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Descargar - Viento Sur

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Tienen estos Cuentos Completos un carácterpóstumo, definitivamente clausurado y, a lavez, la evidencia de algo truncado, (in) completo,que carga de emoción su lectura. Un discursointerrumpido por la barbarie, una vida (y lacapacidad de multiplicarse en tantas vidas pormedio de la escritura) quebrada por el asesinato.Con una prosa exacta, ceñida, sin concesiones(donde se adivina la huella de los grandesde la “generación perdida” norteamericana)surgen fragmentos de realidad, paisajes, personajesinolvidables: toda una geografía deldesamparo y la tenacidad (hay también unalimpia ternura agazapada, inmensa y mínimacomo los personajes que describe). Desde losprimeros cuentos centrados en la vida de lospescadores del río Uruguay, sus leyendas y susobsesiones; el retrato de seres extravagantes,tan singulares como entrañables; los habitantesde los suburbios con toda su pobreza y su dignidada cuestas; el humor, con la aparición depersonajes tan inolvidables como el vendedorRequena; los relatos ambientados en BuenosAires o la presencia del mundo rural. Tambiénla sátira política, y la presencia de la represión,la muerte, la manipulación de las aspiracionespopulares en un extenso relato donde todo ellose nos narra con una admirable distancia, teñidade ironía. O esa breve y escueta evocacióndel asesinato del Che, ausente de toda retórica,“como un rebote áspero y entrecortado”.De los tres libros de cuentos aquí reunidos, esen el último, La balada del álamo carolina, de1975, donde mayor presencia adquiere larecreación del mundo rural, los recuerdos deinfancia, la evocación de personajes familiares.Es también aquí donde la prosa de HaroldoConti adquiere un tono más lírico, menos áspero,con una ternura, contenida siempre, peroevidente. Y el lector siente, pues sabe la muertepróxima, como si de algún modo todo sefuera cerrando: es decir, dejando todo inacabado.Regresan paisajes y personajes que hanaparecido en sus primeros cuentos, descubrimosalgo más de ellos, nos acercamos un pocomás a su singularidad, entramos, al menos, enun día de sus vidas: “Uno piensa que los díasde un árbol son todos iguales. Sobre todo si esun árbol viejo. No. Un día de un árbol viejo esun día del mundo.” Porque lo que nos deja elescritor es un atisbo, fragmentos, algunos díasdel mundo, ver la vida como quien entreabrelas cortinas o mira, sin comprender todo lo queve, a través de una rendija. En esta gran narrativahecha de pequeños cuentos nada se cierra,la vida, las vidas quedan abiertas, inconclusas;es una exigencia de estilo (es decir, una decisiónmoral).El libro finaliza con algunos textos breves queson homenajes a los amigos: Paco Urondo,Mario Benedetti, Eduardo Galeano, JuanGelman, familiares… y a esa ciudad que tantoamó: “Yo estaba esta mañana en el puerto deBuenos Aires imaginando todo esto en lamañana ruidosa, dando adrede la espalda a laciudad, mi ciudad con mi historia, esperandocon impaciencia el momento de que se alejaray se empequeñeciera y al final, antes de hundirseen el río, donde está mi camino, me dieseun poquito de tristeza, de lástima, ese BuenosAires que no la tiene de nadie, ciudad de almapenosa”. En esa ciudad donde Haroldo Contieligió permanecer, en un escritorio, haciendolo mejor que sabía hacer, juntando palabras,aprendiendo a resistir. Con toda lucidez, porqueél, a diferencia de uno de sus personajes,si que sabía “tantas cosas que vendrán con lapatria a oscuras”. A oscuras como aquellanoche de mayo de 1975 en que se lo llevaronde su casa alquilada en Villa Crespo. No regresónunca. Pero permanece su palabra, su hermosa,su indestructible forma de resistencia.Haroldo Conti ha vuelto. Está de nuevo entrenosotros.Antonio Crespo MassieuVIENTO SUR Número 102/Marzo 2009 127

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