En Obra 173 - Agosto 2018

Los comienzos de la presidencia de
Trump estuvieron signados por los rotundos
fracasos en demoler el “Obamacare” y
su persecución a los emigrantes (la que ha
llegado a circunstancias intolerables, como
separar padres de hijos, cuyo destino puede
llegar a ser desconocido), además de su
lucha contra los investigadores de la “trama
rusa” (la investigación abierta por la Justicia
norteamericana sobre la supuesta injerencia
rusa en las elecciones de 2016), mientras
avanzaban la reforma fiscal, la “guerra
comercial” y la suba de tasas de interés,
tras relevara a la cúpula keynesiana de la
Reserva Federal.
Los daños que Trump ha infligido a
Estados Unidos, la primera superpotencia
política, económica, militar y cultural del
mundo son incalculables, hacen tanto a su
realidad como a su imagen en el exterior,
y sus consecuencias impactan en todo el
globo, incluso en sus enemigos.
Los principales hitos han sido:
1.- Apartar a Estados Unidos de los Tratados
de Libre Comercio.
Los primeros gestos de Trump en política
comercial fueron apartar a Estados Unidos
del Acuerdo Transpacífico de Cooperación
Económica (TPP), el largo brazo comercial
que Obama había extendido hacia el
Pacífico; archivar el Transatlantic Trade and
Investment Partnership (TTIP), la propuesta
de tratado de libre comercio entre la Unión
Europea y EEUU, e iniciar la renegociación
del Tratado de Libre Comercio de América
del Norte (TLCAN o NAFTA), el emblemático
vínculo que integra a América del Norte
en el mayor bloque socioeconómico del
mundo.
Lo asesoraron consejeros extremistas,
contra la opinión de todos los elencos
estables de Washington (eran políticas de
Estado, sostenidas por los dos partidos), de
sus poderosos think tanks, de los mandos
militares y de los servicios de inteligencia,
que ven en el comercio una variable estratégica
de primer nivel.
2.- Concretar la “guerra comercial” con
China y la Unión Europea.
Desoyendo todos los consejos, el 9 de
marzo el presidente firmó los decretos que
imponen aranceles del 25% a las importaciones
de acero y del 10% a las de aluminio,
respectivamente, dejando exentos a Canadá
y México.
Declaró que su objetivo es apoyar a los
fabricantes de acero y aluminio de EEUU
al encarecer el precio de los importados.
La medida afectaba a países proveedores
de dichos productos que son socios comerciales
privilegiados de EEUU como Argentina,
Australia, Brasil, la Unión Europea
y, claramente, China, pero varios fueron
exonerados.
Estas medidas generan respuestas
automáticas –represalias- en subas de los
aranceles que afectan al país que modificó
los suyos, pero otro cantar es cuando se trata
del segundo importador del mundo.
Tienen como efecto indeseado desatar
“guerra de divisas”, feliz expresión del ex
ministro brasileño Guido Mantega para
definir la confrontación que suponen las devaluaciones
sucesivas que los países utilizan
como forma de mejorar la competitividad
frente a las barreras arancelarias.
EEUU recibió respuestas negativas de
varios de los 110 países que le exportan
acero y aluminio. China recordó que el total
de intercambios comerciales entre los dos
países superó los U$S 580.000 millones de
dólares en 2017, pero se abstuvo de señalar
–con paciencia oriental- que la mayor parte
de las reservas chinas están constituídas
por bonos del Tesoro de EEUU, que si fueran
lanzados al mercado perderían gran parte de
su valor.
Estados Unidos tiene todo para perder
en un conflicto con China, su aliado desde
1974, y su principal apoyo desde 2009.
Entretanto Mario Draghi, presidente
del Banco Central Europeo (BCE) y gran
figura de la recuperación del crecimiento y
el empleo en la U.E., está tomando medidas
preventivas. Draghi señaló que los recientes
logros (Europa crece al mayor ritmo en
10 años y el desempleo cayó al 8%), están
amenazados.
