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Excodra X: Lo onírico

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EXCODRA<br />

REVISTA DE LITERATURA<br />

(Y OTRAS ARTES)<br />

Nº 10<br />

(LO ONÍRICO)<br />

Revista <strong>Excodra</strong>. Número X: <strong>Lo</strong> <strong>onírico</strong>. Noviembre, 2012. ISSN 2014-1998.


ÍNDICE<br />

Editorial<br />

Toulouse-Lautrec<br />

Ficción<br />

Ama tu vómito ¡Vive sin soñar!, Vanity Dust<br />

Bird dream, Cecilia Quílez<br />

Miento si sueño, Augusta Santana Hernández<br />

Réquiem por un loco, Andrea Zecca<br />

Sábanas sucias, Klaus Mann<br />

Juegos Olímpicos, Ernesto Escobar Ulloa<br />

No ficción<br />

Sólo quería hablar del caballo de Fuseli, Jordi Corominas i Julián<br />

Sueños, Manuel Laza Zerón<br />

Un sueño dentro de otro sueño, Santiago Tena<br />

Poesía<br />

Varios poemas, Lucía de Fraga<br />

Van Gogh, Augusta Santana Hernández<br />

Dos poemas, Francisco Espinosa Martín<br />

Pintura<br />

Carlos Esteban Resano Vasilchik<br />

Concept<br />

Fotografía<br />

Concept<br />

Elena Korn<br />

Agustín Calvo Galán<br />

S. Tallón<br />

Vicenç Rodríguez Bosch<br />

Aurora Martín<br />

Ludovica Bastianini


Entrevista<br />

Mario Bellatín<br />

Reseñas<br />

Proyecto desvelos, Agustín Calvo Galán<br />

Goo y el amor, de Claudia Apablaza<br />

Colaboradores


EDITORIAL<br />

Para este nuevo número de la revista, esta vez sobre <strong>Lo</strong> <strong>onírico</strong>, el texto editorial se<br />

viste de ficción para comentar sobre sueños, miedos y deseos. Encontraréis tanto en<br />

los textos como en las imágenes un verdadero mundo <strong>onírico</strong> desde gran variedad de<br />

ópticas. Grandes colaboraciones y muy agradable lo que os iréis encontrando.<br />

Déjense llevar por este número, lo disfrutarán como un buen sueño.<br />

Toulouse-Lautrec<br />

A veces deseo que suceda algo tan extraordinario que, o me vuelva loco, o me mate.<br />

Pero sólo un ratito. Probar la locura, como si de unas vacaciones se tratase. Probar la<br />

muerte, como se prueba un buen vino: Con furor y esperanza. A veces deseo que<br />

cuando estoy entre sueños, alguien entre en mi casa. Y me violen. Y me peguen. Y me<br />

ladren. O sólo para matarlos. Después entiendo el dicho: Ten cuidado con tus deseos.<br />

Es extraño el deseo. ¿Qué mensaje nos traen los deseos? Intuyo que los deseos se<br />

escriben en el mismo lenguaje que los sueños: Están cifrados: Son simbólicos:<br />

Representan. <strong>Lo</strong> mismo ocurre con los miedos. Sueños, deseos, miedos: son hijos de<br />

una misma madre. Es por eso que hay que tener cuidado con lo que se desea, pues<br />

igual no supimos interpretar el mensaje de nuestro verdadero anhelo, no hicimos una<br />

buena trascripción. Con los miedos, ocurre lo mismo. No es miedo a volar lo que<br />

tiene uno. No es miedo a los espacios abiertos, o a los cerrados. O cualquier otra<br />

fobia. Son mensajes de nuestro cuerpo, y hay que descifrarlos, u obviarlos. Y nunca,<br />

digo nunca, nunca darles de comer, pues acabarán entonces por comernos: se<br />

alimentan de la conciencia que les circunda, de su entorno mental: nuestra memoria:<br />

nuestra identidad: nuestro ser (del que ellos mismos forman parte): son los miedos<br />

unos caníbales de sí mismos y de uno mismo.


Anfant acabó de escribir lo anterior y cerró su ordenador. No había nadie en casa. Esa<br />

noche no había nadie en casa. Erbe salió esa noche con sus amigas y no regresaría,<br />

probablemente, hasta que el sol empezara a salir, o, como en ocasiones, hasta que el<br />

sol se volviera a poner. Erbe se consumía en los bares entre alcohol y cocaína. Sin<br />

comerlo ni beberlo, o absolutamente premeditado, se había vuelto adicta a la cocaína<br />

y más todavía al alcohol. A Anfant no le importaba demasiado. No le importaban sus<br />

excesos. No le importaba que se acostara con otros hombres e incluso con otras<br />

mujeres o con ambos a la vez. Nunca le preguntó nada. Ella tampoco le contó nunca<br />

nada. Un tácito pacto fue hecho desde el comienzo de su relación. Un pacto de<br />

silencio mutuo. A veces, por los olores que desprendía al llegar, Anfant trataba de<br />

adivinar con quién, con cuántos, hasta cuántas veces, lo había hecho. Pero a Anfant,<br />

en el fondo, no le importaba, y su búsqueda olfativa respondía a un juego, amante él<br />

de Sherlock Holmes, detectivesco. Erbe, siempre que llegaba, fuera la hora que fuera,<br />

o el estado en que se encontrara, se follaba a Anfant como si fuera la primera vez.<br />

Pero Anfant, sin embargo, hacía el amor con ella. Anfant amaba a Erbe. Erbe deseaba<br />

a Anfant.<br />

Anfant quería ayudar a Erbe a encontrar su deseo mal descifrado. <strong>Lo</strong> primero que<br />

había pensado era lo más evidente, pensaba él que así lo era, por ser de hecho lo<br />

primero que pensó -también pensó que, además de lo más evidente, por ello, lo más<br />

absurdo-: Erbe deseaba tener compañía. Y de ahí, tiró del hilo: Deseaba no estar sola:<br />

Tenía miedo a la soledad. Y se encontró, así, ya de primeras, con la pareja deseomiedo<br />

hablando el mismo lenguaje. Pero no podía ser tan simple, porque este<br />

razonamiento no le aportaba nada, absolutamente nada. Habría de seguir llamando a<br />

más puertas en su mente para ayudar a Erbe -aunque nunca ella le solicitó tal ayudaa<br />

encontrar el verdadero deseo por el cual, Erbe, deseaba a Anfant. ¿Por qué desea<br />

Anfant ayudar a Erbe? Y aquí podría empezar el juego de los porqués de sus vidas.<br />

Pero no empezó porque Anfant abrió la puerta al escuchar que llamaban levemente.<br />

Sintió un escalofrío que se fue como vino. Era Erbe, ebria hasta la médula, que


llegaba mucho antes de lo esperado. No encontraba sus llaves. Anfant abrió la puerta<br />

y follaron en el suelo nada más cerrarla. Luego durmieron. Después se despertaron.<br />

Habrían de ser las doce del mediodía. Hacía un tiempo primaveral. Un espléndido sol<br />

entraba por las ventanas. Anfant preparó café para los dos y llevó dos tazas a la cama.<br />

Erbe estaba acostada y aún medio dormida. Anfant se sentó a su vera, puso las tazas<br />

de café en la mesita de noche y le acarició el pelo. Erbe metió la mano en la bragueta<br />

del pijama de Anfant y acarició su polla hasta empalmarla. Se giró sobre Anfant y la<br />

metió en la boca. Anfant seguía acariciándole el pelo y ahora acompañaba con<br />

suavidad los descensos y ascensiones de la cabeza de Erbe. Anfant le dijo si es que<br />

quería el café con leche y Erbe alzó su cabeza con una carcajada. Se incorporó y le<br />

montó con la vagina totalmente húmeda. Anfant se introdujo en ella de un sólo tirón y<br />

ambos se estremecieron. Se besaron y al cabo se corrieron al unísono. Se besaron<br />

lentamente durante varios minutos, cerrando y abriendo los ojos a intervalos. El café<br />

ya estará frío, dijo Erbe. Da igual, lo tomaremos con hielo, contestó Anfant. Se puso<br />

de nuevo el pijama y fue a por los hielos.<br />

Erbe era pintora. De existencias rotas, le solía decir Anfant. Tenía multitud de libros<br />

sobre pintores en casa. Anfant casi nunca los miraba. Al salir de la ducha, siendo ya<br />

las dos de la tarde, Anfant pateó sin querer uno de los libros de pintores que estaban<br />

sobre el suelo. Había varios esparcidos por el pasillo. La tarde anterior Erbe estuvo<br />

mirando muchos de los libros, buscando una pintura que no lograba localizar en su<br />

memoria y necesitaba encontrarla. Qué haces, le preguntó Anfant. No sé, no sé bien,<br />

tengo en la mente un cuadro y no recuerdo de quién es, y tampoco sé cómo era<br />

exactamente, pero no sé, quiero verlo de nuevo, algo tendrá, contestó Erbe. E iba y<br />

venía del salón al pasillo, con un libro en la mano, y se sentaba en el suelo con un<br />

cigarro en los labios pasando hojas sin cesar. Así acumuló varios libros en el suelo y<br />

cuando salió con sus amigas ahí se quedaron. No encontró la pintura que buscaba.<br />

Anfant tropezó con uno de Toulouse-Lautrec y se agachó. <strong>Lo</strong> recogió. Llegó a la<br />

habitación. Puso el libro donde hace unas horas había puesto los cafés. Erbe seguía en


la cama. Fumaba con la mirada concentrada en el techo. ¿Quién es éste? Preguntó<br />

Anfant. Un maldito, corazón, dijo Erbe. Ajá, ¿por qué? No lo conocía, creo, contestó<br />

Anfant cogiendo ropa del armario. No sé, era feo, enano, putero, a saber, francés, un<br />

borracho, y pintaba muy bien. Me recuerda a algunas de tus pinturas la imagen de la<br />

portada, ¿era él a quién buscabas ayer? No, o no sé, ahora lo volveré a mirar, déjame<br />

ver, le dijo Erbe y cogió el libro. Espachurró el cigarro en el cenicero que tenía a su<br />

vera. Abrió el libro y comenzó a mirar los cuadros. ¿Sabes? Ayer cuando llegaste, me<br />

sobresalté, andaba pensando en que deseaba que fueran unos ladrones, y pelearme<br />

con ellos. ¿Que qué? Le dijo Erbe con la risa en la cara. Sí, tenía ganas de pelearme<br />

con alguien, hacerles daño. Estás como una cabra, corazón. Ya, pero tenía ganas. Te<br />

echaba de menos pero no quería reconocérmelo, dijo Anfant acabándose de vestir.<br />

Bueno, mira este cuadro suyo, y Erbe puso el libro de cara a Anfant. Es una puta,<br />

¿no? Hermosísima. ¿Pintaba putas? Y Anfant se acercó para besarla en la boca. Sí,<br />

contestó Erbe, y se besaron.


FICCIÓN<br />

Ama tu vómito ¡Vive sin soñar!<br />

Tenía 17 años. Me paseaba a mí mismo en correa por el Apolo Club de BCN, flipando<br />

con los piercings en aro de las veinteañeras berlinwannabe. Había bastante nivel<br />

de escotes saltones, sobre todo de las ravers periféricas, de las afueras, un género cotizado<br />

en aquella época, cuando todavía tenían dientes. Corrían tiempos en los que<br />

ponerte ciego a porros en la sala principal y que no te pidieran el DNI en la entrada,<br />

siendo un chaval curioso, no era ningún problema. Las colas para entrar el día que<br />

pinchaba Dj Rush tenían la longitud de un cementerio de Texas plagado de zombies<br />

recién abierto por navidad. Y aparcaba la moto dónde me daba la gana, y el regreso a<br />

las siete de la mañana era como un viaje remix de 2001: Odisea en el espacio y Miedo<br />

y Asco en Las Vegas. Eso y mi santo grial de veinte gramos de chocolate que quedaba<br />

aposentado en mis pulmones cada domingo por la mañana.<br />

Me dedicaba a pasar hachís en el instituto. Nada muy a lo grande, movía unos 300<br />

euros a la semana. No necesitaba el dinero, pero me gustaba esa extraña sensación de<br />

poder que sientes al poseer algo que todos quieren, pero que solo tú tienes. Me llamaba<br />

gente rara, algunos tipos de primero que sabías que te odiaban pero que no les quedaba<br />

otra que bajar la cabeza, darle al Nokia 3210 y suplicarte 12 gramos con un sms<br />

de "colegas". Y esos fueron los primeros #epicwin de mi vida, eso y las ravers que se<br />

encariñaban, puestas de M, de mi joven y bien abastecido escroto.<br />

La pasta que ganaba me la fundía en más merca para mí. La media de 10 canutos al<br />

día iba acrecentando mi mal humor, y un aislamiento algo violento con antiguos colegas<br />

que no me seguían el rollo. Y no me seguían el rollo porque eran unas nenazas<br />

que todavía jugaban al fútbol y se la pelaban con revistas porno de Penthouse, habiendo<br />

ya vídeos en la red, esencialmente gonzo, del inestimable estilo "Amateur<br />

blonde teen ganged for money by 3 old man". Tenía mis primeros cds de techno, los


escuchaba en la habitación fumando compulsivamente, encerrado, sin nada que hacer,<br />

nunca.<br />

Pero este festín de techno y primeras partys postpachangueras en el Apolo evolucionó<br />

pronto hacia otro estadio, mezcla de porros y vodkas a lo random, hasta que llegué a<br />

un esquizo y bizarro momento en el que apenas recordaba dónde estaba, qué hacía<br />

tumbado en la estación de metro de Paral·lel, y cuál era el plan; el estadio en el que<br />

ya es demasiado tarde para terminar la partida. Y luego está el día del no retorno, de<br />

tomar conciencia de que nunca más podrás regresar con tu equipaje habitual tras estos<br />

viajes y, much worse, de que no podrás dejarlos de hacer, ni que sea arrastrando<br />

tus encías por cada filtro que te cruces hasta la tarima. Pero ya es demasiado tarde<br />

para cuando hueles, o esnifas, la movida.<br />

Mis padres se habían marchado de fin de semana. Todavía vivía con ellos, a ratos.<br />

Hacía poco tiempo que escuchaba techno; rollo duro, Jeff Mills y Christian Smith,<br />

Sven Väth. Me recuerdo a mí mismo pisando vasos de tubo de cristal en el piso de<br />

arriba del Apolo, cortándome el tobillo sin especial preocupación. Viaje en moto haciendo<br />

eses por la ciudad. <strong>Lo</strong>s efectos de la clencha de M, de puto M, la primera clencha<br />

de mí vida, que me habían dado unos tíos de Hospitalet a cambio de dos canutos,<br />

me estaban bukkakeando las neuronas. Escuchaba un raro retumbar en los oídos,<br />

como si Richie Hawtin hubiese metido la voz de una vieja en su Ableton, luego un rejuvenecedor<br />

filtro de voz de yonqui jovencilla en loop y un estucado final con los bajos<br />

de su LP Orange. Me quedé dormido en la entrada de casa, apoyado a la puerta,<br />

cerrada sin llave. Cuando me di cuenta de que había vomitado en el suelo, y tenía la<br />

camiseta hecha mierda, pero que estaba por primera vez en un subidón chungo, de los<br />

que se te escapa de las manos, en vez de sentir vértigo me fui a por más hachís en un<br />

cajón del cuarto y me lié un canuto, forzando la afonía y amplificando el maldito<br />

techno estridente que petaba mi cabeza. Cuando volví a abrir los ojos, ya entrado mediodía,<br />

estaba tumbado en la cama, podrido, con The Bells de Jeff Mills sonando, en-


torpeciéndose con los golpes de escoba de unos vecinos cabreados que ni sabía que<br />

existían. Estaba, todavía, borracho y colocado. Completamente borracho, el puto M<br />

solo hace que violentar tus cubatas, los azota, tritura, y los arroja a tu tembloroso<br />

cuerpo. Intenté hablar, abrir la boca y decir cualquier cosa. No hubo manera. Nein.<br />

