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Buscando a mi madre

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GRAN REPORTAJE<br />

Treinta años después de haberse<br />

extraviado y ser dado en adopción,<br />

Joel de Carteret regresó a su país<br />

natal para lograr lo imposible.<br />

<strong>Buscando</strong><br />

a <strong>mi</strong><br />

?<strong>madre</strong><br />

ROBERT KIENER


SELECCIONES <br />

“¡N<br />

O PUEDO CREERLO! ¡ES IMPOSIBLE!”, piensa Joel de<br />

Carteret cuando un vendedor del ruidoso mercado<br />

Muñoz, en Gran Manila, le da una gran noticia.<br />

Joel, de 35 años, siente su corazón latir como un<br />

tambor <strong>mi</strong>litar y gotas de sudor bajarle por la frente cuando el dueño<br />

del puesto le da la información que ha estado cazando durante tanto<br />

tiempo: “Creo que sé quién es tu <strong>madre</strong> y dónde está”.<br />

A partir de este momento, Joel se da cuenta de que su vida jamás<br />

volverá a ser la <strong>mi</strong>sma.<br />

Tres décadas después de haber<br />

sido adoptado y criado por una fa<strong>mi</strong>lia<br />

australiana de Melbourne, Joel<br />

de Carteret ha regresado al país que<br />

lo vio nacer. Emprende la búsqueda<br />

de su <strong>madre</strong> biológica; una tarea imposible<br />

en apariencia.<br />

Aunque no sabe cómo se llama ni<br />

recuerda su aspecto, está decidido<br />

a encontrarla. Ha pasado gran parte<br />

del último mes en Filipinas siguiendo<br />

pistas sobre su identidad sin cesar y<br />

sin resultados. Y entonces sucede esto.<br />

Sus a<strong>mi</strong>gos y fa<strong>mi</strong>liares de Australia<br />

le dijeron que había muy pocas posibilidades<br />

de ubicarla transcurridos tantos<br />

años. Como muchos de ellos, Julie<br />

de Carteret, su <strong>madre</strong> adoptiva, preocupada<br />

por él, le dijo: “Lo único que<br />

conseguirás será partirte el corazón”.<br />

Sin embargo, la idea de reunirse<br />

con su <strong>madre</strong> filipina había estado<br />

carco<strong>mi</strong>endo a Joel. “Tengo que hacerlo”,<br />

decía a menudo. “Me lo debo<br />

a mí <strong>mi</strong>smo y a la mujer que me dio<br />

a luz. De seguro le he hecho pasar<br />

un mal rato desde que me perdí”. Si<br />

bien no lo expresaba, también sentía<br />

que debía hallarla para descubrir<br />

esa parte de él que le “había faltado<br />

todo este tiempo”. No obstante, Julie<br />

intentó disuadirlo.<br />

Hace no mucho, en un restaurante<br />

en Sídney, cuando Joel le dijo que tenía<br />

la intención de ir a Filipinas a fin<br />

de buscarla, ella le dijo:<br />

—Pero, Joel, ni siquiera sabes tu fecha<br />

de naci<strong>mi</strong>ento o dónde vivías. Es<br />

más, ni siquiera sabías cómo te llamabas<br />

cuando llegaste al orfanato.<br />

Gracias a los documentos, Joel se<br />

enteró de que la casa hogar lo había<br />

bautizado. El camarero les sirvió más<br />

agua; ella continuó:<br />

—Tampoco sabes dónde podría estar.<br />

Es más, ¿sigue viva? ¿Y cómo planeas<br />

descubrir su paradero?<br />

Julie contuvo las lágrimas y se desmoralizó<br />

cuando Joel repuso:<br />

—Sí, ya lo sé, mamá; aun así, tengo<br />

que intentarlo.<br />

Su mamá australiana insistió con el<br />

afán de evitarle un mal trago. Se inclinó<br />

sobre la mesa y preguntó:


