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Quid77

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Año 14 | Número 77<br />

DICIEMBRE 2018, ENERO, FEBRERO 2019<br />

CONSEJO EDITORIAL<br />

Adolfo de Vincenzi<br />

Jorge González<br />

Luz Henríquez<br />

Antonio Dalto<br />

DIRECCIÓN<br />

Jorge González<br />

EDICIÓN<br />

Melina Dorfman<br />

COORDINACIÓN<br />

Hugo Cayssials<br />

DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN<br />

Conci|Melnizki edd<br />

FOTOGRAFÍA<br />

Silvana Sergio<br />

CORRECCIÓN<br />

Esteban Bertola<br />

COLABORAN EN ESTE NÚMERO<br />

Gabriela Baby, Laura Berti, Brenda Carciochi,<br />

Lucila Carzoglio, Juan Manuel Cibeira, Juan<br />

Pablo Cinelli, Antonela de Alva, Marina García,<br />

María Fernanda Guillot, Nadia Koval, Roger Koza,<br />

Christian Kupchik, Victoria Lescano, Martina<br />

Leunda, Juan Maisonnave, Silvana Moreno,<br />

Alejandra Peñalva, Felipe Pigna, Gabriel Rolón,<br />

Carlos Salatino, Emilia Simison, Claribel Terré<br />

Morrell, Maximiliano Tomas, Mónica Tracey,<br />

Nando Varela Pagliaro, Leandro Vesco y<br />

Agustina Zabaljáuregui.<br />

PUBLICIDAD Y REDACCIÓN<br />

Tel.: 4943-8219/22<br />

Patagones 2463 | C1282ACA | CABA<br />

Correo: revistaquid@ilhsa.com<br />

Web: www.yenny-elateneo.com/revista<br />

REVISTA QUID<br />

Grupo Ilhsa S.A. es propietaria de Quid, publicación<br />

de Yenny y El Ateneo. Queda prohibida la reproducción<br />

del contenido de esta publicación, aun mencionando<br />

la fuente.<br />

Los editores no son responsables por las opiniones<br />

vertidas por los colaboradores, entrevistados, las notas<br />

firmadas y el contenido de los mensajes publicitarios.<br />

Registro Nacionl de la Propiedad Intelectual<br />

Nº 506670. ISSN 1669738-3<br />

Distribución en locales Yenny y El Ateneo de la Ciudad<br />

de Buenos Aires, GBA e interior del país.<br />

El año pasado, el artista israelí residente en alemania Shahak Shapira dio a<br />

conocer un impactante proyecto que cuestiona los hábitos turísticos en sitios<br />

de relevancia histórica. Lo que hizo fue buscar selfies en Instagram, Facebook<br />

y Twitter tomadas en el Monumento a los judíos asesinados en Europa, situado<br />

a metros de la Puerta de Brandemburgo en Berlín. Encontró que muchas<br />

de ellas estaban protagonizadas por personas solas o en grupo que esbozaban<br />

las poses más variopintas (saltos, dedos en V, pasos de baile, piruetas circenses,<br />

etc.). Teniendo en cuenta que el famoso memorial de columnas irregulares<br />

de hormigón está allí para recordarnos los horrores de la Shoá, ver estas<br />

imágenes en conjunto resultaban bastante desubicadas. Entonces, lo que Shapira<br />

hizo para denunciar el fenómeno masivo, fue sustituir los fondos de estas<br />

postales por antiguos registros de campos de exterminio nazi. El resultado fue<br />

Yolocaust, una página que nos hizo reflexionar con un shock.<br />

Claro está que el artista no buscó definir qué se puede hacer o no en el<br />

Monumento sino llamar la atención sobre los comportamientos irrespetuosos.<br />

En tiempos en que todos podemos viajar a cualquier parte del planeta en<br />

horas y publicar fotos o videos de cada lugar que visitamos en nuestras redes,<br />

suele ganarnos la ansiedad y la competencia, las ganas de ver todo y mostrar a<br />

nuestros familiares y amigos (también a desconocidos) que estuvimos viendo<br />

lo mismo que el resto sin detenernos a pensar ni un minuto por qué hacemos<br />

lo que hacemos.<br />

Quizás sea momento de abrazar un nuevo turismo, más cercano a sus orígenes.<br />

Ya no es posible viajar sin nuestros celulares o cámaras pero sí hacer un uso distinto<br />

de las nuevas tecnologías para aprender cada vez más de nuestros viajes:<br />

dejarnos fascinar por nuevos destinos, ejercer la memoria y buscar nuestro yo<br />

perdido. Este número de Quid es una invitación a que lo intentemos.<br />

Adolfo de Vincenzi<br />

Director General<br />

Grupo Ilhsa


Sumario<br />

77<br />

Temas de tapa<br />

Columnas<br />

Entrevistas<br />

08<br />

Invitación al viaje. Génesis del turismo.<br />

Por Christian Kupchik.<br />

20<br />

El señalador. Vacaciones: cuando el infierno<br />

son los otros. Por Maximiliano Tomas.<br />

12<br />

16<br />

24<br />

21<br />

35<br />

44<br />

53<br />

60<br />

86<br />

92<br />

Los veraneantes salvajes: de la postal a Google<br />

Earth. El turismo en la literatura.<br />

Por Lucila Carzoglio.<br />

Leer a paso firme. City Tour Literario.<br />

Por Gabriela Baby.<br />

En la ruta (de las campañas).<br />

Los viajes de los políticos para darse a conocer.<br />

Por Emilia Simison.<br />

Cuando la música te lleva de viaje.<br />

Los mejores festivales locales e internacionales.<br />

Por Juan Manuel Cibeira.<br />

Lao Tse (no) tenía razón. La semejanza entre<br />

ver películas y viajar de acuerdo al Tao Te King.<br />

Por Roger Koza.<br />

Turismo oscuro, una extraña manera de viajar.<br />

Por Agustina Zabaljáuregui.<br />

Redescubrir lo cercano. El encanto de conocer los<br />

pueblos perdidos de la provincia de Buenos Aires.<br />

Por Leandro Vesco.<br />

29<br />

33<br />

47<br />

51<br />

56<br />

58<br />

71<br />

76<br />

96<br />

Opinión. El viaje de Swedenborg.<br />

Por Gabriel Rolón.<br />

Libros recomendados para adultos.<br />

Por Mónica Tracey.<br />

Historia & Política. Derechos Humanos<br />

y Hegemonía. Por Felipe Pigna.<br />

Música Alternativa. High as Hope, de Florence<br />

and The Machine. Por Agustina Zabaljáuregui.<br />

Música Clásica. Hector Berlioz. Por Nadia Koval.<br />

Jazz. Entrevista a Daniel “Pipi” Piazzolla,<br />

de Escalandrum. Por Carlos Salatino.<br />

TV/Series. Falco y The Honourable Woman.<br />

Por Laura Berti.<br />

Libros recomendados para niños y adolescentes.<br />

Por María Fernanda Guillot.<br />

Vida Gourmet. Yendo de la biblioteca a la pizzería.<br />

Por Mónica Tracey.<br />

Viviana Rivero<br />

Por María Fernanda Guillot<br />

30<br />

Gioconda Belli<br />

Por Claribel Terré Morell<br />

38<br />

Gabriel Rolón<br />

Por Juan Pablo Cinelli<br />

John Katzenbach<br />

Por Juan Maisonnave<br />

64<br />

41<br />

Florencia Etcheves<br />

Por Juan Maisonnave<br />

68<br />

Samanta Schweblin<br />

Por Nando Varela Pagliaro<br />

48<br />

Ludovica Squirru Dari<br />

Por Silvana Moreno<br />

73<br />

94<br />

A través de las pantallas. Cuánto afectaron las<br />

nuevas tecnologías a los hábitos de consumo<br />

y nuestro cuerpo. Por Brenda Carciochi.<br />

98<br />

Cocina. Comerse el mundo. Las apps al servicio<br />

del viajero. Por Marina García.<br />

Juana Viale<br />

Por Alejandra Peñalva<br />

Ronnie Arias<br />

Por Martina Leunda<br />

Daniel Balmaceda<br />

Por Victoria Lescano<br />

DOSSIER<br />

Bruce Chatwin<br />

El nómada dorado<br />

Existe un antes y después en la literatura de viajes a partir de la existencia de Bruce<br />

