IGNACIO DE LA CRUZ
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Bolívar y su concepción del periodismo<br />
Hoy principiamos el cuarto mes de nuestros trabajos periodísticos.<br />
Tarea pesada y enojosa de suyo; pero aún más difícil<br />
y azarosa en la actualidad, pues una serie de complicados<br />
a contecimientos casi ha obstruido su verdadera senda, con las<br />
es pinas y malezas, que en el choque de encontrados intereses<br />
ha arrojado la corriente de pasiones enconadas. Amarga, muy<br />
amarga es la vida del periodista, quien tiene que sacrificar muchas<br />
veces sus más caros sentimientos al cum plimiento de su<br />
deber. Así le vemos constituido en eco de pro ducciones ajenas,<br />
que acaso pugnan con su manera de pensar, y aún con sus principios<br />
mismos; y si, como nosotros, es apolo gista de la entera<br />
libertad de pensamiento, mayor será el sacrificio, puesto que<br />
de continuo tendrá que luchar con su concien cia para dar lugar<br />
a la razón. El periodista, fiel servidor de los intereses de<br />
la comunidad, leal debe ser en el ejercicio de su mi sión, que<br />
no puede posponer, por ningún título, a sentimiento alguno,<br />
por íntimo y santo que él sea. Respetando la ajena opi nión, no<br />
debe restringirla; así como no puede detener la emisión de las<br />
ideas extrañas, porque sancionada la libre discusión, es en este<br />
terreno donde cada uno tiene el derecho de combatir las malas<br />
doctrinas y vencer a su adversario.<br />
Tal es nuestra manera de pensar, y tal ha sido la conducta<br />
que hemos observado en la borrasca de producciones que han<br />
visto la luz pública, y a que han dado origen los acontecimientos<br />
políticos en estos días. A todos hemos dado libre entrada<br />
en nuestras columnas, aún con perjuicio de nuestro propio<br />
interés; y apenas uno que otro artículo hemos rechazado, ya<br />
por carecer unos de las formalidades legales, ya por contener<br />
otros conceptos que, ofendiendo la moral, penetraban en el<br />
domésti co recinto.<br />
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