Entrelíneas 83

Soledad y abandono de adultos mayores. Fotografía por Lucas Ulloa.
Hay muchos casos estremecedores
y particularmente noticiosos que
simbolizan las carencias de miles
de ancianos. El más reciente fue la
pareja de Jorge Olivares y Elsa Ayala,
de Conchalí. Él tenía dificultades de
movilidad producto de una hernia, ella
cáncer ovárico con metástasis, además
de demencia senil. Entre los dos
llegaban a los 400 mil pesos mensuales,
vivían solos en una modesta vivienda.
No tuvieron hijos. Juntos decidieron
terminar con sus vidas; él disparó a
su esposa e inmediatamente después
acometió contra sí mismo.
EL CAMINO DEL OLVIDO
La persona que pasa los últimos
años de su vida en Chile no tiene
muchas opciones, puede quedarse
en su casa o la de algún familiar,
sobrevivir en soledad, optar al cuidado
de un profesional o ingresar a un hogar
de ancianos.
El Servicio Nacional del
Adulto Mayor (Senama) mediante
Establecimientos de Larga Estadía para
Adultos Mayores (ELEAM) ofrece una
opción. Rodrigo Vásquez es Director
Técnico del establecimiento Santa
Verónica en Concepción, menciona que
la indolencia familiar y el abandono son
cruciales para sus residentes. “A pesar
de que la mayoría tiene enfermedades
neurodegenerativas o algún trastorno
mental, muchos también entienden
dónde están y padecen de su abandono.
Acá cuando los vienen a ver contribuyen
con el retraso de enfermedades como
el Alzheimer. Les hace muy bien estar
acompañados”.
Los establecimientos albergan
residentes que, por motivos biológicos,
psicológicos o sociales, requieren de un
medio ambiente protegido y atención
diferenciada. “Dichos cuidados
-continúa Rodrigo- tienen por objeto la
prevención y mantención de la salud,
la estimulación de la funcionalidad
y el reforzamiento de capacidades
remanentes”.
Uno de los longevos de Santa
Verónica es Pedro González Rifo.
Durante una larga charla, por
momentos interrumpida por su
dificultad para escuchar, comentó
sus pesares y su visión de mundo a
sus 88 años. “Honestamente yo soy
de los pocos que está cuerdo acá. De
algunas señoras es mejor estar alejado
porque de repente llegan manotazos,
sin razón. No somos más de cinco los
viejos lúcidos”.
El afincado octogenario siempre
había querido ser periodista, como
“aquellos del Diario El Siglo o de la
Revista Punto final. De los que cuentan
la verdad como es. Esos ya no se ven,
acá se la pasan viendo tele todo el día y
cuentan puras leseras”.
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