El Mundo Sobrenatural Marzo 2018 - Misteriosas Manos en las Cuevas

E n t re v i s tas del misterio...
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P: ¿Cómo comenzaste tu invesigación
sobre Jesús de Nazaret y todo lo que rodea
a este personaje? ¿Por qué centrarte en
este personaje de la historia?
Uff, es un trabajo de toda una
vida, aunque me centré en concretarlo en
un libro hace unos seis años. De hecho, la
invesigación sobre Jesús me llevó a mi primer
libro, Prohibido excavar en este pueblo,
sobre el misterio de
Rennes-le-Château, relacionado tangencialmente
con Jesús. Me fascinaba y me
sigue fascinando una idea: ¿Cómo es posible
que sepamos tan poco, con ceridumbre,
sobre un personaje tan
importante para la historia de la humanidad?
Lo que lleva a la siguiente pregunta:
¿Quién fue Jesús? No sé si lo he resuelto
con este libro, pero al menos creo que
puedo a ofrecer al lector las claves para
que se forme una idea más aproximada
sobre quién pudo ser, tomando como parida
los datos históricos que parecen más
probables.
P: La pregunta del millón… ¿Cuál es tu hipótesis
acerca de Jesucristo, verdaderamente
exisió? En caso afirmaivo,
¿Podemos creer toda la historia que
cuenta la Biblia sobre él?
Sí, Jesús verdaderamente exisió.
Negar su existencia implica explicar un
montón de cosas, entre ellas, como es posible
que solo unos años después de su supuesta
muerte, apenas una década, ya
había crisianos en varias comunidades de
Asia menor. Otra cosa es saber quién fue,
pero exisir, exisió. Eso sí, el que no exisió
es Cristo. A los exégetas e historiadores de
las religiones nos gusta diferenciar entre
Jesús, el personaje histórico real sobre el
que se construyó el mito, y Cristo, el personaje
evangélico, una construcción idealiza
y míica fabricada por sus seguidores
de segunda generación (los que no le conocieron
en vida), plenamente convencidos
de que, en lugar de un simple líder
religioso, uno más, era el hijo de Dios.
Pero hay que tener en cuenta
algo: lo único que tenemos que para intentar
reconstruir su vida son los cuatro Evangelios
canónicos, y algunos apócrifos muy
aniguos. Por lo tanto, hay parte de verdad
en el Nuevo Testamento, y para descubrirla
se han planteado varios criterios que
permiten leer entre líneas y extraer posibles
verdades. Es una tarea ardua, pero
enriquecedora y sorprendente.
P: ¿Cuál es tu posición sobre la teoría que
nos cuenta, el famoso Best Seller, “El Código
Da Vinci” de Dan Brown? ¿Pudo llegar
a tener descendencia el Mesías?
Claro que pudo tener descendencia.
No sería nada raro. De hecho, sería
lo normal en su contexto histórico. Jesús
era judío y para este pueblo, con su caracterísico
senido tribal, la procreación era
esencial. Eran, pensaban, el pueblo elegido
por Dios, y como tales, tenían que
asegurarse la coninuidad. Pero, siendo estrictos,
también es posible que no. Jesús
estaba plenamente convencido de que el
fin del mundo y la llegada del Reino de
Dios eran inminentes. Si parimos de esto,
es posible considerar que se abstuvo del
matrimonio y de la procreación porque
sus planes estaban centrados en preparar
la instauración del reino.
Eso sí, la idea que defendió Dan
Brown en su novela, que su pareja fue
María Magdalena y que tuvo descendencia
con ella, aunque es sugerente, no se
sustenta sobre ninguna evidencia histórica.
Eso no quiere decir que no sea probable,
pero no hay nada que permita
afirmarlo.
P: Hay también muchos debates y contradicciones
en cuanto la fecha de su nacimiento,
¿podrías fijarnos una fecha y el
por qué?
No sabemos cuándo nació. El 25
de diciembre fue una fecha impuesta
desde Roma para hacer coincidir el nacimiento
de Jesús con el solsicio de invierno.
Pero igual sí nació ese día. No lo
sabemos.
Tampoco sabemos el año, pero sí
que tenemos claro que no nació en el año
1, entre otras cosas porque los propios
Evangelios de la infancia (Mateo y Lucas)
lo dejan claro. Jesús tuvo que nacer en
iempos del rey Herodes, lo que nos lleva,
como mínimo, al año 4 a.C. Por lo tanto,
Jesús nació antes de Cristo. Pero, siendo
estrictos, tampoco lo sabemos con seguridad,
ya que los relatos de la infancia no parecen
ser históricos, sobre todo, porque
no coinciden entre ellos en casi nada.
Solo podemos decir, con bastante
seguridad, que tuvo que nacer entre
el 5 a.C y el 5 d.C., ya que sí que sabemos
que murió con unos treinta años, y hacia
el año 33 d.C.
“Sí, Jesús verdaderamente existió.
Negar su existencia implica explicar un
montón de cosas, entre ellas, como es
posible que después de su supuesta
muerte, ya había cristianos”
P: ¿Qué sabemos de la etapa oculta de la
vida de Jesús? ¿Por qué esconder esos
más de veinte años de su vida?
No sabemos absolutamente
nada. Ni siquiera sabemos si no lo sabemos
porque alguien lo ocultó o porque los
evangelistas no sabían nada de esos años.
Es muy inquietante y perturbador. ¿Cómo
es posible que no sepamos nada sobre
Jesús hasta que fue bauizado por Juan en
el Jordán? ¿Es que Jesús no contó nada a
sus discípulos? Es raro, incluso, que sus
primeros seguidores, aun desconociendo
qué hizo en todos aquellos años, no lo inventasen,
como sí hicieron con su nacimiento
y con algunas de sus apariciones
después de resucitar.
P:Otra de las controversias sobre el personaje,
es la lengua que hablaba… ¿Podemos
especificar un idioma concreto?
En su coidianidad, hablaba arameo,
sin duda. Y, posiblemente, sabía escribir
y leer en hebreo, el idioma que
solían emplear los judíos, dado que en algunas
ocasiones se le muestra leyendo en
sinagogas, y en griego, el idioma culto del
momento, que probablemente conocía
porque, en aquella época, Palesina estaba
fuertemente helenizada.
P:En cuanto a los evangelios apócrifos,
¿Por qué no son tan conocidos como los
canónicos?
Umm, hay mucho mito con los
apócrifos. Es falso que la Iglesia los haya
perseguido y destruido, aunque sí que
pasó con los textos escritos por algunos
movimientos heréicos crisianos. De
hecho, la mayoría de apócrifos que se conservan
los tenemos gracias a los estudiosos
crisianos y algunos, aunque no son
reconocidos como canónicos, forman
parte de la tradición y son apreciados por
los católicos.
Desde una perspeciva histórica no resultan
demasiado valiosos, ya que, casi todos,
a excepción de tres o cuatro, son posteriores
a los canónicos y están claramente ins-