No podía hablar, casi ni moverme. De fondo, Jeff Mills, Richie Hawtin, como mirándome<br />

desde sus cabinas, y haciéndome pensar en aquel momento que dicen que tu<br />

cuerpo se convierte en plástico, como un alien de goma, y a ver cómo sales tú de eso,<br />

chaval curioso. Tienes que ceder, apartarte un poco el vómito hacia las mejillas, y<br />

comprender que desconoces completamente cuándo vas a dejar de estar así para volver<br />

a estar normal. En tus momentos de lucidez dudas de que eso sea posible. Y cuando<br />

es tu primera vez, solo, crees que vas a morir.<br />

Siguiente flash. Vómito por todo el pasillo, yo arrastrándome como un soldado por<br />

entre la maleza del Vietkong, porque alguien llama a la puerta. Pongamos que son las<br />

2 de la tarde. No he pegado ojo, o sí, o no. Al abrir la puerta, coño, un colega mío que<br />

se había estado zumbando a una tía en la calle. Me dice que se ha quedado dormido<br />

detrás de un container y lo ha despertado un vagabundo que quería quitarle el sitio.<br />

Me dice eso mientras mi cabeza sigue al ritmo de Orange, sigue hablando y apenas se<br />

fija en que he venido a rastras desde el fondo de la casa y ya no entiendo nada de lo<br />

que dice y vuelvo a mirar al techo pero esta vez me quedo clavado en el comedor. Me<br />

ayuda a levantarme, con toda naturalidad, y me mete una tacha de porro en la boca.<br />

Aunque me sienta como el culo, lo fumo como si fuese eso lo que estaba deseando, y<br />

para no perder el ciego y volver a estar más o menos (des)ubicado.<br />

No hablábamos de nada en concreto, la tarde era un continuo de canutos sin terminar,<br />

de tachas todavía por apurar. Y birra, lo que faltaba. Visitas al baño, más vómito. Solo<br />

el olor a porro puede amortiguar tu propio vómito, y mi colega se quedó dormido<br />

apoyado al cristal de la puerta de la terraza.


Después de esas 50 horas de viaje, de haberme levantado un lunes escuchando los<br />

llantos de mi madre y abrir los ojos y ver a mi padre pegando puñetazos contra la pared,<br />

noche tras noche, al levantarme, con o sin resaca, no recordaba nada de lo que<br />

había soñado la noche anterior. Luz apagada, cama, dormir. Nada. Me redirigía a ese<br />

limbo diabólico de golpes por los cuatro costados. De escotes raveros que luego se<br />

convierten en vómitos por el pasillo y que finalizan con un canuto en los labios que<br />

nunca se apaga y un colega que te habla mientras el techno peta tu cabeza, desde dentro,<br />

y la vecina mete palos de escoba porque no consigues entender cómo funciona el<br />

mando de la mini cadena para bajar el volumen.<br />

A los 17 era incapaz de frenar. Luego creces, vomitas menos, apuntas mejor con tu<br />

escroto, guardas mejor la merca, no invitas a colegas que no se callan. Viajas a otras<br />

partes del mundo en los que no hay un segurata controlando si meas fuera de la taza<br />

del váter. En el fondo, al peor vómito de tu vida, le pillas cariño. Sobre todo cuando<br />

tienes la gran suerte de poder vivir sin soñar.<br />

VD


Bird dream<br />

Entro por la puerta trasera del jardín. A mi derecha, un arbusto me revela el sosiego<br />

de cuatro gorriones. Parece un prodigio que estén quietos, que mi presencia no les<br />

haga temblar entre las hojas. Me detengo ante la extrañeza de sus pupilas detenidas<br />

en un horizonte que no puedo alcanzar. ¿Qué puede hacer un pájaro sino volar dentro<br />

de un sueño? Estiro mi mano para tocarlos. Atravieso un encaje de niebla. Confunde<br />

la araña el hálito de su presa. De repente el frío. La rama es un precipicio de calma<br />

mortal y silenciosa. Serrín de plumas entre los dedos. Regreso a la hora del café.<br />

Alguien llora la tragedia de un salto. Danza ya con la perversidad de lo efímero.<br />

Salgo de casa por la puerta principal. Todo es silencio.<br />

(A Rubén in memoriam, que soñó antes de tiempo su primer vuelo)<br />

CQ


Miento si sueño<br />

Me invitaron las horas a rozar las almohadas y despertar al sueño, pero no era mi<br />

sueño el que se deseaba, sino el suyo.<br />

El de horas precisas que sujetan los días con luces amarillas de Sol en despedida. Las<br />

noches son insomnio y el alba pesadillas.<br />

El cuerpo va cayendo entre silencios quietos y ruidos que en cambio, al borde de la<br />

noche corren aprisa, aprisa y volver a sus casas, donde esperan que regrese otro día.<br />

Como hacia un precipicio se deslizan ideas, palabras alocadas, el furibundo genio de<br />

las cosas injustas, suspiros alargados de respirar deprisa.<br />

En contraposición, despacio llega ese soporte etéreo, donde los "alter egos" se<br />

instalan en la mente.<br />

Al abrirse la puerta de esa inconsciencia errática, se van precipitando hacia las<br />

manos, los ojos, un pie; la luz que aún me define debajo de una sábana... avanzan,<br />

avanzan y sin pedir permiso, su alocada aventura se desparrama entera.<br />

El viento acerca nubes raras, donde existe una casa sin apenas ventanas y en cambio<br />

varias puertas. Ahora llueve y la llena, pero al llegar al suelo el agua es como arena.<br />

Se va, alguien tiene una cuerda atada en un costado y tira tanto de ella que la mueve,<br />

la veo como pasa por encima de mí.<br />

Y se cae una silla y un florero de flores sin colores, que casi me tropiezan.<br />

Un árbol se me ha puesto delante, si intento rodearle se le abren ramas nuevas.<br />

Después de muchas vueltas cansada ya, me siento hacia su izquierda pero allí, ¡ya no<br />

hay árbol! Encuentro una escalera.<br />

Despacio giro el rostro y una ciudad me espera vestida de domingo luminoso, con<br />

gente que no espera. Me levanto. Intento una pregunta pero nadie contesta.<br />

El único que mira es ese perro de color blanquinegro, que parece que escribe con sus<br />

ojos mis letras. Me acerco un poco a él y se retira. Otro paso hacia él y en dos brincos<br />

muy ágiles, ha saltado la fuente que apareció de pronto en medio de la acera.<br />

Intento saltar yo, pero no caigo al otro lado de la fuente, sino que subo, subo, subo...


¡me sostengo en el aire! ¡he aprendido a volar!<br />

Muevo los brazos como batiendo remos y me muevo.<br />

Desde arriba es todo muy pequeño. No sé cómo bajar, tampoco sé si quiero. ¡Me<br />

gusta cómo vuelo!<br />

Como es un poco cansada esta postura, alargo el brazo y cojo un almohadón pequeño,<br />

donde puedo sentarme y otra vez como remos, voy batiendo mis brazos. Abajo, ya no<br />

está la ciudad.<br />

Ahora son caminos entre bosques, lagunas como charcos y un hombre que camina<br />

por el sendero rojo, que sólo traza un círculo y en el borde derecho según va<br />

caminando, aparece y se marcha la verja de una bella cancela, grande y negra con<br />

puerta repujada, que siempre está cerrada, con candados y llaves de lunas olvidadas.<br />

Sigo mi ruta y veo al perro de la fuente, que brinca ahora en nubes que huelen ya al<br />

invierno.<br />

Parece que en el fondo se ha espesado la niebla.<br />

Y aún más en el fondo me veo desdoblada, vestida sin mis lápices. Sólo con los<br />

ropajes con los que me casaba, blanco y ocre como la tierra que ahora estoy pisando...<br />

"¡No quiero! ¡qué no quiero casarme, si apenas te conozco! ¿Dónde está mi atalaya?<br />

Necesito subir y que tú no me alcances".<br />

Detrás la luz, la luz.<br />

"¡No me retengas loca, qué tengo que marcharme!"<br />

Echo a correr sujetando la falda que se llena de espuma y me abraza mojando mi<br />

cuerpo, dulce y tosco.<br />

Me arrastro hasta sus besos y en un loco abandono respiro de su sal y su armonía, en<br />

el fondo arenoso del agua azul y verde, que en un punto de cruz, va bordando con<br />

olas los pasos sumergidos donde me he recogido, cual monja de clausura.<br />

Abro la boca, trago. Abro los ojos, veo. Abro las manos, tomo.<br />

Salgo a la superficie y han estallado estrellas rodeando algún fuego, que viene a<br />

calentarme.<br />

¡Qué bendito silencio! Sólo oigo que respiro y el crepitar de llamas que se arropan, al


lado de mis partidos huesos.<br />

Me dibujo entre huecos de risas que vivieron y sereno el espejo, que me dicta mi<br />

tiempo.<br />

Un poco de algún sueño.<br />

Un sueño, abrazando perfiles que se van sosteniendo en los bordes pequeños de esa<br />

silueta, que me invita a otro sueño.<br />

Otro sueño.<br />

Necesito dormir ¿sabes?<br />

Huyendo me siento bien, es cuando vuelvo que miento.<br />

ASH


Réquiem por un loco<br />

Somos vida atrás de la vida.<br />

Nos gusta esperar, mirar, a ver qué pasa.<br />

Un hombre mata en el barco de al lado a otro hombre.<br />

¿Ya no consigues llamar la policía, verdad? -se pregunta.<br />

Pues, bajo las hostias ha perdido la voz, junto a los sentidos.<br />

Vendrán por mí ahora.<br />

No está bien tener testigos, y el humo de mi cigarrillo no me esconde muy bien.<br />

Pienso en el testamento de mi tío, y sonrío de la suerte, a la suerte, a la vuestra.<br />

A lo mejor después de la muerte hay algo que no sea la última palabra.


Buscada y añorada.<br />

Estaba allí a mi lado, tan bonita y llena. Como la luna.<br />

Ay, Hilanun, que sólo ves afuera de la ciudad, en cada dirección o altura, pero nunca<br />

adentro de un ataúd.<br />

¿Aconsejerías leer el capitulo 23 de los Detectives Salvajes?<br />

Igual no, al final, por fin, esto es todo un sueño. Sueño de tirarme al agua y nadar<br />

entre miles de millones de peces, mairas y barracudas. Al despertarme miro hacia<br />

afuera, el cuerpo exánime de Hans, el holandés del comienzo del pantalán. No va a<br />

bañarse en frente de su barco mañana.<br />

Otra noche pasaba indemne, por lo menos para mí.<br />

Difícilmente hubiera podido pasarme algo esta misma noche, me habían recién vuelto<br />

a internar.<br />

Era como nuevo en el hogar, y a los locos, les encantan los juguetes nuevos.<br />

Me miran, me estudian, le gusta esperar. Leer lo que pasa en el ruido de las noches.<br />

AZ


Sábanas sucias<br />

—Vean, está anocheciendo. En la noche la temperatura desciende hasta los treinta<br />

grados bajo cero o más. Moriremos congelados. Y que conste que lo digo con la<br />

mayor serenidad.<br />

—¿No hay moteles en Siberia?<br />

—Mira a su alrededor, hermana. ¿Te parece que alguien en su sano juicio abriría ni<br />

que fuera un fucking refugio en este lugar?<br />

—No veo por qué no, ¿no han estado en Nuevo México? El desierto es exactamente<br />

igual a este, blanco como la nieve, solo que es caliente y te abrasa la piel, y aún así,<br />

hay vida en él. Moteles de carretera separados por kilómetros de dunas, como<br />

pequeños oasis en la nada. Chamán, usted debe haberlos visto.<br />

—A decir verdad, señora, nunca pasé la frontera. Hay gringos psicópatas armados<br />

hasta las cejas. Me quiero demasiado, amiga.<br />

—Pues yo les digo que si hay moteles en Arizona, los tiene que haber en Siberia.<br />

Levantemos el campamento antes de que se apague el sol y vayamos a buscarlos.<br />

Mientras tanto, les puedo explicar una historia real, algo que me sucedió a mí.<br />

—La única mujer del grupo y la más sincera, compadre. Venga aquí ese cuento y ese<br />

calorcito, lady.<br />

—¿Saben ustedes que los indios navajos creen que los objetos tienen vida, que la<br />

energía de los propietarios nunca los abandona? Bien, pues les puedo jurar que están<br />

en lo cierto y que yo conocí el gran polvo de mi vida a través de unas malditas<br />

sábanas manchadas de Él. Ocurrió en The Bear’s Wife, un motel apestoso en el<br />

desierto de Arizona. Yo viajaba sola, de hecho, siempre viajo sola y, cuando lo hago,<br />

me gusta follar con desconocidos. Sé que no es el vocabulario que utiliza una mujer<br />

de mi edad pero, qué diablos, no soy una de esas beatas de pueblo; nunca quise llegar<br />

virgen al matrimonio, ni siquiera a la mayoría de edad. Como digo, iba camino de<br />

Phoenix cuando me paré en aquel motel de carretera. Estaba a rebosar de solitarios<br />

viajantes, vendedores de geles de baño y aspiradoras, demasiado hambrientos y


facilones para parecerme interesantes, y aun así, me los habría cepillado si me<br />

hubiera apetecido. Dejé mi maleta en la habitación y me tumbé en la cama.<br />

Inmediatamente, percibí un olor familiar, como a semen revenido, un pringue que<br />

debía llevar días. Pensé en bajar y armársela al hindú de la recepción, pero estaba tan<br />

cansada por el viaje que abrí la cama, obvié el enorme lamparón que la recorría y me<br />

eché a dormir. El sueño me llegó enseguida.<br />

Soñé que había alguien conmigo. El olor de las sábanas era intenso, a sudor y a leche<br />

rancia, de borracho. Ustedes me entienden, un amargor que baja por la garganta y te<br />

produce arcadas. Me ovillé para contener el vómito, de forma que el aroma se hizo<br />

más fuerte, casi pesaba, lo sentía sobre mí, como un aliento fétido que me embozó los<br />

sentidos hasta volverse agradable y caliente. Quien fuera que se hubiese colado en mi<br />

habitación, me estaba respirando en el cuello y me acariciaba el vientre con unas<br />

manos ásperas, embrutecidas, como si llevara puestos unos guantes de estraza. Tenía<br />

los ojos cerrados y me fingí dormida, me di media vuelta y quedé de espaldas a él.<br />

