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INTERÉS TURÍSTICO NACIONAL<br />
MÉRIDA I Semana Santa 2018<br />
ARTÍCULOS<br />
EL ESPIRITU SANTO, EL GRAN DESCONOCIDO<br />
Manoli Gallego Álvarez<br />
El Catecismo de la Iglesia Católica<br />
nos hace la siguiente definición<br />
del “Espíritu Santo”: “Es la Tercera<br />
Persona de la Santísima Trinidad”;<br />
siendo este el misterio central de la fe<br />
y la vida cristiana.<br />
Para conocer un poquito más al<br />
Espíritu Santo, tenemos que partir<br />
del Espíritu en la Historia, y a través<br />
de sus manifestaciones de la Biblia.<br />
Para ello se han utilizado multitud de<br />
símbolos, que nos sirvieran de ayuda<br />
a comprender mejor su existencia,<br />
pues desde el principio de la creación<br />
hasta la Plenitud de los tiempos,<br />
ha estado, está y estará siempre<br />
presente, cooperando con Dios en su<br />
misión, cuando Dios envía a su Hijo,<br />
siempre envía a su Espíritu.<br />
Algunos de los símbolos que<br />
representan al Espíritu Santo son:<br />
El Agua: Este simbolismo es<br />
significativo del Espíritu Santo en el<br />
Sacramento del Bautismo.<br />
La Unción: Es el signo sacramental<br />
de la Confirmación.<br />
El Fuego: Simboliza la energía<br />
transformadora de los actos del<br />
Espíritu.<br />
La Paloma: El Espíritu Santo<br />
desciende sobre los bautizados, así<br />
como se posó sobre Jesús cuando<br />
Juan lo bautizó en el Jordán.<br />
Todos estos y algunos más, son los<br />
símbolos que se utilizan cuando se<br />
administran los Sacramentos del<br />
Bautismo y la Confirmación, de forma<br />
más significativa, pues ya sabemos<br />
que el Espíritu Santo, está presente<br />
en todos los momentos y actos en<br />
los que está el Padre; pero en estos<br />
mencionados es donde más se<br />
utilizan (Agua, manos, aceite…).<br />
Continuando con el Catecismo de la<br />
Iglesia Católica, vemos como en uno<br />
de sus puntos nos revela que, la fe<br />
católica relativa al Espíritu Santo fue<br />
confesada por el II Concilio Ecuménico<br />
en el año 381, en Constantinopla:<br />
“Creemos en el Espíritu Santo, Señor<br />
y dador de Vida” (DS.150). Y así lo<br />
recitamos en el Credo.<br />
Pero la tradición latina del Credo<br />
confiesa que el Espíritu Santo<br />
“procede del Padre y del Hijo”, ya que<br />
son de una misma naturaleza.<br />
Así pues, desde la Creación, el<br />
Espíritu Santo de Dios comienza un<br />
tiempo de preparación, para la venida<br />
del Mesías, es la obra escondida a<br />
través de sus escritos, recogidos en<br />
el Antiguo y Nuevo Testamento, la<br />
Iglesia y todos los que la constituimos<br />
podemos conocer la gran “obra<br />
de Dios”, desde la Creación hasta<br />
nuestros tiempos.<br />
Una vez terminado este tiempo<br />
preparatorio para la venida del Mesías,<br />
llega el momento de la Concepción y<br />
para ello es elegida una joven, humilde<br />
y sencilla de Nazaret, llamada María,<br />
la cual se turba ante el anuncio del<br />
Ángel, cuando le comunica la noticia,<br />
pero éste la tranquiliza diciéndole:<br />
“El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el<br />
poder del Altísimo te cubrirá con su<br />
sombra” (Lc.1,35); vemos como el<br />
Espíritu Santo cumpliendo su misión,<br />
y unido al Hijo, se hace presente en<br />
este momento tan importante de la<br />
“Concepción del Hijo de Dios”; y María<br />
iluminada por Él pudo contestar: “He<br />
aquí la esclava del Señor, hágase en<br />
mí según tu palabra”; y se comprueba<br />
cómo se cumplía la profecía de<br />
Isaías, a quien se lo había revelado<br />
el Espíritu Santo, en su día: “He aquí<br />
que la Virgen concebirá y dará a luz un<br />
hijo” (Is.7).<br />
Y continua su misión anunciadora,<br />
de la venida del Hijo de Dios,<br />
manifestándose a los “pastores” en<br />
Belén (Lc.2, 8-20); a los “magos”<br />
(Mt.2, 1-2); a “Juan el Bautista” (Jn.1,<br />
31-34); a los “Discípulos” (Jn.2, 11). Y<br />
desde ese momento hasta siempre,<br />
la Tercera Persona de la Santísima<br />
Trinidad, está unida al Hijo de Dios<br />
en su nacimiento, en su presentación<br />
en el Templo, en su Bautismo y es<br />
precisamente, con su Bautismo en<br />
el Jordán, cuando empieza la vida<br />
pública de Jesús.<br />
Juan bautizaba a una multitud de<br />
pecadores, publicanos, fariseos,<br />
prostitutas y Él, también quiere<br />
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