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Liahona 1996 Agosto - LiahonaSud

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pelea, estaríamos afuera jugando —musité.Pareció que Carlos no comprendió lo que le quisedecir. Entró en el garaje y empezó a mirar a su alrededor.—¿Todavía quieren jugar a la pelota? —preguntó.No le contesté, con la esperanza de que se fuera.—Adivinen qué día es mañana —preguntó Carlosemocionado.David y yo nos hicimos los sordos.—¡Es mi cumpleaños! ¡Voy a cumplir nueve años!—¿Tu cumpleaños? —preguntó David asombrado—.¡Tú y Benjamín cumplen años el mismo día! El tambiéncelebrará su cumpleaños mañana, y también va a cunvplir nueve.—¡Cállate! —le ordené a David.—Papá me va a enviar una bicicleta nueva, una dediez velocidades —dijo Carlos.—¿Por qué no dejas de presumir? —le dije—. Tú novas a recibir nada, y bien lo sabes. Ni siquiera sabesdónde está tu papá. Probablemente nunca ío has visto,así que deja de hablarnos en cuanto a todas las cosasbonitas que él te va a mandar; él no te ha mandadonada nunca, y tampoco lo hará.Pensé que con esas palabras Carlos iba a empezar agolpearme otra vez, de modo que dejé a un lado laescoba y levanté los brazos en señal de defensa. PeroCarlos no se echó contra mí; sólo se quedó mirándomeunos instantes, luego tragó saliva, agachó la cabeza ysalió del garaje. Cuando se subió a la bicicleta y empezóa alejarse, me di cuenta de que se iba llorando.Yo quería herirlo; después de todo, por culpa de élmamá nos había puesto a trabajar. Pero al verlo irse deallí con la cabeza agachada y los hombros caídos, sentílástima por él; era la primera vez que sentía lástima porCarlos Orozco.David me miraba como si no pudiera creer que yohubiera dicho esas cosas.—¡Lo merece! —dije para defenderme.David se alejó y empezó a acomodar algunas cajas.Ese día vi a Carlos dos veces afuera de su casa, sentadobajo un árbol, con la mirada perdida. En mi interiorsentía algo frío y vacío; deseaba que ese sentimientodesapareciera. Traté de pensar en muchas cosas diferentes—cosas divertidas y emocionantes-—, pero no importabalo que hiciera o pensara, ese sentimiento, ese algofrío y vacío seguía ahí.Esa noche, antes de que David y yo apagáramos la luzdel dormitorio, acostado en la cama, me quedé mirandoía piñata que colgaba en un rincón de la habitación.Pero no podía ver el cocodrilo morado; todo lo que veíaera la imagen de Carlos Orozco.—¿Van a tener encendida la luz toda la noche?—preguntó papá, que se asomaba por la puerta—. Esmejor que te duermas, Benjamín; mañana será un díamuy ocupado para ti.—Papá —dije de repente— ¿por qué es CarlosOrozco así?Papá pensó un momento, luego entró y se sentó en elborde de la cama.—Tu mamá me dijo que hoy tuviste algunos problemascon Carlos —dijo—. ¿Cuál es el problema?—Éí es el problema —musité—. Siempre anda depresumido, jactándose de todo lo que su papá le va amandar y de todo lo que puede hacer. ¿Por qué actúaasí? Me dan ganas de darle un puñetazo cuando lo hace.Papá se quedó pensativo.—Carlos no tiene muchas cosas, y quizás nunca lastenga; pero aun así, las desea. Le gustaría tener unanueva bicicleta, pero la única forma en que la tendrá esen sus sueños, esperar que algún día su papá, de quienno sabe nada, le envíe la mejor bicicleta del mundo.—Pero ni siquiera sabe dónde está su papá.—¿Has pensado alguna vez cómo sería si tú no tuvierasun padre o una madre aquí todo el tiempo? En estosmomentos Carlos probablemente también se esté acostando,sin tener a nadie que vaya a desearle las buenasnoches y le pregunte si ya ha dicho su oración. Él deseatodas esas cosas tanto como tú, pero lo único que puedehacer es soñar con ellas y hacer de cuenta que las tiene.Me quedé despierto hasta mucho después de queDavid se durmió; para qué cerrar los ojos si continuamenteme daba vueltas en la cama y seguía pensando.Pero no fue sino hasta que miré hacia el rincón y diviséla oscura silueta de mi cocodrilo morado que supe lo queharía al día siguiente. Después de eso, fue fácil quedarmedormido.A la mañana siguiente, me fui a la casa de Carlos.—Hola, señora Orozco—. La voz me temblaba mientrasme encontraba en los escalones que subían hasta lapuerta de la casa. Aunque ya era muy avanzada lamañana, la mamá de Carlos todavía andaba en bata ybibliotecasus.blogspot.com

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