Chatwin (1940-1989). El James Dean de los viajes, el Alejandro moderno y trotamundos, el<br />

erudito ecléctico, narcisista y bisexual efebo errante, alzó la antorcha de su vida –que acabó<br />

abrasándolo– para señalarnos la dirección de una existencia nómada en caminos, intereses<br />

y afectos. Presentamos un perfil de su intensa existencia y una entrevista donde da cuenta<br />

de los fundamentos de su obra.<br />

Por Christian Kupchik.<br />

77<br />

Germán Garmendia<br />

Por Nando Varela Pagliaro<br />

80<br />

Lyna Vallejos<br />

Por Martina Leunda<br />

83<br />

Carlos Tramutola<br />

Por Antonela de Alva<br />

89<br />

Andy Clar<br />

Por Antonela de Alva


MISCELÁNEAS<br />

Desembarco de Arpa en Argentina<br />

Este año, Océano comenzó a distribuir Arpa, una editorial<br />

española de no ficción y gran diseño fundada en 2016 por<br />

Joaquim Palau, junto a su hijo Álvaro, Enric Jardí y un<br />

pequeño grupo de socios. Algunos de los títulos que ya pueden<br />

conseguirse en las librerías argentinas son: Camelia y la filosofía,<br />

de Juan Antonio Rivera; De la mano de Federico, de<br />

Luis Pasqual; El niño filósofo, de Jordi Nomen; y Reinventar<br />

las organizaciones, de Frederic Laloux. ¡Esperamos más!<br />

Para los que viajen a Vietnam y Chicago<br />

De Dios Editores vienen publicando hace años sus famosas<br />

Guías Mapas de distintas ciudades del mundo. Consisten<br />

en una hoja gigante, plegada a un tamaño de bolsillo, que<br />

contiene toda la info necesaria para el viajero que aborda por<br />

primera vez un lugar: tips básicos, nombre y descripción de<br />

los principales barrios, sugerencias de qué hacer en 48 horas,<br />

lista de locales gastronómicos, principales atracciones, mapa de<br />

subtes y mucho más. Ahora, acaban de lanzar las de Vietnam y<br />

Chicago. Imprescindibles.<br />

Cine para ver en casa<br />

SBP anunció los lanzamientos en DVD para los próximos<br />

meses. En diciembre, llegan Mamma Mía!: Vamos otra<br />

vez, de Ol Parker; Megalodón (también en BR), de Jon<br />

Turteltaub; Mentes poderosas, de Jennifer Yuh Nelson;<br />

La monja, de Corin Hardy; Animal, de Armando Bo; El<br />

amor menos pensado, de Juan Vera; y Mi obra maestra, de<br />

Gastón Duprat.<br />

En enero será el turno de Acusada, de Gonzalo Tobal;<br />

Pie pequeño, de Karey Kirkpatrick y Jason Reisig;<br />

Johnny English 3, de David Kerr; Halloween, de David<br />

Gordon Green; Misión imposible 6, de Christopher<br />

McQuarrie; y El Ángel, de Luis Ortega.<br />

Habrá que esperar hasta febrero para poder ver: Somos<br />

campeones, de Javier Fesser; Bohemian Rhapsody, de<br />

Bryan Singer; Infiltrado del kkklan, de Spike Lee; Nace<br />

una estrella, de Bradley Cooper; y La casa con un reloj<br />

en sus paredes, de Eli Roth.<br />

Retrospectiva de Pablo Suárez<br />

Malba presenta Narciso plebeyo, retrospectiva del gran artista<br />

de vanguardia argentino Pablo Suárez. La exposición propone<br />

repensar su rol y producción en diálogo con la tradición<br />

artística y cultural de nuestro país. Reúne una selección de<br />

cien obras, entre pinturas, dibujos, objetos y esculturas creados<br />

a lo largo de cuatro décadas (desde los años 60 hasta los 2000),<br />

además de material de archivo inédito resultado del proyecto<br />

de investigación realizado por los curadores, Jimena Ferreiro<br />

y Rafael Cippolini, junto con el departamento de<br />

Curaduría del museo.<br />

Museo Malba. Av. Figueroa Alcorta 3415. Hasta el 18/2/19.<br />

+ Info: www.malba.org.ar


Nota<br />

de tapa<br />

A aquellos que preguntan por la razón de mis viajes, les<br />

respondo: sé bien de lo que huyo, pero no lo que busco.<br />

Michel de Montaigne, Ensayos, III, 9<br />

Invitación<br />

al viaje<br />

POR Christian Kupchik<br />

Sucedió un domingo. El hombre agotó todas las páginas de<br />

los suplementos y revistas especializadas dedicadas al turismo.<br />

No encontró nada. Sabía exactamente lo que buscaba, pero<br />

no dónde localizarlo. Algo estaba claro: el mundo ya no es lo<br />

que era. De pronto, el espacio se encogió, perdió sus partes<br />

secretas, se alejó de la sorpresa. Selva o desierto, los caminos<br />

se detuvieron en un punto invisible, se hicieron tópico, cliché,<br />

fetiche de algo que alguien, alguna vez, soñó virgen.<br />

El turismo ha venido explotando en los últimos años la idea<br />

de que todo país lejano o extraño ha resultado “superficial”.<br />

No hay más misterios. Y no obstante, aún podemos formular<br />

la pregunta acerca de si no existe algún lugar, lejano o<br />

cercano, o en todo caso la bruma de algún lugar, de donde<br />

emergen signos enigmáticos que aún atrapan, confunden e<br />

incluso entusiasman al viajero. Tenemos la literatura, por supuesto,<br />

y también el viaje, pero no por ello deja de ser menos<br />

importante repetir la palabra bruma.<br />

El viaje sigue (y seguirá) siendo capaz de exponer el mundo<br />

interior de un individuo a temblores, confrontaciones y encantamientos.<br />

Claro que para ingresar a las brumas hay que<br />

estar preparado. Allí, se revelan las cosas y acontecimientos<br />

bajo una luz misteriosa, como si se tratase de una pintura de<br />

Rembrandt. Los detalles recuerdan preguntas formuladas<br />

durante la niñez y que luego fueron olvidadas.<br />

¿Qué es, en realidad, lo que libera un viaje? Implica, si se<br />

plantea asumirlo con la responsabilidad del caso –esto es,<br />

abrirse sin prejuicios a las imprevisibles posibilidades que<br />

todo viaje dicta–, un riesgo que altera los estados perceptivos,<br />

tanto a nivel físico como psicológico. No se trata simplemente<br />

de la idea pedestre que entraña el traslado de un lugar<br />

A hasta otro B, idea que el turismo ha reemplazado por el<br />

concepto “viaje”. No, el viaje puede concluir en experiencias<br />

existencialmente peligrosas, entendiendo este adjetivo en la<br />

mejor de sus acepciones. La imprevisibilidad respecto de sus<br />

consecuencias transforma todo viaje tanto en una maquinaria<br />

mortal como deliciosa. Y, en ocasiones, ni siquiera resulta<br />

necesario recorrer enormes distancias para ello.<br />

Hay una moral del viaje. Y su influencia es ejercida menos<br />

sobre el comportamiento del viajero que sobre su discurso.<br />

No obstante, no se puede ignorar su existencia ni subestimar<br />

su poder. A pesar de no llegar a hacerla visible bajo la forma<br />

de una carta o de un tratado general enunciando derechos y<br />

deberes en la materia, esta moral que parece eludir toda ley<br />

escrita revela su presencia en compañía del viajero, conscientes<br />

o no de ella.<br />

La moral está ligada al móvil, y puede modificar sus máscaras<br />

de acuerdo a estos, pero no abandona jamás su verdadera naturaleza.<br />

Es posible encontrarla en misiones científicas o viajes<br />

de placer, manuales de etnografía o guías turísticas, diciendo<br />

esto o aquello entre consejos prácticos, métodos o itinerarios.<br />

Al margen de las recomendaciones técnicas y logísticas, por<br />

encima de medios y objetivos, esta moral se expresa fundamentalmente<br />

por la relación con el Otro. En las guías clásicas<br />

del siglo XIX (Baedeker, Joanne, Richard y otras) pero también<br />

en las actuales, de las Michelin a las Lonely Planet, no faltan<br />

–aún subrepticiamente– conceptos que hacen a una supuesta<br />

ética del viajero. Tal vez ya no tan sentenciosos como antes,<br />

hoy su expresión es menos severa, incluso en ocasiones casi humorística,<br />

pero lo cierto es que no falta el enunciado de reglas<br />

y valores de buen uso para el viaje.<br />

Francesco Balducci Pegolotti, empleado de una<br />

compañía de comercio de Florencia, escribió hacia 1330, a<br />

cincuenta años del viaje de los Polo, un decálogo del viajero<br />

en Asia, titulado Practica Della Mercatura, donde suministra<br />

información precisa sobre la organización del viaje en China.<br />

Vale la pena transcribir algunos detalles:<br />

“Debe Ud. dejarse crecer la barba. En Tana hará bien si<br />

contrata un guía o intérprete. No hay que intentar economizar<br />

en esto, tomando uno malo en vez de uno bueno, ya que<br />

los gastos ocasionados por un buen guía nunca alcanzarán a<br />

lo que Ud. gastaría yendo por su cuenta. Si el mercader desea<br />

llevar una mujer con él, puede hacerlo; si no desea llevarla,<br />

no está obligado en absoluto; solo que, si la lleva, su viaje será<br />

más confortable. Sea como fuese, si se decide por llevarla<br />