FOTOS: CORTESÍA DE JOEL DE CARTERET<br />

—¿Cómo te vas a sentir si no la encuentras?<br />

¿Podrás seguir con tu vida?<br />

Joel hizo una pausa, co<strong>mi</strong>ó un bocado<br />

de su ensalada, la <strong>mi</strong>ró a los ojos<br />

y le explicó:<br />

—Sé a qué te refieres, mamá, y lo<br />

entiendo. Pero tengo que hacerlo:<br />

averiguar quién soy y de dónde vengo.<br />

Pocas semanas después, Joel llamó<br />

a Julie <strong>mi</strong>entras esperaba el vuelo a<br />

Manila para empezar su travesía.<br />

—Estoy a punto de despegar, mamá.<br />

Deséame suerte.<br />

Pese a sus escasas esperanzas de<br />

que lograra su cometido, esta contestó<br />

al borde del llanto:<br />

—Te amo, Joel. Buena suerte.<br />

Pasados años de incertidumbre y<br />

angustiosas semanas de buscar a una<br />

mujer que apenas podía recordar,<br />

en un país cuyo idioma ignoraba, está<br />

seguro de que ha encontrado, en<br />

cierto modo, una aguja en el pajar.<br />

Gracias a una persona desconocida<br />

y bien intencionada, está a punto de<br />

reunirse con su <strong>madre</strong> biológica.<br />

TREINTA AÑOS ANTES, la mañana del<br />

25 de julio de 1985, Linda Rio vio que<br />

su hijo de cinco años dormía profundamente<br />

en su modesta casa en<br />

Ciudad Quezón, a las afueras de Gran<br />

Manila, Filipinas. Lo dejaré dor<strong>mi</strong>r,<br />

pensó <strong>mi</strong>entras notaba la contracción<br />

de su di<strong>mi</strong>nuto pecho al respirar.<br />

La <strong>madre</strong> soltera tomó su bolso y se<br />

fue a la fábrica de ropa cercana en la<br />

que laboraba, dejando al pequeño en<br />

compañía de su pareja.<br />

Una foto de Joel, a los cinco años, tomada<br />

al llegar al orfanato. Dieciocho meses<br />

después sería adoptado.<br />

Una hora más tarde, el niño despertó,<br />

saltó de la cama y buscó a su<br />

“Ma”. Recorrió toda la casa y empezó a<br />

asustarse, pues no daba con ella. Era<br />

algo inusual: a diario abordaban los<br />

coloridos vehículos de transporte público,<br />

llamados yipnis, e iban juntos a<br />

donde trabajaba.<br />

Cuando se dio cuenta de que ella<br />

se había ido, salió disparado a la calle<br />

para alcanzarla. Esquivó a extraños,<br />

perros callejeros, yipnis y ca<strong>mi</strong>ones<br />

de reparto que transitaban por la<br />

bulliciosa calle. No estaba a la vista.<br />

Empezó a llorar conforme deambulaba<br />

por los concurridos callejones de<br />

Ciudad Quezón. ¡Ma!, se decía a sí<br />

<strong>mi</strong>smo. ¿Dónde estás?<br />

Al poco tiempo llegó al inmenso y<br />

abarrotado mercado Muñoz, donde


SELECCIONES <br />

recorrió pasillos atiborrados de vendedores<br />

que pregonaban todo, desde<br />

pollos recién sacrificados hasta pescado<br />

fresco o lechones atados que gruñían.<br />

Sus sentidos fueron invadidos por<br />

visiones y sonidos caóticos, enormes<br />

cuchillos destellantes que picaban la<br />

co<strong>mi</strong>da y gritos de clientes pidiendo<br />

cosas a los comerciantes, así como un<br />

áspero aroma, a menudo empalagoso,<br />

de las mercancías.<br />

Empezó a plañir y a ca<strong>mi</strong>nar sin<br />

rumbo fijo por los rebosantes andadores<br />

esperando localizar a su mamá;<br />

calzaba sandalias y vestía shorts y<br />

una pequeña ca<strong>mi</strong>seta. Después de<br />

horas de búsqueda y tras adentrarse<br />

en ese laberinto que era el mercado<br />

sin hallar rastro de Linda, el menudo<br />

y tí<strong>mi</strong>do chico cayó en cuenta de que<br />

no la ubicaría y le aterró saber que él<br />

estaba extraviado.<br />

Un conductor de yipni llamado<br />

José Manselo lo vio llorando y hecho<br />

un ovillo casi al fondo del enorme inmueble<br />

comercial. De inmediato supo<br />

que algo estaba mal, aunque la criatura<br />

estaba demasiado asustada como<br />

para decir algo más aparte de que se<br />

había perdido. Manselo lo llevó a su<br />

casa y luego a la estación de policía.<br />

La única información que pudo proporcionar<br />

el infante fue: “Ma es costurera<br />

y papá trabaja en un yipni”.<br />

Mientras tanto, Linda había regresado<br />

a casa para comer y se asustó al<br />

ver que su hijo no estaba. Lo buscó<br />

en el vecindario e incluso volvió corriendo<br />

a la fábrica de ropa, pensando<br />

que quizá la había querido alcanzar<br />

ahí. Nadie lo había visto. Ella y varios<br />

a<strong>mi</strong>gos lo buscaron por todos lados y,<br />

al poco tiempo, ella dejó de trabajar<br />

para dedicarse a rastrearlo. Incluso<br />

fue a las e<strong>mi</strong>soras de radio locales,<br />

implorando auxilio a la audiencia.<br />

Fue inútil: nadie lo había visto. Pasaron<br />

meses sin noticias. Parecía que se<br />

había esfumado.<br />

SON ALTOS COMO LOS ÁRBOLES Y<br />

parecen fantasmas blancos, pensó Joel<br />

cuando vio las figuras de George y<br />

Julie de Carteret, pálidas y altas como<br />

una torre, en el orfanato RSCC de<br />

Manila, al que había entrado hacía 18<br />

meses. Y huelen raro.<br />

La pareja australiana visitaba la<br />

casa hogar a fin de conocer a Joel;<br />

estaban interesados en la adopción.<br />

Julie no había podido embarazarse;<br />

ella y George deseaban, con ansias,<br />

formar una fa<strong>mi</strong>lia.<br />

Joel era demasiado joven para saber<br />

el nombre de su <strong>madre</strong>. Dado que<br />

nadie había preguntado por él, lo<br />

etiquetaron como un “expósito”, un<br />

“niño sin identidad” que padecía una<br />

grave desnutrición. Una vez que los<br />

trabajadores sociales agotaron todos<br />

los métodos a su alcance para hallar<br />

a sus padres, fue declarado como<br />

“abandonado”: ya podía ser adoptado.<br />

Primero se escondió detrás de una<br />

empleada del hospicio, pero pronto<br />

