Letras y Arte PUESIESQUE Salarrué, en PATRIA es visto como un agente social información pag. 16
Jueves <strong>10</strong> <strong>de</strong> noviembre <strong>de</strong> <strong>2016</strong> Diario Co Latino ESPECIAL 17 Gestión participativa <strong>de</strong>l patrimonio cultural Reflexiones sobre la propiedad privada y los <strong>de</strong>rechos culturales Fe<strong>de</strong>rico Pare<strong>de</strong>s Umaña 1 Tania Molina Leddy 2 L os convenios internacionales sobre tráfico ilícito <strong>de</strong> bienes culturales, <strong>de</strong> los cuales Guatemala y El Salvador son signatarios, así como las legislaciones nacionales en materia <strong>de</strong> patrimonio cultural, abrieron la vía, en los últimos meses <strong>de</strong>l año <strong>2016</strong>, para la repatriación <strong>de</strong> dos fragmentos <strong>de</strong> monumentos prehispánicos, proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> la región <strong>de</strong>l Río <strong>de</strong> la Pasión (<strong>de</strong>partamento <strong>de</strong> Petén, Guatemala) que se alojaban en el museo <strong>de</strong> la Fundación Tesak (Ciudad Delgado, El Salvador) y que Guatemala requirió por medio <strong>de</strong> los canales diplomáticos. Éstos son fragmentos <strong>de</strong> estelas <strong>de</strong> la cultura Maya <strong>de</strong>l período Clásico (aproximadamente entre el 600-900 d.C.). Las estelas mayas usualmente referencian los eventos políticos más <strong>de</strong>stacados <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> los gobernantes, como su nacimiento, acceso al po<strong>de</strong>r, celebraciones <strong>de</strong> inicio o fin <strong>de</strong> ciclo y lo hacen mediante cálculos <strong>de</strong> tiempo y enunciados formulados en un lenguaje muy distintivo. La escritura jeroglífica <strong>de</strong> cada región posee convenciones caligráficas y estilísticas particulares, lo que permite a los especialistas establecer su origen. Tal es el caso <strong>de</strong> los fragmentos <strong>de</strong> estela repatriados, no obstante la opinión editorial <strong>de</strong> El Diario <strong>de</strong> Hoy afirme lo contrario en su nota <strong>de</strong>l 5 <strong>de</strong> octubre <strong>de</strong> <strong>2016</strong>, titulada: ¿Deben entregarse objetos <strong>de</strong>l Museo Pablo Tesak?. Nos interesa hacer notar que el gobierno <strong>de</strong> Guatemala ha comprobado el origen <strong>de</strong> dichos fragmentos y se ha reclamado como dueño legítimo <strong>de</strong> los mismos, gracias a la documentación y el registro respectivo <strong>de</strong> las piezas y su inclusión como parte <strong>de</strong> los inventarios culturales <strong>de</strong> sitios arqueológicos, <strong>de</strong>clarados como monumentos nacionales; precisamente, este es el recurso legal que obra en este caso. Conviene recordar que los fragmentos referidos fueron saqueados por grupos <strong>de</strong> <strong>de</strong>lincuentes organizados usando motosierras para removerlos <strong>de</strong> su ubicación original, proceso mediante el cual las estelas fueron mutiladas y <strong>de</strong>struidas. Los saqueadores son financiados a través una ca<strong>de</strong>na <strong>de</strong> distribución que los vincula con coleccionistas <strong>de</strong> arte prehispánico, pues son estos últimos quienes compran las piezas proce<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> sitios arqueológicos. De esta cara <strong>de</strong> la moneda es difícil hablar porque podría ofen<strong>de</strong>r la sensibilidad, y acaso también la disposición a invertir en estos rubros, <strong>de</strong> personas adineradas y <strong>de</strong> pensamiento progresista que, con buenas intenciones, abren al público proyectos educativos y exhibiciones <strong>de</strong> piezas antiguas. Nuestro propósito no es ofen<strong>de</strong>r a nadie, sino plantear una reflexión en torno a cómo se ha