convendrá que esté iniciada en la lengua cumaniana”.<br />

Casi cinco siglos después, otro viajero italiano, Luciano<br />

Galli (1848-1939), vindica la figura del viajero tal como la<br />

consentirían Beckett o el propio Émile Cioran. Cuando<br />

habla de aprestos para el viaje, se refiere a memorizar una<br />

serie de perplejidades:<br />

“1. Olvídese de dónde viene. De hecho, y si a nadie le importa,<br />

¿por qué habría de importarle a Ud.?<br />

2. Olvídese hacia dónde va. Transcriba al azar cien, doscientos<br />

nombres de parajes, pueblos, mujeres o lo que le<br />

venga en ganas. Incluya el nombre de su destino entre ellos.<br />

Repítalos en voz alta, en orden aleatorio, hasta que todos se<br />

reduzcan a una serie articulada de sonidos sin valor ni efecto.<br />

Si así no funciona enumere uno a uno y dígase que lo esperan<br />

en cada lugar.<br />

3. Asegúrese que nadie le preguntará adónde va. Cuando<br />

llegue a una ciudad sitúese en el punto más alto, un promontorio<br />

o los hombros de algún desconocido, y proclame a viva<br />

voz: ‘He olvidado de dónde vengo. No sé adónde voy. Siento<br />

que estoy a punto de llegar y pronto a salir. Espérenme,<br />

despídanse. Pronto nos veremos nuevamente y no sabremos<br />

quién es quién’”.<br />

9


Ninguna disciplina más susceptible que el viaje para erigir<br />

códigos de conducta. La incertidumbre que planteaba lo<br />

distinto distante obligaba no solo a considerar los códigos de<br />

convivencia ajenos sino también a reconsiderar los propios.<br />

Ante la intrusión manifiesta que constituye el viaje, aparece la<br />

moral: entre la observación y la fractura, ella traza una frontera<br />

que distingue al observador del profanador. “El turismo<br />

y la etnología”, escribió el antropólogo Jacques Meunier,<br />

“son quizás los avatares modernos de la profanación. De allí<br />

surge una mezcla de inocencia reencontrada, alegría elemental<br />

y culpabilidad”.<br />

El viaje, en suma, es una mirada legítima arrojada sobre el<br />

mundo pero, un paso más allá, da comienzo el riesgo de caer<br />

en un voyeurismo obsceno. Si todo puede ser visto, no todo<br />

puede ser dicho. Entonces el ojo se aparta, se oculta, o al<br />

menos, rompe en ciertos puntos la comunicación con la mano<br />

que escribe el viaje. Censura. Autocensura. La moral filtra el<br />

relato. El relato filtra los recuerdos. El viaje está suspendido.<br />

El viajero cierra los ojos. El relato se detiene. Los hechos son<br />

abreviados. El viaje desaparece.<br />

La legitimación del viaje resulta una permanente preocupación.<br />

Y debido a la expansión de las movilidades de placer, esta<br />

preocupación, a pesar de lo que se dice, está aún más viva en<br />

cuanto alguien se aproxima al vacío presumible en el universo<br />

de sus vacaciones. Quedó instalado como proyecto del turista<br />

burgués del siglo XIX la idea de encontrar una “utilización social”<br />

a su desplazamiento, lo cual enfrenta al viajero contemporáneo<br />

inquieto en no pocas oportunidades con cierta sensación<br />

de culpa al tener que justificar el ocio o lo lúdico.<br />

Si bien hubo un tiempo donde la atribución de una utilidad al<br />

viaje era frecuente, a partir de la ramificación de los motivos<br />

(la “segmentación de la demanda”, como suelen decir los<br />

profesionales del turismo) ha venido a complicar un poco<br />

las cosas. Los móviles de muchos viajeros han adquirido<br />

nuevos matices, muchas veces inconfesables. Hay un nómada<br />

curioso, pero cuya curiosidad no se detiene sobre un objeto<br />

específico ni está subordinada a altos objetivos humanistas.<br />

Un viajero que se contenta solo con viajar. Este sujeto, de<br />

acuerdo a la moral establecida, resulta peligroso.<br />

Desde la Edad Media en adelante, el viaje apareció justificado<br />

por la misión que llevaba adelante el viajero, que lo ponía<br />

a seguro de sospechas impertinentes. Antes que viajero, era<br />

marino, mercader, militar, médico o sabio colonial, corresponsal,<br />

embajador o emisario. Es decir, su profesión confería<br />

el paradigma de la Utilidad que acreditaba a los viajeros y los<br />

legitimaba como tales. Viajes pioneros o guerreros, iluminadores,<br />

realizados bajo el signo del esfuerzo, del peligro y el<br />

servicio a una bandera, consagrados a fines vinculados con<br />

lo político y lo económico. Estos viajes son percibidos como<br />

un trabajo necesario, fuente de provecho, de prosperidad<br />

y dominación. Se viaja para descubrir y conquistar tierras<br />

desconocidas, para transportar bienes, hombres y técnicas,<br />

para vender, defender o imponer ideas. Esta dimensión cívica<br />

y laboriosa establecía en el instante, indiscutible, el valor<br />

utilitario de cada viaje.<br />

La curiosidad del viajero devino entonces en un oficio, y<br />

su intrusión se transformó en el viaje de la razón. Pero en<br />

determinado momento la “utilidad” del viaje se difumina y se<br />

opera un pasaje: del viaje razón al viaje pasión. Este marca<br />

otro tipo de desplazamiento en el viajero, esta vez de carácter<br />

más íntimo. Implica no solo saber, sino también creer; observar,<br />

pero también amar (u odiar). Con él se efectúa el paso<br />

de lo voluntario a lo inspirado, de la intención calculada al<br />

proyecto imperioso. Y se opera, asimismo, un deslizamiento<br />

del sentido del término por el cual el viajero reivindica para<br />

su viaje la forma pura del impulso.<br />

El viaje pasión ha ido evolucionando y hoy muestras rasgos<br />

bastantes diferentes respecto al momento en que nacieron.<br />

Gracias a la popularidad alcanzada por muchos de sus destinos,<br />

cristianos o no (Compostela, Lourdes, Roma, Jerusalén,<br />

el Tíbet, La Meca o Benarés), se ha ido desarrollando una<br />

suerte de turismo religioso sobre la base de un concepto<br />

que amplió la noción de peregrinaje mezclando devoción,<br />

atractivos culturales y espacios de placer. Aunque la categoría<br />

no se reduce únicamente al turismo religioso. El peregrinaje,<br />

adoptando formas laicas, puede encontrar –como la libidosatisfacción<br />

en otros objetos de culto: la tumba de Lenin,<br />

Buchenwald, el Louvre, la ruta del Che, etc. Incluso, el<br />

viaje pasión se justifica en otros motivos, en otros amores.<br />

La naturaleza, por ejemplo, da razón al peregrino ecologista:<br />

el explorador de regiones salvajes, el documentalista tipo<br />

National Geographic, el pescador profesional, en definitiva,<br />

el Robinson naturista.<br />

Y otra vez, Jacques Meunier: “La isla de Robinson, la verdadera,<br />

la única, está en cada uno de nosotros. No es más<br />

que una dimensión del espíritu”. ¿El viaje como dimensión<br />

del espíritu? Antes de ser una realidad espacial, la puesta en<br />

práctica de un movimiento o la huella visible de un itinerario<br />

sobre la superficie del mundo, en un comienzo todo viaje es<br />

idea, imagen, proyecto, sueño o teoría. Sí, una dimensión del<br />

espíritu frente a la cual los móviles forman figuras de racionalización<br />

secundaria<br />

10


Entrevista<br />

uno<br />

Viviana Rivero<br />

“Trato de abordar<br />

a esas mujeres que<br />

miraron distinto”<br />

POR María Fernanda Guillot<br />

Fotos: Gentileza Editorial Planeta<br />

Abandonó la abogacía para calzarse la profesión<br />

de autora cuando sus primeros libros agotaron<br />

ediciones. Desde entonces, ya superó los quinientos<br />

mil ejemplares vendidos y se convirtió en una<br />

de las referentes del género histórico romántico.<br />

Asegura que el éxito le dio la posibilidad de dedicarse<br />

a lo que (casi) más disfruta. Acaba de publicar<br />

Zafiros en la piel (Emecé), producto de una<br />

experiencia de creación online junto a Google<br />

Las palabras retumbaban una y otra vez. “Acá nadie va a<br />

seguir una carrera que tenga que ver con la literatura porque<br />

para loco ya está su padre”, repetía la madre. Y la hija de ese<br />

escritor poco exitoso fue obediente. Se recibió de abogada,<br />

trabajó en televisión y también fue coach. Mantenía con su<br />

notebook una relación inerte. Hasta que una noche, dejó<br />

de ser dócil y se transformó en una escritora. Best seller,<br />

además. “Soy una convencida de que las vocaciones nos<br />

persiguen y atrapan en algún momento de nuestra vida. Eso<br />

es lo que me sucedió. Cuando mis chicos fueron creciendo,<br />

ya no me necesitaban tanto. Un día llegué a casa después<br />

de trabajar y me dije: ‘Es mi momento’. Hacía bastante que<br />