se sintió cómodo tanto con George<br />

como con Julie. Tenían una <strong>mi</strong>rada<br />

muy amable; sus voces cálidas y


tranquilizadoras lo relajaron. Cuando<br />

una funcionaria del gobierno le preguntó<br />

a Joel si quería ir a Australia, él<br />

asintió de inmediato. Después de un<br />

año y medio de soledad volvería a<br />

tener un hogar y unos padres nuevos<br />

que eran adorables y altísimos.<br />

Ya en su nueva casa, en Melbourne,<br />

Joel se puso en buena forma. Aunque<br />

EN SU PRIMER AÑO<br />

ESCOLAR, SU MAESTRA<br />

ALGUNA VEZ LE HIZO<br />

NOTAR A JULIE QUE<br />

“JOEL ERA UN NIÑO<br />

MUY, MUY PERSISTENTE”.<br />

no sabía nada de inglés, pronto se<br />

hizo a<strong>mi</strong>go de los niños de su calle; le<br />

encantaba jugar críquet y aprendió el<br />

idioma viendo televisión. A menudo<br />

Julie se quedaba asombrada viéndolo<br />

escuchar un famoso programa<br />

de concursos nocturno y repitiendo<br />

muchos de los vocablos extraños que<br />

le oía al presentador.<br />

En su primer año escolar se las ingenió<br />

para comunicarse en conversaciones<br />

en las que señalaba objetos<br />

a la vez que intentaba expresarse; no<br />

temía detenerse a recordar la palabra<br />

adecuada <strong>mi</strong>entras sus compañeros<br />

lo <strong>mi</strong>raban expectantes. Alguna vez<br />

la maestra le dijo a Julie: “¡Joel es un<br />

pequeño muy, muy persistente!”.<br />

Julie y George estaban impresionados<br />

por la manera en que Joel se<br />

adaptaba a su nuevo entorno y al<br />

estilo de vida australiano, diametralmente<br />

opuesto al de su complicada<br />

existencia en Filipinas. No obstante,<br />

había indicios de que algo se estaba<br />

gestando bajo su alegre apariencia.<br />

Un día, seis meses después de llegar<br />

a Australia, Joel le preguntó a Julie:<br />

“¿Cuándo me volveré blanco?”. Ella<br />

descubrió que él esperaba que su piel<br />

se aclarara “como por arte de magia”<br />

tras vivir un tiempo en aquel país.<br />

En otra ocasión, a los 10 años, entró<br />

en la cocina cuando Julie estaba haciendo<br />

la cena e indagó:<br />

—¿Cuándo buscaremos a <strong>mi</strong> mamá?<br />

Julie se sobresaltó; sin embargo,<br />

sentó a Joel y le dijo, con delicadeza,<br />

que por mucho que desearan hacerlo,<br />

ni ella ni la agencia de adopción de<br />

Manila sabían el apellido de Joel ni el<br />

de su <strong>madre</strong>, ni dónde vivía.<br />

—¡Lo siento, cariño! —le dijo tomando<br />

sus pequeñas manos morenas—.<br />

No hay manera de encontrarla.<br />

Ojalá pudiéramos, pero es imposible.<br />

Te puedo asegurar algo: ella te amaba.<br />

LINDA NO HABÍA CEJADO en su búsqueda.<br />

Todo había sido infructuoso:<br />

sus visitas al barangay [oficina de gobierno<br />

de la unidad territorial ad<strong>mi</strong>nistrativa<br />

más pequeña en Filipinas],<br />

a la policía, a las e<strong>mi</strong>soras de radio de<br />

Manila, que le abrieron las puertas, y<br />

hasta sus propias averiguaciones. Incluso<br />

impri<strong>mi</strong>ó y repartió volantes


SELECCIONES <br />

con la foto de Joel; decían<br />

“Se busca” con enormes<br />

letras y tenían su dirección,<br />

así como la información<br />

de contacto del barangay.<br />

Todo fue en vano.<br />

Escudriñaba las caras<br />

de todos los niños a cualquier<br />

lugar al que fuera,<br />

preguntándose si alguno<br />

de ellos podía ser su hijo.<br />

Los cumpleaños de Joel<br />

eran días difíciles. Cada<br />

año Linda invitaba a su fa<strong>mi</strong>lia<br />

y a<strong>mi</strong>gos a celebrarlo y rezar por<br />

él cenando su plato favorito: cerdo<br />

asado y fideos chinos; siempre reían<br />

y lloraban. “Dondequiera que esté”,<br />

le comentó a su hermana en una de<br />

estas ceremonias, “sé que está bien”.<br />

Linda colgó un retrato de Joel en la<br />

puerta de su armario con el propósito<br />

de que fuera la primera imagen que<br />

viera tras despertar. También dejó<br />

la bicicleta del niño en la fábrica y<br />

pensaba en él cada vez que la veía<br />

apoyada en la pared. A él le fascinaba<br />

andar en ella <strong>mi</strong>entras Linda cubría<br />

su turno. “Estoy esperando el día en<br />

que vuelva y la use otra vez”, le explicó<br />

a una de sus compañeras.<br />

El pequeño Joel empezó la frenética búsqueda de su<br />

<strong>madre</strong> a las afueras del concurrido mercado Muñoz.<br />

CONFORME CRECÍA EN AUSTRALIA,<br />

Joel a menudo pensaba en su <strong>madre</strong><br />

biológica y se preguntaba qué había<br />

sucedido en realidad. Recordaba su<br />

encantadora sonrisa y la manera en<br />

que le enjugaba las lágrimas con su<br />

eterno pañuelo cuando lloraba. Entonces<br />

lo invadían sórdidos pensa<strong>mi</strong>entos.<br />

A veces lo asaltaba la idea<br />

de haber sido abandonado y una<br />

vez consultó con un a<strong>mi</strong>go: “¿Y si <strong>mi</strong><br />

mamá no quería saber nada de mí y<br />

por eso me dejó en un orfanato?”.<br />

En 2000, Julie llevó a Joel, de 18<br />

años, y a Grace, su hermana nacida<br />

después de que él fuera adoptado, a<br />

Filipinas. Recorrieron el país y visitaron<br />

la casa hogar en la que había<br />

vivido 16 años antes.<br />

Aunque estaba emocionado y<br />

conmovido hasta las lágrimas tras<br />

recorrer su antigua residencia, le<br />

consternó el hecho de que las trabajadoras<br />

sociales no supieran nada<br />

de sus padres ni dónde vivían. Quiso<br />

volver al mercado Muñoz donde fue<br />

encontrado por Manselo, el conductor<br />

de yipni; a Julie no le pareció una<br />

buena idea: era una peligrosa zona<br />

con un alto índice delictivo. Joel insistió.<br />

Ella no dio su brazo a torcer y<br />

subrayó: “¡No es seguro ir ahí, Joel!”.


