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–Sin embargo usted siempre menciona en sus libros el
monstruo interno que todos llevamos dentro. ¿Cómo
es el suyo? ¿Quieres saber de mi lado oscuro? Cuando mis
hijos –tengo seis– hacen algo malo, ahí sale mi monstruo
interno. Creo que todos tenemos este monstruo adentro,
tenemos la posibilidad de hacer algo malo, algo que nunca
admitiríamos, pero no sé cómo se ve mi monstruo interno.
–En entrevistas anteriores ha mencionado que las
nuevas distopías tienen la posibilidad de revolucionar lo
establecido para generar un cambio en el mundo. ¿Cree
que tenemos que ir hacia una revolución? ¿Cómo decirlo
en español...? Tengo mucho enojo por el mundo tal como está
hoy. Creo que hemos construido un mundo que no nos sirve y
que no hace las cosas que debe. Y tenemos que reconstruirlo
para que nos ayude, para que ayude a los que más lo necesitan.
Y si esto requiere una revolución, entonces necesitamos
una revolución. No sé qué va a pasar con el mundo, pero creo
que podemos cambiarlo. Esta es una de las razones por las
que escribo ciencia ficción, porque creo que este género trata
específicamente de cambiar el mundo. Imaginar el futuro y lo
que puede pasar nos ayuda a tomar decisiones y a dar los pasos
para crear el futuro que queremos.
–¿Qué cree que le aportó estudiar Filología? La estudié
en la universidad y lo que me dio fue un amor por las palabras.
Me encantan las palabras, cómo se escuchan, cómo se
ven en la página. Por eso creo que las escojo muy específicamente.
Pretendo algo muy preciso de las diferentes palabras
y frases, gracias a mis estudios de filólogo.
–¿Los diversos trabajos que tuvo en marketing y publicidad
sumaron nuevos rumbos a su escritura? Yo creo que
sí. Creo que los libros son un reflejo de quiénes somos. Todos
mis libros tienen una parte de mí. La saga El Mirador –aunque
no intenté hacerlo así– salió como una historia de la relación
entre una joven y su papá, porque yo tengo una hija de 16
años. Sin proponérmelo escribí la historia de una chica que
grita mucho y que se queja de todo, y cuando llega a conocer a
su papá puede entenderse mejor con él al final de la saga.
–¿Era un mensaje para su hija? Lo era, pero también para
el papá. Los dos están siempre gritando [risas].
–¿Cómo influyó en su oficio el haber sido padre? Escribir
es mi único empleo, entonces trabajo en mi casa, y cuando
mi familia, mi esposa o mis hijos me necesitan, yo estoy ahí.
Además, creo que ser escritor es llegar a conocer otras personalidades.
Tenemos que desarrollar una empatía para escribir
personajes que no somos nosotros, y esto me ayuda a ser papá.
Puedo ver a mis hijos, lo que ellos escogen, y mi primer instinto
es decir que han escogido algo malo. Pero, luego, pienso
que necesito verlo desde su perspectiva. Necesito tener esa
empatía para con ellos, para entender que están haciendo cosas
que tienen sentido para ellos. Escribir me ayuda a entender
a mis hijos, creo, eso espero. Y también a la humanidad.
–John Cleaver es acusado de sociópata. ¿Por qué le
interesan tanto las enfermedades mentales? Cuando
empecé a escribir sobre estos temas lo hice porque me
fascinaban. Eran algo extraño, diferente. Me fascinaba la idea
de que el cerebro es un órgano que puede cambiar la perspectiva
con la que alguien puede ver o entender el mundo.
Después de empezar a escribir encontré estas enfermedades
en mi comunidad y hasta en mi familia. Hace cuatro o cinco
años mi hermano fue diagnosticado con varias enfermedades
mentales, como esquizofrenia, por ejemplo. Ahora veo las
cosas que pasan con él y todo lo que tiene que hacer para
vivir en el mundo, para interactuar con otras personas y hasta
para mantener su empleo cuando su mente no funciona bien.
