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El Conflicto de los Siglos

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América, tierra <strong>de</strong> libertad 289<br />

esa manera el po<strong>de</strong>r secular quedaba en manos <strong>de</strong> la iglesia, y no se<br />

hizo esperar mucho el resultado inevitable <strong>de</strong> semejantes medidas:<br />

la persecución.<br />

Once años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber sido fundada la primera colonia, llegó<br />

Roger Williams al Nuevo Mundo. Como <strong>los</strong> primeros peregrinos,<br />

vino para disfrutar <strong>de</strong> libertad religiosa, pero <strong>de</strong> el<strong>los</strong> se diferenciaba<br />

en que él vio lo que pocos <strong>de</strong> sus contemporáneos habían visto, a<br />

saber que esa libertad es <strong>de</strong>recho inalienable <strong>de</strong> todos, cualquiera<br />

que fuere su credo. Investigó diligentemente la verdad, pensando,<br />

como Robinson, que no era posible que hubiese sido recibida ya toda<br />

la luz que <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios dimana. Williams “fue la primera<br />

persona <strong>de</strong>l cristianismo mo<strong>de</strong>rno que estableció el gobierno civil<br />

<strong>de</strong> acuerdo con la doctrina <strong>de</strong> la libertad <strong>de</strong> conciencia, y la igualdad<br />

<strong>de</strong> opiniones ante la ley” (Bancroft, parte 1, cap. 15). Sostuvo que<br />

era <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> <strong>los</strong> magistrados restringir el crimen mas nunca regir la<br />

conciencia. Decía: “<strong>El</strong> público o <strong>los</strong> magistrados pue<strong>de</strong>n fallar en lo<br />

que atañe a lo que <strong>los</strong> hombres se <strong>de</strong>ben unos a otros, pero cuando<br />

tratan <strong>de</strong> señalar a <strong>los</strong> hombres las obligaciones para con Dios, obran<br />

fuera <strong>de</strong> su lugar y no pue<strong>de</strong> haber seguridad alguna, pues resulta<br />

claro que si el magistrado tiene tal facultad, bien pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cretar<br />

hoy una opinión y mañana otra contraria, tal como lo hicieron en<br />

Inglaterra varios reyes y reinas, y en la iglesia romana <strong>los</strong> papas y<br />

<strong>los</strong> concilios, a tal extremo que la religión se ha convertido en una<br />

completa confusión”. Martyn 5:340.<br />

La asistencia a <strong>los</strong> cultos <strong>de</strong> la iglesia establecida era obligatoria<br />

so pena <strong>de</strong> multa o <strong>de</strong> encarcelamiento. “Williams reprobó tal ley; [296]<br />

la peor cláusula <strong>de</strong>l código inglés era aquella en la que se obligaba<br />

a todos a asistir a la iglesia parroquial. Consi<strong>de</strong>raba él que obligar<br />

a hombres <strong>de</strong> diferente credo a unirse entre sí, era una flagrante<br />

violación <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>de</strong>rechos naturales <strong>de</strong>l hombre; forzar a concurrir<br />

a <strong>los</strong> cultos públicos a <strong>los</strong> irreligiosos e indiferentes era tan solo<br />

exigirles que fueran hipócritas [...]. ‘Ninguno—<strong>de</strong>cía él—<strong>de</strong>be ser<br />

obligado a practicar ni a sostener un culto contra su consentimiento’.<br />

‘¡Cómo!—replicaban sus antagonistas, espantados <strong>de</strong> <strong>los</strong> principios<br />

expresados por Williams—, ¿no es el obrero digno <strong>de</strong> su salario?’<br />

‘Sí—respondía él—, cuando ese salario se lo dan <strong>los</strong> que quieren<br />

ocuparle’” (Bancroft, parte 1, cap. 15).

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