Pensé que si me creía inconsciente no se atrevería a despertarme; esas tonterías que<br />

quedan de la infancia, como cubrirse la cabeza con las sábanas y ¡plaf!, desaparecer.<br />

Pero a él le importaba poco si estaba despierta o dormida, me enlazó con unos brazos<br />

fuertes que casi me cortaban la respiración y me clavó el pene en el coxis, y así fue<br />

bajando lentamente, golpeándome con él en las corvas como, si a oscuras, tratara de<br />

ensartar una llave en la ranura de una puerta. Hasta que… por supuesto, la abrió. No<br />

pude reprimirme y grité. Al momento noté su mano tapándome la boca, le mordí y él<br />

se quejó, y me apretó la cara, me hincó los dedos en las mejillas y siguió<br />

embistiéndome. Pensé: Qué más da Rosemund, no puedes hacer nada, mejor no te<br />

resistas. Relajé el ano y me dispuse a recibir lo que tuviera que darme y, sin saber<br />

cómo, tal vez de las mismas embestidas o del calor que inundaba mi cuerpo, el ardor<br />

de sentirme atrapada y vejada sin remedio, me encontré de rodillas en la cama,<br />

apoyando las manos en las paredes de horrible estampado, donde habían otras marcas<br />

de dedos. Coloqué mis palmas sobre las huellas y encajaban y, mientras él seguía<br />

tomándome ferozmente, empecé a pensar que aquellas huellas eran las mías, que


quizás en otro tiempo, en otra vida, me había penetrado de aquella forma, en un bucle<br />

constante, en la misma habitación. Sé que suena ridículo, pero me excitó imaginar<br />

una violación cíclica, una suerte de coito kármico, e inundada de deseo, como si mis<br />

brazos no fueran dos, sino cuatro, seis, ocho, el terrorífico Shiva, tomé impulso hacia<br />

atrás hasta caer sobre él, de espaldas, como un escarabajo pelotero. Intenté girarme,<br />

pero él me agarró del pelo, parecía gustarle tenerme encima. Me obligó a flexionar<br />

las piernas y allí volvió a tomarme, doblegando el orden natural, como si estar “sobre<br />

de” significara lo mismo que arrastrarse, así yo me sentía también mancillada y a la<br />

vez superior. ¿Quién violenta a quién? Luego se fue moviendo, sinuoso como una<br />

serpiente bajo las sábanas, y me supe sentada sobre su cara, casi intentando adivinar<br />

sus facciones con mis nalgas. Tenía el tabique torcido y la barba cerrada me lijaba la<br />

piel, parecía que me estuviese cepillando el culo. Yo lo apreté contra él. Le dije: Ojalá<br />

te asfixies, cerdo. No fue una amenaza, más bien ese tipo de comentarios que uno<br />

suele utilizar en los momentos más ardientes, pero él se lo tomó a mal y me mordió<br />

las nalgas con tanta fuerza que pensé que iba a tener los incisivos de ese cabrón de<br />

por vida en el trasero, marcada como el ganado. Me enfurecí, no me parecía nada<br />

educado; fui doblándome como pude y le pisé los huevos con los talones. Él chilló de<br />

verdad y su grito fue como un mugido, un sonido animal. Eso sí me gustó, así que<br />

volví a machacarle los testículos y le oí jadear.<br />

Se me sacudió de encima, me hizo caer al suelo de costado y luego, como si pescara<br />

una enorme trucha blanca, me agarró por los tobillos y me devolvió a la cama. Como<br />

temí que volviera a lanzarme o, mucho peor, se marchara, me decidí a complacerle<br />

como mejor sabía. Introduje su verga apergaminada en mi boca y su sabor me<br />

recordó a esos jarabes horribles para abrir el apetito de los niños, una mezcla entre<br />

jugo de limón y algo pegajoso, como caramelo pasado de fecha. Se puede recorrer la<br />

historia sexual de un hombre a través de su pene. Si hubiera seguido chupándoselo<br />

por más tiempo, les podría explicar hasta su historial médico, pero me desperté.<br />

Amanecí lamiendo aquel tacho gigante de semen reseco con la lengua de trapo,<br />

hinchada. Y durante mucho tiempo, imaginé que, en algún lugar, tal vez en la misma


Arizona, un tipo apestoso se lo había pasado en grande conmigo… ¿Qué les ha<br />

parecido?<br />

—Es lo menos higiénico que he escuchado nunca, lady.<br />

—Sí, realmente nauseabundo.<br />

—¡Eh, miren ahí! ¿No es eso humo? Tras la colina… Tenía razón aquí la Rosemund,<br />

incluso en la estepa siberiana hay vida.<br />

—Espero que el patrón haga la colada…<br />

—¡Apúrense, que oscurece, amigos!<br />

KM


Juegos Olímpicos<br />

Uno se remonta y encuentra. Me pregunté si alguna vez desperdicié la oportunidad de<br />

aprender checo. No la encontré. Pero encontré otras cosas.<br />

Hay momentos para todo, y éste no era uno de acordarse de oportunidades perdidas.<br />

Pude haber aprendido a conducir, a programar, a hablar alemán, a jugar canasta, a<br />

degustar vino, y me acordé de eso, que una vez choqué y no volví a conducir, que una<br />

tarde no hice los deberes y dejé de ir a clases de alemán, que alguien un día me pidió<br />

que lo acompañara y me convenció de que había cosas que mejor dejar: “Si no es lo<br />

tuyo, lo dejas, y punto, no te complicas la vida”. Estábamos en un parque, en un<br />

parque a las afueras… ¿Qué tenía que ver todo eso con la situación? Nada. La mente<br />

viaja, se remonta y encuentra.<br />

En el viaje me detuve en 1992, 16 largos años habían transcurrido desde la primera<br />

vez que fui a parar al mismo escondite. La diferencia entre aquel suelo y éste podían<br />

graficarla a la perfección las cuatro estrellas que separaban ambos hoteles. Desde una<br />

óptica que no es la mía alguien diría que al menos se podría hablar de progreso.<br />

Tampoco creo que progreso sea la palabra, tampoco involución, tal vez estancamiento<br />

le venga mejor. Uno en la vida también se estanca, las sinapsis se sedimentan, nada te<br />

hace más viejo como ser zurdo y meter primero la pierna izquierda al ponerte los<br />

pantalones; es como tener la nariz a un palmo del somier cuando estás tumbado<br />

debajo de la cama y alguien le pega al colchón, algo que pasa.<br />

El hotelito de la primera vez estaba en un segundo piso, en una casita mal construida,<br />

mal habilitada para los furtivos turistas que se aventuraban a visitar un país en<br />

guerra, en un pequeño pueblo zarandeado por el terror, de muros esgrimiendo a<br />

brochazos la hoz y el martillo, con la imagen de un ídolo que avistaba el porvenir<br />

conmovido por el arrojo de sus huestes. <strong>Lo</strong>s pequeñajos soldaditos que bajaban de<br />

camiones con pasamontañas, el olor rancio a serrín que poblaba la casa, los gatos


chuscos que tosían el polvo, el frío serrano que traspasaba los tabiques y te erizaba la<br />

piel, recuerdo eso, y la callecita de tierra, y la mujer con polleras que me hablaba en<br />

quechua la vez que pregunté por una farmacia.<br />

Y la dueña del hotelito, con su cara cuarteada por el sol o por el frío, de grietas que<br />

merecían un verso de Vallejo, irrumpiendo temprano por la mañana a cobrar, y los<br />

manotazos que remecían las paredes, y que a mí, al tiempo que me despertaban, me<br />

hacían escurrirme por el suelo, debajo de la cama, desde donde la imaginaba apuntar<br />

con su dedito a mis amigos, mientras la escuchaba contar: uno, dos, tres, cuatro,<br />

cinco, seis...<br />

-¿No eran siete, joven?- ...<br />

-No, señora, seis nomás- le respondía Dante, el mayor de nosotros.<br />

Al salir me sacudía el serrín que la señora había esparcido por el suelo, supongo que<br />

para limpiarlo mejor, como se limpiaban los vómitos, escupitajos y meados de las<br />

chinganas que por esas fechas frecuentábamos tanto.<br />

Todo eso recordé: Huanta, el hotelito que no pagué al esconderme cada mañana<br />

debajo de la cama, las pocas calles que lo rodeaban, los gatos, los perros, la<br />

madrugada en que nos fugamos, deslizándonos en la oscuridad de las calles aledañas;<br />

huyendo de su hermano, que me habría matado de haber descubierto que fugaba con<br />

ella. No hubiera habido otra oportunidad, era todo o nada, por eso tampoco volví<br />

nunca más, y años más tarde cambié de país, y luego volví a cambiar, y un día llegué<br />

acá con más pasado a cuestas del que hubiera deseado. Aquella última noche nos<br />

aguardaba el toque de queda, las luces acechantes de linternas que ya no sabes qué<br />

manos empuñan, tuve que desaparecer como un mar que se seca.


* * *<br />

-Yo gané una medalla olímpica -se lo conté. Gabriela se mató de risa-. Sé lo que es,<br />

en serio, pocos han experimentado la sensación de ganar una medalla olímpica, pocos<br />

la han alzado, la han besado… Que sea de tu país o no te aseguro que es lo de menos,<br />

te da igual.<br />

Ya lejos de Huanta, en la noche que nos toca, Gabriela escuchaba la historia de mi<br />

sueño: Pekín, 4 x100 libres, falta un nadador; su paradero es desconocido y la<br />

competición va a empezar. Las cámaras de todo el mundo están atentas a lo que<br />

ocurre en el Centro Nacional Acuático de Beijing. 189 periodistas acreditados se<br />

transparentan tras unas cristaleras sobre la piscina. El técnico del equipo<br />

estadounidense, en un gesto de cinematográfica preocupación, se quita la gorra de<br />

béisbol y la estrella contra el suelo mojado. De pronto, atacado por un extraño<br />

convencimiento, se dirige a las gradas, pide permiso, se abre paso y se me queda<br />

mirando. Al cabo de un momento, en medio de una gran ovación, empiezo a calentar.<br />

El estadio entero ruge, la ovación es ensordecedora. Me persigno. Salto al agua.<br />

-Gané una medalla olímpica en Pekín 2008, junto a Brendon Hansen, Aaron Peirsol y<br />

el gran Michael Phelps, ya sé que fue un sueño, pero fue tan real que es como si lo<br />

hubiera vivido, no sabes lo que es, no he tenido mejor experiencia en la vida, salvo<br />

volar, que ganar una medalla olímpica…<br />

Gabriela parecía reírse de algo más. Y reía aún más cuando sentía que no podía parar.<br />

Entonces era como si el calor que emanaba de sus cálidas tetas, de su cálida piel, se<br />

materializara en su risa, en su sudor, en toda ella. Por un momento creí que podía<br />

enamorarme pero me seguí riendo. Reímos tanto que cuando paramos, estábamos<br />

exhaustos, y pasaron largos minutos hasta que nuestra respiración se calmó y nos<br />

envolvió la noche en su silencio.


Cobraron vida otros sonidos hasta ese momento imperceptibles. El viento silbó y al<br />

desvanecerse cerró una ventana. No tardó en renacer y cerrar puertas, subir con el<br />

ascensor, hacer sonar unos pasos en el pasillo y finalmente ensartar una ranura -clac-<br />

¡la de la puerta de la habitación! Durante una milésima nos miramos sin vernos<br />

cuando el pitido de la tarjeta electrónica abrió la puerta, literalmente experimenté la<br />

misma fuerza que 16 años atrás experimenté en Huanta cuando la dueña del hotelito<br />

aporreaba la puerta del cuarto, esa misma fuerza resucitó para atraerme nuevamente<br />

al suelo, resulta difícil admitir que me escondía por voluntad propia, realmente lo<br />

hacía por algo que, superior a la gravedad, me había succionado.<br />

Gabriela Celakovska, mi aplicada alumna del curso de verano, había venido de<br />

vacaciones a Barcelona hacía unos días, con su marido, Jaroslav Celakovsky, que le<br />

había regalado por su cumpleaños las clases de submarinismo que yo le dictaba. Por<br />

un momento creí que ambos se habían matriculado pero fue una grata sorpresa que<br />

Jaroslav se limitara a recogerla en un Mercedes y que al cabo de unos días regresara a<br />

Praga por cuestiones de trabajo. Quién sabe por qué ahora estaba de vuelta. ¿Le avisó<br />

por email o sms y Gabriela no se enteró?<br />

Seguramente el recepcionista del Pulitzer lo reconoció al verlo cruzar nuevamente<br />

aquella puerta giratoria y debieron mantener un diálogo tipo:<br />

-Nice to see you again, Mr. Celakovsky, what a surprise, did you have a nice trip?<br />

-Thank you very much, yeah, well, I am a little bit tired now, you know, I don’t like<br />

airplanes. Do you have my wife's room card please?”<br />

-Oh, sure, Mr. Celakovsky, have a good night, and welcome to Barcelona again.<br />

Horas antes habíamos entrado al hotel con unos cuantos tragos encima, y yo<br />

particularmente con la intriga de qué pasaría al final, si subiría a su cuarto o me<br />

marcharía a casa con lo de siempre, unos roces, insinuaciones, indirectas. Un apurado


mojito en la barra del bar de la planta baja me infundió una dosis de seguridad que ya<br />

no perdería. Vimos avanzar corredores, floreros, pinturas abstractas; el ascensor nos<br />

condujo a la terraza, junto al enorme reloj de Plaza Catalunya. Las luces se fueron<br />

apagando, el aire pareció vaciar el ambiente, creí que nos echaban, y nuevamente en<br />

el ascensor estuve a punto de despedirme, pero al abrirse la puerta nos tomábamos de<br />

la mano, dimos pasos decididos sobre una fina moqueta; las paredes nos empujaban,<br />

de repente, como en un milagro que se cumple, como en un sueño, la habitación se<br />

presentó lujosa, con una ventana al fondo que daba a la ciudad, a otras ciudades<br />

distantes, a otros países lejanos. Un dardo imaginario surcó el aire para incrustarse en<br />

un mapa de Europa, exactamente en el centro de Praga.<br />

Qué lejos quedaba aquello que apenas había ocurrido un par de horas atrás. Cuando el<br />

marido entró y me hallé semidesnudo debajo de la cama, cualquier hecho anterior<br />

daba la impresión de haber tenido lugar hacía siglos. <strong>Lo</strong> peor era el checo, no<br />

entender una palabra. Del saludo pasaron a un diálogo mustio, que pronto se fue<br />

acalorando hasta cambiar por completo de tono y convertirse en ¿reproches, insultos,<br />

amenazas? Tampoco podía verlos, ¿me equivocaba al imaginarlos? ¿De verdad se<br />

estaban peleando? ¿<strong>Lo</strong>s manotazos en el colchón eran una manera de referirse a mí?<br />

¿La estaba amenazando con matarla junto conmigo? ¿Y si sacaba la pistola y me<br />

metía un par de tiros atravesando el colchón? ¿Qué le parecía?<br />

Arrojado por la ventana, herido por un cenicero, maniatado a una silla, acusado ante<br />

un juez de asesinato; una lámpara que vuela, un bolígrafo ensangrentado; increpado<br />

en las noticias del mediodía por curiosos agolpados a las puertas del hotel:<br />

“¡Asesino!”. “¡Maldito!”. “¡Desgraciado!”. Y la señora de Huanta, al otro lado del<br />

mundo, en plena era de la Globalización mirándome por cable, y pese a los años<br />

transcurridos… “La cara de ese chico me suena…” Y otros muchos reconociéndome,<br />

a mí, que un día simplemente me borré.


