PEQUEÑOS RELATOS DE TERROR CON SILVIA MOLDERO las pesadillas de Freddy Krueger
- Amor... Mengua tu llanto, dulce ángel de constancia... Esta piedra, gris, fría inmóvil lleva mi alma custodiando desde el día en <strong>que</strong> tome parida... Manuel , hizo la vista a la estatua de piedra a los pies de la tumba,...de la <strong>que</strong> provenía esa dulce voz, conocida... y casi no pudo más <strong>que</strong> pensar <strong>que</strong> estaba soñando. Inmóvil, durante minutos, horas, una vida... Quedo mirando con sus ojos cristalinos hundidos por el lamento sufrido y observando fijamente a a<strong>que</strong>lla figura... de su amada esposa. Fijamente su suspiro perplejo clavados en el rostro de a<strong>que</strong>lla escultura, vio caer unas lágrimas de sus ojos vacíos... - ¡Oh maldita mi locura <strong>que</strong> crece con tu ausencia! Mi dulce amada, compañera de mí desdicha... No temo perder la cabeza, temo, <strong>que</strong> lo <strong>que</strong> percibo no exista... No te vayas, no vuelvas a abandonarme... Sigue hablándome ¡Sigue por lo <strong>que</strong> más quieras! Comenzó a llover... sobre la escarcha de a<strong>que</strong>l instante... Mientras los truenos iluminaban fugazmente el cielo, <strong>que</strong> esa tarde, era más gris <strong>que</strong> nunca... Lo <strong>que</strong> Manuel presenía, la voz conocida <strong>que</strong> provenía de a<strong>que</strong>lla esfinge... no era el alma dulce de su amada compañera, ni siquiera de un compasivo Ángel anclado a a<strong>que</strong>lla estatua.Algo oscuro emergía de la roca mortuoria, <strong>que</strong> con el paso del iempo había encontrado un lugar maldito donde aferrarse.A los pies del frío pedestal se hallaban numerosas flores de lirios, <strong>que</strong> suspendían en el aire, un aroma <strong>que</strong> embriagaba los senidos como una droga dulce, <strong>que</strong> invitaba a recostarse y permanecer inmóvil en a<strong>que</strong>l lugar. Manuel, se <strong>que</strong>dó dormido sollozando, cansado y abaido por unos instantes <strong>que</strong> parecieron eternos y en su interior escuchaba la voz femenina e hipnóica <strong>que</strong> procedía de la Dama de piedra <strong>que</strong> se encontraba frente a él. -Yo, soy piedra inerte en este frío lugar angosto de flores secas... Estatua cubierta de lirios de antaño... Tu visita me hace compañía, en esta espera perpetua, imperecedera, aun<strong>que</strong> solo sea una leve mirada cuando pasas por mi lado.Tan solo con tu mirada ímida y brillante posada en la nada <strong>que</strong> cubre mis ojos... Me regodeo en la suileza del senimiento <strong>que</strong> tu pasión ha ocasionado en mí. Invocó tu imagen en las horas más siniestras de mi exisir, pues incluso tu voz es como una caricia sinuosa <strong>que</strong> atenúa mi agonía, fría... de este mármol eterno. Me pierdo en el sonido de tu voz mientras la hora nocturna me llama. Y tú, hombre distraído... Sé <strong>que</strong> percibes mi espíritu enjaulado. Yo te llamo... Invocó tu nombre con un suspiro ahogado, extendiendo mi alma oscura como una brisa en la cumbre de una costa cercana... Siento cada lair de tu sangre, la piel caliente de la vida <strong>que</strong> se halla en i... Observo tu cuello, llanura cálida de un corazón latente... Te conozco, fiel amigo, disipó cada uno de tus insintos desde hace muchos iempos. Esta noche, cuando reposes tu cuerpo en tu cálido lecho, con piedad infinita, senirás <strong>que</strong> te besaran los ojos... No debes encontrar temor alguno, son los senderos <strong>que</strong> me llevaron hasta donde tú te hayas, estremecidas ramas de caricias perdidas me guiaran hasta tu alcoba. <strong>El</strong> aroma suave de los Lirios invadirá tus aposentos en las inieblas más oscuras.Y ya no habrá forma donde esconderte, y desearas no hacerlo. Pues te arrojare a un lugar de llamas, apeito, sangre, sueños de delirios donde nunca has estado antes... y del <strong>que</strong> no <strong>que</strong>rrás volver... Notarás el frío de mi roca arcaica acariciando suavemente tu rostro... Será por un solo instante, pues en cuanto tu aliento cálido sople levemente sobre mi materia... <strong>El</strong> gris perpetuo de mi ser remoto, se converirá en carne... Mis labios morderán tus muñecas candentes y es ahí, donde se volverán de un rojo intenso como el mismo fuego... Y a borbotones, tu vida entrará en mí, sin <strong>que</strong> puedas evitarlo... Cada flor <strong>que</strong> nace a los pies de mi esfinge... Es una lágrima ahogada en mi rostro, por cada alma desgarrada de esta maldición de la <strong>que</strong> soy presa. Todo el mundo se pregunta ¿por qué nacen allí?Hasta encontrarte. Capte con un leve roce de tus manos... ese aroma <strong>que</strong> desprende tu alma y <strong>que</strong> a nadie más puedes revelar. En las inieblas yace insomne mi desino, soy algo más <strong>que</strong> un puñado de piedras. Soy la <strong>que</strong> acompaña a la muerte, eternidad sostenida. Dulce mortal, <strong>que</strong> te has converido en la única luz <strong>que</strong> puedo contemplar desde mis ojos sin pupilas... se deleitan solos en la penumbra fúnebre de mi pedestal al contemplarte. Por senderos de angusias pasadas, por bos<strong>que</strong>s y cumbres he cruzado por filo de acanilados; para encontrarme, y así soñarme nuevamente, no hallarás compasión en mí y es lo <strong>que</strong> esperas... <strong>El</strong> más allá, el lugar de no retorno, te espera, es ahí donde exisirás sin exisir...Esta noche, tú me veras a mí, y ya no podrás ver nada más allá de mi roca. Pues en la dama delirios se allá mi nombre y sabrás su complejo significado. <strong>El</strong> cementerio estaba vacío ni siquiera el viejo sepulturero se encontraba por allí barriendo las hojas secas de los chopos centenarios de a<strong>que</strong>l añejo y frío lugar. <strong>El</strong> aire soplaba levantando en mí un leve escalofrío y el día permanecía más gris al caer el crepúsculo... Un gris <strong>que</strong> sugería ir a juego con las piedras de las lápidas, parece acompañar el color de mi mirada. Esa misma tarde, cuando llevaba un buen rato y la noche se cernía con prisa a cubrir el espeso cielo, un hombre delgado, con rostro amable, cerro la cancela del panteón familiar con el manojo de llaves <strong>que</strong> colgaba de su uniforme. Debía ser el anciano encargado del camposanto. Con un leve saludo siguió su camino con su inseparable rastrillo. Cuando percibió un cuerpo recostado, un caballero al <strong>que</strong> saludaba todos los días desde hace años, no le devolvió el leve saludo... Si no <strong>que</strong> yacía junto a los pies de la envejecida estatua de piedra. Entre los dos, pudimos levantar a a<strong>que</strong>l hombre, se llamaba Manuel y había fallecido. <strong>El</strong> campanario retumbaba solemne el doble de difuntos y la noche desplegó sus alas negras sobre el cementerio arcaico al <strong>que</strong> su ser, ya pertenecía, irremediablemente... descansaría por siempre junto a la llamada, Dama de Lirios. ESCRITO POR SILVIA MOLDERO 24