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desconocido, y si cada vez era más lejano mejor, o encontrar<br />
una subida más chunga que la más chunga de las<br />
subidas hasta entonces, o reventar la velocidad máxima<br />
del cuentakilómetros en cualquier bajada. Juntos descubrieron<br />
una forma de moverse por el<br />
mundo estando fuera de él, porque<br />
cuando giraban las ruedas, todo<br />
lo demás era secundario.<br />
Ella nunca puso pegas a los deseos<br />
de él por muy disparatados<br />
que fuesen. Daba igual recorrerse<br />
Gipuzkoa de punta a punta con un<br />
plátano y 200 pesetas en el maillot,<br />
forrarse de plásticos para plantar cara<br />
a un aguacero que quería joder la<br />
salida del domingo, o incluso<br />
pasear por la antigua N-I<br />
la resaca de una madrugada<br />
loca en las fiestas<br />
del barrio. Nada ni<br />
nadie se interponía<br />
entre los dos. Comenzaron<br />
a relacionarse<br />
con más<br />
parejas en un<br />
club cicloturista,<br />
con quienes<br />
compartieron<br />
aventuras y<br />
confidencias<br />
sobre el asfalto,<br />
y también<br />
se demostraron<br />
el uno al otro que<br />
juntos eran capaces de superar todos<br />
los retos en los que se pusieron<br />
a prueba. Y así, año tras año.<br />
Dicen que las bonitas historias tienen felices finales, pero<br />
no fue el caso en ésta. De repente, llegó un día en el que<br />
él faltó a su cita. Después vino un segundo, un tercero,<br />
más tarde una capa de polvo, unas ruedas deshinchadas...<br />
A día de hoy, él aun se corroe cada vez que recuerda el<br />
destino que le dio a su bicicleta cuando tuvo que dejar<br />
vacío el trastero en el que la guardaba. Nunca más ha<br />
sabido de ella, y con casi toda seguridad, nunca lo sabrá.<br />
Tampoco hubo más bicicletas de carreras... ni pueblos,<br />
ni subidas chungas, ni records de velocidad. Atrás quedó<br />
aquella puñetera maravilla que descubrieron juntos.<br />
La diferencia entre recuerdo y sensación, es que mientras<br />
el recuerdo te trae a la memoria algo pasado,<br />
la sensación es capaz de hacerte<br />
revivir un momento para volver a<br />
ponerte los pelos de punta, y así,<br />
casi veinte años después, él aun<br />
es capaz de volver a estremecerse<br />
viendo algunas fotografías juntos,<br />
viejos trofeos o aquel<br />
maillot blanco y verde<br />
que tantos días vistió...<br />
eso sí, siempre con<br />
algún lamento de<br />
no haber encontrado<br />
nunca una<br />
explicación de por<br />
qué hostias faltó a<br />
aquella cita.<br />
... a veces, la razón<br />
es sometida<br />
por extraños impulsos<br />
que se escapan<br />
de toda lógica, por muy lógica que sea.