gestionado el patrimonio cultural <strong>de</strong> El Salvador, teniendo en cuenta que los gobiernos y sus leyes precarias han favorecido hasta hoy el saqueo, la <strong>de</strong>strucción, la propiedad privada y el monopolio <strong>de</strong> la interpretación, sobre bienes culturales que legítimamente pertenecen a las comunida<strong>de</strong>s en particular, a la humanidad en general y en el caso <strong>de</strong> los sitios arqueológicos, principalmente a los pueblos indígenas. Lo que proponemos aquí es examinar nuestras prácticas como sociedad en torno a los vestigios <strong>de</strong>l pasado. Destrucción <strong>de</strong>l pasado y privatización El caso <strong>de</strong> repatriación que abordamos como ejemplo es único en la historia entre Guatemala y El Salvador; este hecho ha <strong>de</strong>spertado reacciones <strong>de</strong> editorialistas en periódicos digitales e impresos en favor <strong>de</strong>l trabajo <strong>de</strong> la Fundación Tesak, sin embargo, nada ha sido dicho hasta la fecha por la Dirección Nacional <strong>de</strong> Protección <strong>de</strong>l Patrimonio Cultural y Natural (DNPCyN) o por el gremio <strong>de</strong> arqueólogos <strong>de</strong>l país. Este caso se enmarca en el proceso <strong>de</strong> re<strong>de</strong>finición <strong>de</strong>l papel <strong>de</strong>l Estado en la gestión <strong>de</strong> la Cultura, con una recién aprobada primera Ley Nacional <strong>de</strong> Cultura, carente <strong>de</strong> un capítulo que integre y renueve la legislación vigente sobre el patrimonio cultural. En este contexto, asumimos la necesidad <strong>de</strong> hacer algunas aclaraciones pertinentes al caso en cuestión pero, sobre todo, <strong>de</strong> aportar al <strong>de</strong>bate acerca <strong>de</strong> cómo <strong>de</strong>bemos gestionar el patrimonio cultural, a fin <strong>de</strong> establecer una ruta concreta que atienda <strong>de</strong> mejor manera nuestra relación con el pasado, una ruta que sustente el ejercicio <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechos culturales tradicionalmente negados a las poblaciones <strong>de</strong>l país y presente alternativas concretas al paradigma que sostiene que las colecciones particulares hacen el trabajo mejor que el Estado. En la columna <strong>de</strong> Lafitte Fernán<strong>de</strong>z titulada “No sean canallas con los Tesak” <strong>de</strong>l 9 <strong>de</strong> octubre, publicada en un medio digital, el periodista menciona el trabajo <strong>de</strong>l arqueólogo estadouni<strong>de</strong>nse Stanley Boggs, que vivió en El Salvador <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los años 40´s hasta su muerte en 1992 y que fue por décadas el referente en la arqueología <strong>de</strong> El Salvador. Boggs promovió la compra <strong>de</strong> zonas arqueológicas por el Estado salvadoreño, mismas que le dieron forma a algunos <strong>de</strong> los parques arqueológicos nacionales como Cihuatán, Tazumal y San Andrés. Según Laffite, Boggs también habría apoyado la conformación <strong>de</strong> la colección privada <strong>de</strong> piezas prehispánicas, exhibida en parte, en el Museo <strong>de</strong> la Fundación Pablo Tesak. ¿Es esto una contradicción? Boggs murió antes <strong>de</strong> ver la publicación en el diario oficial <strong>de</strong> la Ley Especial <strong>de</strong> Protección <strong>de</strong>l Patrimonio Cultural <strong>de</strong> 1993, misma que si bien avala el coleccionismo privado, también lo regula. Bajo este marco, no es posible justificar la tenencia ilegal <strong>de</strong> piezas arqueológicas argumentando el aval <strong>de</strong> Boggs. Pero más allá <strong>de</strong> las imprecisiones <strong>de</strong>l artículo citado, lo que nos llama la atención es que ayuda a evi<strong>de</strong>nciar un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> gestión <strong>de</strong>l patrimonio