Las enfermedades mentales han llegado a ser algo muy importante
para mí. Siempre intento hacer todo lo que puedo
para echar luz sobre estas enfermedades y las necesidades
que tiene la gente que las sufre. Son problemas que podemos
resolver, pero necesitamos dedicar nuestro tiempo y dinero
para ayudar a la gente que los padece, y hasta ahora no lo
estamos haciendo.
–Usted es gamer, creó una página de videojuegos y sus
libros son muy visuales. ¿Qué encuentra en el juego que
no encuentra en la escritura? Básicamente utilizo los juegos
para recargar las pilas de mi mente. Trabajo por la mañana,
y algo que encontré después de varios años es que cuando
trabajo todo el día sin parar, sin jugar, escribo dos mil palabras
por día. Pero si al mediodía me tomo una o dos horas para
jugar, escribo cuatro mil palabras por día. Creo que la gente
que tiene un empleo creativo necesita recargar. Necesitamos
utilizar estas cosas para ver otras perspectivas o para animar a
nuestra mente a que quiera contar historias y crear mundos y
personajes. Jugar es lo que más me sirve. Estos juegos y los de
mesa. Tengo una colección de 450 en mi oficina.
–Sabemos que le gusta la poesía. ¿Publicará poesía en
algún momento? Escribía mucho en la secundaria y en la
universidad, pero desde ese entonces no lo hago. Me gustaría
empezar otra vez, aunque creo que esas ganas creativas ahora
las estoy llenando con novelas. De todas formas, sí, algún día
voy a volver a escribir poesía, y va a ser horrible, pero lo voy a
hacer [risas].
–Hay algo extraño en la biografía que publicó en su
web. Mary Poppins se menciona como una de sus películas
favoritas, pero aparece como cine de suspenso. ¿Por
qué? ¡Sí! [Risas]. Es una de mis películas favoritas. Aparece
entre El silencio de los inocentes y Psycho. Para mí, Mary
Poppins es una de las mejores películas sobre qué es ser un
buen padre. Casi toda la película trata sobre los niños y Mary
Poppins, pero la historia en realidad es sobre el papá y lo que
él necesita para cambiar su actitud y su vida, para cuidar y
amar a su familia. Desde que era niño esta película me encanta
por el cambio que hay en ese papá. Y Mary Poppins crea un
mundo entero, que existe sobre las casas y el humo… ¡Me
gustan las películas que me pueden llevar a un lugar que jamás
he visitado! Mary Poppins fue una de las primeras que lo logró.
–¿Qué le recomendaría a alguien que quiere ser
escritor? Siempre digo dos cosas: la primera es que tiene
que hacerlo. Mucha gente dice que quiere, pero no lo hace.
Tiene que sentarse con una lapicera o una computadora y
escribir. La segunda es que tiene que permitirse escribir un
libro malo. Tenemos la idea del libro perfecto, que es el que
más queremos leer, y queremos escribirlo. Pero, especialmente
cuando empezamos a escribir, nuestra capacidad para
reconocer calidad en un libro o una historia es mucho mayor
que la de escribir con esa calidad. Tenemos que permitirnos
escribir un libro malo porque nos enseñará a escribir un libro
un poquito mejor, y este segundo libro nos enseñará a escribir
uno un poco mejor, y así. Yo escribí cinco libros malos,
que jamás van a leer, antes de escribir No soy un serial killer,
el primero de la serie de John Cleaver.
–En la saga El Mirador la narradora es mujer. ¿Cómo
fue escribir desde la perspectiva del género opuesto?
Al comienzo intenté escribir desde una mujer o una chica, y
lo que aprendí es que es mucho mejor escribir simplemente
desde una persona, que, en este caso, es mujer, y en otros
casos es hombre. Todos somos personas, y las cosas en las
que cree Marisa, lo que piensa, la comida, lo que le gusta,
son más importantes que si es chica o chico. Todos somos
humanos, todos somos personas y todos somos más o menos
iguales al fin de cuentas.
–¿Qué cree que aporta la literatura en un mundo al
borde de la destrucción? Escribir es entender y tener empatía
con mentes y perspectivas diferentes. Y leer es igual. Una
sociedad que lee, que siempre quiere explorar personalidades,
personajes y vidas diferentes, es una sociedad que tiene la
empatía suficiente como para entender y amar a otros
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