IDENTIDAD <strong>21</strong>EL ADJETIVO Y SUS ARRUGASAlejo CarpentierLos adjetivos son <strong>la</strong>s arrugas del estilo. Cuando se inscriben en <strong>la</strong> poesía, en <strong>la</strong> prosa, de modonatural, sin acudir al l<strong>la</strong>mado de una costumbre, regresan a su universal depósito sin haberdejado mayores huel<strong>la</strong>s en una página. Pero cuando se les hace volver a menudo, cuando seles confiere una im<strong>por</strong>tancia particu<strong>la</strong>r, cuando se les otorga dignidades y categorías, se hacenarrugas, arrugas que se ahondan cada vez más, hasta hacerse surcos anunciadores dedecrepitud, para el estilo que los carga. Porque <strong>la</strong>s ideas nunca envejecen, cuando son ideasverdaderas. Tampoco los sustantivos. Cuando el Dios del Génesis luego de poner luminariasen <strong>la</strong> haz del abismo, procede a <strong>la</strong> división de <strong>la</strong>s aguas, este acto de dividir <strong>la</strong>s aguas se haceimagen grandiosa mediante pa<strong>la</strong>bras concretas, que conservan todo su potencial poéticodesde que fueran pronunciadas <strong>por</strong> vez primera. Cuando Jeremías dice que ni puede el etíopemudar de piel, ni perder sus manchas el leopardo, acuña una de esas expresiones poéticoproverbialesdestinadas a viajar a través del tiempo, conservando <strong>la</strong> elocuencia de una ideaconcreta, servida <strong>por</strong> pa<strong>la</strong>bras concretas. Así el refrán, frase que expone una esencia desabiduría popu<strong>la</strong>r de experiencia colectiva, elimina casi siempre el adjetivo de sus cláusu<strong>la</strong>s:"Dime con quién andas...", " Tanto va el cántaro a <strong>la</strong> fuente...", " El muerto al hoyo...", etc. Y esque, <strong>por</strong> instinto, quienes e<strong>la</strong>boran una materia verbal destinada a perdurar, desconfían de<strong>la</strong>djetivo, <strong>por</strong>que cada época tiene sus adjetivos perecederos, como tiene sus modas, susfaldas <strong>la</strong>rgas o cortas, sus chistes o leontinas.DESEMPOLVANDO ESCRITOSIDADIDENAsí, los adjetivos se transforman, al cabo de muy poco tiempo, en el academismo de unanos referimos al fondo, sino a los oropeles, lutos, amaneramientos y orfebrerías, de <strong>la</strong>IDENTIDADFIN39El romanticismo, cuyos poetas amaban <strong>la</strong> desesperación -sincera o fingida- tuvo un riquísimoarsenal de adjetivos sugerentes, de cuanto fuera lúgubre, me<strong>la</strong>ncólico, sollozante, tormentoso,ulu<strong>la</strong>nte, deso<strong>la</strong>do, sombrío, medieval, crepuscu<strong>la</strong>r y funerario. Los simbolistas reunieronadjetivos evanescentes, grisáceos, aneb<strong>la</strong>dos, difusos, remotos, opalescentes, en tanto quelos modernistas <strong>la</strong>tinoamericanos los tuvieron helénicos, marmóreos, versallescos, ebúrneos,panidas, faunescos, samaritanos, pausados en sus giros, sollozantes en sus violonchelos,áureos en sus albas: de color absintio cuando de nepentes se trataba, mientras leve y aleve semostraba el a<strong>la</strong> del leve abanico. Al principio de este siglo, cuando el ocultismo se puso demoda en París, Sar Pa<strong>la</strong>dán llenaba sus nove<strong>la</strong>s de adjetivos que sugirieran lo mágico, localdeo, lo este<strong>la</strong>r y astral. Anatole France, en sus vidas de santos, usaba muy hábilmente <strong>la</strong>adjetivación de Jacobo de <strong>la</strong> Vorágine para darse "un tono de época". Los surrealistas fuerongeniales en hal<strong>la</strong>r y remozar cuanto adjetivo pudiera prestarse a especu<strong>la</strong>ciones poéticassobre lo fantasmal, alucinante, misterioso, delirante, fortuito, convulsivo y onírico. En cuanto alos existencialistas de segunda mano, prefieren los purulentos e irritantes.tendencia literaria, de una generación. Tras de los inventores reales de una expresión,aparecen los que sólo captaron de el<strong>la</strong> <strong>la</strong>s técnicas de matizar, colorear y sugerir: <strong>la</strong> tintoreríadel oficio. Y cuando hoy decimos que el estilo de tal autor de ayer nos resulta inso<strong>por</strong>table, noadjetivación.Y <strong>la</strong> verdad es que todos los grandes estilos se caracterizan <strong>por</strong> una suma parquedad en el usodel adjetivo. Y cuando se valen de él, usan los adjetivos más concretos, simples, directos,definidores de calidad, consistencia, estado, materia y ánimo, tan preferidos <strong>por</strong> quienesredactaron <strong>la</strong> Biblia, como <strong>por</strong> quien escribió el Quijote.
IDADIDEN“La libertad suele ir vestida de harapos; pero aun así,es más bel<strong>la</strong> que todas <strong>la</strong>s libras de oro y p<strong>la</strong>ta”.IDENTIDADAMADO NERVO“Las cadenas de <strong>la</strong> esc<strong>la</strong>vitud atan <strong>la</strong>s manos:es <strong>la</strong> mente <strong>la</strong> que hace al hombre libre o esc<strong>la</strong>vo”.FRANZ GRILLPARZER“No es libre el que obra <strong>por</strong> miedo al castigo,sino el que obra <strong>por</strong> amor a <strong>la</strong> justicia”.SAN AGUSTÍN“La libertad es como <strong>la</strong> vida, solo <strong>la</strong> merecequien sabe conquistar<strong>la</strong> todos los días”.GOETHE“No hay en <strong>la</strong> tierra felicidad que se igualea alcanzar <strong>la</strong> libertad perdida”.MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRASusoDICHOS40