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Diario Co Latino<br />
16<br />
REALIDAD NACIONAL<br />
Viernes <strong>21</strong> <strong>de</strong> abril <strong>de</strong> <strong>2017</strong><br />
Riesgos y responsabilidad gubernamental<br />
Luis Armando González<br />
El emjambre sísmico <strong>de</strong> la recién<br />
pasada Semana Santa nos volvió<br />
a recordar que vivimos en un país<br />
en el que los riesgos medioambientales<br />
están a la or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l día. Es algo que<br />
lamentablemente siempre se nos olvida,<br />
pero la naturaleza se encarga, <strong>de</strong> cuando<br />
en cuando, <strong>de</strong> ponernos los pies sobre la<br />
tierra. No es este el peor lugar <strong>de</strong>l mundo<br />
para vivir, al contrario: tiene en su clima<br />
y geografía variadas cosas extraordinarias<br />
que son la envidia <strong>de</strong> quienes no las<br />
poseen en otras latitu<strong>de</strong>s. Pero no todo<br />
es miel sobre hojuelas: la naturaleza<br />
nos suele jugar trampas a las que ya<br />
<strong>de</strong>beríamos estar acostumbrados, pero<br />
que usualmente nos sorpren<strong>de</strong>n como<br />
si nunca hubiésemos sabido <strong>de</strong> ellas.<br />
Los temblores y terremotos hacen parte<br />
<strong>de</strong> esas sorpresas poco gratas que nos<br />
sacu<strong>de</strong>n la vida y nos hacen sentir cuan<br />
frágiles somos.<br />
Al calor <strong>de</strong> la cultura neoliberal <strong>de</strong> los<br />
años 90, se impuso la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que cada<br />
quien, a nivel individual, era responsable<br />
<strong>de</strong> su fragilidad (o fortaleza) ante la<br />
arremetida <strong>de</strong> fenómenos naturales o<br />
socio naturales. Es <strong>de</strong>cir, cada quien era<br />
responsable no solo <strong>de</strong> la dinámica <strong>de</strong><br />
vida que lo había llevado hasta el lugar<br />
en el que se encontraba a la hora <strong>de</strong> tal<br />
o cual fenómeno, sino <strong>de</strong> la forma en la<br />
cual enfrentaba la situación y salía <strong>de</strong> ella.<br />
No se esperaba que el Estado (o el Gobierno)<br />
tuviera que ver algo en el asunto,<br />
en el cual se entendía y aceptaba que<br />
cada uno estaba solo, enfrentando sus<br />
responsabilida<strong>de</strong>s familiares con sus<br />
propias fuerzas y recursos (a lo sumo<br />
ayudado por instituciones caritativas, por<br />
ejemplo, <strong>de</strong> la Iglesia o <strong>de</strong> organizaciones<br />
internacionales). Esta visión <strong>de</strong> las cosas<br />
se pue<strong>de</strong> rastrear ya en los años ochenta.<br />
En efecto, en el terremoto <strong>de</strong> 1986 que<br />
sacudió violentamente la capital, miles<br />
<strong>de</strong> familias enfrentaron la crisis con sus<br />
propias fuerzas y recursos, sin esperar<br />
ni recibir nada <strong>de</strong>l Gobierno <strong>de</strong> turno.<br />
En las dos décadas siguientes, se impuso<br />
la lógica <strong>de</strong> que el Estado (y no solo el<br />
Gobierno) no tenía responsabilidad social<br />
alguna, pues era el mercado el que<br />
“Pero para que el círculo se cierre positivamente<br />
es importante no caer en el extremo<br />
<strong>de</strong> creer que todo lo que les suce<strong>de</strong> a las personas<br />
es responsabilidad <strong>de</strong>l Gobierno”.<br />
<strong>de</strong>terminaba la suerte <strong>de</strong> cada cual, según<br />
sus propios recursos y capacida<strong>de</strong>s. El individualismo,<br />
el mercantilismo, la privatización<br />
y el consumismo hicieron <strong>de</strong> las suyas. Se<br />
erosionó la convivencia social, las familias<br />
quedaron <strong>de</strong>sprotegidas ante amenazas <strong>de</strong><br />
todo tipo (no solo naturales, sino también<br />
sociales) y la violencia social prosperó a sus<br />
anchas, sin que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Estado se asumieran<br />
compromisos con el bienestar <strong>de</strong> la gente.<br />
Fue hasta 2009 que la lógica anterior comenzó<br />
a ser superada por otra en la que el<br />
Estado, a través <strong>de</strong>l Ejecutivo, comenzó a<br />
asumir una responsabilidad in<strong>de</strong>legable con<br />
el bienestar, la seguridad y la convivencia<br />
sociales. Comenzó a cobrar vigencia la tesis<br />
<strong>de</strong> que las personas, sobre todo las más débiles<br />
y vulnerables, no pue<strong>de</strong>n ser <strong>de</strong>jadas a<br />
la intemperie solo con sus propios recursos<br />
y energías. Des<strong>de</strong> entonces se comenzó<br />
