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lumbraba y atónito me dejaba que no sabía hacia donde enfocar<br />
primero. Al salir del trance, me senté en la arena frente al<br />
mar y rodeado de cientos y cientos de mujeres hermosas,<br />
atractivas, exuberantes, preciosas… pensé: ¿Sabrán mis amigos<br />
que existe el paraíso? Y pensé otra más ¡De acá no me<br />
voy más!, y estaba pensando en algo más cuando una mujer,<br />
tal vez un par de años más que yo, me habló:<br />
-¡Por favor, cuida mis cosas!<br />
No alcancé a decir que sí o que no, que salió apresuradamente<br />
hacia al mar.<br />
Me puse de pie para mirarla mejor entre tanto gentío, y vi<br />
que se metió al agua. Esa mujer tenía un cuerpo lo que se dice<br />
¡Descomunal!, me senté de nuevo y una vocecita en mi interior<br />
me preguntó: ¿Cambiarías el Falcón por una mujer como ella?<br />
Yo respondí: Ni por una, ni por cien, ni por todas las mujeres<br />
del mundo y eso que yo a la mujer la admiro, la amo y la deseo,<br />
pero el Falcón… El Falcón es otra cosa, el Falcón es como…<br />
-aquella mujer regresó cortándome la inspiración.<br />
-¡Gracias! –dijo a secas y toda mojada de mar que cuando<br />
sacudió la cabeza, cientos de gotas cayeron sobre mí.<br />
-¡Ejem! –hice para que sepa que me mojaba, pero no se<br />
dio cuenta o no le importó.<br />
Ella, la mujer descomunal, se quedó de pie a dos centímetros<br />
de mí y luego de varios minutos giro para ponerse de cara<br />
al sol y… me sentí acalorado y hasta sentí vergüenza de estar<br />
ahí, tan pegadito a… me di vuelta para otro lado para no verla<br />
más.<br />
Al girar mi rodilla choco con una rodilla huesuda de una rubiecita<br />
paliducha y delgada hasta el descalabro que estaba<br />
sentada ahí. Sus ojos eran grandes y azules. Usaba lentes de<br />
aumento y su nariz era fina y puntiaguda como la de un pingüino.<br />
Después a simple vista no tenía nada de nada. Sus piernas<br />
largas eran dos palitos y… ¡No tenía tetas!<br />
-¡Hola! – dijo con una voz de pajarillo.<br />
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