que se impuso vinculado a la tenencia <strong>de</strong> la tierra, fruto <strong>de</strong>l proceso <strong>de</strong> conquista y colonización; mo<strong>de</strong>lo que, basado en la legitimación <strong>de</strong> la injusticia cometida hacia los pueblos indígenas, comenzó cada vez más a concentrar los bienes patrimoniales en manos privadas, incluidos los arqueológicos. Pasaron siglos antes <strong>de</strong>l establecimiento <strong>de</strong> una ley que obliga al registro <strong>de</strong>l patrimonio cultural en manos privadas, pero que en ningún caso aborda la vulneración <strong>de</strong> <strong>de</strong>rechos culturales <strong>de</strong> los pueblos, generada a partir <strong>de</strong> los privilegios que otorga a quienes se han adueñado <strong>de</strong> los bienes patrimoniales. No hace falta una revolución cultural maoísta ni una revolución cultural talibana para <strong>de</strong>struir el patrimonio cultural en Centroamérica. La revolución cultural capitalista nos ha ofrecido prácticas <strong>de</strong> <strong>de</strong>strucción, lotificaciones sobre sitios arqueológicos con silencios cómplices, saqueo, exportación ilícita, olvido y privatización que son perfectamente aceptadas en nuestra sociedad y que parecen no ser objeto <strong>de</strong> las reflexiones <strong>de</strong>l editorialista <strong>de</strong> El Diario <strong>de</strong> Hoy, cuando lanza su apología <strong>de</strong>l saqueo <strong>de</strong>l patrimonio cultural <strong>de</strong> países <strong>de</strong>l tercer mundo en favor <strong>de</strong> los países <strong>de</strong>l primer mundo, o bien en favor <strong>de</strong> entida<strong>de</strong>s locales que lo privatizan. Debemos poner todo en su lugar, notando que la privatización <strong>de</strong>l patrimonio cultural es causante directa <strong>de</strong> la <strong>de</strong>smemoria <strong>de</strong> nuestro país y fuente <strong>de</strong> afirmación simbólica <strong>de</strong> los procesos <strong>de</strong> dominación que sentaron las bases para las gran<strong>de</strong>s brechas que divi<strong>de</strong>n a “ricos y pobres” en la sociedad salvadoreña actual. A<strong>de</strong>más, las colecciones particulares, no han sido accesibles durante la mayor parte <strong>de</strong>l siglo XX a todos los miembros <strong>de</strong> nuestra sociedad, ni han contribuido a aportar los datos concretos para escribir la historia <strong>de</strong> este territorio y sus grupos humanos a través <strong>de</strong> los siglos, más bien han estado escondidas <strong>de</strong> los ojos <strong>de</strong> la mayoría <strong>de</strong> los ciudadanos. A la fecha conviene <strong>de</strong>stacar que existen pocos museos <strong>de</strong> arte prehispánico en El Salvador, y no es nuestra intención cuestionar su existencia, pues estamos convencidos <strong>de</strong> la importancia que tiene el que las evi<strong>de</strong>ncias materiales y simbólicas <strong>de</strong> nuestras culturas se conozcan y sirvan para reflexionar sobre nuestro pasado común y sobre nuestra configuración social y espiritual en el presente. Lo que cuestionamos son las prácticas subyacentes en torno al manejo <strong>de</strong>l patrimonio cultural y los discursos equivocados que se generan al exhibir en museos privados piezas saqueadas, sea esto en territorio nacional o en países vecinos, tan expuestos a este flagelo como nosotros mismos. Centroamérica como región frente al saqueo <strong>de</strong>l patrimonio cultural El antece<strong>de</strong>nte <strong>de</strong> repatriación en cuestión permite articular relaciones internacionales <strong>de</strong> ayuda mutua y reciprocidad. Guatemala es un punto neurálgico <strong>de</strong>l tráfico ilícito <strong>de</strong> arte prehispánico en Centroamérica. Ahí se embarcan, por rutas clan<strong>de</strong>stinas, cargamentos con productos <strong>de</strong> diversas proce<strong>de</strong>ncias