quería escribir, pero no me animaba a transformarla en mi<br />

actividad principal”, cuenta Viviana Rivero (Ciudad de<br />

Córdoba, 1966). Once libros y un premio nacional después, la<br />

autora cordobesa ganó un par de certezas.<br />

–¿Qué pasó por su cabeza en el momento antes de sentarse<br />

a escribir por primera vez? Fue una tarde de 2007.<br />

Yo tenía una historia para contar, pero no sabía cómo empezarla.<br />

No lo hice por el principio, sino que conté una escena<br />

fuerte. Me emocionó mucho poder hacerlo. Se hicieron las<br />

tres de la mañana y yo quería seguir y seguir. Al otro día me<br />

di cuenta de que tenía que narrar ordenadamente. Terminé<br />

de escribir Secreto bien guardado, lo imprimí y se vendió<br />

muchísimo (El Emporio, 2009/Emecé, 2010). Cuando Mujer<br />

y maestra ganó el premio de un concurso nacional de novela<br />

histórica, pensé: “Creo que ya puedo vivir de la literatura”. El<br />

tercer libro lo hice en horario “de trabajo”: me levantaba a las<br />

siete, pero no para ir a Tribunales, sino para escribir.<br />

–¿Qué encontró en la literatura que no le daban sus<br />

otras actividades? Encontré algo que no sabía que buscaba<br />

tanto. Desde chica fui una gran lectora y con los años no solo<br />

tuve necesidad de leer, sino de plasmar una idea en el papel.<br />

Cuando le conté a mi padre que estaba escribiendo, ya estaba<br />

por terminar el libro. Se sorprendió de que hubiera empezado<br />

por una novela en vez de un cuento, porque yo nunca había<br />

hecho un taller literario. Mi padre me decía: “Disfrutá porque<br />

no es común que uno ponga una novela en la mesa de la librería<br />

y se venda”. Él nunca lo había logrado. Mi abuelo también<br />

escribía: ya somos tres generaciones de autores en la familia.<br />

–¿Sintió culpa por ese éxito que su padre no había podido<br />

alcanzar? No, fue algo muy lindo. Aunque compartimos<br />

poco tiempo como colegas, solo un año y medio, él llegó<br />

a ver que mis dos primeros libros se vendían. Cuando le di<br />

para que leyera Secreto bien guardado, mi primera novela, yo<br />

estaba nerviosa. A los pocos días, me dijo: “Ese Strow… ¡Qué<br />

mal! ¡Cómo va a hacer eso! Me dio tanta rabia… Me quedé<br />

leyendo hasta las dos de la mañana”. Logré lo que quería,<br />

que era atraparlo.<br />

–¿Qué es lo que atrapa tanto a los lectores? En mi caso,<br />

es que no se trata solo de una historia de amor entre un<br />

hombre y una mujer. Hablo de otros amores: a los hijos, a<br />

la vocación, a la tierra. Son las cosas que nos movilizan a los<br />

seres humanos, que nos llevan a vivir en la otra punta del planeta<br />

o a quedarnos trabajando hasta las tres de la mañana, sin<br />

saber si vas a cobrar dinero por eso. Esto vuelve más atractivo<br />

al libro: no es una novela rosa, sino de vida.<br />

–¿Tiene autores “de cabecera”? He tenido distintos preferidos<br />

en diferentes épocas. Actualmente me gusta mucho<br />

Almudena Grandes. Una vez, mi padre me dijo: “No se<br />

puede ser escritor sin haber leído a Manuel Puig”. Me<br />

compré Boquitas pintadas, me encantó y seguí con el resto<br />

de sus libros. Le dediqué dos años. La última novela que<br />

leí antes de ponerme a escribir fue Suite francesa de Irène<br />

Némirovsky. En casa se creía que si eras un gran autor<br />

–como mi padre–, nunca serías popular ni podrías vivir de la<br />

literatura. Por el contrario, si eras comercial, no eras buena.<br />

Cuando llegó a mis manos Suite francesa, me di cuenta de<br />

que Némirovsky escribía muy lindo, trataba temas sociales y<br />

vendía. Encontré un referente, quise escribir como ella.<br />

–¿Y así se convirtió en una autora best seller? Mis libros<br />

tienen un alma, lo que surge en mí antes del argumento, parten<br />

de una observación que hago. En el libro Sí (Emecé, 2017),<br />

yo venía preguntándome si era feliz. Una mañana me levanté,<br />

miré el jardín y los árboles a través de la ventana de la cocina.<br />

Caía un rayito de sol y se acercaron mi perro Fido y mi gato<br />

Pompón a saludarme. Pensé: “Es un momento pequeño, rutinario,<br />

pero feliz”. Y me di cuenta de que tenía varios de esos<br />

momentos. Los seres humanos somos más felices de lo que<br />

creemos. “Quiero escribir de esto. Voy a hablar de un hombre y<br />

una mujer que teniendo todo para ser felices, no lo logran. Van<br />

a tener que pasar por algo que los haga recapacitar”, pensé. En<br />

el libro Y ellos se fueron (Emecé, 2011), yo quería contar que si<br />

éramos lo suficientemente valientes, la vida nos daba revancha.<br />

Hay un momento en el que miramos las cosas que quedaron<br />

en el camino, nos preguntamos si todavía las queremos y si<br />

somos lo suficientemente valientes para conseguirlas. Es una<br />

decisión fuerte y profunda que suele venir a los 40.<br />

–¿Qué cosas dejó en el camino? En ese momento yo pensaba:<br />

“Estoy trabajando de algo y tengo ganas de hacer otras cosas”.<br />

El tiempo se vuelve lo más valioso: para escribir el primer<br />

libro, se lo quité al sueño y a la recreación, para no sacárselo a<br />

la familia ni al trabajo. El primer libro es sacrificado. Yo tengo<br />

muchas ideas, podría escribir mucho, pero es un proceso lento.<br />

13


Esta entrevista fue filmada.<br />

Pueden verse algunos<br />

fragmentos destacados<br />

en nuestras redes<br />

yenny.elateneo<br />

yenny_elateneo<br />

–¿Algún asunto le resulta difícil de abordar o es capaz<br />

de escribir sobre cualquier tema? No le tengo miedo a<br />

nada. En el libro Y ellos se fueron hay un incesto. En Los colores<br />

de la felicidad (Emecé, 2015) hay una historia de amor<br />

en medio de la Revolución Cubana. Creo que todo lo que<br />

está bien contado y es verosímil no molesta.<br />

–Su último libro, Zafiros en la piel, está vinculado a<br />

una experiencia digital: la escritura en tiempo real. Sus<br />

lectores podían leerla mientras usted producía. ¿Qué<br />

la llevó a eso? Me lo propuso la gente de Google. Son doce<br />

relatos de amores diferentes. El que está en la web es la<br />

historia de Macarena, una fonoaudióloga disconforme con su<br />

cuerpo, que tiene un estándar de inteligencia altísimo. Trabaja<br />

en la joyería “Zafiros en la piel” con un jefe que la maltrata.<br />

Ella planea robarlo. Conoce a Álvaro, un hombre que la enamora<br />

porque tiene en mente asaltar el local. Se puede leer el<br />

libro e ir después a Google o hacerlo al revés.<br />

–¿La nueva ola del feminismo obligó a cambiar el<br />

prototipo de heroínas románticas? En mi caso, siempre<br />

son mujeres pioneras y casi siempre son fuertes. Una primera<br />

mujer que enseñó en las aulas, como cuento en Mujer y<br />

maestra (El Emporio, 2011/ Emecé, 2016). O esa primera<br />

mujer que dictó sentencia en un tribunal, por ejemplo. Yo<br />

trato de abordar a esas mujeres que miraron distinto, me<br />

parece que todavía son nuestros referentes. Muchas soñaban<br />

cosas que los hombres no habían logrado, como la investigadora<br />

Madame Curie. Me encanta traer eso a la novela<br />

histórica porque es motivador.<br />

–¿Alguno de sus protagonistas masculinos la enamoró?<br />

Mi preferido es Marthin, de mi primer libro. Estuve dos años<br />

con él, lo conocí muy bien físicamente y su forma de ser. Ya<br />

casi me parecía que nos juntábamos a comer y charlábamos.<br />

Me costó desprenderme de esa novela, la había terminado<br />

y seguía leyendo las partes que más me gustaban. Ahora ya<br />

aprendí: en cuanto concluyo un libro, me sumerjo muy pronto<br />

en el próximo.<br />

–Finalmente, se convirtió en una exitosa serial. ¿Eso<br />

le dio más seguridad o mayor libertad? No, creo que me<br />

dio la posibilidad de vivir conforme a lo que tenía grabado en<br />

el ADN. Para mí, escribir compite con irme de vacaciones:<br />

me gusta tanto una cosa como la otra. Disfruto ganarme la<br />

vida como autora, pero no me planta de distinta manera. Las<br />

cosas básicas y profundas no variaron. La administración del<br />

tiempo, sí<br />

La entrevista fue realizada en el Bar Cao. | www.losnotables.com.ar<br />

14


Entrevista<br />

dos<br />

Tras el éxito de su novela Los padecientes, llevada al cine en 2017 con idénticos resultados, el best<br />

seller nacional vuelve con La voz ausente (Emecé), otra trama de intrigas alrededor de la figura de<br />

Pablo Rouviot, que esta vez debe investigar los motivos por los que su mejor amigo aparece al borde<br />

la muerte. Con este nuevo thriller, también aprovecha para ofrecer una mirada crítica de la realidad<br />