No obstante, los tres espulgaron<br />

el directorio telefónico rastreando a<br />

cualquier Manselo. Fue inútil. Julie le<br />

dijo a Joel: “Lo siento mucho. No sé<br />

en qué otro lugar podríamos encontrarlo”.<br />

Notó la decepción de Joel, pero<br />

pensó que quizá así se daría cuenta<br />

de lo difícil e infructuoso que sería<br />

insistir en su empresa.<br />

Sin embargo, este primer viaje a su<br />

tierra natal fue también muy alentador<br />

para Joel. Estar rodeado por gente<br />

de piel morena que se parecía a él le<br />

“POR PRIMERA VEZ EN<br />

LA VIDA, SIENTO QUE<br />

EN VERDAD ENCAJO<br />

EN UN SITIO”, LE DIJO<br />

JOEL A JULIE.“TODOS<br />

SE PARECEN A MÍ”.<br />

hizo sentir que por primera vez en su<br />

vida encajaba en un sitio, le confesó<br />

a Julie. “Todos se parecen a mí”. Sus<br />

ojos lagrimearon y con un nudo en<br />

la garganta siguió diciendo: “Mamá,<br />

aquí no soy la excepción”.<br />

Fue una visita a un asilo tailandés<br />

en 2015 lo que convenció a Joel, quien<br />

ya era un documentalista de 34 años,<br />

de buscar a su <strong>madre</strong> biológica. Mientras<br />

estaba filmando el hospicio para<br />

una organización benéfica australiana,<br />

se le acercó un niño y le tomó<br />

la mano. Parecía tener cinco o seis<br />

años, la <strong>mi</strong>sma edad a la que él entró<br />

al asilo de Manila. El niño tailandés<br />

lo llevó al dor<strong>mi</strong>torio para enseñarle,<br />

orgulloso, la cama en la que dormía.<br />

Cuando el despeinado huérfano le<br />

mostró a Joel los pocos juguetes que<br />

tenía, los recuerdos lo desbordaron.<br />

Yo dormí en una cama si<strong>mi</strong>lar, pensó<br />

Joel con el parloteo en tailandés del<br />

chico como fondo. Ambos perdimos a<br />

nuestros padres. Me pregunto si…<br />

De regreso en Australia no podía<br />

dejar de pensar en ese episodio. “Me<br />

di cuenta de que necesitaba despejar<br />

tantas incógnitas. ¿Quién era yo? ¿De<br />

dónde venía? Ya sabía lo que tenía<br />

que hacer”, ad<strong>mi</strong>tió tiempo después.<br />

ES UNA APACIBLE MAÑANA de diciembre<br />

de 2016 y Joel ha venido al<br />

mercado Muñoz de Ciudad Quezón,<br />

el lugar en el que se perdió y fue rescatado<br />

hace tres décadas. Llegó a Filipinas<br />

con un equipo de rodaje, un<br />

traductor y un sueño: encontrar a su<br />

<strong>madre</strong> biológica.<br />

Mientras pasea entre la caótica<br />

multitud de vendedores de co<strong>mi</strong>da<br />

y otras mercancías, él y su traductor<br />

muestran una foto suya a los cinco<br />

años a tantas personas como pueden<br />

y les dicen: “Niño desaparecido. ¿Conocen<br />

a alguien que haya extraviado<br />

a un pequeño de cinco años en 1985?<br />

¿Ha perdido a un niño?”.<br />

Todo el mundo niega con la cabeza<br />

y sigue su ca<strong>mi</strong>no.<br />

Joel está en contacto con Julie. Le<br />

jura que el mercado Muñoz es seguro


SELECCIONES <br />

y que lo más importante es que siente<br />

que encaja aquí.<br />

—Puede que no hable el idioma,<br />

mamá, pero al menos me parezco a los<br />

de aquí; todos intentan ayudarme. Así<br />

que no te preocupes por mí.<br />

A Julie le conforta saber que está<br />

sano y salvo; le alegra el vínculo que<br />

está formando con su país natal.<br />

—Cuídate —le ruega ella.<br />

Joel pega panfletos con su foto por<br />

doquier. El título cuestiona en inglés<br />

y tagalo: “¿Lo conoce?”. Además, proporciona<br />

un número de teléfono local.<br />

Con la esperanza de contar con la<br />

“HABÍA UNA MUJER QUE<br />

VIVÍA CERCA DE AQUÍ<br />

Y EXTRAVIÓ A SU<br />

HIJO EN LOS 80”, DIJO<br />

EL LOCATARIO. “TENÍA<br />

CINCO O SEIS AÑOS”.<br />

ayuda de las e<strong>mi</strong>soras de radio y televisión<br />

de Manila, Joel toca puertas<br />

para contar su historia, pero es rechazado.<br />

“Hay muchos niños desaparecidos”,<br />

escucha una y otra vez de los<br />

medios de comunicación. “Lo sentimos<br />

y le deseamos mucha suerte”.<br />

Eso no desanima ni a Joel ni a su<br />

equipo. Siguen yendo al mercado,<br />

abordan a los vendedores, preguntan<br />

si saben de alguien que lleve décadas<br />

trabajando en el lugar. Tras varios<br />

días de respuestas negativas y pistas<br />

falsas, Joel y su equipo se enteran de<br />

un locatario que ha laborado aquí<br />

desde hace mucho. Joel llama a Julie:<br />

“¡Mamá, este puede ser el golpe de<br />

suerte que he estado esperando!”.<br />

Localizan a Badan Pisngot, quien<br />

confirma que ha vendido artículos<br />

para el hogar en su modesto local<br />

desde los 80. Joel le entrega el panfleto<br />

que ha mostrado a tanta gente, y<br />

su traductor inquiere:<br />

—¿Sabe algo del niño de la foto?<br />

El comerciante niega con la cabeza.<br />

—No lo reconozco.<br />

