ENTREVISTA Fotografía: Matías Aravena. 8 | <strong>Entrelíneas</strong>
Exarquero de la Selección Chilena Nelson Tapia: “Por mis hijos necesito ser campeón como entrenador” El penal de Roberto Baggio en el Mundial de Francia 1998 y el origen del apodo ‘Cabeza de Muela’, son algunas de las historias que uno de los mejores jugadores chilenos en la década de los 90’ cuenta en esta entrevista. Por Matías Aravena y Pablo Martínez. Termina la práctica de Independiente de Cauquenes en un caluroso día en el Estadio Manuel Moya Medel. La actualidad del equipo no es la mejor en lo deportivo ni en lo administrativo, pero Nelson Tapia motivó constantemente a sus jugadores. No luchar por cumplir un objetivo, aún en condiciones precarias, nunca fue una opción para él porque “en los momentos difíciles hay que esforzarse más, sobre todo cuando no nos pagan”. Esa actitud positiva fue la que lo llevó a conseguir lo que se propuso. Nacido en Molina con 50 años cumplidos en septiembre, Tapia nunca dudó sobre su futuro. “Dejé los estudios en séptimo básico porque tenía que ir a trabajar con mi padre en Lo Valledor, pero siempre con las ganas de ser futbolista. En mi población había una multicancha de tierra que la marcábamos con aserrín o con carbón y jugaba ahí, al igual que en el colegio, pero nunca me puse los guantes porque era delantero”, asegura el ‘Huaso’. Su primera experiencia como portero fue en la selección juvenil de su comuna a los 15 años. “Llegué como goleador, pero faltaban arqueros. Como estaba dispuesto a participar en cualquier posición, acepté. Me empezaron a preparar porque era flaco y alto. Así me gané el puesto y llegué a la adulta. Me decían el ‘Tres Pepas’ y me llamaban desde Río Claro y Cumpeo para ir a algunos partidos. Desde ahí no paré más y la gente ya me conocía”. Ese fue el comienzo de un sueño que pronto se iba a cumplir. Su camino hacia el fútbol profesional En 1984 surgió la posibilidad de ir a la Universidad de Chile gracias a Enrique Arredondo, uno de sus entrenadores. “Nunca había estado en un terminal de buses. La locutora decía que vaya al andén 18, pero ni siquiera sabía lo que era eso. No pude seguir en el club porque estaban en quiebra con Ambrosio Rodríguez como presidente. Además era muy difícil porque tenía que tomar tres micros. Volví a mi ciudad”. Por esa razón, Tapia siempre recomienda a los jóvenes comenzar su carrera en equipos cercanos a sus ciudades de origen. “Me probé en Curicó Unido y no me fue bien. Fui a Rangers, pero echaron a Gustavo Cortés quien fue el técnico que me trajo. Tuve que volver otra vez a Molina para trabajar en un supermercado y me dicen que necesitan un ayudante para un repartidor de yogures. No pensé que gracias a eso llegaría mi gran oportunidad”, reconoce el portero. El actual jefe técnico de Independiente sigue relatando la historia: “Mi jefe me regalaba lácteos que tenía que consumirlos pronto porque no tenía refrigerador. Le conté lo que me pasó y él me dijo que conocía a dirigentes de O’Higgins. Me invitó al Fiscal de Talca porque el club jugaba contra mi exequipo en 1987. Ahí conocí a Cristián Trejos, arquero titular, y nos llevó con Luis Santibáñez quien dirigía en ese momento y me indicó que necesitaban a alguien joven. Llamé a un amigo para que me reemplace en la pega, me probé y me quedé en Rancagua. Al tercer arquero lo echaron”. A partir de ahí, fue clave en el ascenso de los rancagüinos a Primera División en febrero de 1988, en una liguilla en la que vencieron a Lota Schwager en la final. Continuó en el puesto hasta 1992, con Nelson Acosta y Manuel Pellegrini como entrenadores. En 1993 llegó a Universidad Católica y se consolidó como uno de los mejores jugadores del país, lo que trajo como consecuencia su momento más feliz en el fútbol: la convocatoria a la Selección Chilena y su clasificación al Mundial de Francia 1998. Tapia y el penal de Baggio Se le recuerda como uno de los arqueros más importantes del fútbol chileno, ya que estuvo presente en 73 partidos —varios de ellos como capitán— en torneos como la Copa América o los Juegos Olímpicos de Sydney, en el que consiguió la medalla de bronce. Sin embargo, Tapia cree que el Mundial fue el momento en el que su carrera pudo tener otro destino. “Ese plantel sólo tenía a Iván Zamorano jugando en Europa y a Marcelo Salas en Argentina. Yo, al igual que el resto, jugaba en la liga chilena. No llegamos más lejos porque nos afectó haber empatado los tres partidos cuando siempre partimos con ventaja. Los goles en el último minuto de Austria y Camerún nos afectaron mucho”, indica con nostalgia. El portero también confiesa un anhelo que tenía en ese momento: “Quería jugar contra Dinamarca porque mi ídolo era Peter Schmeichel, quien pertenecía al Manchester United. Como no ganamos en la tercera fecha, nos tocó con el Brasil de Ronaldo, el verdadero”. No obstante, el momento en que la carrera de Tapia pudo cambiar fue en el primer partido de ese campeonato contra Italia que terminó 2-2. El árbitro nigerino Lucien Bouchardeau cobró un penal tras una mano casual de Ronald Fuentes. Roberto Baggio, uno de los mejores jugadores del mundo, fue el pateador. El portero cuenta de manera efusiva que “estaba tan convencido de <strong>Entrelíneas</strong> | 9