Gabriel Rolón<br />

Un nuevo caso<br />

para el psicoanalista<br />

del crimen<br />

POR Juan Pablo Cinelli<br />

Fotos: Gentileza Un Plan<br />

Todos los detectives literarios tienen un método que organiza<br />

su pensamiento y su forma de entender el mundo.<br />

Un sistema que los distingue y al mismo tiempo los hace<br />

atractivos para el lector ávido de misterios irresolubles. En el<br />

caso de Sherlock Holmes, por ejemplo, se trata de la lógica<br />

positivista, y en el del Padre Brown, personaje creado por<br />

G. K. Chesterton, del dogma católico. ¿Pero cuál podría<br />

ser el método para un investigador argentino, que al mismo<br />

tiempo le diera una personalidad propia y lo identificara culturalmente<br />

con el país? La mejor respuesta la dio Gabriel<br />

Rolón (Buenos Aires, 1961), conocido por su trabajo radial<br />

junto a Alejandro Dolina, por sus exitosos libros y, sobre<br />

todo, por su profesión: psicoanalista. ¿Y qué puede ser más<br />

argentino que un psicoanalista?<br />

Rolón es el creador del Licenciado Pablo Rouviot, personaje<br />

con visos de álter ego que fue el protagonista de la novela Los<br />

padecientes. La misma no solo alcanzó estatura de best seller<br />

instantáneo, sino que fue llevada al cine en 2017 con idéntico<br />

éxito y Benjamín Vicuña en el rol principal. A comienzos de<br />

noviembre llegó a las librerías La voz ausente, segunda novela<br />

en la que este psicoanalista inteligente y sensible vuelve a enredarse<br />

sin querer en una compleja trama policial. Ahora debe<br />

convencer a la policía de que su mejor amigo, quien fue encontrado<br />

con un tiro en la cabeza, no intentó suicidarse, sino que<br />

se trata de un homicidio fallido. Así, mientras su amigo agoniza,<br />

Rouviot recurre a sus mejores armas, las del psicoanálisis, para<br />

revelar la identidad de un asesino en el que solo él cree.<br />

Aunque está claro que Rouviot no es detective, sino un psicoanalista<br />

al que las circunstancias obligan a investigar, no está<br />

mal indagar en su linaje literario. “Creo que Pablo Rouviot<br />

está lejos del Padre Brown, porque es un psicoanalista y no<br />

un hombre de fe religiosa. Ser psicoanalista y creer en Dios es<br />

algo muy difícil. Rouviot está más cerca de Kierkegaard, de<br />

ese existencialismo duro, más cerca de la desesperación que de<br />

la fe”, analiza Rolón a su criatura. “En cambio tiene mucho de<br />

Sherlock Holmes, por el método deductivo, si bien Holmes se<br />

basaba en lo aprehensible y Rouviot tiene en cuenta lo que se<br />

dice sin ser dicho. Analiza lapsus, sueños y tiene las herramientas<br />

que le da el psicoanálisis a las que, por supuesto, les he<br />

sumado esta cosa medio racionalista, porque me parece que<br />

funciona mejor en la literatura”, continúa.<br />

–¿Pero no es posible decir que Rouviot confía en las<br />

herramientas del psicoanálisis casi como un hombre<br />

religioso en su fe? Sí, porque Rouviot es un hombre de<br />

fe, pero no de fe en Dios. Es un hombre que confía en el<br />

psicoanálisis. El dios de Rouviot –es decir: nuestro dios, el de<br />

los psicoanalistas– es el inconsciente. Nosotros no confiamos<br />

en que Dios nos va a dar un sentido para entender lo que<br />

le pasa al paciente, sino en que el paciente va a cometer un<br />

acto fallido, va a traer un síntoma o va a hacer un chiste y<br />

de algún modo mostrará lo que su inconsciente lo empuja a<br />

hacer. Tenemos fe de que en algún momento el inconsciente<br />

va a aparecer si como analistas conseguimos crear lo que se<br />

llama el dispositivo analítico. Ese es nuestro trabajo: armar<br />

un marco en el cual podamos esperar no un milagro, sino esa<br />

aparición del inconsciente.<br />

–Aunque se trata de una novela, el libro también incluye<br />

una mirada que excede lo ficcional y alude de forma<br />

directa la realidad, oportunidad que usted no desperdicia<br />

para abordar de manera crítica una cantidad de<br />

temas políticos y sociales muy actuales. Creo que un<br />

autor, si tiene ganas, debe aprovechar ciertas oportunidades<br />

para jugar también lo que piensa. No es una obligación del<br />

que escribe una novela, pero a mí me gusta ser un hombre<br />

situado y comprometido con mi país y con mi momento. El<br />

libro que más marcó, casi desde mi infancia, es Los miserables,<br />

y entendí que más allá de la novela extraordinaria lo que<br />

Víctor Hugo jugaba era una mirada política, un compromiso<br />

ideológico e intelectual. Yo pensaba que un miserable<br />

era una persona que hacía cosas espantosas y ahí aprendí que<br />

miserables son los que sufren la miseria. Y que los espantosos<br />

eran aquellos que mantenían a la gente en esa miseria.<br />

Aprendí que se puede jugar con el arte, con una historia que<br />

te atrapa, sin por eso estar a años luz de la realidad que vivís.<br />

A mí me gusta comprometerme de algún modo y decir que<br />

soy un autor que, además de psicoanalista, escribe thrillers en<br />

la Argentina del año 2018.<br />

–La voz ausente tiene una estructura derivativa que<br />

surge de las redes intertextuales que Rouviot teje para<br />

resolver el misterio. El recurso remite a la figura de<br />

Sherezade, pero también a la de Dolina, que ha convertido<br />

a su programa en un ciclo eterno alimentado cada<br />

noche por una nueva historia. Mi vínculo con Dolina es un<br />

vínculo filial desde el punto de vista artístico. Aprendí muchísimo<br />

con Alejandro. Y además encontré esto que vos describís<br />

bien al compararlo con Sherezade, porque como decían los<br />

griegos: “nada resulta más hermoso que una linda historia”. Yo<br />

trato de hacer eso y quiero que el lector en algún momento se<br />

17


Esta entrevista fue filmada.<br />

Pueden verse algunos<br />

fragmentos destacados<br />

en nuestras redes<br />

yenny.elateneo<br />

yenny_elateneo<br />

lleve por delante historias que desconocía. Que sepa algo más<br />

de Jack el Destripador; que se lleve por delante la dialéctica<br />

del amo y el esclavo de Hegel; algunas ideas que lo entusiasmen<br />

y sean para él tan bellas e importantes como lo fueron<br />

para la trama del libro. Creo que es lindo ir tejiendo una trama<br />

así, amueblada de visitantes bellos. Estas cosas las aprendí con<br />

Alejandro y después, por supuesto, me encargué de ponerle mi<br />

tono personal que tiene que ver con el psicoanálisis y con otras<br />

cosas. Pero me di cuenta de que esto de apelar a la intertextualidad<br />

funciona muy bien e intento desarrollarlo.<br />

–Una figura recurrente dentro de su novela es la del<br />

hombre que afirma que daría la vida por una mujer.<br />

¿No teme que en tiempos en que el amor romántico<br />

es puesto en cuestión esta idea de la masculinidad<br />

pueda ser juzgada como algo anticuada? No creo que<br />

el libro esté recorrido por una idea de la masculinidad, sino<br />

de la caballerosidad. No es lo mismo. Quiero decir que los<br />

personajes –al menos los que amo, porque los que detesto<br />

podrán ser otra cosa, incluso un poco machistas– son ampliamente<br />

feministas. Idealizan a la mujer, te diría. Es cierto que<br />

tocándose en un punto con la idea del amor cortés, que yo<br />

creo es una de las primeras maneras del feminismo. Creo que<br />

el amor visto desde ese lugar es subversivo.<br />

–¿Por qué? Porque fue el primer momento en el que la<br />

mujer fue más importante que el hombre. El hombre iba a<br />

dar su vida en un combate por el amor de una mujer que ni<br />

siquiera le daba un beso. Los caballeros elegían una dama que<br />

casi siempre estaba comprometida o casada con otro y a la<br />

que no tendrían nunca, porque en cuanto lo hacían aparecía la<br />

tragedia, como en Tristán e Isolda. Es una idea muy poética la<br />

del amor cortés y en ese sentido considero que es la primera<br />

subversión del poder del hombre sobre la mujer, al decir que<br />

los hombres somos esclavos de la mujer que amamos. Es cierto<br />

que hay algo cortesano en la forma en que aman Rouviot y<br />

otros personajes de la novela, pero si recorrés el libro también<br />

te vas a dar cuenta de que los personajes femeninos no son el<br />

estereotipo de mujer subyugada al poder masculino.<br />

–Más allá de la idea del amor cortés, es evidente que<br />

Rouviot tiene problemas para establecer vínculos amorosos.<br />

Porque no termina de creer que es digno de ese tipo<br />

de amor. Además tiene esta idea interior de que todo lo que<br />

toca lo lastima y entonces ama de un modo tal que no quiere<br />

lastimar. Tanto, que prefiere renunciar. Es un personaje digno<br />

de ser analizado. Me gustaría tenerlo de paciente.<br />

–Rouviot dice que hoy “los homosexuales ya no necesitan<br />

esconderse”. Pero la realidad es que más allá de<br />