Otra cosa que no lograba entender era cómo se las arreglaban para, en plena<br />

madrugada, no levantar queja alguna de las habitaciones vecinas, y tal parecía que se<br />

gastarían toda la noche gritando en ese idioma que sonaba a roedores carcomiéndose.<br />

EEU


NO FICCIÓN<br />

Sólo quería hablar del caballo de Fuseli<br />

Desde hace una temporada noto que sólo recuerdo mis sueños cuando estoy fuera de<br />

Barcelona. Si viajo y procedo al rito de abrazarme con Morfeo tengo experiencias<br />

oníricas maravillosas, y lo mismo sucede si decido emigrar al pueblo durante unos<br />

días. La calma rural aporta sosiego a las sinapsis, que se recrean en mil aventuras<br />

imposibles de retener en la urbe, enemiga de esas fantasías inconscientes, ceremonias<br />

invisibles de pasaje que solemos desaprovechar pese a la idea primigenia e infantil de<br />

su magia, maravilla que, tras el despertar, suele evaporarse en pocos minutos.<br />

Hay una anécdota poco conocida de Federico Fellini. El gran director transalpino<br />

dibujó durante decenios sus trances en la cama. Abría los ojos por la mañana y corría<br />

hacia su cuaderno para inmortalizar esos viajes libres que nos depara la noche. Esa<br />

actividad dio rienda suelta a un imaginario único, y fue así por desterrar la pereza del<br />

diván donde solemos activarnos con cafés y algo de comida. El artista de Amarcord<br />

optaba por lo mismo, pero antes, como un buen peón de sí mismo, ajustaba cuentas<br />

con la luna entre lápices, pinceles en un diario quizá más importante porque mostraba<br />

las consecuencias de la jornada.<br />

Al soñar penetramos en la senda de la conclusión diaria, un resumen de sensaciones,<br />

encontronazos, placeres y deseos que nadie nos puede quitar. La acción felliniana es<br />

como un conjuro que desafía la amnesia y anula las fronteras entre la realidad y su<br />

idóneo lapso de ocho horas entre sábanas y oscuridad.<br />

Hay una interesante paradoja en esta cuestión, muy elemental, si quieren. Al dejar<br />

fluir el río <strong>onírico</strong> permanecemos estáticos mientras la mente nos mueve a lugares,<br />

situaciones y vivencias que están clausuradas en nuestra caja de pensamiento. Sin<br />

caminar damos con la tecla de un avance supersónico que nos transporta a enclaves<br />

que pisamos sin gastar la suela de los zapatos.<br />

Hace tiempo que no se repite en mi testa, pero, como todo el mundo, tengo alguna


que otra quimera redundante mientras me aposento en el lado bueno del lecho<br />

después de contar ovejas y dejar que la radio se apague a los cincuenta y nueve<br />

minutos. Estoy en París, en una de sus suntuosas estaciones decimonónicas. Miro los<br />

marcadores con los horarios, noto el bullicio de sudor humano intercalándose entre<br />

mis angustias y, de repente, opto por una salida digna, analizo las cuadrículas pétreas<br />

que generan esquinas y balanceo mi cuerpo para enfilar una que abre un ángulo hacia<br />

lo desconocido y sin comerlo ni beberlo la distancia entre la ciudad de la luz y Roma<br />

se ha reducido a menos que nada. Llego a la Urbe y me reciben unos amigos con un<br />

descapotable al lado del río, con sus árboles en pleno flirteo con el viento. Dejamos<br />

atrás el Lungotevere y los semáforos nos ayudan a alcanzar mi meta, mi antiguo<br />

hogar, donde los vecinos, apostados en mugrientos balcones de polución y periferia,<br />

me saludan entusiastas.<br />

<strong>Lo</strong>s sueños están compuestos de lo imprevisible, ahí radica parte de su gracia. Tanto<br />

puedes aterrizar en una villa holandesa y deambular desnudo como hacerlo por una<br />

barriada de Barcelona donde la gente se ríe de ti. En el caso neerlandés recuerdo que<br />

el pueblito era espectacular, casi como una pintura de la edad de oro de los Países<br />

Bajos. Lucía el sol, circulaba en cueros y mis semejantes me ignoraban hasta que subí<br />

a una casita de esas que parecen de cuento y me acogió la hija joven de la familia.<br />

Nos encerramos en una habitación e hicimos el amor hasta que su madre irrumpió y<br />

nos expulsó a la calle. Éramos Adán y Eva sumidos en el desprecio ajeno. La chica,<br />

de piernas torneadas y curvas que ni las del Garraf, clamaba al cielo por un poco de<br />

atención, algo que llegó cuando, harto de la situación, me dirigí a una pareja que<br />

respondió con mutismo a mis súplicas de reconocimiento en cueros.<br />

<strong>Lo</strong> erótico juega con el trauma más que ninguna otra efeméride del ritual de conciliar<br />

lo palpable con lo volátil. Desde la cópula con la profesora en el instituto hasta el<br />

polvo con una turbadora desconocida, el horizonte está repleto de matices carnales<br />

que no solemos comprender a la primera y que a buen seguro harán las delicias a<br />

Freud en su sofá del infierno, donde ríe a carcajada limpísima por su revolución que<br />

ahora está de moda despreciar, como si antes de Viena tuviéramos la libertad actual


en lo de escarbar en nuestro interior. El psicoanalista se casó con la máxima délfica.<br />

Abrí los ojos. <strong>Lo</strong> hago ahora. No suelo practicar el noble deporte hispano de la siesta,<br />

y por lo tanto no sé muy bien cómo sabe Oniria en ese plácido interludio de media<br />

tarde. A falta de pan buenas son tortas. Cada uno de nosotros suele escoger sus<br />

distracciones en función de unos intereses bastante relacionados con la ilusión de una<br />

brújula que nos propulse a un paraíso utópico que en mi caso se halla en partículas<br />

cotidianas que reordeno mientras mis ojos captan la realidad hasta estrujarla desde<br />

una óptica positiva. Siempre he pensado que las personas somos aburridas porque<br />

damos todo por hecho. Nos conmovemos escasamente con lo que nos rodea, y es una<br />

lástima, porque eso sólo demuestra nuestra sedación desde lo pedagógico, como si ya<br />

fuéramos incapaces de aprehender varitas en lluvia, sonrisas, esquinas y pequeñas<br />

migas del camino, repleto de una fábula que se escribe simultáneamente en cualquier<br />

rincón del Planeta. Al resignarnos a unas coordenadas fijas levantamos la bandera<br />

blanca, factor agravado en lo cultural por un seguidismo a formas tradicionales que<br />

con ligeros retoques quieren presumir de vanguardismo. Las nubes cubren el cielo y<br />

la pesadilla derriba cimientos para refundar una perpetua mediocridad.<br />

A nivel literario los sueños pueden medir la obsesión por el proceso creativo. En<br />

verano de 2005 preparaba mi segunda novela en catalán, Colors. La trama transcurría<br />

en un enclave utópico con centro en un paseo rodeado de árboles y masías. Procedía a<br />

reposar y mis neuronas ejecutaban una sinfonía que completaba la redacción diurna.<br />

Veía personajes, enclaves y hasta mejoraba con leves bríos lo concebido en las horas<br />

laborales. El texto contenía abundantes dosis de delirio, lo que sin duda influyó en la<br />

extensión de su machaconería en el asueto de la vigilia de los pajaritos y sus trinos,<br />

alarmas naturales que no han retirado el sonido pese a la tecnología.<br />

Quería terminar mi reflexión con una deriva hacia lo que anhelamos en el futuro.<br />

Escribo estas palabras refugiándome en la actitud de mis abuelos. Aún no se han<br />

abierto las urnas en Cataluña y noto una profunda desazón por la inminencia de un<br />

resultado vendido por un oportunista como un sueño barnizado de banderas que<br />

escurren el bulto de recortes y un porvenir de penuria. Esta derrota de la razón huele


un poco a Europa en los años treinta del siglo pasado, época trágica que evitaremos<br />

juntando fuerzas, y eso sí que es un sueño auténtico, el de andar juntos para mejorar<br />

la sociedad. A veces, sobre todo en medio de crisis tan turbulentas como la que<br />

padecemos, lo mejor es darse la mano y aparcar en un ángulo tanta codicia y ego para<br />

ir más allá y recoger el testigo de la comunidad, divisa sin colores que debería<br />

inundar el panorama de la justicia.<br />

JCiJ


Sueños<br />

1.- SUEÑO<br />

Es algo bien sabido que la palabra “sueño”, en nuestra lengua, recubre sentidos muy<br />

diversos y que, al contrario que en otras lenguas europeas cultas, no es posible que se<br />

den las confusiones de sentido que pueden ocurrir en el español. Reparen ustedes en<br />

estas frases:<br />

Tener sueño / Tener sueños<br />

Tener sueño / Tener un sueño<br />

Tener buen sueño / Tener buenos sueños<br />

El término español “sueño” procede del latín, y la confusión se produce a partir de<br />

ahí, de ese origen, debido simplemente a que en esa lengua había dos palabras muy<br />

parecidas, somnium y somnus, para referirse a lo que es el fenómeno <strong>onírico</strong> de soñar<br />

cosas mientras uno duerme (: tener sueños) o para referirse al estado físico del simple<br />

necesitar uno dormir porque se tiene sueño (: tener sueño). Y como esas dos palabras<br />

al evolucionar la lengua acabaron fundiéndose en nuestro único vocablo “sueño”, la<br />

confusión estaba servida. Y de poco sirve que se acuda al término “ensueño” para<br />

referirse uno al fenómeno <strong>onírico</strong>, dejando la palabra “sueño” para el proceso<br />

fisiológico, por la simple razón de que ello no elimina en absoluto el uso, muy<br />

extendido, de nuestra dignísima palabra “sueño” ya para uno de sus sentidos, ya para<br />

el otro.<br />

En otras lenguas, como inglés o francés, o como en la lengua griega, esto no ocurre :<br />

comparen ustedes los significados y usos de palabras, (nombres o verbos, según los<br />

casos) como los términos ingleses (to) sleep / (to) dream , o los franceses sommeil<br />

/rêverie. Y en griego, los términos ypnos y ónar, corresponden de manera


aproximada, respectivamente, al mero sueño fisiológico (: ypnos) y al ensueño<br />

fenoménico del que durmiendo sueña cosas (: ónar). Del primero deriva la palabra de<br />

uso habitualmente técnico y médico “hipnosis”, y del segundo el vocablo “<strong>onírico</strong>”.<br />

Ni que decir tiene que nosotros aquí nos vamos a referir al sueño que es centro de<br />

atención de todo lo <strong>onírico</strong>, al que se correspondería con el to dream inglés, y no con<br />

el sommeil francés. Nos trataremos de asomar un poco al mundo de los fenómenos<br />

<strong>onírico</strong>s y, dentro de él, a ese vasto universo que es la mente humana cuando,<br />

abandonando el mundo de las formas sensibles y concretas propio del estado de<br />

vigilia, viaja por esos misteriosos mundos, a veces insólitos, a veces llenos de terrores<br />

o de increíbles sorpresas, que suele surgir de una “fuente” de creatividad casi<br />

infinita, aún por descubrirse más enteramente, que está en nuestro propio cerebro y<br />

que está, -¡o no lo está!- controlada por nuestra mente.<br />

Cuando se centra uno en el dominio de este mundo, y se pone en práctica lo que se<br />

conoce por “Sueño Lúcido”, existe tal control mental de esos mundos, en buena<br />

medida; y cuando nos dejamos llevar, sin más hacer nada, por nuestros estados<br />

<strong>onírico</strong>s según nos vengan y los recordemos más o menos, no tenemos control de esa<br />

tan importante faceta de nuestro ser, de nuestra vida en su día a día (mejor: en su<br />

noche tras noche), y de la misma formación de nuestra personalidad psicológica.<br />

Para uso de cualquier lector interesado en este tema, dejamos aquí este link, que<br />

puede bajarse gratis de la Red, y cuyos autores son Lynne Levitan y Stephen<br />

LaBerge. Sobre este particular no voy a insistir más, pero sí diré que los logros que se<br />

pueden alcanzar con la práctica de los sueños lúcidos son inimaginables. Citaré tan<br />

sólo el caso de dos alumnas mías, Silvia y Remedios, que se decidieron a practicar lo<br />

que se llama simplemente “control de los propios sueños”, y durante meses, y a<br />

voluntad, consiguieron soñar, noche tras noche, aquellas cosas que ellas deseaban, y<br />

soñarlas conjuntamente (: ambas tenían cada noche el mismo sueño, aun cuando cada


una dormía en su propia casa) continuando cada noche lo antes soñado como si de un<br />

libro que se va leyendo por capítulos se tratara.<br />

He aquí el conector con el “Curso” de S. LaBerge :<br />

Curso de Sueños Lucidos de Stephen LaBerge<br />

2.- MAGIA<br />

Aquí tan sólo vamos ahora a dar el sentido en que se usa la palabra, y para ello nos<br />

centraremos en los valores semánticos de los términos como “magia, mago, maga,<br />

mágico...”, así como su posible, - yo diría que prácticamente segura : por sentido<br />

común -, conexión con los términos “magno, magnífico, magnitud...” Tal cosa, sólo<br />

en breve esbozo, lo he hecho ya en un blog sobre temas diversos pero sobre todo de<br />

cultura humanística que tengo la suerte de venir llevando en el diario La Opinión de<br />

Málaga, blog del que daré también aquí el link en el lugar oportuno.<br />

La semántica y la etimología suelen ir casi siempre de la mano. Quiero decir que<br />

acudiendo a la etimología de una palabra, pronto nos percatamos del sentido, del<br />

significado que dicha palabra tiene, así como también de las acepciones que a veces<br />

adquiere y que, en ocasiones, nos pueden parecer si no extrañas, desde luego sí que<br />

chocantes. Pondré un ejemplo : ¿quién se atrevería a relacionar el término “culto”, (:<br />

en el su valor adjetivo, esto es, valiendo por “persona que tiene cultura”; la aclaración<br />

no es vana : como sustantivo, el culto es otra cosa; comparen “hombre culto” con “el<br />

culto a Dios”), con la palabra “cuchillo”?<br />

Pues bien : su origen etimológico es el mismo, y cuchillo no es más que un derivado<br />

del diminutivo latino “cultellu”, de la misma raíz que “cultor” (latín, “agricultor” ;<br />

viene del verbo latino “colo”, cultivar; y el objeto con que el agricultor araba la tierra


era algo así como un gran “diente o cuchillo”, el arado, que literalmente la hendía,<br />

cortándola como puede cortar un gran cuchillo) con lo que, conocido el origen de la<br />

palabra, se nos hace más nítido no sólo sus sentidos sino también sus posibles<br />

cambios y evoluciones semánticas, significativas.<br />

La raíz indoeuropea MAGH- que significa “poder, tener poder”, es la madre directa<br />

de las palabras “magia, maga, mago, mágico...” De ahí viene el latín magus,<br />

posiblemente relacionado con el también latín magnus, éste último significando<br />

“grande”, y derivado de otra raíz también ide. (: abreviatura de “indoeuropeo”) MEG-<br />

. ¿No resultan estas cosas hasta cierto punto asombrosas, que la cultura y los<br />

cuchillos sean hijos de la misma madre, y que decir de algo que es “magnífico”, (de<br />

magni - ficare : “hacer grande”) no sea sino, simplemente, una trivial descripción<br />

laudatoria de magnitud?<br />

De momento, retengamos esta idea : <strong>Lo</strong>s sueños, esos episodios que suelen tener<br />

lugar en nuestro cerebro durante la fase REM del dormir de cada día, y en los que<br />

vemos, sentimos, hacemos o nos pasan cosas, contienen en sí elementos mágicos de<br />

una extraordinaria importancia aun cuando hayan venido siendo casi desapercibidos<br />

por el común de las personas.<br />

Y esto lo podemos resumir aún más: Existen sueños mágicos.<br />

Tratemos de dar una “prueba”, -en el sentido de indicio-, de esto que acabamos de<br />

decir: ¿Algunos de ustedes alguna vez no se ha percatado de que si se acostó con un<br />

problema sin resolver, con algo que no acababa uno de ver cómo hacer o solucionar,<br />

no ha experimentado (digo: alguna vez) el hecho de que, al despertar y volver sobre<br />

la misma cuestión, ya la percibe como más solucionable, e incluso le halla bien<br />

pronto la solución? Pues es ese componente mágico del dormir/soñar lo que hace eso<br />

posible y lo que habilita una explicación de ese fenómeno.


