26.12.2017 Views

AguaTinta Nº31

HIJOS DE ÁFRICA - Diciembre de 2017

HIJOS DE ÁFRICA - Diciembre de 2017

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

venidos de la madre patria africana que hoy veneran los<br />

descendientes de yorubas, mandingas, carabalíes, congos,<br />

angolas y tantas etnias que con el paso de los siglos se<br />

mezclarían con andaluces, gallegos, catalanes, vascos,<br />

castellanos y también franceses, holandeses, escoceses e<br />

ingleses, para formar una amalgama diversa, bulliciosa y<br />

difícilmente definible que es hoy otra África: El Caribe.<br />

Con la esclavitud como primer hecho fundacional, que<br />

reúne en una misma cuenca africana poblaciones que van<br />

del sur de la Florida a las islas –las Antillas, la definición<br />

más estrecha existente sobre la región–, pasando por las<br />

costas caribeñas y del norte de América del sur, Colombia,<br />

Venezuela, las Guayanas y, más al sur y alejado, el nordeste<br />

brasileño, el mar Caribe, como marco geográfico pero no<br />

único, y la gran revolución haitiana, como pauta histórica,<br />

es la cultura mestiza, llamada afrocaribeña, la que marca<br />

con el hierro ardiente de los siglos una identidad que<br />

se debate en el drama sin solución de la fusión carnal y<br />

espiritual entre la víctima y su verdugo.<br />

Sombras que sólo yo veo, me escoltan mis dos abuelos/<br />

Lanza con punta de hueso, tambor de cuero y madera: mi<br />

abuelo negro/ Gorguera en el cuello ancho, gris armadura<br />

guerrera: mi abuelo blanco/ Pie desnudo, torso pétreo los<br />

de mi negro;/ pupilas de vidrio antártico las de mi blanco<br />

(…) ¡Qué largo fulgor de cañas! ¡Qué látigo el del negrero!/<br />

Piedra de llanto y de sangre, venas y ojos entreabiertos,/<br />

y madrugadas vacías, y atardeceres de ingenio, y una gran<br />

voz, fuerte voz, despedazando el silencio./¡Qué de barcos,<br />

qué de barcos, qué de negros!/ Sombras que sólo yo veo,<br />

me escoltan mis dos abuelos./ Don Federico me grita y<br />

Taita Facundo calla;/ los dos en la noche sueñan (…) los<br />

dos del mismo tamaño,/ ansia negra y ansia blanca,/ los<br />

dos del mismo tamaño,/ gritan, sueñan, lloran, cantan./<br />

Sueñan, lloran. Cantan./ Lloran, cantan./ ¡Cantan! (Nicolás<br />

Guillén, West Indies Ltd.).<br />

Fusión, confusión, mestizaje, sincretismo, síntesis,<br />

mezcla. Académicos, poetas, periodistas caribeños acuden<br />

a múltiples términos para tratar de definir, o al menos<br />

describir, la enorme complejidad de la cultura surgida de<br />

un choque de titanes que derivó en la sumisión y luego en<br />

la rebelión. Y en esta cultura de culturas, las religiones son<br />

las principales productoras de sentido y de significados en<br />

el lenguaje artístico y en el modo de vida cotidiano.<br />

Más allá de los esfuerzos académicos, son los poetas<br />

caribeños quienes han tratado de dar respuesta a su<br />

manera, a esta necesidad-angustia identitaria, como si<br />

al decirla se consolidara de una vez; para Aimé Césaire<br />

(1939) es “archipiélago curvado en el ansioso deseo de<br />

negarse a sí mismo”, aunque el haitiano Dany Laferrière,<br />

cuyo trabajo está sin embargo inspirado por Césaire, se<br />

opone a limitarlo a “la idea de las Antillas” por considerarla<br />

“una visión colonialista de la región”. El Premio Nobel<br />

Derek Walcott (2000) lamenta: “ningún estudio de historia<br />

señala que la belleza de las islas del Caribe pudo ayudar<br />

a sobrevivir a los esclavos; una belleza que es fuente<br />

“del vigor y la resistencia de los sobrevivientes”. Jamaica<br />

Kincaid (1988) aborda la cuestión lingüística: “¿No es<br />

extraño que el único idioma que tengo para hablar de este<br />

crimen, sea el idioma de los criminales que lo cometieron?”<br />

Mientras el barbadense Karen Lord dibuja el Caribe<br />

como “una hermosa paradoja; insular y cosmopolita,<br />

antigua y moderna, radical y conservadora, hospitalaria e<br />

implacable”.<br />

Papa Legba abre la puerta<br />

En el antiguo Reino de Oyo, los yorubas tenían su<br />

patria. Ubicado de manera imprecisa entre lo que hoy<br />

es Nigeria y el una vez llamado Dahomey y hoy Benín, el<br />

reino de los yorubas se vio implicado en sucesivas guerras<br />

a lo largo de su historia; desde las constantes agresiones<br />

de sus vecinos del otro lado del Níger hasta la agresión<br />

despiadada de los colonialistas cazadores de hombres,<br />

que convertirían a sus prisioneros en mercancías para el<br />

comercio triangular que llevaba esclavos de África a las<br />

Américas, materia prima y riquezas de éstas a Europa y<br />

baratijas y productos elaborados de poca monta hacia<br />

África; un comercio en el que se ejercía la doble explotación<br />

de los continentes del sur a favor de las potencias europeas.<br />

No es raro entonces que entre los dioses yorubas,<br />

conocidos como orishas, destaquen los guerreros, y que su<br />

religión se exprese como idea de resistencia y lucha contra<br />

la adversidad, curación, remedio e incluso una cierta<br />

agresividad en alguno de sus formas. Y que el primero de<br />

los guerreros lleve el nombre del tercer Alafin (Rey) de<br />

Oyo: Shangó. Pendenciero, borracho, mujeriego, hombre<br />

y mujer a la vez, Shangó ejecuta una danza guerrera<br />

blandiendo en el aire su doble hacha y moviéndose como<br />

si matara al león, aplastara a la serpiente y bloqueara el<br />

camino de los enemigos de su pueblo; el rojo de la sangre<br />

ha manchado sus hábitos blancos y desde ahora ambos<br />

colores le pertenecen. Antes de convertirse en una deidad,<br />

Shangó, Changó, Sangó u Ogu (en Cuba, Haití y las islas),<br />

Xangó (en Brasil) o incluso Jakuta (Nigeria y Benín), fue<br />

un rey despiadado que gobernó siete años (el Palo monte<br />

lo llama Siete Rayos) y su reino terminó con la destrucción<br />

de su palacio por un rayo. Estos hechos y sus tres esposas,<br />

Oshun, Oya y Oba, entraron en la leyenda del Orisha mayor.<br />

La herencia africana se expresa en cada país del<br />

Caribe de manera diversa: en la santería cubana, el uso<br />

de las hierbas del monte tiene una vertiente medicinal,<br />

mágica y ritual positiva –el conocimiento de la botánica<br />

tradicional, tuvo que adaptarse a la flora local, el inmenso<br />

baobab reemplazado por la modesta ceiba, por ejemplo–,<br />

mientras que en Haití, al calor de las sucesivas reyertas<br />

que dieron lugar a la revolución, el conocimiento botánico<br />

se orientó hacia el arte del envenenamiento (el primer<br />

acto de la revolución fue el de envenenar los ríos y toda el<br />

agua consumida por los colonizadores y sus animales), que<br />

llegó a incluir la controvertida y temida “zombificación”.<br />

p Eleggua o Papa Legba en una casa cubana.<br />

35

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!