No obstante, Joel le pide al traductor<br />

que siga cuestionado.<br />

Un hábil interrogatorio refresca la<br />

memoria del señor Pisngot.<br />

—Pero… había una mujer que vivía<br />

cerca de aquí y extravió a su hijo en<br />

los 80. Me parece que el niño tenía<br />

cinco o seis años.<br />

Joel empieza a temblar al oír la noticia.<br />

De pronto, el canoso señor Pisngot<br />

se muestra renuente a revelar algo más<br />

y se pone a reacomodar las cacerolas,<br />

sartenes y recipientes de plástico que<br />

vende. El traductor le aconseja a Joel<br />

dejar tranquilo al hombre para no correr<br />

el riesgo de hacerlo enojar.<br />

Tras visitarlo varias veces en un par<br />

de semanas, el señor Pisngot le da la<br />

sorpresa: “Creo saber quién es su<br />

<strong>madre</strong>… su nombre es Vicky”. Esta<br />

<strong>mi</strong>sma tarde Joel llama a Julie: “Sí,<br />

¡parece que he dado con ella!”.<br />

Al día siguiente, cuando Joel conoce<br />

a Vicky, ella se muestra recelosa


hasta que Joel le enseña una<br />

fotografía de él y otros 12 niños<br />

tomada en el orfanato en<br />

1985. Vicky señala de inmediato<br />

a Joel en la imagen y<br />

rompe a llorar y gritar.<br />

—¡Es Dante! ¡Es <strong>mi</strong> Dante!<br />

—exclama entre sollozos.<br />

Joel la abraza con fuerza<br />

<strong>mi</strong>entras ambos dejan correr<br />

lágrimas por sus mejillas.<br />

—Dante —murmura ella—.<br />

Mi Dante.<br />

Está convencida de que<br />

Joel es Dante, el hijo que se<br />

le extravió en los linderos del<br />

mercado Muñoz hace tanto tiempo.<br />

Se seca los ojos. Señala su nariz,<br />

luego apunta a la de Joel y ríe.<br />

—¡Son idénticas! ¡Igualitas! —afirma.<br />

JOEL ESTÁ A BORDO DE una montaña<br />

rusa emocional. Contra todo<br />

pronóstico ha localizado a su <strong>madre</strong><br />

biológica y, por primera vez, tiene a<br />

su alcance la respuesta a la pregunta<br />

que lo ha angustiado durante tanto<br />

tiempo: “¿De dónde vengo?”.<br />

Llama a Julie para compartir las<br />

buenas noticias:<br />

—¡Creo que la ubiqué!<br />

Después de quedarse sin habla, Julie<br />

rompe el silencio con una broma:<br />

—¡De haber sabido que sería tan fácil,<br />

te habría acompañado!<br />

—Era algo que tenía que hacer solo,<br />

mamá —contesta Joel.<br />

—Lo sé. Y estoy sumamente orgullosa<br />

de ti — repone ella, recordando<br />

Joel en Australia con su <strong>madre</strong> adoptiva, Julie,<br />

y Grace, su hermana, quien nació después de que<br />

él fuera adoptado.<br />

lo persistente que ha sido su hijo<br />

desde siempre.<br />

No obstante, una duda asalta a Joel.<br />

Durante su primera reunión, Vicky<br />

mencionó que Dante nació en 1983 y<br />

que desapareció unos seis años más<br />

tarde. Joel se quedó pasmado. Él nació<br />

en 1980 y, según los registros del<br />

orfanato, se perdió en 1985. ¿Acaso<br />

Vicky está confundiendo las fechas?<br />

Joel sabe que es complicado establecerlas<br />

con precisión en Filipinas; es<br />

bastante probable que Vicky esté confundida.<br />

Además, se parecen mucho<br />

entre sí. Si bien Joel confía en que por<br />

fin está frente a su <strong>madre</strong> biológica,<br />

necesita estar seguro y le pide que se<br />

hagan una prueba de ADN.<br />

TRAS UNAS SEMANAS LLEGAN los<br />

resultados del análisis que ha hecho<br />

un laboratorio japonés. Joel, nervioso,<br />

abre el informe y, sin preámbulos, ve


SELECCIONES <br />

la parte inferior de la primera página.<br />

“Probabilidad de parentesco:<br />

0%”. Vicky no es la <strong>madre</strong> biológica<br />

de Joel. La cruda realidad le asesta<br />

un duro golpe. Joel lo explicaría así<br />

tiempo después: “Anhelaba que fuera<br />

ella. Quedé devastado”.<br />

Vicky está igual. Se desploma en sus<br />

brazos una vez que escucha el dictamen.<br />

Él le acaricia el pelo con cariño<br />

y, en ese momento, decide continuar<br />

“¿QUÉ SIGUE, JOEL?”,<br />

PREGUNTÓ JULIE.<br />

“TENGO QUE SALIR Y<br />

EMPEZAR DE CERO”,<br />

CONTESTÓ ÉL.<br />

“SABÍA QUE DIRÍAS ESO”.<br />

su pesquisa. Haber estado tan cerca,<br />

lo anima aún más. “Necesito llegar a<br />

buen puerto”, le asevera a un a<strong>mi</strong>go.<br />

Telefonea a Julie solo para decirle:<br />

“Negativo”. Ella queda desolada por<br />

lo que acaba de descubrir su hijo.<br />

Durante mucho tiempo te<strong>mi</strong>ó que<br />

todo el asunto le partiera el corazón;<br />

ahora se muere de ganas por pedirle<br />

que vuelva, aunque sabe que sería en<br />

vano. Joel es tenaz y persistente desde<br />

que era un pequeño que batallaba<br />

por aprender inglés. Ella sabe que no<br />

abandonará su <strong>mi</strong>sión así de fácil y<br />

solo atina a preguntarle:<br />

—¿Ahora qué sigue, Joel?<br />

—Tengo que salir y empezar de cero<br />

