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Ataque de Ciprián de Torres a Van der Does.<br />
Detalle del cuadro “La batalla del monte Lentiscal”, de Carlos Morón.<br />
(Capitanía General de Canarias)<br />
El veintiséis de junio, frente a la bahía de La Luz se presentó una imponente fl ota de 74 navíos. Se<br />
sucedieron los duelos artilleros y los intentos de desembarco tenazmente rechazados por los hombres de<br />
Alvarado que, herido de muerte, es sustituido por Pamochamoso, hasta que, en el quinto intento, la sorpresa<br />
tecnológica de unas lanchas planas aproximando la costa por una zona de bajíos hizo que la heroica oposición<br />
de los españoles resultara insostenible. Lograron así los holandeses poner pie en tierra, no sin antes<br />
sufrir numerosas bajas y que Ciprián de Torres, adentrándose en el agua, atacara al propio Van der Does<br />
hiriéndole y perdiendo su vida en este heroico intento.<br />
Las fuerzas isleñas se replegaron y se aprestaron a la defensa de la ciudad contra el asalto holandés.<br />
Una vez más quedó el campo cubierto de cadáveres enemigos pero ante la enorme potencia enemiga, los<br />
milicianos se vieron obligados a abandonar la ciudad.<br />
En la mañana del sábado 3 de julio, una columna de 4.000 atacantes se dirigió al monte Lentiscal en<br />
donde Pamochamoso, con no más de 400 hombres, se dispuso a presentar pelea. Los españoles habían<br />
cortado acequias y cegado fuentes. El sol abrasaba, el calor era sofocante. El grueso de la fuerza esperó<br />
mientras treinta isleños hostigaban a los holandeses. Batieron los nuestros sus tambores atronando el monte<br />
mientras agitaban al aire banderas para parecer más numerosos.<br />
Ordenado el ataque, éste se desencadenó con tal rabia que las fuerzas holandesas iniciaron una<br />
desordenada retirada hacia la ciudad.<br />
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