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Entrevista<br />

cuatro<br />

Enrique Macaya Márquez<br />

“Siento que necesito<br />

cubrir cada mundial”<br />

POR Matías Baldo<br />

El periodista deportivo, una enciclopedia<br />

viviente, decidió transcribir y recopilar sus<br />

peripecias y anécdotas en Mis Mundiales<br />

(Planeta), que reúne sus seis décadas<br />

como corresponsal en el torneo de fútbol<br />

más importante del mundo<br />

En un fútbol que avanza a un ritmo galopante, la Copa del<br />

Mundo ha tenido una única constante durante los últimos<br />

60 años: la presencia ininterrumpida de Enrique Macaya<br />

Márquez (Buenos Aires, 1934). La leyenda del Hombre de<br />

los Mundiales se agigantará en el próximo certamen de Rusia,<br />

su 16ª travesía. La propia FIFA confirmó que es el periodista<br />

con más coberturas mundialistas en la historia.<br />

–¿Qué es un Mundial? No hay una palabra que pueda<br />

definir qué es porque tiene que ver con la vida, con el tiempo<br />

y con los acontecimientos que se van presentando en cada<br />

momento. Depende de qué tipo de Mundial, sobre todo según<br />

la época de mi vida. Para mí no fue lo mismo México en<br />

1970, sin Argentina, que en 1986, cuando salió campeón.<br />

–Hay un dicho popular: “La vida se mide en Mundiales”.<br />

¿Usted diagramó su vida en torno a ellos? No, no.<br />

Yo he programado mi concurrencia según las circunstancias<br />

y el momento. En algunos trabajé para medios que ya<br />

habían hecho la reserva con anticipación e incluso habían<br />

comprado los derechos, en otras fui como freelancer. Soy<br />

alguien que siempre buscó ingeniosamente la manera de<br />

cubrir el campeonato del mundo. También tuve la suerte<br />

de no haberme engripado o resfriado nunca en la previa<br />

durante el invierno argentino.<br />

–Usted le dedica su libro a “mi familia sin domingos”.<br />

¿Cómo hizo para conjugar ambas pasiones? Supongo<br />

que hubo sacrificios de las dos partes. Lo lógico era que<br />

tuviera que alejarme de mi familia. Pero mi carrera no tiene<br />

que ver solamente con los Mundiales, sino también con todos<br />

los domingos. Pero uno se acostumbra a vivir al revés. La<br />

clave es hacerlo en armonía.<br />

–¿Cuáles son las diferencias entre su primera experiencia<br />

en Suecia 1958 y la última hace cuatro años en Brasil?<br />

La tecnología, principalmente. Recuerdo que mi primera<br />

vez fue por radio, salía la transmisión y no sabía si llegaba. En<br />

Brasil salíamos permanentemente al aire y en forma directa<br />

en la televisión argentina.<br />

–¿Encontró dificultades para adaptarse a las nuevas<br />

tecnologías? No es tan difícil. Yo estaba entrenado. Jugaba<br />

en un equipo igual que cualquier jugador durante el año.<br />

Jugaba todo el año, todos los años, y cuando iba con la Selección<br />

a un Mundial ya llegaba entrenado.<br />

–El fútbol de antes, tal como retrata en su libro, tenía<br />

un espíritu más amateur, más barrial. También el periodismo.<br />

Hoy todo es más profesional. Usted vivió ambas<br />

experiencias, ¿cuál prefiere? Es curioso porque a mí me<br />

gustaba cuando era más amateur, más aficionado. Pero de<br />

todas maneras siento necesario que los Mundiales sean como<br />

son actualmente. Con el apoyo de la tecnología y con todas las<br />

facilidades que hay para que uno pueda realizar su trabajo.<br />

–¿Qué lo motiva a seguir viajando a cubrir un Mundial?<br />

No es fácil, pero es lo mismo que me permite seguir<br />

trabajando. Es algo que me gusta pero que además siento<br />

que lo necesito. Esto se rubrica y pone su acento final en lo<br />

que es cada Campeonato del Mundo, por supuesto.<br />

–¿Cómo lo reciben? Yo soy récord del mundo desde hace<br />

dos torneos, pero tampoco me la creo, son circunstancias.<br />

Para algunos sí significa algo, pero el trato es como si fuera<br />

uno más. Distinta cosa es cuando salís campeón. En México<br />

1986 venían colegas de Sudamérica a felicitarme, como si yo<br />

hubiera hecho un gol o como si hubiera sido partícipe.<br />

–¿Cómo se prepara para cada Copa del Mundo? Cuido<br />

mi salud en la previa y hago todo lo que hace cualquiera que<br />

tiene que estar fuera de su casa durante 40 o 45 días. Es<br />

duro, se trabaja mucho, en mal horario, se viaja mucho, pero<br />

el entusiasmo por poder presenciar cosas realmente importantes<br />

disimula todos esos factores. No hago una preparación<br />

más allá de una investigación de cada equipo, de sus características<br />

individuales y colectivas, además de su rendimiento.<br />

–Su relato deja en evidencia la transformación que fue<br />

sufriendo la relación entre el periodismo y los jugadores.<br />

Desde la confianza inicial al hermetismo final.<br />

¿Siente que los jugadores de hoy ven un enemigo en el<br />

periodismo? Sí, si el periodismo habla mal se lo ve como un<br />

enemigo. En general ellos están convencidos de que necesitan<br />

que los traten bien. Pero en general todo periodista que<br />

está vinculado directamente con el Seleccionado mantiene<br />

una muy buena relación por dos razones: porque después de<br />

tanto tiempo compartido puede entablarse cierto vínculo de<br />

amistad, y porque ambos saben que deben producir una nota,<br />

y tener eso en mente genera armonía en el trato mutuo.<br />

–Sin embargo, parece difícil que las charlas que usted<br />

refiere con César Luis Menotti, con Juan Carlos Lorenzo<br />

o hasta con el propio Diego Armando Maradona<br />

puedan tener lugar hoy en día. ¿O acaso se siguen<br />

dando? No, y si se dan, es con menos frecuencia. Pero<br />

también se debe a que hay muchos más periodistas. Hoy<br />

en día hay una gran cantidad de colegas que representan a<br />

distintos medios y tienen distintas orientaciones. Entonces<br />

el requerimiento se multiplica y es más difícil. No todos los<br />

protagonistas tienen tiempo como para dar explicaciones,<br />

por eso aparecen las conferencias de prensa. Ahí uno se da<br />

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