—replica sin chistar.<br />

—Sabía que dirías eso.<br />

AUNQUE JOEL HA SIDO rechazado<br />

muchas veces por los medios de comunicación<br />

filipinos, cuando los productores<br />

de GMA Network, una de las<br />

principales e<strong>mi</strong>soras de radio y televisión<br />

del país, se enteran de que podría<br />

estar cerca de lograr su objetivo,<br />

empiezan a interesarse por su historia.<br />

Lo invitan a narrar su búsqueda por<br />

la radio. Un equipo de rodaje del programa<br />

Kapuso Mo, Jessica Soho (“De<br />

corazón, con Jessica Soho”), conducido<br />

por la equivalente filipina de la<br />

estadounidense Oprah Winfrey, comenzó<br />

a trabajar en un documental<br />

televisivo dividido en tres episodios<br />

al saber que Joel había dado con<br />

Vicky. Se tituló La búsqueda de Jo-Jo,<br />

un apodo local muy común.<br />

La cobertura llega justo a tiempo.<br />

Joel y su equipo ya habían escudriñado<br />

todos y cada uno de los rincones<br />

del mercado Muñoz y el vecindario<br />

aledaño, pero cuando la prueba de<br />

ADN de Vicky des<strong>mi</strong>ntió todo, ansiaron<br />

una plataforma más grande para<br />

contar la historia.<br />

Joel aprovecha la oportunidad para<br />

contar una y otra vez su historia. Colabora<br />

con el equipo de Jessica Soho,<br />

les proporciona filmaciones del documental<br />

que ellos <strong>mi</strong>smos habían<br />

rodado desde su llegada a Filipinas.<br />

Participa en un famoso programa de<br />

radio trans<strong>mi</strong>tido en horario estelar,


presentado por el vicepresidente de<br />

GMA, Mike Enriquez. Joel espera que<br />

alguien que escuche las entrevistas en<br />

la radio o vea el documental de televisión<br />

pueda ayudarle.<br />

En efecto, alguien está viendo.<br />

Sorprendentemente, Linda, que<br />

todavía celebra el cumpleaños de su<br />

hijo y que nunca ha dejado de rezar<br />

para que él esté a salvo, vio la primera<br />

entrega del documental sobre la búsqueda<br />

de Joel en su casa, en Ciudad<br />

Quezón. La historia le intrigó, pero<br />

también la encontró dolorosa: le trajo<br />

amargos recuerdos de su pérdida.<br />

Cuando se enteró de que el joven<br />

que hablaba inglés —y aparentaba<br />

más o menos la <strong>mi</strong>sma edad que tendría<br />

su hijo— había encontrado a su<br />

<strong>madre</strong> biológica, apagó la televisión.<br />

Más tarde confesaría: “Estaba celosa<br />

y triste a la vez. No pude tolerarlo. Ella<br />

había encontrado a su niño y yo no”.<br />

Nunca supo que la prueba de ADN<br />

había arrojado un resultado negativo<br />

y que Joel seguía tras su huella.<br />

GMA RECIBIÓ INFINIDAD de correos<br />

electrónicos después de la primera<br />

trans<strong>mi</strong>sión de su documental sobre<br />

Joel. En su mayoría eran de personas<br />

que querían hacer llegar sus buenos<br />

deseos o solicitudes de ayuda para<br />

encontrar a otros niños extraviados.<br />

No obstante, un mensaje captó la<br />

atención de los productores del programa<br />

de inmediato. Dolly Arcaido,<br />

filipina que había e<strong>mi</strong>grado a Japón<br />

décadas atrás, había visto el primer<br />

capítulo del documental gracias a su<br />

servicio de cable y le había refrescado<br />

la memoria. Explicó que su <strong>madre</strong><br />

tenía una a<strong>mi</strong>ga que vivía en Ciudad<br />

Quezón, cerca del mercado Muñoz.<br />

El niño de cinco años de esta mujer<br />

desapareció en la época en la que Joel<br />

decía haberse perdido. La mujer, dijo<br />

Dolly, se llamaba Linda.<br />

Envió al programa fotos de Linda y<br />

de su hijo a inicios de los 80 y añadió<br />

detalles sorprendentes. Señaló<br />

que Linda había sido costurera y que<br />

luego de que su marido la abandonara,<br />

empezó a salir con un conductor<br />

de yipni. No tenía ni idea de dónde<br />

vivía ahora; también agregó que el<br />

niño se llamaba Joel, un nombre muy<br />

común en Filipinas.<br />

¿Sería posible? ¿Podría ser ella? ¿O<br />

acabaría, al igual que en tantas otras<br />

ocasiones, en otro callejón sin salida?<br />

Cuando Joel vio las fotos y supo lo<br />

que Dolly había referido, se le puso<br />

la piel de gallina. ¿Sería posible?, preguntó<br />

a su equipo. “¡Se parece a mí,<br />

era costurera y su hijo se llamaba<br />

Joel!”. Pero pronto guardó la calma al<br />

recordar la decepción que le produjo<br />

aquella prueba de ADN. Esta vez prometió<br />

no precipitarse y mantener sus<br />

emociones bajo control. Como él lo<br />

expresó: “No quiero ilusionarme de<br />

más y ver que todo se derrumbe”.<br />

No obstante, cuando Julie recibió<br />

la foto de la mujer sujetando la mano<br />

de su hijo, no tuvo dudas. Le escribió a<br />

Joel: “¡Eres tú! ¡Te reconocería en cualquier<br />

sitio! No puede ser nadie más”.