Como es lógico, los elementos “mágicos” que existen implícitos en el sueño o<br />

universo <strong>onírico</strong> del ser humano no se limitan en absoluto a eso que acabamos de<br />

señalar a modo de “indicio”: La cuestión es mucho más honda y extensa, sus<br />

implicaciones son mucho mayores de lo que a primera vista se puede imaginar. Y la<br />

prueba de esto que decimos está en el hecho, éste ya fuera de toda duda, de que han<br />

sido muchas las culturas que han acudido a los sueños como elementos constitutivos<br />

de terapias. Desde los griegos clásico con sus “centros de poder”, tal el templo de<br />

Epidauro, con sus “sacerdotes - terapeutas” y sus incubaciones de sueños con fines<br />

curativos, y sus intérpretes u oneiromantes, hasta las actuales técnicas de<br />

psicoanálisis herederas de las teorías freudianas, primero, y más tarde de su “díscolo<br />

discípulo aventajado” Carl Gustav Jung.<br />

3.- LETRA VIVA<br />

1º) Cuando alguien escribe un formulario, una alegación carente de sentido, un texto<br />

cualquiera sin fundamento, eso podemos llamarlo (creo) con todo derecho “letra<br />

muerta”. Pero si una persona pone en letra impresa algo suyo muy personal y propio,<br />

algo vivido y sufrido y experimentado por su ser en tanto está en su juicio en este<br />

mundo, eso debe, a mi entender, llamarse “letra viva”.<br />

Y ahora llamo así a aquellos relatos de sueños que nos han legado algunos escritores,<br />

de los que vamos a reproducir unos pocos aquí, a manera de muy ligera introducción<br />

a lo ultimo que deseamos dejar a la opinión de los lectores, por si de ello puede<br />

alguno, y quiere, sacar algún tipo de provecho.<br />

Sobre los sueños hay numerosos tratados, siendo el más conocido el que en la<br />

Antigüedad escribió Artemidoro de Daldis, del siglo II después de Cristo. Es también<br />

conocido como “de Éfeso”, ciudad donde nació, pero según él mismo refiere prefirió<br />

unir su nombre a la pequeña localidad de Lidia donde naciera su madre, Daldi o<br />

Daldis.


El título de su obra, “La Interpretación de los Sueños”, es curiosamente idéntico al<br />

que en 1900 publicó el patriarca de la era moderna del estudio de los sueños,<br />

Sigmund Freud. Se sabe sin embargo que en la Antigüedad han existido muchos<br />

textos sobre estos temas, el de la interpretación de los sueños, y no sólo entre los<br />

griegos, sino en otros pueblos y culturas , como entre los hebreos, los egipcios, entre<br />

los persas, y en general en todas las culturas de todos los tiempos y pueblos hasta la<br />

actualidad.<br />

Como curiosidad citaré una obra medieval, “El Sueño”, de Bernat Metge. B. Metge,<br />

nacido en Barcelona en el siglo XIV, escribe “<strong>Lo</strong> Somni” (El Sueño) estando en la<br />

cárcel, y en su escrito se le aparece el hacía poco fallecido Juan I, que le visita en<br />

sueños desde el Purgatorio. A raíz de la publicación de su libro sobre este tema, es<br />

liberado junto con otros partidarios del difunto monarca del reino de Aragón, a cuya<br />

Cancillería estuvo muy ligado ese gran prosista en lengua catalana : Metge es quizá<br />

uno de los mejores prosistas de lengua catalana ya en el albor del primer<br />

Renacimiento. La obra se redactó en 1399.<br />

Si comparamos lo que dice Artemidoro de Daldis en su “Interpretación...” con lo que<br />

dice Freud en la suya, sin duda podremos sacar una serie de conclusiones curiosas<br />

que nos valdrían para hacer una especie de “evaluación de mentalidades”: la de<br />

Occidente en el siglo II frente a la del mismo mundo occidental sólo que ahora ya en<br />

el inicio mismo del siglo XX. Pero esto sería otra tarea, que ahora no nos llama a ella.<br />

Que los sueños son materia de interés de todos los tiempos y pueblos lo pueden<br />

comprobar los lectores acudiendo, por ejemplo, a la obra del antropólogo británico<br />

Kilton Stewart, que estudió el uso que entre unos pueblos “primitivos actuales”, los<br />

senoi, se hace del soñar. El pueblo senoi, con el que el psicólogo y antropólogo inglés<br />

antes citado convivió unos quince años, practican una auténtica “cultura del sueño”.<br />

Todos los días, antes de desayunar, la tribu se reúne y los ancianos preguntan a los<br />

niños sobre sus sueños, y cuando éstos los han relatado, y en función de lo que de<br />

esos sueños se interpreta, así organizan ese día sus tareas.


Se trata, no se olvide, de pequeñas tribus de los llamados “primitivos actuales”,<br />

organizadas en grupos de nunca más de un centenar de individuos, entre 70 y unos<br />

130, pongamos por caso, y como mucho en la “tribu nuclear” o central del jefe y del<br />

chamán de máximos renombres, unos 200 individuos. Estos grupos deambulan por<br />

zonas de la selva virgen y salvan cada día su supervivencia como si cada día fuera el<br />

principio del mundo y cada noche una incógnita: “¿saldrá mañana el sol?”<br />

2º) ¿Quiere algún lector comenzar con el apasionante mundo de los sueños,<br />

implicándose de un modo directo en su conocimiento e interpretación? Me refiero<br />

ahora, de manera obvia, a que si alguien está interesado en conocer el sentido de sus<br />

sueños, y llegar a ser el propio intérprete de éstos, eso es algo que está al alcance de<br />

la inmensa mayoría de las personas, con sólo que se atengan a estos pocos y muy<br />

simples principios :<br />

Uno: Deseo firme de recodar los propios sueños. Esto se logra en un máximo de dos<br />

o tres días, con sólo hacerse uno, en estado de vigilia, una formulación interior de<br />

este tipo: “Mañana cuando despierte deseo recordar lo que haya soñado”. Si eso se<br />

lo verbaliza uno, interiorizándolo, unas cuantas veces a lo largo del día en estado de<br />

vigilia.<br />

Dos: Llevar consigo un pequeño cuaderno, una libreta que quepa fácilmente en un<br />

bolsillo con un lápiz o bolígrafo donde en cuanto recordemos algo que se ha soñado,<br />

y se anote el sueño. Una vez anotado, a ser posible, se añaden datos, siempre que sea<br />

posible, como hora, día, fase lunar...<br />

Con estos dos simples elementos se puede iniciar un camino de importancia notable,<br />

y cuyos logros finales nunca los podremos saber hasta haber recorrido tal camino,<br />

pero con la certeza de que en todo caso dichos logros serán siempre de gran valor : es<br />

el llamado CAMINO DE LOS SUEÑOS.


3º) Libros de sueños<br />

Hay muchos, como se ha dejado entrever antes. Pero ahora voy a limitarme a citar<br />

algunos autores que han escrito sus sueños, en forma de libro, sin más propósito en<br />

principio que darnos una muestra viva de la trascendencia que este aspecto del vivir<br />

humano tiene, pese a que sean hoy día una inmensa mayoría quienes apenas prestan<br />

atención a lo que sueñan, si es que alcanzan a darse cuenta de que ni lo recuerdan, o<br />

si recién despertados sí los recuerdan, al poco de empezar el día ese recuerdo se<br />

hunde en un olvido que suele ya ser permanente.<br />

Y citaré sólo a un par, apenas tres autores, todos ellos de nuestro tiempo : porque se<br />

podría empezar por citar, pongo por caso, el Libro de Daniel, del Antiguo Testamento,<br />

o hablar de los sueños del faraón que fueron interpretados por José. Pero no : nos<br />

ceñimos a unos contados ejemplos tomados de la actualidad.<br />

Robert Graves es autor de un librito, de grata lectura, que se titula “El sentido de los<br />

sueños”. <strong>Lo</strong> que ahí podemos aprender es inapreciable : en el sentido positivo de ese<br />

término “inapreciable”: Que tiene mucho valor, y por eso no se le puede poner precio.<br />

Apareció en el 2007.<br />

Teodoro W. Adorno tiene una obra titulada “Sueños”, traducida del alemán por la<br />

Editorial AKAL en el 2008.<br />

Juan Eduardo Cirlot, publicó sus allá en 1951 sus “80 Sueños”, editado en Barcelona.<br />

Puede encontrarse esta publicación, de gran interés además para el estudio de su obra<br />

en general, en el volumen “EN LA LLAMA (Poesía)”, de Ediciones SIRUELA. Año<br />

2005.<br />

De entre libros clásicos, podríamos destacar el famoso “Sueño de Escipión”, que nos<br />

llega a través de la obra de Marco Tulio CICERÓN, y ya en nuestra modernidad, el


famoso “Somnium” de Johannes KEPLER.<br />

Pero vamos a poner ya fin a este texto, y será con unas palabras tomadas de un libro,<br />

de esencial valor como todos los suyos, de María Zambrano. El libro se titula “<strong>Lo</strong>s<br />

Sueños y el Tiempo”, cuya tercera edición, de Ediciones Siruela, es del 2006. Dice<br />

esto la gran filósofa de nuestra tierra: “Todo sueño es la inmovilidad de un<br />

movimiento” (pág. 76 de la citada obra).<br />

MLZ


Un sueño dentro de otro sueño<br />

Hipótesis, de una cita de Sherlock Holmes tomada del Sherlock completo de Cátedra<br />

que editó Jesús Urceloy: “Life is nothing but a dream within a dream", la vida no es<br />

sino un sueño dentro de otro sueño.<br />

Recuerdo de la película Origen, estrenada en España hace unos años: los<br />

protagonistas viajan por los sueños de una persona para en ellos encontrar o sembrar<br />

ideas o deseos, en la trama principal han de descender de sueño en sueño, y a cada<br />

escalón sucesivo de sueño dentro de un sueño el tiempo transcurre más despacio, de<br />

tal modo que lo que en la realidad es un minuto en el sueño puede ser una semana, en<br />

el sueño dentro del sueño un mes y en el sueño dentro del segundo sueño un año.<br />

Punto: En los sueños todo es posible, incluso una vivencia coherente y acorde con la<br />

realidad de la vigilia, de modo que si seguimos soñando algo que continúe lo que<br />

vivíamos en la vigilia nada nos impide creer que lo que soñamos es lo real, y si<br />

dentro de este sueño soñamos una continuación coherente de lo en él vivido nada nos<br />

impedirá creer que esto es también la realidad despierta, esto es:<br />

Se puede soñar hasta el infinito e incluso cambiar dentro de los propios sueños de<br />

nivel en dirección ascendente o descendente indefinidamente sin en ningún momento<br />

poner en duda que lo soñado es la vida misma, con todo lo milagroso e imposible de<br />

los sueños sucediendo continuamente bajo la coartada de la apariencia de realidad.<br />

En fin, se puede escapar sin límite hacia delante del sufrimiento buscando siempre el<br />

escalón de sueño en el que el dolor sea menor.<br />

Pero toda esta hipótesis es del todo innecesaria para los que sabemos que la supuesta<br />

realidad es tan milagrosa e imposible e inasible como los mismos sueños, ¿a qué


llamamos ilusión cuando nadie nos da seguridad de que el asidero en lo real sea<br />

firme?: <strong>Lo</strong> único real es lo que se siente y vive, sea en sueños o en vigilia, no hay otra<br />

realidad que lo que cada uno percibe como vivo, no hay otra vida que la que cada uno<br />

vive.<br />

ST


POESÍA<br />

Varios poemas<br />

Un infierno que habitar<br />

Todo se transforma entre las sábanas<br />

que las parcas han hilado con sombras de difuntos.<br />

Hay una gran diferencia entre la noche y la ceguera,<br />

pero no consigo distinguir entre una y otra.<br />

Todo me parece un mal sueño, un laberinto, un grito.<br />

Las sábanas se me enredan entre las piernas,<br />

voraces machos hambrientos de mi sexo aniquilado.<br />

Yo estoy montada con los pies en los estribos,<br />

mientras un hombre de bata blanca<br />

me vacía con una cucharilla de plata.<br />

No puedo gritar, porque tu recuerdo me amordaza.<br />

No puedo moverme ni un ápice<br />

porque las correas ya me han marcado la piel.<br />

Veo cómo chorrea la sangre, se tiñe la bata<br />

y en mis vísceras desparramadas juegan<br />

los que nunca serán nuestros hijos.<br />

No, no estoy dentro de un sueño.<br />

Camino con mis piernas enclenques y ensangrentadas;<br />

busco la Salida de Emergencia de puntillas: ¿Dónde?<br />

Mi cuerpo está vacío...


La Vida ya no podrá habitar este Hueco,<br />

pero os juro que mis carniceros lo han de pagar.


Tiempo disoluto<br />

<strong>Lo</strong>s ojos del pájaro inmóvil te han sentenciado.<br />

Atente a tu condena...<br />

La mirada impertinente se te clava en las manos.<br />

Son miles los alfileres que te abren llagas<br />

mesiánicas y demoníacas, señales imborrables de tu fe.<br />

A borbotones, mana tu sangre lechosa y negra.<br />

Mancha tus paredes virginales y tiñe de luto<br />

la que fue la alegre barcarola de tus sueños.<br />

No huyas a las ciudades subacuáticas,<br />

porque, tarde o temprano, darán contigo.<br />

Puede que Venecia se hunda y tú también,<br />

mientras caminas cristianamente sobre las aguas.<br />

Ingenua...Siempre saldrán a flote de las apestosas cloacas<br />

las risas macabras de las máscaras con dientes y sin cara<br />

que te persiguen y te vejan con sus gritos de Carnaval Obsceno.<br />

<strong>Lo</strong>s cuervos en aquelarre rodean tu patíbulo en espiral.<br />

Abren sus alas negras y bailan en la hoguera de tus entrañas.<br />

Picotean tus párpados y, poco a poco, devoran tu tierna córnea.<br />

Escucha, escucha cómo te cantan en sus melodiosos graznidos:<br />

“Ride, ride, si sapis, ¡¡¡Zorra!!!”.<br />

El tiempo que se para es la perversión de los sentidos.<br />

Déjate destrozar en este sueño o pesadilla<br />

-locura de sinrazón-,


porque cuando quieras abrir los ojos,<br />

sólo encontrarás dos cuencas vacías.