a hablar <strong>de</strong> políticas públicas (<strong>de</strong> lo cual la<br />
gente no tenía i<strong>de</strong>a), lo mismo que <strong>de</strong> mecanismos<br />
<strong>de</strong> protección social impulsados<br />
por el Gobierno no solo ante situaciones <strong>de</strong><br />
emergencia, sino en la vida cotidiana. Es<br />
<strong>de</strong>cir, se comenzó a enten<strong>de</strong>r que la suerte<br />
<strong>de</strong> las personas no solo <strong>de</strong>pendía <strong>de</strong> lo que<br />
individualmente pudieran o no hacer, sino<br />
también <strong>de</strong> lo que hicieran para su protección<br />
las instituciones <strong>de</strong>l Estado.<br />
A partir <strong>de</strong> 2014 se potenciaron extraordinariamente<br />
los mecanismos <strong>de</strong> protección social,<br />
dando lugar, entre otras cosas, a un eficaz<br />
sistema <strong>de</strong> protección civil que se hace cargo<br />
<strong>de</strong> las situaciones <strong>de</strong> emergencia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />
Gobierno.<br />
Estamos lejos <strong>de</strong> aquellos momentos en los<br />
cuales las familias, ante una calamidad, se<br />
quedaban solas, a la espera <strong>de</strong> lo que la<br />
suerte o una mano caritativa dieran el auxilio<br />
esperado. En estos momentos –tal como fue<br />
puesto en evi<strong>de</strong>ncia durante la Semana Santa—<br />
hay un claro compromiso <strong>de</strong>l Gobierno<br />
ante situaciones que afectan la vida <strong>de</strong> los<br />
salvadoreños.<br />
Ciertamente, no se trata <strong>de</strong> un sistema <strong>de</strong><br />
protección civil perfecto que ofrezca solución<br />
a todo y siempre lo haga <strong>de</strong> la mejor manera.<br />
Hay notables fallas <strong>de</strong> coordinación<br />
en el manejo y difusión <strong>de</strong> la información;<br />
se hecha en falta una voz <strong>de</strong> mando que<br />
sea el referente principal para todas las<br />
instancias involucradas; se corre el riesgo<br />
<strong>de</strong> que el protagonismo excesivo <strong>de</strong> algún<br />
funcionario se confunda con el necesario<br />
li<strong>de</strong>razgo; <strong>de</strong>be haber una mayor claridad<br />
y separación entre los mensajes políticos<br />
(<strong>de</strong> or<strong>de</strong>n, <strong>de</strong> confianza, <strong>de</strong> tranquilidad) y<br />
la información técnica que se ofrece a la<br />
población…<br />
En fin, son retos superables, que no <strong>de</strong>sdicen<br />
la eficacia, compromiso y responsabilidad<br />
<strong>de</strong> quienes integran nuestro sistema<br />
<strong>de</strong> protecciòn civil.<br />
Una cosa es clara: las familias salvadoreñas<br />
<strong>de</strong>l presente, a diferencia <strong>de</strong> las <strong>de</strong>l pasado,<br />
cuentan con un aparato <strong>de</strong> Gobierno<br />
que se sabe responsable <strong>de</strong> su bienestar<br />
y seguridad. Pero para que el círculo se<br />
cierre positivamente es importante no caer<br />
en el extremo <strong>de</strong> creer que todo lo que les<br />
suce<strong>de</strong> a las personas es responsabilidad<br />
<strong>de</strong>l Gobierno. Hay asuntos que sí, naturalmente,<br />
y sobre ellos se le <strong>de</strong>be pedir<br />
cuentas. Hay asuntos que no, es <strong>de</strong>cir,<br />
que son responsabilidad <strong>de</strong> las personas,<br />
<strong>de</strong> las familias y <strong>de</strong> las comunida<strong>de</strong>s. El<br />
autocuido, el autocontrol, la mo<strong>de</strong>ración,<br />
el respeto a nuestros semejantes, el cuido<br />
<strong>de</strong>l entorno, la pru<strong>de</strong>ncia, el respeto a las<br />
leyes… Esas son esferas en la que cada<br />
quien, personalmente, <strong>de</strong>be actuar correctamente,<br />
pues si <strong>de</strong> fallas personales se<br />
<strong>de</strong>rivan situaciones peligrosas y lamentables<br />
la responsabilidad no pue<strong>de</strong> ser menos<br />
que personal. Por ejemplo, el tema <strong>de</strong> los<br />
acci<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> tránsito hay que preguntarse<br />
cuántos pudieron haber sido evitados<br />
con una dosis <strong>de</strong> pru<strong>de</strong>ncia, mo<strong>de</strong>ración<br />
y respeto a las leyes por parte <strong>de</strong> quienes<br />
los pa<strong>de</strong>cieron.<br />
Cuidémonos, pues, <strong>de</strong> no pasar <strong>de</strong> una<br />
lógica en la cual el Gobierno no tenía responsabilidad<br />
social alguna a otra en la cual<br />
<strong>de</strong>scargamos toda la responsabilidad por<br />
el bienestar social en aquél.