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hercules

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on que estaban de acuerdo y empe2aron a vivir desde<br />

entonces como si fuera su propia casa. Al cabo de algunos<br />

meses el extraño volvió y preguntó si podía entrar.<br />

Los nativos dijeron: "Puede entrar; es su casa", y le<br />

indicaron un rincón donde podía quedarse.<br />

Al cabo de unos cuantos meses el extraño volvió a<br />

irse de nuevo a lugares lejanos durante un año, al cabo<br />

del cual regresó al lugar. Los nativos se negaron a que<br />

entrara, diciendo que tenía que haber avisado antes y<br />

que era muy difícil acomodarle de repente. El extraño<br />

sonrió y se marchó, pero al cabo de unos años volvió al<br />

lugar y vio cómo aquellos nativos habían dividido la<br />

casa con tabiques de barro y vivían en cuartos pequeñitos<br />

y estrechos sin mucha luz ni ventilación (como<br />

muchos pisos de hoy en día). El extraño les preguntó a<br />

los nativos si podía entrar y ellos dijeron: "Los cuartos<br />

en que está dividida la casa son muy pequeños. Ya nos<br />

falta el aire a nosotros. No hay habitación para usted."<br />

El extraño no se sorprendió, pues venía de Oriente<br />

y dijo: "Está bien; decís que la casa es vuestra. Sólo<br />

voy a llevarme un ladrillo como recuerdo", y a los nativos<br />

les pareció bien. Entonces el extraño empezó a<br />

quitar la piedra angular y nada más tocarla la casa empezó<br />

a tambalearse. Los nativos vinieron corriendo hasta<br />

él y arrodillándose le dijeron: "No haga eso, por favor.<br />

La casa es suya y usted nos dejó vivir en ella. Si usted<br />

se marcha y se lleva esa piedra, todo quedará destruido".<br />

El extraño sonrió y les enseñó la manera de ser<br />

buenos depositarios de confianza, enseñándoles que<br />

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