Ausencia en el salón<br />

Un televisor estropeado retransmite su niebla.<br />

No temas...Acércate y mira hacia dentro.<br />

¿Qué te puede pasar?<br />

Ausencia; silencio; La Nada.<br />

Caes lentamente dentro de tu propio abismo corporal.<br />

Vas hacia atrás en una encriptada cinta aeróbica<br />

y continúas la caída dentro de ti.<br />

Estúpida... Has caído en la trampa,<br />

porque no sabes quién eres.<br />

Bienvenida al salón de los ocho espejos.<br />

No hay instrucciones ni prospectos.<br />

Sólo tu instinto de conservación.<br />

Nadie te puede decir ya nada.<br />

Estás en el carrusel de la identidad circular,<br />

así que adivina cuál de ellas eres.<br />

<strong>Lo</strong>s espejos no se rompen con tus alaridos,<br />

sino que te devuelven la reverberación de todos tus reflejos.<br />

No grites más que nadie puede oírte.<br />

Te multiplicas por ocho en ocho épocas distintas,<br />

mientras el salón gira a tu alrededor y vas de la Vida a la Muerte.<br />

No te rompas los puños ni manches de sangre el salón.<br />

El espejo octogonal te devuelve cada golpe en el vientre<br />

hasta que se te llene la boca de salvaje saliva roja.


Esas ocho mujeres te esperan para que tú elijas a una.<br />

¿Cuál de ellas eras?<br />

Te mareas frente a las ocho caras sin saber escoger.<br />

Hay dos fulanas, una madre, una joven revieja,<br />

una hembra estéril con el útero vacío, una matricida,<br />

una niña inocente y una desgraciada solitaria.<br />

¿Todo eso eres tú?<br />

Un televisor estropeado retransmite su niebla.<br />

El salón se ha quedado vacío.<br />

Sólo se oye el ruido gris de la niebla televisiva.<br />

Se ha roto el espejo del cuarto de baño<br />

y del techo cuelga sin cara un cuerpo femenino.


Las ondas silentes<br />

No busques más.<br />

El tiempo a destiempo no sirve de nada.<br />

Has perdido tu angélica asexualidad<br />

Y ya es tarde para las nínfulas durmientes.<br />

Despierta, Mujer...Sufre la metamorfosis.<br />

Tu contorno de hembra cambia ahora<br />

al antojo de las agujas punzantes de un reloj.<br />

La carne se convierte en vaivén hipnótico<br />

de ondas silentes que modulan tu cuerpo.<br />

Eres recorte danzante entre dos curvas caprichosas.<br />

No te mires más en el espejo,<br />

donde un día, tal y como hoy, te quedaste atrapada.<br />

Las ondas silentes continúan su baile, se mueven y se estiran,<br />

mientras te pierdes dentro de su acordeón delirante:<br />

eres grande, pequeña o, tal vez, un monstruo.<br />

Sigue esta melodía chirriante que te somete al trance.<br />

Esas líneas onduladas dibujan caminos humanos<br />

Llenos de curvas sibilinas y cinturas que se estrechan<br />

en silueta de dos copas rotas que se unen por la base y,<br />

sin darte cuenta, aparecen uno tras otro los barrotes.<br />

Tú, animal cautivo en una celda de reflejos,<br />

contempla cómo te pervierten las olas silenciosas.<br />

No te reconoces –no sufras...-, ni nadie lo volverá a hacer.


La geometría corrupta te disecciona:<br />

La curva ha dado paso a la recta.<br />

Ya eres presa de un cubismo carnívoro.<br />

Mírate, hembra estéril de pechos seccionados y triangulares.<br />

Tus piezas ensangrentadas se disponen<br />

en un llanto de cubos y orden mecanicista.<br />

No cierres los ojos –no sufras-... El baile ha acabado.<br />

Vivirás para ya siempre dentro de un marco,<br />

contenida en la planicie y la perspectiva alegórica.<br />

Cuelgas en una sala de ordenada humedad y temperatura<br />

con el horror de la dolorosa sonrisa permanente:<br />

“Muchacha con sombrilla”- Él te ha capturado.<br />

LdF


Van Gogh<br />

El borde de una plácida presencia,<br />

el sucio suelo amargo<br />

de los pasos perdidos,<br />

el sudor transparente,<br />

los besos incumplidos,<br />

la extraña placidez<br />

de ese cansancio,<br />

que se atreve<br />

y aniquila vigilias<br />

para encontrar discursos,<br />

de mentes confundidas.<br />

Se sujetan almohada<br />

contra almohada,<br />

presintiendo el ataque<br />

y la patraña,<br />

de voces vigilantes<br />

y malvadas<br />

que te duermen,<br />

sin dejarte siquiera<br />

un puntito de luz,<br />

en la distancia.<br />

<strong>Lo</strong> verde cae en rojo,<br />

lo azul en amarillo,<br />

el naranja adolece<br />

de la pauta marcada


por el violeta fuerte,<br />

que se esconde en la magia.<br />

Todo existe y está como si nada.<br />

Pinturas atrevidas,<br />

locas, enajenadas,<br />

que pasean o corren,<br />

o patinan, o besan,<br />

o se abrazan...<br />

sobre el lienzo blanco<br />

que aguarda a la esperanza.<br />

Ya el boceto concluye<br />

y aquel pincel que queda<br />

sin pintarse de nada,<br />

termina sutilmente<br />

la rúbrica dorada.<br />

El sueño de despiertos<br />

se resuelve,<br />

al dibujar el alma<br />

en el muro silente y arrugado,<br />

de la sábana helada.<br />

En los bordes,<br />

clavados los herretes.<br />

Y en el resto<br />

de ese mar blanco y de plata,<br />

un infierno cautivo...


para dormir la calma.<br />

ASH


Dos poemas<br />

A un tiranosaurio famélico<br />

A A. Monterroso y R. Benigni<br />

Un tiranosaurio rex<br />

-que medía 33<br />

pies en toda su amplitudpensaba,<br />

con inquietud,<br />

una tarde a fin de mes:<br />

“Creo que hace que no ceno<br />

desde el fin del pleistoceno<br />

y a mi estómago le azuza<br />

tal pedazo de gazuza<br />

que ruge con desenfreno”.<br />

Soñando iba con chuletas<br />

de brontosaurio a la brasa,<br />

cuando, ya cerca de casa,<br />

tras un grupo de mosquetas,<br />

vio saltar unas mofetas.<br />

En 6 pasos -tal vez 7-<br />

se plantó nuestro amiguete<br />

al lado de los bichejos<br />

creyendo que eran conejos,<br />

aunque olieran a retrete,


y, abriendo mucho la boca<br />

-que en esta especie no es pocadevoró<br />

de sopetón<br />

10 mofetas, del tirón,<br />

gritando “Vaya bicoca”.<br />

En la lengua le quedó<br />

mal sabor y dijo “Jo,<br />

tienen un regusto raro.<br />

No me queda a mí muy claro<br />

si eran liebres. No sé yo…<br />

Pero al menos he comido”.<br />

Y apestando a “eau” de cuesco<br />

se marchó con viento fresco<br />

por las sábanas de Guido.<br />

con un paso muy chulesco.


Novela nívola<br />

A don Miguel y a su “Niebla”<br />

CAPÍTULO I: LUIS JAVIER.<br />

La vida de Luis Javier<br />

es un verdadero drama:<br />

tiene problemas de cama<br />

con su amante, su mujer<br />

y su prima Mariesther;<br />

en el sitio que trabaja<br />

está la venta muy baja<br />

(no sería pues extraño<br />

que a finales de este año<br />

se rompiera la baraja);<br />

le chirría el intestino,<br />

le retumba el colodrillo,<br />

no tolera bien el vino<br />

y los chicos del casino,<br />

piensan de él que es un membrillo;<br />

su papá ya ni le habla,<br />

su mamá, pues medio medio,<br />

todo le produce tedio<br />

y más serio que una tabla<br />

se confiesa “No hay remedio”.


CAPÍTULO II: A CULTURIZARSE<br />

Sentado en un parque sucio,<br />

reflexiona: “Soy un rucio<br />

ignorante analfabeto.<br />

Leeré a T. de Mileto,<br />

a Descartes y a Confucio.<br />

Aprenderé ortografía,<br />

historia, química, ciencia.<br />

Debo armarme de paciencia<br />

e ir de la teoría<br />

a la práctica en un día.<br />

Sin duda, el conocimiento<br />

es llave del firmamento<br />

y para mi mente enteca<br />

lo mejor, la biblioteca.<br />

¡Ya está bien de tanto cuento!”.<br />

Y cruzando todo el trecho<br />

que va desde el dicho al hecho,<br />

se nos marcha Luis Javier<br />

a cumplir con su deber<br />

de estudiante de provecho.<br />

CAPÍTULO III: EL ENCUENTRO.<br />

Saliendo del parque choca<br />

el prota con servidor<br />

dejándome gran dolor


en el cielo de la boca<br />

por la parte posterior.<br />

“Discúlpeme, caballero”,<br />

me dice el Luisja azorado,<br />

“perdón por haber chocado<br />

con usté en este sendero<br />

y de un modo inesperado”.<br />

“Perdonado, Luis Javier”,<br />

le respondo yo sonriente.<br />

“¿Me conoce?”. “Es evidente”.<br />

“Pues no sé de qué va a ser…<br />

Refrésqueme usté la mente”.<br />

“Soy quien escribe tu paso”.<br />

“Este tipo está bien loco”,<br />

piensa el Luisja, “Por si acaso,<br />

fingiré que le hago caso<br />

y hablaré con él un poco”.<br />

CAPÍTULO IV: EL DESENLACE.<br />

“Soy el autor de tu vida<br />

tan rastrera y tan jodida”.<br />

“¿Por qué me tratas tan mal?”,<br />

me pregunta a mí el chaval<br />

con carita compungida.<br />

“Por purita diversión.


Me aburro en mi habitación<br />

y me divierte escribir<br />

sin ponerme yo a medir<br />

dónde te lleva la acción”.<br />

“Vaya, hombre, qué…”. “Detente,<br />

que no soy macho cabrío”.<br />

“Era justo y mismamente,<br />

lo que le iba a llamar”. Río,<br />

“<strong>Lo</strong> sabía, amigo mío.<br />

De todas formas, tunante,<br />

desde ahora en adelante<br />

te prometo mejor suerte<br />

hasta el día de tu muerte.<br />

Sé feliz ya (Dios mediante).<br />

EPÍLOGO<br />

Ahora le va fetén<br />

al Luisja en su día a día<br />

y rebosando alegría<br />

se me ha vuelto un poco zen<br />

en menos de un santiamén.<br />

FEM


PINTURA


PINTURA I<br />

Carlos Esteban Resano Vasilchik


HERIDA COMO LA NIEBLA POR EL SOL


FUEGO


Aurora Martín


FOTOGRAFÍA<br />

FOTOGRAFÍA I<br />

IN ORDER OF APPEARANCE<br />

Vladimir Zaikin / Kazakhstan / Knockin' on heaven's door<br />

Magdalena Zeisel / Austria / Dance-light-geometry<br />

Liz Davidson / Canada / from series “the Coffee Cantata”<br />

Anastasia Potekhina / Russia / Palmistry...<br />

Alexander Fredés / Sweden / Empty conversations...<br />

Helen Speelman / Israel / Mental image<br />

Dale Blackledge / New Zealand / Soft Form<br />

Caroline Huwart / France / To the bottom<br />

Zlatka Bascandzieva / USA / Changing<br />

Juanluis Yañez Sempere / Spain / Light experiment v 2.0 (hidden)


FOTOGR<br />

Elena


AFÍA II<br />

Korn


FOTOGRAFÍA III<br />

Agustín Calvo Galán


FOTOGRAFÍA IV<br />

S. Tallón


FOTOGRAFÍA V


VicenÇ Rodríguez Bosch


FOTOGRAFÍA VI


Aurora Martín


FOTOGRAFÍA VII


Ludovica Bastianini


ENTREVISTA<br />

Mario Bellatín, por RDF.<br />

Hola Mario, gracias por aceptar esta entrevista con <strong>Lo</strong> <strong>onírico</strong> como punto de<br />

referencia. Es un tema curioso, la verdad, este de los sueños, del que se ha estudiado<br />

ampliamente desde varios campos del conocimiento, y lo cierto es que aún no se sabe<br />

muy bien qué sean. Creo que ninguno de los dos somos expertos en este tema, así que<br />

nos podremos ir por las ramas todo lo que deseemos.<br />

ENTREVISTA a Mario Bellatín<br />

¿Qué son para ti los sueños?<br />

Mentiras.<br />

No sé por qué siento que los sueños, los miedos y los deseos, hablan el mismo<br />

lenguaje, digamos. Siento un poco como si estuvieran encriptados para nuestro<br />

entendimiento, no estando basados en la razón, más en el campo de la emoción y<br />

lo abstracto y lo que nos entra por los sentidos en estado puro, no sé, me pierdo<br />

bastante con esto; sueños, miedos y deseos basándose en nuestros recuerdos más<br />

sensoriales e informándonos sobre nuestro estado, como si nos dijeran lo que<br />

necesitamos para seguir con vida pero en un lenguaje que se nos figura<br />

metafórico. ¿Qué piensas de todo esto, qué función crees que tienen nuestros<br />

sueños, nuestros miedos, nuestros deseos?<br />

Creo que sería bueno consultar a Freud, Lacan y los escritos de los seguidores de<br />

María Sabina para tener un mínimo acercamiento. En todo caso me parece que lo<br />

podrían expresar mejor de lo que podríamos hacerlo alguno de nosotros dos.