SELECCIONES <br />

Linda y Joel, de tres años; están en la casa que<br />

habitaban. Los acompañan a<strong>mi</strong>gos de la fa<strong>mi</strong>lia.<br />

De pronto, todo el proyecto marchaba<br />

por el ca<strong>mi</strong>no correcto.<br />

EQUIPADO CON LA FOTOGRAFÍA tomada<br />

hace 30 años de Linda con Joel<br />

sentado en su regazo, este volvió a las<br />

<strong>mi</strong>smas calles de Ciudad Quezón que<br />

ya había recorrido. “¿Conoce a esta<br />

mujer?”, preguntaba a todo el mundo.<br />

“Se llama Linda”.<br />

Volvió al mercado Muñoz y mostró<br />

la imagen a los comerciantes. Nadie<br />

reconocía a la veinteañera. Joel se<br />

percató de que había pasado mucho<br />

tiempo y que la probabilidad de que<br />

alguien la reconociera era escasa.<br />

Pero siguió indagando.<br />

Sin desanimarse, regresó<br />

a la radio y contó su historia<br />

una y otra vez preguntando si<br />

alguien conocía a Linda o recordaba<br />

algo sobre ella. En el<br />

espacio radiofónico de Mike<br />

Enriquez se dirigió a ella: “Soy<br />

Joel, tu hijo extraviado en 1985.<br />

Lo único que deseo es conocerte,<br />

saber quién eres, y que<br />

sepas que estoy bien”.<br />

Habló conmovido en el programa<br />

de Jessica Soho y, de<br />

nuevo, le habló a su <strong>madre</strong><br />

perdida: “No importa lo que<br />

sucedió en el pasado. Espero<br />

que podamos dejarlo atrás<br />

y que nos encontremos de<br />

nuevo para decirte que he<br />

sido afortunado”. Contuvo una<br />

lágrima y añadió: “No puedo<br />

seguir con <strong>mi</strong> vida ahora que<br />

sé de tu existencia”.<br />

Siguió las contadas pistas que le<br />

llegaban. Una decía que Linda había<br />

sido localizada viviendo en la indigencia<br />

en el peligrosísimo cementerio<br />

norte de Manila, en La Loma. Joel,<br />

su equipo y una escolta se apostaron<br />

junto al camposanto durante varios<br />

días pidiendo informes sobre ella.<br />

Nadie la había visto.<br />

En una de sus entrevistas, acabó su<br />

mensaje dirigido a Linda diciendo:<br />

“Me encantaría conocerte y rezo por<br />

que tú también me quieras conocer”.<br />

Cuando los rastros llegaban a un punto<br />

muerto, las dudas asolaban la mente<br />

de Joel. ¿Y si Linda me abandonó? ¿Y si


no le interesa conocerme?, se atormentaba.<br />

¿Estará viviendo lejos de aquí,<br />

en la precariedad? ¿Estará muerta?<br />

Joel luchaba contra estos negros pensa<strong>mi</strong>entos<br />

e intentaba ser positivo<br />

y encontrar a su <strong>madre</strong> contra todo<br />

pronóstico.<br />

MIENTRAS CONDUCÍA SU PEQUEÑO<br />

ca<strong>mi</strong>ón de reparto para entregar un<br />

pedido por las bulliciosas calles de<br />

un suburbio en las afueras de Manila,<br />

esquivando yipnis y peatones<br />

LAS DUDAS ASOLABAN<br />

A JOEL. “¿Y SI LINDA ME<br />

ABANDONÓ? ¿Y SI EN<br />

REALIDAD NO TIENE<br />

INTERÉS ALGUNO<br />

EN CONOCERME?”.<br />

imprudentes, Amado Rio escuchaba<br />

el programa de radio de Mike Enriquez.<br />

Cuando oyó a Joel explicar su<br />

cometido y las peripecias vividas durante<br />

su estancia en Manila, de pronto<br />

cayó en cuenta de que Her<strong>mi</strong>nia, con<br />

quien se había casado hacía casi 25<br />

años, podía ser la mujer que Joel estaba<br />

buscando. Sabía que ella había<br />

perdido un hijo tiempo atrás, antes de<br />

que se conocieran. Pero no conocía a<br />

ninguna Linda.<br />

Amado no tenía muchas ganas de<br />

mencionar la historia de Joel a su<br />

mujer. Recordaba que tras ver aquel<br />

documental de GMA sobre un niño<br />

extraviado que posiblemente encontró<br />

a su <strong>madre</strong> biológica se había<br />

puesto de muy mal humor. Incluso<br />

había apagado el televisor antes de<br />

que acabara el programa. No obstante,<br />

a la mañana siguiente le preguntó:<br />

—¿Antes te llamaban Linda?<br />

—Sí, hace mucho tiempo.<br />

Amado guardó silencio y después<br />

tomó a Her<strong>mi</strong>nia de la mano.<br />

—Me parece que tu hijo te está buscando<br />

—concluyó.<br />

APENAS PASAN DE LAS 11 de la mañana;<br />

es el 9 de febrero de 2017. Her<strong>mi</strong>nia<br />

Rio viaja por las congestionadas<br />

vialidades de Ciudad Quezón a bordo<br />

de una ca<strong>mi</strong>oneta de la GMA Network.<br />

No ha podido conciliar el sueño durante<br />

las últimas 24 horas, desde que<br />

se puso en contacto con la difusora<br />

para informarles que ella era Linda, la<br />