hacia Estados Unidos. Si hemos dado el paso correcto <strong>de</strong> <strong>de</strong>volverle a Guatemala estas piezas -excepcionales para la reconstrucción <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la cultura Mayatambién <strong>de</strong>bemos, como país, ser coherentes con las estrategias que permitan la documentación y salvaguarda <strong>de</strong>l patrimonio cultural nacional. Contradicciones <strong>de</strong> registro y oportunida<strong>de</strong>s: El robo <strong>de</strong> la Cabeza <strong>de</strong> jaguar número 47 En el año 2015 se informó <strong>de</strong>l robo <strong>de</strong>l Monumento número 47 <strong>de</strong> la tradición Cabeza <strong>de</strong> Jaguar que pertenece a un grupo <strong>de</strong> 60 monumentos prehispánicos conocidos a la fecha, originarios <strong>de</strong> los actuales <strong>de</strong>partamentos <strong>de</strong> Ahuachapán, Sonsonate y Santa Ana. De unos 23 siglos <strong>de</strong> antigüedad, estos monumentos son fundamentales para conocer la Zona Maya <strong>de</strong>l Sur en el período preclásico y los aportes <strong>de</strong>l territorio salvadoreño a la cultura mesoamericana. El monumento 47, tallado en piedra <strong>de</strong> basalto <strong>de</strong> unos 80 cm <strong>de</strong> altura y <strong>de</strong> peso consi<strong>de</strong>rable, se alojaba en una finca privada <strong>de</strong>l caserío Las Cruces, municipio <strong>de</strong> Chalchuapa, a la intemperie. Su para<strong>de</strong>ro es <strong>de</strong>sconocido a la fecha, su robo sigue bajo investigación y poco sabemos <strong>de</strong> las gestiones <strong>de</strong> la FGR o <strong>de</strong> la DNPCyN para recuperarlo. Esto señala la dificultad que enfrenta el Estado en proveer un acceso expedito a la justicia, incluso cuando el caso vulnera los intereses mismos <strong>de</strong>l Estado. Este robo pone <strong>de</strong> relieve que la pieza sustraída estaba en manos privadas y sin la protección legal a<strong>de</strong>cuada y evi<strong>de</strong>ncia la importancia <strong>de</strong> que el Estado tome medidas para establecer que El Salvador es el dueño legítimo, y no el propietario <strong>de</strong> la finca <strong>de</strong> don<strong>de</strong> fue robado el monumento. Hacia la gestión participativa <strong>de</strong>l patrimonio cultural Hay un argumento fundamental: no po<strong>de</strong>mos pedirle al Estado que <strong>de</strong>je <strong>de</strong> hacer su trabajo, como lo hacen los periodistas en los artículos mencionados. El Estado <strong>de</strong>be documentar y <strong>de</strong>clarar el patrimonio cultural <strong>de</strong> El Salvador, permitiendo así la repatriación <strong>de</strong> monumentos robados en nuestro territorio. Pero más importante aún es que sea garante <strong>de</strong> que las comunida<strong>de</strong>s que viven en, alre<strong>de</strong>dor y sobre los vestigios antiguos tengan plena participación y apoyo en el proceso <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntificación y valoración <strong>de</strong> su propio patrimonio, así como en el levantamiento <strong>de</strong> los registros, estableciendo mecanismos para que dicho proceso genere el ejercicio soberano sobre los mismos; para esto, hay que tener claro que las <strong>de</strong>cisiones no pue<strong>de</strong>n ser impuestas <strong>de</strong> arriba hacia abajo. La arqueología social latinoamericana, iniciada en el último cuarto <strong>de</strong>l siglo pasado a partir <strong>de</strong> las luchas <strong>de</strong> los movimientos sociales e impulsada por intelectuales comprometidos, aporta mo<strong>de</strong>los <strong>de</strong> trabajo en don<strong>de</strong> las comunida<strong>de</strong>s son los motores fundamentales <strong>de</strong>l proceso <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntificación y gestión <strong>de</strong>l patrimonio local, proceso que por un