ciertos sectores progresistas las comunidades LGBT<br />

no han dejado de sufrir distintos tipos de persecución.<br />

¿No cree que se trata de una afirmación inocente para<br />

un personaje que ha mostrado una mirada tan desencantada<br />

de la realidad? Creo que esto que señalás es<br />

cierto. Pero lo que Rouviot quiere decir es que en Buenos Aires<br />

caminamos y vemos dos chicas dándose un beso en Plaza<br />

Congreso, dos chicos abrazados en un subte y ya no hace falta<br />

que vayan a un boliche gay. Y si el boliche es mayoritariamente<br />

gay, ya no está escondido en un sótano. No necesitan ir a<br />

tener sexo al baño de la estación de Banfield, porque pueden<br />

entrar en un hotel sin problema. Lo cual no quiere decir que<br />

la lucha haya terminado y menos en los tiempos que corren:<br />

de Trump bajando por Bolsonaro y escuchando algunas voces<br />

que se levantan en la patria, yo tengo un miedo tremendo.<br />

El otro día escuchaba a alguien con altas ambiciones políticas,<br />

que amparado en una visión religiosa decía que tenía la<br />

voluntad de ir contra todo lo que sea antinatural. ¡Como si<br />

hubiera algo natural en el ser humano! Porque si vamos contra<br />

todo lo antinatural, entonces nuestros hijos se van a tener<br />

que morir de tuberculosis. ¿Porque dónde está la naturalidad<br />

de los antibióticos? ¿O Dios creó también el Amoxidal? Si vamos<br />

contra todo lo antinatural vamos a dejar que las mujeres<br />

se mueran en los partos en lugar de atenderlas, hacerles una<br />

cesárea o ponerles suero... Es una locura.<br />

–Recién habló de tener a Rouviot como paciente y el libro<br />

ofrece motivos suficientes para creer que al personaje<br />

le vendría bien una terapia. ¿Se anima a esbozar<br />

un diagnóstico para explicar qué pasa en la cabeza de<br />

Rouviot? Pablo Rouviot es un hombre bien analizado, que<br />

ha pasado por el diván. No podría ser un gran analista si no<br />

fuera así. Pienso sin embargo que no ha llegado al final de su<br />

análisis, porque Lacan definía esta instancia como “el estado<br />

de poder sostener la soledad sin sentir tristeza”. Y Pablo<br />

debería estar solamente triste, pero por momentos está angustiado<br />

y algo tiene que hacer con eso. Lo que pasa es que<br />

a mí me sirve que en vez de hacerlo en un análisis lo haga<br />

apasionándose con alguna relación o en el descubrimiento de<br />

un caso. Me sirve un Rouviot capaz de ver o escuchar lo que<br />

los otros no ven ni oyen, o de resolver situaciones en las que<br />

los demás no saben qué hacer, pero que de repente no pueda<br />

con algo tan sencillo como “me gusta esta mujer y me angustio<br />

porque no sé qué hacer, porque no estoy preparado para<br />

el amor”. Me pareció más interesante hacer este neurótico,<br />

ya que me pedís un diagnóstico. Un neurótico obsesivo un<br />

poco torturado, que se debate entre la idealización de un padre<br />

cuya ausencia no termina de superar y la angustia por una<br />

madre a la que no termina de contener. Y que, obviamente,<br />

ante en la imposibilidad de resolución edípica resulta incapaz<br />

de armar una pareja. Este es el problema clínico de Rouviot<br />

y me encantaría trabajarlo, pero por ahora me sirve más que<br />

ande por la vida intentando resolver crímenes<br />

18


Señalador<br />

Tema de tapa<br />

uno<br />

VACACIONES: CUANDO EL<br />

INFIERNO SON LOS OTROS<br />

POR Maximiliano Tomas<br />

A nadie que haya tenido la oportunidad<br />

de vacacionar en una playa, el campo,<br />

una ciudad local o extranjera se le<br />

escapará cierto sentimiento de malestar<br />

y sinsentido que aparece al verse compartiendo,<br />

en una misma época y en un<br />

mismo lugar, el descanso junto a otros<br />

miles de personas. La emoción por<br />

sacar una foto, nadar en el mar, escalar<br />

una montaña, pasear por las callejuelas<br />

de una ciudad medieval se diluye en<br />

el exacto momento en que vemos que<br />

una, diez, cien personas hicieron lo<br />

mismo ayer, y harán lo mismo mañana.<br />

Es el momento en que nos sentimos<br />

parte de un plan diseñado por el mal, y<br />

pensamos, no sin cierto derecho, que el<br />

infierno son los otros.<br />

Se trata de una consecuencia lógica del<br />

desarrollo, desde la mitad del siglo XX,<br />

de la industria del turismo de masas. A<br />

más de medio siglo de aquella explosión,<br />

con desplazamientos cada vez más<br />

al alcance de un bolsillo medio, existe<br />

incluso una bibliografía específica que<br />

problematiza la cuestión de las vacaciones<br />

y los turistas, que se extienden<br />

como una mancha por todo el mundo,<br />

buscando tocar hasta el último rincón<br />

virgen del planeta.<br />

Uno de los textos más brillantes sobre<br />

el tema es Algo supuestamente divertido<br />

que nunca volvería a hacer, del<br />

escritor estadounidense David Foster<br />

Wallace (Literatura Random House,<br />

2011). El asunto son los cruceros:<br />

Foster Wallace ve en ellos una cárcel<br />

que navega por el mar, repleta de gente<br />

ociosa y vulgar, que solo desea jugar en<br />

el casino, calcinarse al sol y comer y beber<br />

en cantidad. Hay otro libro, donde<br />

por el contrario los prejuicios terminan<br />

por ser desmontados: en Miami, del<br />

periodista Hernán Iglesias Illa<br />

(Planeta, 2010), una ciudad condenada<br />

de antemano se revela, en la mirada y<br />

en la escritura del autor, como un nodo<br />

de sentido mucho más complejo. En<br />

Miami conviven las viejas inmigraciones<br />

(la cubana) con las nuevas (venezolanos,<br />

colombianos, argentinos), las lenguas<br />

y las culturas se funden, su historia de<br />

violencia y narcotráfico de los años 70<br />

y 80, de turismo de masas y empresas<br />

tecnológicas en los 90 y 2000, le deparan<br />

un presente abierto a las posibilidades,<br />

que la podrían convertir, en opinión del<br />

autor, en la Nueva York del siglo XXI.<br />

En el caso de ciudades que viven del<br />

turismo, como Barcelona, se establece<br />

una relación plagada de contradicciones,<br />

cuando la principal fuente de<br />

ingresos es la que, al mismo tiempo, no<br />

solo destroza sus calles y la inunda de<br />

basura, sino que, a través de la oferta<br />

de comerciantes sin escrúpulos, lima su<br />

identidad y la confunde con cualquier<br />

otra ciudad de la aldea global. Estas<br />

tensiones, que sufren grandes capitales<br />

como París, Nueva York o Londres,<br />

están reflejadas en el caso de Barcelona<br />

en un libro de relatos y ensayos de autores<br />

locales (Odio Barcelona) y en un<br />

documental, Bye Bye Barcelona, visto<br />

en Internet por millones de personas.<br />

Pero quien antes vio las paradojas del<br />

turismo de masas, al menos en la Argentina,<br />

fue Martín Caparrós. Ya en<br />

su segundo libro de viajes, llamado La<br />

guerra moderna (Norma, 1999), viajó<br />

por buena parte del mundo poniendo<br />

su mirada en lugares como Sri Lanka,<br />

Río de Janeiro y Las Vegas, tres de los<br />

destinos favoritos de los turistas finiseculares.<br />

En Río ve la violencia apenas<br />

contenida, pero sobre todo los hilos de<br />

una fiesta de carnaval que, lejos de la<br />

subversión de roles entre dominantes y<br />

dominados, se dispone a ser consumida<br />

por visitantes de todo el mundo.<br />

En Las Vegas desmonta los mecanismos<br />

de una ciudad en la que el día y la noche<br />

se confunden para aspirar todo el dinero<br />

de quien se arriesgue a meterse en sus<br />

entrañas. En Sri Lanka los asuntos se<br />

ponen más escabrosos: Caparrós describe<br />

el lugar donde señores con dinero<br />

y entrados en años viajan en busca de<br />

víctimas menores de edad, en viajes de<br />

turismo sexual que lucran con la pobreza<br />

y la necesidad de los nativos.<br />

No es fácil resolver la contradicción que<br />

plantean los pasajes baratos, los pagos<br />

en cuotas, las monedas sobrevaluadas,<br />

el deseo de consumo que generan la<br />

globalización y las redes sociales: somos<br />

estimulados todo el tiempo al viaje, en<br />

busca de escapar de vidas cada vez más<br />

rutinarias y experiencias más mediadas.<br />

El estar ahí, en el lugar tantas veces visto<br />

por fotos y videos, nos devolvería una<br />

conexión con la realidad que durante<br />

buena parte del año abandonamos de<br />

forma consciente. Pero ese estar ahí<br />

banaliza y destruye (ya que en eso no<br />

somos originales: repetimos el gesto que<br />

antes hicieron otros miles) nuestro destino.<br />

Parece ser la paradoja existencial del<br />

ser humano, y su relación con el planeta:<br />

mientras vive en él, lo aniquila<br />

Los<br />

veraneantes<br />

salvajes:<br />

de la postal al<br />

Google Earth<br />

Cómo la literatura refleja (cuando no critica) el turismo contemporáneo.<br />

