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cercó a mí, como juntándonos y me dio un revolver y yo pregunté<br />
para qué.<br />
-¡Anda a recuperar tu Falcón! ¡No seas pelotudo! Y si tenés<br />
que cagarlos a tiros ¡Cagalos a tiros!<br />
Metí el arma entre mis ropas y me dirigí a la cafetería a paso<br />
firme. Eché un vistazo desde afuera y vi que había mucha gente.<br />
Los ladrones de mi auto estaban en una mesa del fondo como<br />
dos tortolitos. Ingresé y caminé despacio hacia ellos. La mujer<br />
me vio primero y se quedó como de piedra, cuando el chico<br />
quiso reaccionar, ya le había puesto el revolver en la cabeza.<br />
-¡Dame las llave de mi auto o te la vuelo acá mismo!<br />
No eran más que dos novatos que vieron a un estúpido y le<br />
robaron el auto, porque en esos momentos no eran más que<br />
dos asquerosos cagones. Cuando me dieron las llaves, el tipo<br />
que me había traído estaba atrás mío y me dijo:<br />
-¡Llévate a la chica!<br />
-¿Qué?<br />
- Hazla tu rehén, yo sé lo que te dijo. Así esta mierda –<br />
señalando al muchacho -no te denuncia ni te sigue.<br />
Nos la llevamos a la chica de un brazo hasta afuera. Subí a<br />
mi Falcón y a punto de irme estaba cuando mi amigo me señaló<br />
a la chica.<br />
-¿Y ésta?<br />
-No la quiero. –dije –si usted la quiere llevar, es suya.<br />
-Ella te robó el auto a vos, no a mí. Llévala y mátala por ahí.-<br />
insistió el tipo y hasta me dio su revólver y una dirección de Mar<br />
del Plata para que luego se la devuelva.<br />
No nos habíamos dado cuenta, o al menos yo, que la poca<br />
gente de la cafetería nos observó todo el tiempo y al irnos miraban<br />
desde adentro lo que hacíamos, no quedaba otra salida<br />
que irnos rápidamente. Arranqué a toda velocidad, como escapando<br />
de allí, con la chica a mi lado.<br />
-Unos kilómetros más adelante me detendré y entonces... –<br />
indiqué haciendo de malo y mostré el arma.<br />
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