lado evita el saqueo, pero también genera un tejido social renovado, organizado y en ejercicio <strong>de</strong> la soberanía local y regional. Estos objetivos no son particulares <strong>de</strong> la arqueología social, más bien respon<strong>de</strong>n a esquemas <strong>de</strong> organización territorial bajo el mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia participativa. Ejemplos efectivos <strong>de</strong> procesos <strong>de</strong> organización social a partir <strong>de</strong> la valoración comunitaria <strong>de</strong>l patrimonio cultural existen <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace años en El Salvador en distintas regiones <strong>de</strong>l país, entre ellas, por ejemplo, el Bajo Lempa, don<strong>de</strong> la experiencia <strong>de</strong> gestión local <strong>de</strong> los bienes culturales y naturales ha contribuido, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> abajo, a formular políticas y programas locales, nacionales y regionales en áreas como la educación, la agricultura, el medio ambiente, posicionando los procesos culturales en la base <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo territorial. Pero este ejemplo, que es notable, no está aislado <strong>de</strong> una realidad concreta <strong>de</strong> transformación <strong>de</strong>l Estado que busca trascen<strong>de</strong>r el mo<strong>de</strong>lo político excluyente, que concentra po<strong>de</strong>r y recursos en manos <strong>de</strong> pocos, hacia un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> participación directa en la toma <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisiones estratégicas y la <strong>de</strong>sconcentración <strong>de</strong> recursos, reconfigurando el mapa <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r en función <strong>de</strong> los intereses y necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s mayorías. El potencial <strong>de</strong>l patrimonio cultural y su gestión comunitaria para el <strong>de</strong>sarrollo territorial ofrece perspectivas que permiten imaginar y conseguir cambios reales en las prácticas y en los discursos sobre nuestra i<strong>de</strong>ntidad. Aspiramos a que la privatización <strong>de</strong>l patrimonio cultural <strong>de</strong>je <strong>de</strong> verse como lo normal en nuestra sociedad, mientras construimos soluciones novedosas y soberanas que tiendan a empujar procesos <strong>de</strong> formulación <strong>de</strong> nuevas leyes y nuevas instituciones sociales y gubernamentales, en pro <strong>de</strong> la mejora concreta <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong> las poblaciones. A manera <strong>de</strong> cierre, es importante notar que los tratados internacionales si bien son herramientas efectivas para casos <strong>de</strong> litigios específicos, son insuficientes para generar los cambios <strong>de</strong> paradigma necesarios sobre cómo nuestra sociedad ha forjado su relación con el pasado en general, y su relación con el pasado prehispánico en particular. La construcción <strong>de</strong> una sociedad nueva pasa por hacer cuentas con el pasado, con sus verda<strong>de</strong>s históricas, y esto no es posible sin el acceso a la información real. En tal sentido la evi<strong>de</strong>ncia material (en este caso los artefactos arqueológicos) recuperan su verda<strong>de</strong>ro valor pues sólo al saber en colectivo <strong>de</strong> dón<strong>de</strong> venimos es que po<strong>de</strong>mos plantearnos cómo queremos el presente y el futuro. 1 Arqueólogo, profesor <strong>de</strong> antropología <strong>de</strong>l Centro <strong>de</strong> Estudios Antropológicos UNAM y Director <strong>de</strong>l Proyecto Arqueológico Cabezas <strong>de</strong> Jaguar 2 Educadora Popular y Gestora Cultural, actualmente Colaboradora Técnica <strong>de</strong>l Ministro <strong>de</strong> Gobernación y Desarrollo Territorial.