400 años de fecundidad
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SHAKESPEARE Y CERVANTES: <strong>400</strong> AÑOS DE FECUNDIDAD<br />
PRÓLOGO<br />
Ilustración: © PORTADA DEL FIRST FOLIO CON RETRATO DE WILLIAM SHAKESPEARE GRABADO POR MARTIN DROESHOUT.<br />
¿Qué hay en un hombre?<br />
Si la poesía no es, como postuló T. S. Eliot, expresión <strong>de</strong> la personalidad<br />
sino escape <strong>de</strong> ella, las conjeturas sobre la verda<strong>de</strong>ra paternidad <strong>de</strong> las obras<br />
<strong>de</strong> William Shakespeare podrían ser, a fin <strong>de</strong> cuentas, homenajes al arte <strong>de</strong> quien<br />
firmó folios con ese nombre. Fernando <strong>de</strong>l Paso tantea los diversos ángulos<br />
<strong>de</strong> este acertijo en el prólogo a la fascinante y erudita investigación<br />
Un enigma llamado Shakespeare <strong>de</strong> Gustavo Artiles,<br />
<strong>de</strong> próxima reimpresión por el FCE.<br />
FERNANDO DEL PASO<br />
Gustavo Artiles, en este espléndido<br />
ensayo Un enigma<br />
llamado Shakespeare,<br />
nos cuenta que en una ocasión<br />
Ben Jonson, el poeta y<br />
dramaturgo inglés contemporáneo<br />
<strong>de</strong> Shakespeare,<br />
escribió que éste, incapaz<br />
<strong>de</strong> dominar su propio ingenio,<br />
caía con frecuencia<br />
en cosas que provocaban risa. Y pone como ejemplo<br />
la contestación que da César a un personaje que le<br />
arguye: “César, me haces mal”. El emperador, con<br />
palabras <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego inventadas por Shakespeare y<br />
puestas en boca <strong>de</strong> César, le respon<strong>de</strong> al quejoso:<br />
“César no ha hecho nunca mal sin causa justa”.<br />
Ben Jonson tiene razón: la ridiculez <strong>de</strong> la res puesta<br />
salta a la vista. Pero me extraña que siendo Ben<br />
Jonson un dramaturgo, no haya tenido en cuenta —al<br />
menos en el momento en que escribió esas líneas<br />
sobre su tan admirado como envidiado colega— que<br />
entre los <strong>de</strong>rechos o faculta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> los autores <strong>de</strong> teatro<br />
está el <strong>de</strong> hacer que sus personajes, si así lo consi<strong>de</strong>ran<br />
pertinente o necesario, digan, unas veces tonterías, y<br />
otras, frases que <strong>de</strong>stacan por su cordura y buen juicio.<br />
Es así como el gran autor <strong>de</strong> teatro es aquel al que le ha<br />
sido dado el talento <strong>de</strong> crear personajes que piensen<br />
en forma diametralmente opuesta a lo que piensa el<br />
propio autor y darle, al pensamiento <strong>de</strong> esos personajes,<br />
no sólo congruencia sino, lo que es más importante,<br />
po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> convicción.<br />
De aquí la casi imposibilidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>sentrañar la<br />
personalidad <strong>de</strong> un autor a partir <strong>de</strong> lo que hacen y<br />
dicen sus personajes, y en particular cuando éstos<br />
son tan numerosos y heterogéneos como en el caso<br />
<strong>de</strong> Shakespeare, cuya inmensa obra, en lo que a variedad<br />
<strong>de</strong> caracteres se refiere, es <strong>de</strong> una riqueza<br />
<strong>de</strong>slumbradora. Quizás el estudio <strong>de</strong> un personaje<br />
nos pue<strong>de</strong> proporcionar algunas pistas <strong>de</strong> lo que fue<br />
la vida y la forma <strong>de</strong> pensar <strong>de</strong>l autor, cuando suponemos<br />
que ese personaje en algo se parecía a su<br />
creador. Pero <strong>de</strong>bemos tener en cuenta también la<br />
posibilidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>sentrañar ese misterio gracias a un<br />
personaje que, <strong>de</strong> acuerdo con nuestro criterio, no se<br />
parezca en nada a quien lo inventó, para llegar a saber<br />
lo que un autor fue, mediante el <strong>de</strong>scubrimiento<br />
<strong>de</strong> lo que no fue. Pero éstos son extremos antípodas,<br />
entre los cuales se <strong>de</strong>spliega un abanico <strong>de</strong> personajes<br />
que representan todo ese mundo <strong>de</strong> contradicciones<br />
que los seres humanos llevamos a cuestas.<br />
También nuestras ilusiones, nuestras frustraciones<br />
y, aunque sea un lugar común <strong>de</strong>cirlo, nuestros más<br />
bajos instintos. Un personaje, por otra parte, pue<strong>de</strong><br />
encarnar no lo que su autor fue o es, y ni siquiera lo<br />
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