Desde David Foster Wallace y Michel Houellebecq hasta Andrés Neuman<br />

y Carolina Reymúndez, pasando por Lawrence Osborne y muchos más<br />

POR Lucila Carzoglio<br />

20


“Portugal eterno”, “Egipto misterioso”, “Fantasía del Niágara”,<br />

“Joyas del Este”, “Cartagena imponente”, “Tentaciones de<br />

Japón”, “Ecuador a tu aire”, “Turquía sensacional”, “China: fabricantes<br />

del sueño”, por un momento el mundo parece tener<br />

el tamaño de un paquete. Basta desenvolverlo y poner cara de<br />

sorpresa para obtener exotismos y experiencias. Y si no, chequeen<br />

el itinerario “Dubái maravilloso” que incluye safari por<br />

el desierto, medio día en Dubái, medio día en Sharjah, cena en<br />

crucero, un día entero en Abu Dhabi y otro en Fujairah. Cuatro<br />

emiratos en una semana. “No sabés, ¡hermoso!”, diremos al<br />

volver a la oficina con el cuerpo agotado, pero con las selfies en<br />

línea y decenas de “me gusta” en la red.<br />

Vivencia transformadora, descanso reparador o visita intrascendente,<br />

el viaje contemporáneo privilegia sin lugar a dudas<br />

el espacio sobre el tiempo. Lugares mágicos hechos a la<br />

medida de una escapadita y a precio de temporada, a muchos<br />

les sonará a paraíso y a unos cuantos a pequeño infierno. Ya<br />

se dijo por ahí que sobre gustos no hay nada escrito, aunque<br />

en cualquier caso perderse para encontrarse es difícil con un<br />

guía a la cabeza o mapas que ya no necesitan ni siquiera del<br />

wifi. Sea con mochila o valija, lo cierto es que ningún sendero<br />

2002) de Michel Houellebecq propone una idea radical:<br />

el turismo sexual es el futuro. A lo largo de la novela, el<br />

protagonista concreta su hipótesis. No solo consume prostitución<br />

en Tailandia, además inaugura, con su pareja, una red de<br />

hoteles que ofrece sexo en todas sus variantes.<br />

“El viaje ha muerto” parecen repetir las postales, pero mucho<br />

antes de esta proclama, de los hoteles de lujo o del turismo<br />

trash, viajar con fines recreativos se relacionaba con la formación.<br />

En el siglo XVI, los ingleses ricos realizaban el Grand<br />

Tour por Europa continental como parte de su educación.<br />

No fue hasta a mediados del XIX, con la llegada del ferrocarril,<br />

que moverse por placer se transformó en un fenómeno<br />

popular. La primera guía turística moderna, con una lista de<br />

atracciones y datos útiles, apareció en 1820 y desde entonces,<br />

las formas de moverse y los destinos se han multiplicado;<br />

también, las narraciones en las que nadie quiere reconocerse<br />

como un mero visitante.<br />

“No se consideraba un turista; él era un viajero. Explicaba que<br />

la diferencia residía, en parte, en el tiempo. Mientras el turista<br />

se apresura por lo general a regresar a su casa al cabo de algunos<br />

meses o semanas, el viajero, que no pertenece más a un<br />

Escapar de los arquetipos es complicado. “Alto, una foto,<br />

adelante” es la forma de responder a la desorientación<br />

generalizada. De acuerdo con Susan Sontag en Sobre la fotografía<br />

(Edhasa, 1997), “la mayoría de los turistas se sienten<br />

obligados a poner la cámara entre ellos y toda cosa destacable<br />

que les sale al paso. Al no saber cómo reaccionar, hacen una<br />

foto”. La imagen funciona como un medio para experimentar<br />

algo y dar la apariencia de participación, además de ser una<br />

prueba de presencia y conocimiento.<br />

En última instancia, se viaja buscando la diferencia, pero<br />

en un mundo globalizado e hiperconectado, la significación<br />

se aplana en cientos de tomas y todo termina pareciéndose.<br />

Más aún, cuando el viaje pierde su carácter excepcional y se<br />

transforma en una actividad cotidiana.<br />

Cómo viajar sin ver (Alfaguara, 2010) de Andrés Neuman repite<br />

ese periplo en la forma del diario. Ganador de un premio<br />

literario, el autor debe hacer presentaciones por diecinueve<br />

países en poco tiempo, por lo que decide dar cuenta de su<br />

itinerario con anotaciones al vuelo. Impresiones, reflexiones<br />

y lecturas se suceden a modo de fragmentos hasta lograr un<br />

compendio abrumador. Sin snorkel ni museos ni paisajes pinto-<br />

rompa el orden de lo previsible, “un salto de programa”, es lo<br />

que propone Beatriz Sarlo como posibilidad ante la seguridad<br />

que brindan los sitios de interés. El imprevisto no puede<br />

buscarse, pero cuando ocurre, conduce a consecuencias que se<br />

desconocen. Se transforma en una experiencia pensable.<br />

Bajo este prisma, Viajes. De la Amazonia a Malvinas (Seix<br />

Barral, 2014) narra sus incursiones por el suelo latinoamericano,<br />

alejándola del denostado mote de turista. Córdoba,<br />

Bolivia o Brasil no solo sirven como escenarios para su teoría<br />

de lo inesperado, también mapean un relato lúcido y crítico<br />

sobre una generación a la deriva.<br />

“El viajero ve lo que ha leído”, dijo alguna vez el teórico<br />

Edward Said. Por ende, se traslada para constatar lo que<br />

ya conoce. En este sentido, la búsqueda de originalidad o de<br />

una aventura primigenia es compleja. “Metaviajeros” llama<br />

Jorge Carrión a aquellos que saben que la novedad ya no<br />

importa. Conscientes de que el territorio es una construcción<br />

textual que se completa con la mirada propia, no solo se<br />

observan a sí mismos con distancia, sino que miran con ironía<br />

a la tradición que los precede.<br />

Lacrónica (Planeta, 2016) de Martín Caparrós, Banco a<br />

hoy se escapa del turismo. Podremos descubrir barcitos,<br />

pasajitos o playas alejadas de las multitudes, pero la grandilocuencia<br />

del folleto marca el ritmo del relato.<br />

“¡Espectacular!” es, en ese sentido, la crónica de David<br />

Foster Wallace sobre su semana en un crucero por el Caribe,<br />

publicada en Algo supuestamente divertido que nunca<br />

volveré a hacer (Literatura Random House, 2011). Bajo un<br />

lente descarnado, el periodista describe la vida all inclusive y<br />

se despacha contra personajes y actitudes, solo para descubrir<br />

que detrás del blanco inmaculado, las playas paradisíacas y<br />

los soles prístinos, él únicamente siente tristeza. “Mi placer es<br />

gestionado de forma eficaz y sabia durante siete noches y seis<br />

días y medio... Tal como me prometieron en la publicidad”,<br />

escribe casi avistando tierra firme.<br />

El turismo de masas produce una ficción del mundo y su<br />

tipicidad, plantea Marc Augé en El viaje imposible (Gedisa,<br />

1998). Según su ensayo, ante agencias que cuadriculan la<br />

tierra, ya no hay forma de abrir el espacio a nuevos paisajes,<br />

nuevas costumbres y, por ende, nuevos encuentros. Todo es<br />

espectáculo. Desde esta perspectiva, Plataforma (Anagrama,<br />

lugar que al siguiente, se desplaza con lentitud durante años de<br />

un punto a otro de la tierra”, escribía Paul Bowles en El cielo<br />

protector (Aguilar, 1993). Su novela se convirtió en un clásico<br />

del género y él, en el referente de los “independientes”.<br />

Turistas (Adriana Hidalgo, 2008), de Hebe Uhart, se inmiscuye<br />

en esta diferenciación para terminar comprándose todos<br />

los suvenires. Con ironía y humor, pero también con una mirada<br />

puesta en el detalle, retrata los discursos, rituales y pensamientos<br />

mínimos de los veraneantes. Desde un tour de alta<br />

montaña en el que la protagonista solo desea una cafetería y se<br />

persigue por la conducta del convoy (“se sentaron en un asiento<br />

paralelo al mío, señal de que no me odiaban”, concluirá);<br />

hasta la mujer que, después de unos días, se siente una vecina<br />

más en Nápoles, los cuentos abrazan con amor a los presos del<br />

color local, aun a los que creen salirse del contingente. “Turista<br />

es cuando vas donde te llevan como un borrego y no ves nada<br />

de lo que hay alrededor, como si tuvieras anteojeras (…).<br />

Nosotros no vamos a ir por las calles que va todo el mundo;<br />

vamos a recorrer esas callecitas que van todo en redondo. Y si<br />

nos perdemos, mejor”, dirá la casi napolitana.<br />

rescos donde reposar el lente, los países se enumeran uno tras<br />

otro. En este peregrinar frenético las distinciones son pocas,<br />

a no ser por la realidad política particular, que el narrador<br />

comenta en base a lo que escucha en los medios.<br />

“Lo que no es ventana es espejo”, escribe el poeta Santiago<br />

Sylvester, aunque bien podría decirlo la periodista Carolina<br />

Reymúndez. “Los viajes de prensa son cortos y manejan<br />

agendas apretadas, cerradas. Uno va de un lado a otro,<br />

siempre medio dormido porque el día arranca temprano y<br />

termina tarde. No se contemplan el jet lag ni el tiempo libre”,<br />

declara en El mejor trabajo del mundo (SüdPol, 2013), una<br />

