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El Mundo Sobrenatural Julio 2016 - Los errores que mataron a Kennedy

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21<br />

M O R O I<br />

realidad o superstición<br />

vampírica del siglo XVIII<br />

Nos encontramos ante una criatura <strong>que</strong> tesimonios europeos<br />

del siglo XVIII aseguraron <strong>que</strong> habría sido capaz de sobrevivir<br />

bajo el sol, pese a <strong>que</strong> la luz del día no fuera el mejor<br />

momento de la jornada para deambular a sus anchas. En la frontera<br />

del este de Europa cinco lugareños afirmaron haber sido embesidos<br />

por morois. La declaraciones fueron invesigadas por un<br />

galeno húngaro de nombre George Tallar, quien exhumó a tres<br />

finados para su estudio por ser considerados autores materiales<br />

de los ata<strong>que</strong>s. Antes de centrarnos en la besia y en una serie<br />

de casos <strong>que</strong> acontecieron durante ese siglo, especularemos —<br />

Brevemente— con el origen de los vampiros en la Historia.<br />

La sangre, elemento trascendental de la vida, ha simbolizando<br />

en la mayoría de creencias un fundamento sagrado,<br />

siendo incluso la esencia de ancestrales rituales donde el fluido<br />

rojo humano era más codiciado <strong>que</strong> el de los animales sacrificados,<br />

y el macabro sustento de depredadores de ultratumba,<br />

según reflejan las viejas crónicas u otros restos ar<strong>que</strong>ológicos.<br />

La cultura mesopotámica —Según los dictámenes de la historia,<br />

primera civilización del planeta; ocupando el periodo <strong>que</strong> converge<br />

entre el 4000 y el 500 a.C en la garganta situada entre los<br />

ríos Éufrates y Tigris— fue territorio de veneradas divinidades<br />

para la defensa y custodia frente a las devastadoras epidemias y<br />

fuerza destructora de la madre naturaleza. Pero también representó<br />

el proscenio de oscuros rituales de invocación diabólica y<br />

enidades malignas, generando aterradoras fábulas atávicas.<br />

La aparición de la primera besia sedienta de sangre surgiría<br />

en las más antediluvianas culturas, como atroces seres del<br />

inframundo pracicantes de canibalismo, cuya evolución en el<br />

transcurso de los iempos daría paso al mito del vampiro <strong>que</strong> infestaría,<br />

sobre todo, la Europa del Este a parir del siglo XVII.<br />

Si bien a principios de los años noventa del siglo pasado<br />

un trabajo sobre vampiros itulado Sang pour Sang del autor francés<br />

Jean Marigny determinó <strong>que</strong> la prueba originaria de estos<br />

seres se presenta en la ornamentación de unas vasijas de la anigua<br />

Persia, donde un guerrero se enfrenta a una infernal criatura<br />

<strong>que</strong> trata de alimentarse de su sangre, podemos considerar, hoy<br />

día, <strong>que</strong> un vesigio ar<strong>que</strong>ológico anterior representaría por primera<br />

vez la existencia de los antropófagos chupasangre. Nos referimos<br />

a una tablilla del pueblo caldeo —Babilonia— cuya<br />

anigüedad data de tres mil años antes de nuestra Era. <strong>El</strong> pedazo<br />

de arcilla conservado en la actualidad en el Museo Británico de<br />

Londres muestra en su exterior una leyenda transcrita como la<br />

representación de la diosa Ishtar en el mundo de los muertos en<br />

la liberación de su hijo Tammuz. Al toparse con las puertas cerradas,<br />

Ishtar la <strong>que</strong>bró, causando <strong>que</strong> unas putrefactas criaturas<br />

antropófagas, allí confinadas, huyeran hacia el mundo terrenal.<br />

La Enciclopedya of Vampire Mithology denomina a tales seres,<br />

Rapganmekhab o Akakharu; conviriéndose así en la primera raza<br />

de vampiros conocida.<br />

Luego, la mitología<br />

babilónica incorporó a Lilitu;<br />

una extraña divinidad femenina,<br />

prosituta y vampiresa,<br />

representada a veces con alas<br />

y patas de ave, y formando<br />

parte de un trío de demonios<br />

<strong>que</strong> se saciaban con la sangre<br />

de los niños y sus madres. <strong>Los</strong><br />

judíos exiliados en ierras de<br />

Babilonia se la apropiaron, surgiendo<br />

en la demonología<br />

judía la primera vampira no divina,<br />

Lilit. De acuerdo con el<br />

Talmud, o libro sagrado hebreo,<br />

y a diferencia de lo manifestado<br />

en el Aniguo<br />

Testamento, sería la primera<br />

¿Lilith?<br />

consorte de Adán en el Génesis y una hermosa fémina <strong>que</strong> se nutría<br />

de la sangre de los vivos. Es descrita como un perverso ser<br />

alado <strong>que</strong> embesía a los niños recién nacidos, a quienes ahogaba<br />

acto seguido con crueldad. No quiso caer bajo el someimiento<br />

de su marido, y tras abandonarlo y ser expulsada del Edén<br />

por Yahvé, se convirió en la reina de los demonios.<br />

Ahora sí. Muchos siglos después rebrotó en Europa,<br />

sobre todo en la oriental, el fenómino del vampiro, el upir, el strigoi,<br />

el dhampir, y muchos otros términos para determinar a estos<br />

monstruos del más allà. Algunos dicen <strong>que</strong> los dhampirs son descendientes<br />

de un moroi y de un hombre o una mujer, pero también<br />

existe la opción de ser vástagos de un moroi y un dhampir<br />

adulto. Para comprender la diferencia entre un moroi y el popular<br />

strigoi, debemos tener presente, ante todo, <strong>que</strong> el segundo<br />

es una de las especies de vampiros más difundidas por la literatura<br />

y por los supuestos casos <strong>que</strong> acaecieron en el este de Europa<br />

de a<strong>que</strong>llos oscuros años de supersición. Además, el strigoi,<br />

mencionado por Bram Stoker –Autor de Drácula–, antes de ex-<br />

halar su úlimo suspiro presenta<br />

un níveo semblante más<br />

unas escleróicas inyectadas en<br />

sangre, a parte, <strong>que</strong> en oposición<br />

a la capacidad del moroi,<br />

no puede recibir los rayos de la<br />

luz del sol. Aun así, están dotados<br />

de más fuerza y agilidad.<br />

George Tallar, el cirujano<br />

de Banat, fue un meiculoso<br />

personaje <strong>que</strong> me dio a<br />

conocer el historiador húngaro<br />

Ádám Mézes del Departamento<br />

de Historia de la Central

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