hercules

gos. Entonces le dijo al Maestro: "Estoy contento de
que se me dé este trabajo ahora. Voy a cumplir con él
muy rápidamente". El Maestro respondió: "No, hijo mío,
no te apresures. Llévalo a cabo con paciencia. No lo
realices a gran velocidad sino a la velocidad de Dios.
La velocidad de Dios es la velocidad que el tiempo te
permita. El tiempo tiene un programa para ti; si intentas
llegar antes de la hora, fracasarás, y si intentas llegar
más tarde de la hora, fracasarás igualmente. Cumple
con el tiempo como él te lo dicte. Responde a las situaciones
como se te ofrecen a través del tiempo. No intentes
apresurarte. Este trabajo requiere paciencia".
Hércules escuchó y luego comenzó. No se le dijo
dónde se encontraba aquel árbol, sino sólo que se encontraba
en una tierra distante. Hércules visitó una tras
otra todas las regiones del planeta, preguntando por las
manzanas de oro. Todo el mundo le decía: "Nosotros
también hemos oído hablar de ellas, pero no sabemos
dónde están. La gente dice que existen, pero nosotros
no tenemos idea de dónde estarán". De este modo siguió
buscando y buscando en la objetividad, hasta que
se desilusionó.
LA FORMA DEL MAESTRO
En el proceso de búsqueda de los frutos se quedó
sólo y fue perdiendo gradualmente la presencia del
Maestro. Recordar la presencia del Maestro mientras
uno está haciendo el esfuerzo es una cosa que nos elude.
Nosotros estamos más preocupados por la tarea que
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