible y una excelente ama de casa. Noobstante, su aspecto extremadamente lozano aparecía siempre envueltoen un aire de apática añoranza, e interpretó su papel en lasociedad americana sobre todo manteniendo los pequeños recuadrosde ladrillo en el pavimento frente a su morada bien fregados ypulidos, guardando el mayor parecido posible con las baldosas holandesas.Rowland Mallet recordaba haberla visto de niño: unadama inmensamente robusta de rostro blanco, que lucía una cofiaalta de rígido tul, que hablaba inglés con un tremendo acento ysufría de hidropesía. El capitán Rowland era un hombre pequeño,bronceado y arrugado, de opiniones excéntricas. Abogó por la creaciónde un paseo público junto al mar, con pérgolas y pequeñasmesas de color verde donde tomar cerveza, y una plataforma para elbaile, rodeada de linternas chinas. Deseó sobre todo que la bibliotecamunicipal abriera los domingos, aunque dado que él nunca lavisitó entre semana, resultaba fácil ridiculizar dicha propuesta. Porlo tanto, si la señora Mallet era una mujer de un exquisito talante16

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