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hercules

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equipo meter la pelota en su propia meta? Nada se lo<br />

impide, pero no lo hacen. Y ¿por qué no lo hacen? Porque<br />

esa es la regla del juego, al igual que todo juego<br />

tiene las suyas. Si ponemos el ejemplo del baloncesto,<br />

uno tiene que encestar en la canasta del contrario y no<br />

en la propia. Uno puede encestar también en su propia<br />

canasta y nadie se lo impide. Pero supongamos que a<br />

mitad del juego a un jugador se le ocurre la siguiente<br />

idea: "¿Por qué debería complicarme la vida y encestar<br />

en la canasta del otro equipo? Voy a encestarla en mi<br />

propia canasta." Si lo hace una vez, el arbitro le amonestará<br />

enseñándole una tarjeta, pero si lo hace por segunda<br />

vez, será expulsado de la cancha de juego, porque<br />

dentro de ella no debe hacer tal cosa. Los jugadores<br />

aceptan las reglas voluntariamente y juega sin quejarse,<br />

corriendo siempre e intentando colocar la pelota<br />

en la canasta del contrario. A mitad de partido, uno no<br />

puede pensar que es un juego tonto, y si lo pensara sería<br />

expulsado.<br />

En este juego de la Creación no podemos quedarnos<br />

a un lado, sino que tenemos que estar en él, aunque<br />

tengamos quejas. Pero, ¿hasta cuándo tendremos que<br />

seguir así? Hasta que la enfermedad de quejarse no cese.<br />

Así es. Es incómodo cuando no se cumplen o no se<br />

comprenden las leyes de la Naturaleza; pero resulta muy<br />

agradable y entrañable cuando las leyes se comprenden,<br />

se observan y se ponen en práctica. Si no estuviéramos<br />

en el juego, no tendríamos que observarlas, pero<br />

cada mañana estamos en él, tanto si nos gusta como si<br />

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