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Entrelíneas 83

Publicación semanal elaborada por los estudiantes de la asignatura de Producción de Contenidos en Tiempo Real de la Carrera de Periodismo (Universidad de Concepción, Chile).

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Comercio<br />

LA PARADOJA DE LA VIDA SANA<br />

Carlos Quintana<br />

En Chile se han puesto en marcha una serie de proyectos cuyo objetivo es fomentar el consumo de comida<br />

saludable a nivel país. Muchas de estas campañas han sido dirigidas al público estudiantil, desde preescolares<br />

hasta la educación superior. Sin embargo, la arista económica juega en contra al momento de poner en práctica<br />

dichas iniciativas.<br />

El alto precio de las paltas son un claro ejemplo de que comer sano cuesta caro. Fotografía por Carlos Quintana.<br />

Es innegable que en el último<br />

tiempo el Estado ha tomado<br />

medidas correctivas transversales<br />

respecto a la ingesta de comida en la<br />

sociedad. Esto se ve reflejado en la<br />

implementación de políticas públicas<br />

como Elige Vivir Sano o la Ley de<br />

Etiquetado de Alimentos.<br />

Un claro ejemplo, es la nueva<br />

normativa de la Junta Nacional de<br />

Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) que<br />

autoriza sólo la compra de víveres con<br />

menos de tres sellos para el caso de<br />

los alumnos que cuentan con la Beca<br />

de Alimentación para la Educación<br />

Superior. No obstante, esta normativa<br />

no contempla un factor importante,<br />

siendo este, el valor de los sustentos de<br />

reemplazo que son considerados sanos<br />

dentro del mercado nutricional.<br />

A excepción de algunas frutas<br />

y verduras, el costo de alimentos<br />

considerados saludables o no refinados,<br />

como por ejemplo el aceite de coco y la<br />

quinua natural, pueden oscilar entre los<br />

4.000 o 5.000 pesos dependiendo del<br />

comercio establecido y sector donde<br />

se adquieren. Una suma de dinero no<br />

menor, considerando que por la misma<br />

cantidad se pueden comprar hasta<br />

cuatro kilogramos de arroz e incluso<br />

seis tarros de papas fritas. Por ende,<br />

queda de manifiesto que los esfuerzos<br />

por generar una vida sana no están<br />

acordes con la realidad, ya que los<br />

precios de estos bienes son más altos.<br />

LO QUE PIENSAN LOS JÓVENES<br />

Gran parte de las iniciativas en<br />

pro del cambio de hábitos en la<br />

alimentación van dirigidos a un nicho<br />

específico, como lo es el estudiantil.<br />

Por tanto, ellos son los principales<br />

afectados a la hora de acceder a dichos<br />

productos.<br />

Nicole Jara, estudiante de Ingeniería<br />

Civil Química de la Universidad de<br />

Concepción y poseedora de la Beca<br />

de Alimentación para la Educación<br />

Superior, estima importante el interés<br />

del Gobierno por incentivar la compra<br />

de nutrientes sanos. Pero manifestó<br />

su disconformidad al momento de<br />

comprar comestibles saludables debido<br />

a su mayor costo.<br />

En sus palabras detalló: “Yo utilizo<br />

mi beca no sólo para mi almuerzo del<br />

día, sino también en mis compras del<br />

hogar. Sin embargo, mis adquisiciones<br />

se han visto limitadas desde que se<br />

anunció que solamente puedo comprar<br />

productos con una cantidad específica<br />

de sellos. Ello me ha obligado a<br />

conseguir elementos de reemplazo que<br />

son light, pero que a la vez se exceden<br />

del presupuesto, porque fluctúan entre<br />

los 3.000 a 4.000 pesos”, destacó la<br />

estudiante.<br />

Cabe señalar que el gasto diario<br />

contemplado por la Junaeb es de 1.300<br />

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