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Farolillo Rojo<br />
por encima de la bici de Skibby, que quedó inservible. El<br />
vehículo fue recibido en meta con lanzamiento de piedras<br />
por espectadores encolerizados.<br />
El Koppenberg fue reintroducido en el recorrido de Flandes<br />
en los años 2000 después de importantes obras de<br />
reforma. Justo en una época en que se ha tomado gusto<br />
nuevamente a las pendientes extremas. Tirreno-Adriático<br />
y Vuelta al País Vasco son algunas de las carreras en las<br />
que se ha visto a los ciclistas ejercitarse a pie en cuestas<br />
de cabras.<br />
El “sterrato” es otra de las modas actuales. Comenzó la<br />
aventura con la cicloturista “L’Eroica”, organizada en la<br />
región de Toscana, para pasar a ser una carrera profesional<br />
que actualmente lleva el nombre de Strade Bianche.<br />
Fue tal el éxito, que los organizadores, los mismos que los<br />
del Giro, decidieron en 2010 proyectar una etapa de la<br />
corsa rosa por aquel terreno. Después han venido otras<br />
etapas, la última el pasado año. Tampoco el “sterrato” es<br />
algo nuevo. Ya en el Giro 69 hubo paso por caminos de<br />
tierra y en los años 70, 80 y 90 se pasaba por puertos de<br />
montaña sin asfaltar, entre ellos el Gavia.<br />
Mencionábamos antes a Torriani y a este organizador del<br />
Giro bien podría serle concedido el premio a la creatividad.<br />
Suya fue, por ejemplo, la idea de hacer pasar una<br />
etapa contra reloj del Giro por el centro de Venecia, unas<br />
calles en las que parecía inconcebible ver una carrera<br />
ciclista. Fue preciso forrar los puentes con tablas para<br />
que pudieran pasar los ciclistas. También se le ocurrió<br />
una mañana que el final de la carrera rosa terminara en<br />
“Tuvo la ocurrencia de hacer pasar a<br />
los ciclistas por el Muro de Sormano,<br />
imposible para dicha época”<br />
el puerto más duro de la carrera, el Stelvio. Y lo hizo.<br />
Pero quizás la rareza mayor fue organizar una contra reloj<br />
cuesta abajo. Fue en la edición de 1987, la llamada<br />
“cronobajada del Poggio”. No hubo que lamentar daños<br />
personales.<br />
Sin embargo, a Torriani, con todo lo excéntrico que era,<br />
no se le pasó por la cabeza circular por un collado en tan<br />
malas condiciones como el Monte Crostis. En cambio, a<br />
uno de sus sucesores en el cargo le pareció una buena<br />
idea. Esta montaña era muy estrecha y tenía una bajada<br />
espeluznante con precipicios que daban vértigo. Para colmo<br />
se anunciaba muy mal tiempo el día de la etapa. Para<br />
mejorar la seguridad de los ciclistas colocaron redes<br />
como las utilizadas en las pruebas de descenso de esquí<br />
y colchones en las aristas de las rocas. Hubo protestas<br />
encubiertas y finalmente la carrera no pasó por allí.<br />
En el Giro también tuvieron la ocurrencia de terminar su<br />
carrera en lugares poco convencionales como la Arena<br />
de Verona. Y lo hicieron varias veces. Desde 1981, 1984<br />
y en 2010. En la Vuelta acabó una crono por equipos en<br />
la plaza de toros de Pamplona, en 2012. Las pistas de<br />
atletismo, aquellas llamadas de ceniza, antes del tartán,<br />
fueron utilizadas también como finales de etapa, incluso<br />
en el Tour. Las caídas por derrapes en las curvas estaban<br />
garantizadas. Incluso los caballos vieron como sus hipódromos<br />
eran profanados por los ciclistas, como fue el<br />
caso del Tour 78 en Biarritz.<br />
Está fresca en la memoria la llegada de la Vuelta 2002<br />
al Estadio Santiago Bernabeu, pero lo cierto es que eso<br />
de las metas en los antros futboleros era muy frecuente<br />
en la ronda hispana en los años 60. Y en esa época no<br />
entraban los ciclistas al campo de modo simbólico, como<br />
en el caso del feudo madridista. Daban la vuelta entera.<br />
Eso sí, no iban por la hierba, sino por un velódromo<br />
portátil que instalaba el organizador. Mestalla, en Valencia,<br />
El Sardinero, en Santander, El Plantío, en Burgos, Atotxa,