En Estados Unidos, la suba de aranceles
disgusta más al partido republicano que
al demócrata. El 6 de noviembre habrá
elecciones legislativas en Estados Unidos, en
la que se renovará un tercio del Senado, la
totalidad de la Cámara de Representantes y
39 gobernaciones.
3.- Imponer la reforma fiscal que beneficia
al 1%, aumenta la desigualdad y el déficit
fiscal.
El 20 de diciembre de 2017, Trump logró
aprobar en las dos ramas del Congreso la
mayor baja de impuestos en tres décadas
(desde la de Ronald Reagan), reforma fiscal
que contó con la oposición demócrata y parte
de la republicana por su efecto negativo
en la desigualdad y las cuentas públicas.
El recorte que beneficia sobre todo a las
corporaciones, implica US$ 1,5 billones en
10 años. El impuesto a las sociedades cayó
del 35% al 21%, mientras que la franja para
las rentas más altas bajó de 39% a 37%, y
se duplicó el mínimo no imponible (de US$
6.500 a US$ 12.000), mejorándose las ayudas
por hijos, gastos médicos y estudios. En su
favor debe decirse que los grandes empresarios
norteamericanos reinvierten parte
de sus ganancias en el país (aunque siguen
invirtiendo en zonas de trabajo barato o
exenciones fiscales, como China), y que los
principales (como Warren Buffet, Bill Gates
y otros) ofrecieron el 50% de sus patrimonios
al Tesoro en 2008 cuando arreciaba la
Gran Recesión. El Comité Fiscal del Congreso,
advirtió sin embargo que el recorte a
la recaudación sumará US$ 1,5 billones por
década, lo que aumentará el déficit fiscal
y aumentará la deuda pública de Estados
Unidos, hoy casi equivalente a su PIB de 20
billones de dólares.
4.- La suba de las tasas de interés.
Como estaba previsto, Trump retiró de la
presidencia de la Reserva Federal a la Dra.
Janet Yellen (el legendario vicepresidente
Stanley Fischer había renunciado meses
antes), y con ella se fue “la barra del MIT”,
el grupo de académicos judeo - norteamericanos
que encabezados por Ben Shalom
Bernanke salvó la economía mundial al
vencer la Gran Recesión usando instrumental
keynesiano. Los sustituyó por un hombre
de Goldman Sachs como Steve Mnuchin
en la Secretaría del Tesoro, y un abogado
corporativo partidario de la desregulación
financiera como Jerome Powell en la
Reserva Federal. Dada la buena situación
de la economía norteamericana desde 2012,
los estímulos iban siendo retirados gradualmente
y ya había comenzado el proceso de
suba de tasas con la propia Yellen. Powell
ha demostrado ser un hombre moderado y
las tasas se encuentran actualmente en la
franja 1,75% - 2%, previéndose que suban
recién en setiembre y que para diciembre no
alcancen al 3%.
Pero nadie duda que el talante es otro
(Trump presionó en la reunión que finalizó
el 1 de agosto para que hubiera una fuerte
suba y no fue acatado), consistente con el
hecho de que el interés privado y corporativo
prima sobre el nacional.
5.- El cambio de alianzas y la descontrucción
del orden mundial.
En el mes de julio (mientras crecía la
“guerra comercial” con China), los azorados
norteamericanos vieron al presidente de
Estados Unidos atravesar el mundo para elogiar
a Kim Jong - un (a quien no es necesario
caracterizar); humillar a los socios históricos
de Estados Unidos (el G 7, y los integrantes
de la OTAN); para finalmente negar la
labor de los servicios de inteligencia de su
país y afirmar que no hubo injerencia rusa
en las elecciones de 2016 ante el jefe de los
enemigos históricos de EEUU: el presidente
Vladimir Putin, “el único agente de inteligencia
soviético que ganó una elección en
EEUU”, como ha dicho en sus conferencias
Paul Krugman.
Ello ocurrió en la llamada Cumbre de
Helsinki, que tuvo lugar el lunes 16 en la
25