Muchos escritores de ficción emplean bastante el recurso de describir los sueños<br />

en sus narraciones, y suelen ser fragmentos que destacan en forma y fondo sobre<br />

el resto. Recuerdo un libro de Coetzee, creo que Esperando a los bárbaros, pero<br />

ahora mismo no estoy seguro, donde buena parte de la narración vienen a ser<br />

sus sueños, los del protagonista, en los cuales se le va representado lo que le va<br />

sucediendo, pero como si fuera una historia paralela, una vida paralela.<br />

¿Vivimos, metafóricamente hablando, dos vidas, la que soñamos y en la que<br />

estamos en estado de vigilia? Divaga a placer...<br />

Desde mi perspectiva sufí, nuestra orden se basa en sueño y revelación, pero no como<br />

dos universos separados sino formando una unidad, la unidad que es en, en realidad,<br />

la unicidad de todas las cosas que podemos percibir,<br />

¿Sueles hacer uso de los sueños en tus escritos? ¿Has tenido algún sueño en<br />

particular que te haya marcado, nos lo contarías?<br />

A veces sueños, otras revelaciones. Recuerdo que una vez describí con detalles el<br />

Patíbulo de Mansur Al Hallajh, un santo musulmán sin tener idea de que lo estaba<br />

haciendo.<br />

Sueños tenemos de muchos tipos, a mí los que más me llaman la atención,<br />

además de los eróticos... son esos sueños que llamamos pesadillas... ¿por qué<br />

serán tan intensas? Aquí es donde pienso que sueños y miedos están<br />

relacionados, y con los sueños eróticos se me enlazan los deseos, por ejemplo.<br />

Cuéntanos un poco qué representan para ti las pesadillas, alguna anécdota, lo<br />

que se te ocurriera.<br />

Vuelvo a contestar que recurramos a los sueñólogos profesionales para averiguarlo.<br />

Creo que la felicidad que te da constatar que una pesadilla no fue más que una<br />

pesadilla es una experiencia impagable, tanto que a veces uno desea tener otra


pesadilla para experimentarla. Para tener unos pocos segundos como pretexto para<br />

apreciar aunque fuera unos segundos la realidad.<br />

Tienes una bibliografía extensísima, casi el sueño de cualquier escritor... a mí me<br />

gusta mucho la calidez que se desprende de tu literatura. Se te cataloga bastante<br />

de escritor de vanguardia, experimental ¿cómo sientes que es tu literatura?<br />

Pésimo. Cualquier etiqueta es una suerte de epitafio. Por eso creo que los sueños más<br />

interesantes son muchas veces los que no se presentan como tal. Aquellos en los que<br />

no estamos seguros si hemos soñado o ha ocurrido en lo cotidiano.<br />

¿Es El Gran Vidrio tu gran obra? ¿Cuál es la relación con Duchamp?<br />

Creo que ninguna. Duchamp es un personaje de otro siglo. Cuando era joven todavía<br />

no se inventaban los autos ni los aviónes. Es un referente histórico ya y no, como<br />

muchos lo siguen utilizando, alguien presente al momento de la creación.<br />

¿Se escribe para sobrevivir o para modificar nuestra vida? O ninguna de las<br />

anteriores... ¿qué representa para ti la literatura?<br />

Se escribe porque es algo que se tiene que hacer -sabe Dios por qué- y se ejerce con<br />

el único fin de que la propia escritura permita la aparición de nueva escritura.<br />

Juegas mucho con la autobiografía y la ficción, mezclándolas y perdiendo<br />

bastante al lector curioso que busca conocer al autor de la obra desde su obra<br />

¿piensas que los escritores, con su vida de carne y hueso, son también parte de<br />

su obra?<br />

No hay diferencia. Discrepo de lo binario en lo que estamos atrapados. En la mayoría<br />

de los asuntos solemos concluir que si una cosa no es algo es lo otro, y todo es mucho


más complejo. Se puede ser sin ser, estar sin estar, escribir sin escribir.<br />

¿Cuál es el escrito tuyo al que le tienes más cariño y, por qué? Y ya puestos en<br />

estas curiosidades ¿cuál es el autor que piensas que más te ha influenciado?<br />

Todos los autores cuyas obras admiro -no sólo de la literatura sino de las demás artesy<br />

ninguno. No encuentro una influencia directa. No le tengo cariño a ninguna obra en<br />

particular porque los libros son sólo trances y no fines por los que hay que pasar para<br />

seguir escribiendo.<br />

Algún día me haré mirar mi fijación por lo maldito, pero es que la colección de<br />

respuestas que ya tengo es impresionante, así que ahí voy: ¿Qué es para ti lo<br />

maldito?<br />

El no ser coherente con tu propia maldad.


RESEÑAS<br />

Proyecto desvelos, de Agustín Calvo Galán<br />

Pliegos de la visión nº 42, BABILONIA<br />

Es difícil etiquetar, clasificar, encuadrar, no sé, darle una identidad concreta a lo que<br />

uno ve y que quiere encajarlo en algún lugar de su imaginario. Al leer, o ver, o las dos<br />

cosas a la vez, o sentir, el poemario visual, por darle una identidad al vuelo, el libro<br />

de Agustín Calvo Galán, lo primero que piensa es que no sabe dónde se está<br />

metiendo. Al menos esa fue mi impresión, y eso que ya conocía parte de su trabajo<br />

gráfico. Según iba mirando, o leyendo, o sintiendo cada página, me sentía Indiana<br />

Jones tratando de descifrar jeroglíficos. Porque tal vez este proyecto, Proyecto<br />

desvelos, venga a ser un poco eso, jeroglíficos con una narrativa interior que tiene los<br />

límites que le pongan la imaginación de cada uno. Durante varios días he abierto y<br />

cerrado su libro, remirado o releído o resentido cada página, y siempre hallaba<br />

sentimientos diferentes en lo que me transmitía. Estoy seguro que su autor tiene un<br />

significado concreto para cada obra que nos muestra, pero la magia está en que sus<br />

significantes nos abren a dos manos nuestros horizontes y nos perdemos en<br />

significaciones.<br />

Uno juega a saber que sabe cuando se introduce en Proyecto desvelos.<br />

Agarrar este libro es una buena ocasión de poner a prueba los límites de nuestra<br />

imaginación. Déjense tentar, será un buen recorrido.


Goo y el amor, de Claudia Apablaza<br />

Premio ALBA de novela 2012<br />

A esta nueva novela de Claudia Apablaza la subtitularía Metamorfosis. Empiezo la<br />

reseña diciendo que tras acabarla me dejó como si me hubieran dado tres palizas<br />

seguidas. Y eso para mí, en el arte, es lo mejor que hay, porque es que como si te<br />

reestructura por completo. ¿Quieres ser Walter Benjamin, Chile, Pessoa, Sylvia Plath<br />

y Ted Hughes, una Bella Durmiente que nada más renacer siente que no soportará la<br />

vida? ¿Quieres ser humo, aire, la vida entera, el amor? ¿Quieres saber lo que es el<br />

amor, el jodido amor, madre, padre? Con tintes a ratos de relato de terror psicológico<br />

por los sentimientos inesperados que uno se encuentra, es una novela sin fronteras<br />

entre el mundo vivido y el mundo leído y el mundo soñado y entre todos los mundos,<br />

donde cae el telón que antes separaba la realidad de la ficción. Es una novela<br />

paranoica, absolutamente paranoica, cambiante, no sabes nunca si subes o bajas, se<br />

pierde el norte, no existen brújulas donde manejarse en ese espacio que queda entre la<br />

emoción y la razón, ahí habita esta novela, entre las aguas turbias de la necesidad y el<br />

deseo y la frustración. Esta novela es emoción en estado salvaje, desbocado,<br />

sinceramente contradictoria, los textos se manejan siempre entre dos mundos que no<br />

se pueden mezclar y sin embargo se mezclan. La novela es un sí que a su vez es un<br />

no. Te golpea a la vez en la razón y en la emoción, en las ideas y en los sentimientos,<br />

te desubica por completo. El amor como telón de fondo, la paranoia y las<br />

metamorfosis como hilo conductor, las emociones a sus anchas paseándose por lo<br />

posible, por lo imposible, por lo deseado, por lo no obtenido, por los miedos, por el<br />

miedo al miedo, por el lado más sincero de las personas que es ese que suele estar a<br />

oscuras en nuestras mentes, y que cuando sale, así, disparado, todo estalla. Sus textos<br />

son desquiciados, obsesionados, catárticos, liberadores, son un grito de socorro y<br />

angustiado que en cualquier momento, de repente, te hacen sonreír o temblar o te dan<br />

deseos de llamar a tu familia si está lejos y decirles, estoy bien, estoy mal, estoy todo<br />

a la vez, madre, padre. En esta novela Claudia Apablaza logra unir al todo con la nada<br />

sin que uno se percate del salto. Hay tal desesperación de amar entre sus frases que


no se sabe si es goce o tortura no conseguir lo deseado. Todo está infectado de un<br />

sentimiento trágico y derruido, dijo el amor. A veces uno quiere ver a David Lynch<br />

en esta manera de narrar, pero Claudia tiene su propio sello, en ningún momento<br />

sabemos dónde estamos, si en un sueño, si en un relato soñado, si en un pensamiento<br />

que está soñando. Todo es uno y lo mismo en esta novela. La historia, por supuesto,<br />

acaba en el vacío, en el silencio, ese que hay cuando todo es posible. Chapó por este<br />

trabajo y feliz viaje al conjunto vacío.


COLABORADORES<br />

Vanity Dust, aka VD, aka Polvo<br />

de Vanidad, nació posiblemente en<br />

Occidente, aunque el autor afirma<br />

que le hubiera gustado nacer en los<br />

templos de Angkor, Cambodja, en<br />

su momento de esplendor, en 1412.<br />

A la temprana edad de 6 años,<br />

escribió su primer poema titulado<br />

"Si te pone la escuela, te molará el<br />

trabajo" que, 18 años después, daría<br />

nombre a un título de un libro de<br />

Irvine Welsh.<br />

A los 10 años se aburrió de todo, y<br />

desapareció del mapa para viajar a<br />

un paraíso fiscal y realizar<br />

gestiones económicas con el fin de<br />

preservar su economía y poder vivir<br />

de renta el resto de su vida.*<br />

*algunos biógrafos dicen que nunca<br />

regresó, con lo que se acabaría aquí<br />

este texto.<br />

Andrea Zecca. Nacido en Ancona (Italia)<br />

en 1985. Después de formarse como Técnico<br />

Químico, y teniendo ganas de visitar otros<br />

lugares, se matricula en la Universidad de<br />

Bologna en el 2004 para estudiar<br />

Biotecnología. En el 2008, para seguir<br />

trabajando como Biólogo, se desplaza hasta<br />

Alemania por un año y en septiembre del<br />

2010, se encamina hacia Barcelona donde<br />

actualmente se prepara para doctorarse.<br />

Escribe poesías y relatos desde pequeño<br />

participando en varios concursos literarios. Y<br />

así, entre experimentos y cervezas, intentar<br />

seguir escribiendo.


Cecilia Quílez Lucas, Algeciras<br />

(Cádiz). Tiene publicados cuatro libros de<br />

poemas: La posada del dragón (Ed. Huerga &<br />

Fierro) Un mal ácido (Ed. Torremozas), El<br />

cuarto día (Ed. Calambur) y Vísteme de largo<br />

(Ed. Calambur). Ha colaborado en programas<br />

de radio y coordinado y dirigido exposiciones<br />

de pintura y escultura los catálogos de éstas.<br />

Tiene relatos y artículos publicados en<br />

diversas revistas y publicaciones. También ha<br />

participado como ponente en diferentes<br />

jornadas sobre literatura y realizado recitales<br />

y conferencias nacionales e internacionales,<br />

programas de televisión y radio. Ha sido<br />

incluida en recopilaciones junto a otros<br />

poetas: “Entre el clavel y la rosa” (Ed.<br />

Espasa Calpe), “Madrid Capital” (Ed. Sial),<br />

“Madrid: una ciudad muchas voces“<br />

(Ed.Arteidea),“Fuga de la Nada“ (Bohodón<br />

Ediciones), “El río de los amigos” (Ed.<br />

Calambur), “Poetas a orillas de Machado“<br />

(Abada Editores, 2.010), “Mujeres en su<br />

tinta“ (Ed. Atemporia & UNAM) y “Por<br />

donde pasa la poesía” (Ed. Baile del Sol).<br />

Coordina y dirige varios recitales de poesía<br />

(“A-Puesta en Blanco”, “Cruce de caminos”,<br />

etc.). Algunos de sus poemas han sido<br />

traducidos al inglés, italiano, portugués,<br />

árabe y holandés. Actualmente colabora con<br />

algunos proyectos sobre redes y con la<br />

Asociación Poética Caudal. Su blog personal<br />

es http://ceciquilez.blogspot.com/<br />

Klaus Mann (Dusseldorf, 1967)<br />

Escritor y pornógrafo aficionado. Regento hace más de<br />

diez años una librería anticuaria en la ciudad Granada,<br />

donde llegué a través de una cita en el margen de un<br />

libro. He publicado las novelas Casiopea desnuda<br />

(2001), Humedad relativa (2004) y Die Königin und der<br />

Henker (‘La reina y el verdugo’, 2010), y los libros de<br />

relatos Burmese Sirens (‘sirenas birmanas’, 1996) y<br />

Erotomanías (1999).


Augusta Santana Hernández,<br />

nacida en Madrid en el año 1957.<br />

He vivido en varias ciudades, a causa<br />

del trabajo de mi padre y tengo<br />

terminado el bachillerato, el C.O.U. ,<br />

soy técnico de medicina nuclear y aux.<br />

de clínica y puericultura, pero no ejerzo<br />

en ese campo ahora.<br />

Me ha gustado siempre curiosear y he<br />

estudiado algo de canto, algo de lengua<br />

de signos española, y a veces algo de la<br />

vida misma jajajajaja<br />

Escribo desde pequeña, porque siempre<br />

me ha gustado garabatear páginas.<br />

He colaborado, con Grupobuho, una<br />

web literaria, donde editaba las poesías<br />

de mis compañeros y moderaba el<br />

rincón de micro-relatos.<br />

También he colaborado ( porque alguna<br />

ya no existe ) y colaboro con revistas<br />

litrarias, como " Yo Mujer ", " La Mujer de Hoy ", "Amanecer", " Asociacion pro música amadeo L<br />

sala" , ocasionalmente con "Scrivere " una página de literatura italiana ( publicando mis poemas en<br />

italiano ) y puede que alguna más que no me acuerdo ahora.<br />

Me he presentado a varios premios de poesía, relatos, cuentos etc...<br />

He participado en la puesta en escena de algún teatrillo ( escenas sueltas de obras o entremeses) en la<br />

televisión local de Almería, con unas amigas de allí y en algún recital de el Grupo de Poesía al que<br />

pertenezco, Numen, en Alicante.<br />

Tengo publicados dos libros. Uno es de poesía " Una esquina de dos luces " y el otro un cuento " La<br />

princesa escondida", con la editorial on line www.Bubok.es<br />

He sido finalista en algún concurso como en el Primer Certamen de Poesía Amanecer, en Linares.(Jaen)<br />

Seleccionada como una de los ganadores de POESEU 2012, donde participamos en el recital que se<br />

dedicó a Miguel Hernández, en la Sede Universitaria de Alicante.<br />

Primer accesit del II Certamen de Poesia del Grupo Numen, Com. Valenciana.<br />

Gestiono el blog del Grupo Numen,que se llama : " Numen arte litterae " .<br />

Soy vocal de la direciva de Numen.<br />

Numen publica una revista literaria bimensual y tenemos reuniones semanales para compartir poesía ,<br />

relatos, cuentos cortos etc.<br />

Colaboro con otros grupos de poesía en Alicante, como Crisálida, Espejo de Alicante , Anuesca ...<br />

Tengo un blog personal que se llama : Las palabras vencidas<br />

Ernesto Escobar Ulloa. Lima, 1971.<br />

Licenciado en Filología Hispánica. Ha publicado<br />

relatos, poemas y critica literaria en diferentes<br />

revistas. Se desempeña como profesor y es<br />

director de Canal-L http://www.canal-l.com/


Jordi Corominas i Julián nació en Barcelona el 28 de<br />

abril de 1979. Licenciado en Humanidades por la Universidad<br />

Pompeu Fabra, desarrolla varias actividades en el mundo<br />

literario. Como narrador ha publicado dos novelas en catalán<br />

(Una dona que sap jugar amb els peus y Colors, ambas<br />

publicadas en Abadia Editors), una biografia en italiano<br />

(Macrina la madre) y a finales de 2011 publicará en Barataria su<br />

primer libro de relatos, El mayordomo de la muerte. Asimismo<br />

tuvo la idea y coeditó la antologia Matar en Barcelona, publicada<br />

en 2009 por Alpha Decay. A nivel poético ha publicado la suite<br />

Paseos Simultáneos (Vitruvio, 2010) y a lo largo de los próximos<br />

meses espera sacar al mercado Oceanografías y en e-book<br />

<strong>Lo</strong>opoesía(s), poemas que sirven para articular su show<br />

multidisciplinar <strong>Lo</strong>opoesia, que dirige junto a Laura Fillola. Por<br />

otra parte Corominas desarrolla una intensa labor crítica en<br />

revistas, entre las que destaca su labor de coeditor en panfletocalidoscopio.com y sus constantes escritos<br />

en Revista de Letras, Culturamas, Literaturas, Benzina, <strong>Excodra</strong>, Serra d'Or y otros medios nacionales e<br />

internacionales. Asimismo trabaja en la radio, hasta el año pasado en Cadena SER y desde 2011 en Radio<br />

Nacional en Catalunya en el programa Wonderland. Puedes visitarlo aquí:<br />

http://www.corominasijulian.blogspot.com<br />

Manuel Laza Zerón. Desde<br />

1944 hasta hoy, camino. Primero lo<br />

hice a gatas, ahora lo hago a dos<br />

patas, y no sé si acabaré otra vez a<br />

gatas, je je. O a tres : con un<br />

bastoncito de vejete, jejeje. Tampoco<br />

sería para tanto, ¡hay tantos así!