<strong>mi</strong>steriosa mujer de la fotografía que<br />

estaban difundiendo.<br />

Cuando los productores de televisión<br />

fueron a su casa y le mostraron<br />

un retrato de Joel a los cinco años,<br />

ella rompió a llorar. “Mi Joel” fue todo<br />

lo que pudo decir al principio. Después<br />

de que les mostrara otras fotos<br />

de ella y Joel de co<strong>mi</strong>enzos de los 80,<br />

se convencieron de que estaban ante<br />

la persona correcta. Entre sollozos, la<br />

señora exclamó: “¿Dónde está Joel?<br />

¡Quiero abrazarlo!”.<br />

Ahora está a punto de reunirse con<br />

el hombre que, está segura, es su hijo


Joel, acompañado de Julie, su <strong>madre</strong> adoptiva, y Her<strong>mi</strong>nia, su <strong>madre</strong> biológica.<br />

perdido. Cuando el vehículo dobla la<br />

esquina para llegar al sitio en el que<br />

se va a encontrar con Joel por primera<br />

vez en tanto tiempo, su llanto vuelve a<br />

estallar. “Por favor, denme un <strong>mi</strong>nuto”,<br />

pide a uno de los empleados del programa.<br />

“Necesito tranquilizarme”.<br />

Unos <strong>mi</strong>nutos después de secarse<br />

los ojos y respirar profundamente<br />

para serenarse, ve a Joel de pie en la<br />

intersección de un par de calles. Él<br />

la está esperando rodeado por un<br />

equipo de televisión y varios transeúntes<br />

curiosos.<br />

Incluso a la distancia reconoce a su<br />

hijo de inmediato. Es Jo-Jo, dice para<br />

sus adentros. Su hijo, al que no ha<br />

visto en 30 años, se encuentra ahora<br />

a solo unos metros de distancia. Ella<br />

siente latir su corazón cada vez más<br />

rápido a medida que se va acercando<br />

a él. Lleva las fotos de Joel cuando tenía<br />

cinco años en su mano izquierda;<br />

se acerca de manera tí<strong>mi</strong>da y nerviosa<br />

y le pregunta:<br />

—¿Eres Jo-Jo?<br />

—Sí —responde Joel devolviéndole<br />

una sonrisa nerviosa. Entonces, él<br />

quiere saber—: ¿Eres Her<strong>mi</strong>nia?<br />

Ella asiente con la cabeza. Ambos<br />

se quedan callados durante un instante.<br />

Luego, Her<strong>mi</strong>nia, demasiado<br />

abrumada para poder decir algo más,<br />

empieza a sollozar y se derrumba en<br />

los brazos de Joel. Las palabras sobran<br />

cuando <strong>madre</strong> e hijo se enganchan<br />

en un fuerte abrazo y lloran.<br />

Las cámaras de televisión capturan<br />

el caluroso gesto y también el<br />

momento que tocará el corazón de


<strong>mi</strong>llones de espectadores. Envueltos<br />

en los brazos del otro, Her<strong>mi</strong>nia ve a<br />

Joel llorar y, suavemente, le seca las<br />

lágrimas con su pañuelo, tal como lo<br />

había hecho tantas veces hacía tanto.<br />

Por fin, y contra todo pronóstico, su<br />

hijo había vuelto a casa.<br />

Nota del editor: una prueba de ADN<br />

confirmó lo que Her<strong>mi</strong>nia y Joel ya sabían:<br />

que ella era su <strong>madre</strong> biológica.<br />

Julie no necesitó esta confirmación.<br />

Tan pronto como vio el video —que,<br />

según ella, ha reproducido “cientos de<br />

veces”— de Her<strong>mi</strong>nia secando las lágrimas<br />

de Joel, supo que, por fin, él había<br />

encontrado a la mujer que lo dio a<br />

luz, porque “solo una <strong>madre</strong> actuaría<br />

de esa manera”.<br />

Después de haberse reunido con Joel,<br />

Her<strong>mi</strong>nia conoció a Julie, la <strong>madre</strong><br />

adoptiva que había ocupado su lugar<br />

en la vida de Joel en Australia. Eventualmente<br />

también viajó a Australia<br />

para conocer el lugar en el que su hijo<br />

había estado viviendo. En el proceso,<br />

Joel también localizó a su padre biológico,<br />

que ahora vive en Estados Unidos.<br />

No consiguió localizar al hijo perdido<br />

de Vicky, Dante, ni a José Manselo,<br />

el taxista que rescató a Joel en el<br />

mercado Muñoz, pero ha prometido<br />

seguir buscándolos. Está trabajando<br />

en un documental basado en su propia<br />

historia que espera despierte la<br />

conciencia de la adopción y, como<br />

dice él, ayude a los adoptados a “escribir<br />

sobre las páginas en blanco de<br />

su propia historia”.<br />

Juegos mentales: Soluciones<br />

DE COLORES<br />

LABERINTO<br />

1<br />

2<br />

3<br />

4<br />

VENTANAS DE LETRAS<br />

DEB<br />

FAC<br />

CHOCOLATES<br />

Siete<br />

2 4 3 1<br />

CUADRÍCULA NUMÉRICA<br />

1 3 5 5<br />

2 2 2 1<br />

4 3 1 4<br />

2 1 7 5

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