Nº 4 - Octubre 2016

eafirmaron el carácter negativo de una pluralizada agenda internacional.
Pero, por otra parte, también sucedieron acontecimientos internacionales
acaso inesperados que prácticamente han eliminado la
posibilidad de pensar hipótesis, sobre todo en clave de expectativas,
que nos anticipen el rumbo que pueda tomar el mundo.
Uno de esos acontecimientos está relacionado con lo que se
consideraba prácticamente un "bien público internacional", esto es,
hechos decisivamente favorables para la previsibilidad y la certidumbre
en las relaciones internacionales.
Hasta no hace mucho tiempo, se consideraba que la interdependencia
era un fenómeno que sujetaba a los Estados a un patrón
de aproximación tan intenso que llegaba a inhibir el conflicto entre
ellos y, por tanto, la eventual deriva hacia la confrontación.
Sin llegar a la confrontación, los hechos que tienen lugar en el
espacio "pos-nacional" más avanzado del globo, Europa, implican
que la interdependencia no necesariamente asegura un curso de integración
inalterable (lo prueba el "Brexit"), como asimismo tampoco
inhibe el conflicto y la tensión (como lo prueban las diferencias entre
los más poderosos y los más débiles en la UE). Más aún, como bien
destacó recientemente el director del Consejo Europeo de Relaciones
Exteriores, Mark Leonard, "la interdependencia se volvió causa de
conflicto intraeuropeo (en vez de ponerle fin). Y la idea europea se
convirtió en blanco de oposición política en todo el continente".
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