Santiago Tena nació el 29 de julio de 1965<br />

en Montevideo (Uruguay). Es español y reside<br />

en Madrid.<br />

En 1994 obtuvo el IX Premio de Poesía<br />

Antonio Oliver Belmás, de Cartagena (Murcia)<br />

con su libro Última voz, que publicó en 1995 la<br />

Editora Regional de Murcia. La mansedumbre<br />

calculada fue publicada en 1998 por SIAL<br />

(Madrid). Esta misma editorial publicó en 2004<br />

Aunque Dios tenga sed. <strong>Lo</strong>s tres son libros de<br />

poemas. Colabora como articulista en el diario<br />

ABC de Madrid desde 1997.<br />

Lucía de Fraga. Das sonorosas<br />

cordas, 2005 (Eneida); 80 voces poéticas<br />

2006 (Sial); Hilanderas 2006 (Amargord);<br />

Nostalgia del Acero 2006 (Follas Novas);<br />

Pensar en tiempos de Oscuridad.<br />

Homenaje al profesor Sergio Vences<br />

(Universidade da Coruña, Couceiro Bueno<br />

(ed.), 2006); La manera de recogerse el<br />

pelo.Generación Blogger (Bartleby<br />

editores, 2010), Yo soy mujer. Mención de<br />

Honor (Mujeres Petas Internacional),<br />

Viscerales (Ediciones del Viento, 2011);<br />

Nocturnos (Origami, 2011);El Péndulo de<br />

las Emociones (2011, ed. La Fragua de<br />

Metáforas); Maratón de Escritores (Visión<br />

Libros, Enrique Gracia y Emilio porta (ed),<br />

2011); Guía viva de ortodxos y<br />

heterodoxos en la poesía gallega contemporánea (Antonino Nieto (ed); Endymion Poesía, 2012), etc<br />

. Ex-columnista en El Correo Gallego. Labores de investigación literaria y publicaciones en Peter<br />

Lang, con Frank Baasner y Acero Yus, en el Anuario de estudios literarios Gallegos, etc. Miembro de<br />

la Asociación española de Historiadores del cine (colaboraciones). Colaboraciones en la revista<br />

digital "Groenlandia" de Ana Patricia Moya y "Revista Áurea" de Miguel <strong>Lo</strong>sada, entre otras.


Francisco Espinosa Martín.<br />

Nací en Málaga el 6 de mayo del 71.<br />

Ahora vivo en Pamplona. He<br />

trabajado en varias cosas diferentes,<br />

pero donde más en el INE. Llevo<br />

parado desde finales de abril. Fue<br />

entonces cuando empecé a escribir<br />

(bueno, antes había escrito versos para<br />

regalo y algunos relatos). Y poco<br />

más. Quizá apuntar que estudié<br />

Ciencias Políticas.<br />

Carlos-Esteban Resano Vasilchik. Buenos Aires 22<br />

de octubre de 1956. Vive en Buenos Aires hasta 1976. Se<br />

traslada a Mar del Plata, provincia de Buenos Aires donde<br />

estudia arquitectura. Obtiene el título de arquitecto en 1982 y<br />

comienza la tarea profesional. Dicta cursos de dibujo<br />

arquitectónico para la ASOCIACIÓN DE ARQUITECTOS DE<br />

MAR DEL PLATA. Exposiciones colectivas de arquitectura y<br />

dibujo artístico. Colaboración con revista de arte i cultura<br />

(INTEGRARTE). Se traslada a Barcelona en 1988. Fija su<br />

domicilio en El MASNOU, província de Barcelona.Desarrollat<br />

la tarea profesional juntamente acon la plástica.Colaboración<br />

con publicaciones del àmbito local (Castelldefels) y de<br />

Argentina (INTEGRARTE). Exposición Colectiva EL ARTE<br />

EN EL CÓMIC\" en Sant Pol de Mar, Galeria Sant Pol Art<br />

(2003)Exposición Individual restaurant EL BLAU, El Masnou<br />

(2004)Exposició Individual restaurant EL BLAU, El Masnou<br />

(2009)Exposició Colectiva \" RECORDANDO A GENIA\", en<br />

Sant Pol de Mar, Galeria Sant Pol Art (2010). Exposición<br />

permanente en Espacio de arte de ARQNOU scp. Exposición<br />

Indiv¡dual Sala Leix del Raval, Febrer/2011.


C o n c e p t<br />

International online ART Project on FB<br />

abstract art // painting / photography<br />

True art takes note not merely of form but<br />

also of what lies behind... /Mahatma<br />

Gandhi/<br />

http://fbconcept.tumblr.com/<br />

The project was founded by Elena Korn<br />

Elena Korn, 1.06.1972<br />

https://www.facebook.com/ElenaKornPh<br />

otography<br />

"There is only one power that can<br />

modify the consciousness of people it is<br />

Art!"


Agustín Calvo Galán. Nacido en<br />

Barcelona, 1968. Ha publicado los libros de<br />

poemas: Letras transformistas, una selección de<br />

sus poemas conceptuales y visuales (2005), Otra<br />

ciudad (libro objeto, 2006) Poemas para el<br />

entreacto (2007) y A la vendimia en Portugal,<br />

(2009). Y, desde el colectivo Labcrom di Sol, ha<br />

promovido la publicación de homenajes a poetas<br />

experimentales contemporáneos. Su obra como<br />

poeta visual ha sido recogida en diferentes<br />

antologías especializadas como Poesía<br />

experimental española (1963-2004) Ed.<br />

Marenostrum (2004), Breviario de poesía<br />

experimental y mail-art. Ed. Corona del Sur<br />

(2006). Poesía visual española (antología<br />

incompleta) Ed. Calambur (2007), Fragmentos de<br />

entusiasmo, poesía visual española (1964-2006)<br />

Ayuntamiento de Guadalajara (2007). Esencial<br />

visual Instituto Cervantes de Fez (Marruecos,<br />

2008). Ojos que sí ven, antología de poetas<br />

experimentales de México y España Ed. Corona<br />

del Sur (2010), etc. En marzo de 2008 participó<br />

como ponente en el I encuentro con la poesía<br />

española contemporánea en la Universidad de<br />

Bari (Italia). Colabora habitualmente en revista y<br />

publicaciones de poesía. Desde noviembre de 2006 hace crecer un blog de interconexión entre poetas<br />

españoles llamado [las afinidades electivas].<br />

Exposiciones: Por otro lado, ha participado en numerosas exposiciones colectivas con sus poemas<br />

visuales, además, ha realizado exposiciones en solitario: “Letras transformistas”, poemas visuales y<br />

collages, junio de 2003, Centre Cívic Drassanes (Barcelona), “Fotopoemas”, diciembre de 2006, La<br />

Vaquería (Tarragona), “Proyecto Desvelos”, abril de 2008, Sala Valentina (Barcelona), "Poemas y<br />

objetos" octubre de 2008, Ateneu Igualadí (Igualada, Barcelona), "Fotopoemas" julio de 2010, Centre<br />

Cívic Ca l'Herrero, Portbou (Girona) y "Paisatges i poemes visual" abril de 2011, Biblioteca de Ripollet.<br />

Aurora Martín. Si bien es<br />

cierto que mi introducción a la<br />

fotografía, a mis18 años, fue<br />

puramente casual, desde el primer<br />

momento tuve claro que era eso a<br />

lo que quería dedicarme de forma<br />

profesional, que era la fotografía lo<br />

que me llenaba de verdad. Fue<br />

entonces cuando mi vida hizo un<br />

giro de 180 grados, y es que con la<br />

fotografía empezó a desarrollarse una cosa todavía por descubrir... mi faceta más expresiva,<br />

sentimental y melancólica. Poco a poco empecé a entender que, no tan sólo las cosas materiales y<br />

tangibles, sino los hechos, los pensamientos y la vida en general también podían ser presos de<br />

diferentes puntos de vista, de diferentes ángulos, diferentes enfoques...


S. Tallón. Nací el 14 de diciembre de 1990, soy de Granada, y estudio Arte.<br />

Vicenç Rodríguez Bosch<br />

(20/07/1978 - BCN), intenta que la<br />

fotografía sea una cosa verdadera.<br />

Es una ilusión de la realidad con la<br />

que creamos nuestro propio mundo<br />

privado.<br />

Siempre busca cosas nuevas y con<br />

su cámara en mano intentará hacer<br />

que las cosas más simples se<br />

conviertan en una inmensa fuente<br />

de arte.<br />

Ludovica Bastianini es<br />

Licenciada en la Facultad de<br />

Conservación del Patrimonio<br />

Artístico, realizó los Cursos de Dibujo<br />

y de Ilustración en la Escuela Comix<br />

de Nápoles y publicó con las<br />

Editoriales "L'isola dei ragazzi" y<br />

"Larcher editore", además fue<br />

premiada en el Concurso Fotográfico<br />

"Cucu tete", sobre la relación entre la<br />

ciudad y los niños. Ahora estudia la<br />

especialización universitaria de<br />

Historia del Arte Contemporáneo en<br />

la Universidad Suor Orsola Benincasa<br />

de Nápoles, participando también en<br />

el Curso Profesional de Fotografía de<br />

Autor en el Instituto Idep de<br />

Barcelona. Parte de sus obras pueden<br />

ser vistas aquí:<br />

http://www.ludovicabastianini.com/Ho<br />

me.html


Caroline Huwart. I'm a photograph amateur<br />

that has been hooked a couple of years ago . I first<br />

watched other people pictures on different photo<br />

groups. It took me quite a while before finding the<br />

courage of posting that first picture on one of them.<br />

I discovered a new way of expression and feelings.<br />

I'm passionate, it feeds my soul. I learned to see<br />

things with a different eye. Minimalism, is what I<br />

enjoy the most for the moment. My camera is like a<br />

second skin, always with me. I don't know anything<br />

about technic. ( I know I should put some effort in it<br />

) but what drives me is what my eye catches and the<br />

feelings I get out of it.<br />

Imagen Portada: Caroline Huwart


Mario Bellatín. Ciudad de México, 23 de julio de 1960. OBRA: -Mujeres de sal, Editorial Lluvia,<br />

Lima, 1986<br />

-Efecto invernadero, Jaime Campodónico Editor, Lima, 1992<br />

-Canon perpetuo, Jaime Campodónico Editor, Lima, 1993<br />

-Salón de belleza, Jaime Campodónico Editor, Lima, 1994 (Tusquets Editores, México D. F., 1999)<br />

-Damas chinas, Ediciones El Santo Oficio, Lima, 1995 (Editorial Anagrama|Anagrama]], 2006)<br />

-Tres novelas, Ediciones El Santo Oficio, Lima, 1995)<br />

-Poeta ciego, Tusquets Editores, México D. F., 1998<br />

-El jardín de la señora Murakami,<br />

Tusquets Editores, México D. F., 2000)<br />

-Flores, Matadero-LOM, Santiago de<br />

Chile, 2000 (Anagrama 2004)<br />

-Shiki Nagaoka: Una nariz de ficción,<br />

Editorial Sudamericana, Barcelona,<br />

2001<br />

-La escuela del dolor humano de<br />

Sechuán, Tusquets Editores, México<br />

D. F., 2001<br />

-Jacobo el mutante, Aguilar /<br />

Alfaguara, 2002<br />

-Perros héroes, Alfaguara, 2003 (a<br />

fines de 2011 la editorial chilena<br />

Pehuén lo reeditó con ilustraciones de<br />

Tomás Ives6 )<br />

-Obra reunida, Alfaguara, 2005;<br />

contiene: Salón de belleza; Efecto<br />

invernadero; Canon perpetuo; Damas<br />

chinas; La escuela del dolor humano<br />

de Sechuán; El jardín de la señora<br />

Murakami; Bola negra; Shiki<br />

Nagaoka: Una nariz de ficción; La<br />

mirada del pájaro transparente, Flores;<br />

y Underwood portátil<br />

-Lecciones para una liebre muerta,<br />

Anagrama, 2005<br />

-Underwood portátil modelo 1915,<br />

Sarita Cartonera, Lima, 2005<br />

-La jornada de la mona y el paciente,<br />

Almadía, 2006<br />

-Pájaro transparente, Mansalva, 2006,<br />

"rearmado de obras anteriores"7<br />

-El gran vidrio, Anagrama, 2007<br />

-Condición de las flores, Entropía, 2008<br />

-<strong>Lo</strong>s fantasmas del masajista, Eterna Cadencia, 2009<br />

-Biografía ilustrada de Mishima, Entropía; Matalamanga, 2009<br />

-El pasante de notario Murasaki Shikibu, Editorial Cuneta, Santiago de Chile, 2011<br />

-Disecado, Sexto Piso, México, 2011<br />

-La clase muerta, Alfaguara, México, 2011; contiene dos textos: Biografía ilustrada de Mishima y <strong>Lo</strong>s<br />

fantasmas del masajista<br />

-La mirada del pájaro transparente, con ilustraciones de Daniel Bravo; Pehuén Editores, Santiago de<br />

Chile, 2011<br />

-El libro uruguayo de los muertos, Sexto Piso, México, 2012


LO ONÍRICO<br />

NÚMERO X<br />

NOVIEMBRE 2012<br />

REVISTA EXCODRA<br />

http://www.excodra.com

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