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hercules

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Las yeguas salvajes de las que habla el Maestro no<br />

son sino la actividad salvaje de los sentidos dentro del<br />

ser del discípulo. Esas yeguas salvajes están en terreno<br />

pantanoso y son salvajes y muy feroces. A nosotros se<br />

nos pide que vayamos y las pongamos en vereda. A<br />

menos que las pongamos bien en vereda, nos pondrán<br />

llenos de barro. Nuestro campo de acción está representado<br />

por esa tierra pantanosa. El campo de acción<br />

es lo que se llama Kurukshetra. Cada uno de nosotros<br />

tiene su propio Kurukshetra, y tanto los sentidos como<br />

los objetos de los sentidos son muy salvajes.<br />

La primera tarea del Maestro es hacer que el discípulo<br />

dome a esas yeguas. El discípulo tiene la fuerza<br />

adicional de la presencia del Maestro y por eso no le<br />

debe de resultar difícil domarlas.<br />

De esta manera se marchó Hércules a esa tierra, el<br />

reino de Diómedes, en el que los caballos eran muy<br />

salvajes. Con ayuda de la presencia del Maestro los acorraló<br />

y los volvió a poner en su sitio, pero entonces, una<br />

vez cumplida la tarea, Hércules volvió a olvidar su estado<br />

de alerta.<br />

ABDERIS O LA MENTE INFERIOR<br />

La historia dice que Hércules tenía un amigo que<br />

siempre le acompañaba. Es la mente inferior que acompaña<br />

al futuro hijo de Dios. En nuestra vida también<br />

puede que seamos muy rítmicos por alg[un tiempo en<br />

lo referente a actuar, pero más tarde, aunque sea sólo<br />

para un instante, los viejos hábitos vuelven a surgir<br />

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