obra que hace del resquicio una oportunidad. Sus crónicas,<br />

explica, “son el descarte, los recortes, lo que queda después<br />

de años de escribir artículos para revistas de viajes”.<br />

En el caso de Verás cosas extraordinarias (Periplo, 2018), su<br />

último libro, opta por encontrar lo inusual en el detalle, la fugacidad<br />

que permanece, mezclando historias sobre cazadores<br />

de langostas, lluvias endémicas y zoológicos latinoamericanos<br />

con recetas de cocina e ilustraciones.<br />

Un evento, un hecho mínimo, una coincidencia, algo que<br />

la sombra (Sudamericana, 2007) de María Moreno, La<br />

canción de las ciudades (Seix Barral, 1999) de Matilde Sánchez<br />

o algunos relatos de Yo, etcétera (Punto de Lectura,<br />

2005) de Sontag son algunos de los tantos que se saben de<br />

regreso. En sus relatos no hay ida ni descubrimiento, pero sí<br />

vuelta y reflexión.<br />

La autoconciencia define al viaje posmoderno. Incluso el<br />

turista sabe que en sus vacaciones se le ofrecen experiencias<br />

escenificadas. Muchos buscarán lo “auténtico” en lo “local” y<br />

la “vida cotidiana”; otros, como Lawrence Osborne, cada<br />

vez se van más lejos. Hastiado de ver cómo las culturas se<br />

imitan a sí mismas, en El turista desnudo (Gatopardo ediciones,<br />

2017) el inglés busca un destino donde jamás se hayan<br />

visto extranjeros. Papúa aparece como el lugar indicado. Una<br />

vez inmerso en la isla, entre la desnudez de las comunidades<br />

y la violencia de la jungla, el otro aparece e interpela. “Nosotros,<br />

turistas congénitos, nos preguntábamos por qué no<br />

habían viajado por todas partes; ellos se preguntaban por qué<br />

lo habíamos hecho”, escribe, mientras piensa en Madagascar<br />

como su próxima parada<br />

22 23


Entrevista<br />

tres<br />

Samanta<br />

Schweblin<br />

Con el<br />

latido de<br />

la tensión<br />

La escritora argentina radicada en Berlín,<br />

pasó por Buenos Aires para presentar<br />

Kentukis (Literatura Random House), su<br />

nueva novela. Hablamos con ella no solo de<br />

cómo la ideó sino también de su relación<br />

con la lengua alemana, el lenguaje<br />

inclusivo y el rol de las mujeres en la<br />

literatura y el mercado laboral<br />

POR Nando Varela Pagliaro<br />

Samanta Schweblin nació en Buenos Aires en 1978. Sus libros<br />

de cuentos El núcleo del disturbio (Destino, 2002), Pájaros<br />

en la boca (Emecé, 2009) y Siete casas vacías (Páginas de Espuma,<br />

2015) obtuvieron, entre otros, los premios internacionales<br />

Casa de las Américas, Juan Rulfo y Narrativa Breve Rivera del<br />

Duero. Su primera novela, Distancia de rescate (Literatura<br />

Random House, 2014), fue nominada en 2017 al Man Booker<br />

Prize. En 2018 ganó el premio Shirley Jackson y fue elegida<br />

por el Tournament of Books como el mejor libro publicado en<br />

Estados Unidos. Recientemente, acaba de publicar Kentukis,<br />

una novela sobre las conexiones y desconexiones humanas, el<br />

lenguaje y todos los desentendimientos de la comunicación.<br />

–¿Cómo surgió la idea del libro? Supongo que deben haber<br />

habido muchas cosas que se cruzaron. Por un lado, hace<br />

seis años que estoy viviendo afuera y para mí todo lo que<br />

son los dispositivos de comunicación, las apps, se volvieron<br />

mis fuentes de comunicación con los otros. Otra cosa que<br />

me pasó es que estuve viajando mucho y tenía esta idea de<br />

ir ciudad tras ciudad y que se me empiecen a confundir las<br />

ciudades. Por eso Kentukis sucede en veintipico de ciudades<br />

distintas y casi todas las conozco. También, el momento en<br />

el que apareció la idea fue acá en Buenos Aires, en un viaje<br />

que hice hace dos o tres años atrás en el que había un boom<br />

de imágenes de la ciudad tomadas desde drones. Era divino<br />

porque había un redescubrimiento muy fuerte de la ciudad.<br />

–¿Cómo explicaría qué es un kentuki? Un kentuki es un<br />

dispositivo que permite el acceso remoto de un ciudadano a<br />

la vida privada de otro. Lo que te da el kentuki es movilidad<br />

en el espacio del otro. Entonces vos podés ser un ciudadano<br />

de la india y estar paseando por el departamento de un italiano<br />

al que fuiste asignado.<br />

–A mí me hicieron acordar a los tamagotchis pero tamizados<br />

con Black mirror. Claro, este dispositivo, al estar<br />

instalado adentro de un peluche, permite que entren en juego<br />

un montón de cuestiones alrededor de las relaciones que<br />

tenemos con nuestras mascotas. El concepto de mascota es<br />

medio extraño porque finalmente uno es el amo y el bienestar<br />

de esa mascota depende de uno. El bienestar del usuario<br />

que está ahí adentro también empieza a depender del usuario<br />

que está afuera y lo custodia. Se tiene que ocupar de muchas<br />

cosas para que esa vida siga latente ahí adentro.<br />

–A diferencia de Distancia de rescate, que fue un<br />

cuento que terminó transformándose en una nouvelle,<br />

Kentukis pareciera que de entrada fue pensada como<br />

una novela, ¿no? ¿Cómo fue ese proceso de escritura?<br />

Hubo un primer borrador en el que esbocé los primeros<br />

capítulos y ahí ya estaba todo. Era claro que era una historia<br />

que iba a contar con muchas voces diferentes; iba a suceder<br />

en distintos lugares del mundo e iba a estar estructurada por<br />

capítulos. Aunque la idea hable de algo novedoso, creo que<br />

a nivel estructural es una novela muchísimo más tradicional<br />

si la comparo con toda la experimentación que rodeaba a<br />

Distancia de rescate. Para mí no se trata de incursionar en un<br />

género o en otro o de ser experimental o no serlo, sino más<br />

bien es una cosa muy intuitiva de pensar qué es lo que puede<br />

necesitar cada historia. Distancia de rescate necesitaba un<br />

espacio asfixiante, una manera nueva de contar esa muerte<br />

por la extrañeza, por la propia fiebre y locura en la que ella se<br />

mete con su accidente. En cambio, Kentukis es una historia<br />

que tiene que ver con las conexiones y con el lenguaje.<br />

–Acostumbrada a escribir cuentos, ¿se sintió cómoda<br />

como novelista? No me hace más feliz, soy una cuentista<br />

nata y eso es algo que no tiene solución. Pero, si bien no me<br />

hace más feliz, me deja más tranquila la vida del novelista. El<br />

cuento es muy agotador porque la instancia del ser escritor es<br />

muy breve. En mi caso, primero pienso mucho sobre qué voy<br />

a escribir, juego con las voces y hasta que no entiendo muy<br />

bien al menos a nivel emocional por dónde va el cuento, no<br />

me siento a escribir. Una vez que me siento, todo sucede muy<br />

rápido porque me importa mucho que en un cuento breve,<br />

la idea central de lo que va a pasar quede plasmada en una<br />

única sentada. En ese sentido, el ejercicio del novelista es<br />

mucho más relajado porque todas las mañanas te levantás y<br />

sabés en qué estás trabajando; se parece más a un trabajo de<br />

oficinista, con rutinas y horarios.<br />

–De todos sus libros, Kentukis es el que menos se<br />

parece al resto de su obra, ¿usted ve algún punto de<br />

contacto con los demás libros? Cuando lo estaba escribiendo<br />

no, porque sentía que estaba trabajando fuera de mi<br />

zona de confort y pensaba si eso no era un poco peligroso. Es<br />

mi primera novela coral, mi primera novela formalmente tan<br />

larga, está narrada por un narrador en tercera persona, que<br />

es totalmente ajeno a mí, porque yo siempre me involucro<br />

con los personajes a partir de la primera persona. Además, el<br />

tema de la tecnología me parecía insólito. Pero llegando a la<br />

segunda parte del libro me di cuenta de que en realidad seguía<br />

hablando siempre de lo mismo: los vínculos, la incomunicación<br />

con los otros, el problema del lenguaje y la soledad.<br />

Además, había algo que es lo que al final me da confianza en<br />

mis textos que es sentir el latido de la tensión. Esa tensión<br />

que hay de fondo que me interesa tanto y que cuando no está<br />

yo misma la suelto como lectora de mis propios textos.<br />

–Es una escritora muy de ficción pura o absoluta por<br />

etiquetarla de algún modo. ¿Es posible que alguna vez<br />

escriba algo más emparentado con lo que ahora llamamos<br />

literatura del yo? ¿Tiene alguna historia autorreferencial<br />

que tenga ganas de contar? Tengo una historia<br />

que estoy descubriendo que tiene que ver con el pasado del<br />

lado paterno de mi familia. Es un pasado muy tremendo,<br />

muy oscuro, que todavía estoy tratando de digerir y recién<br />

ahora estoy empezando a encontrar las formas, ni siquiera de<br />

entenderlo, pero sí de enterarme. Es algo muy nuevo y me<br />

doy cuenta, por el peso que tiene la historia, que tarde o temprano<br />

la manera de digerir todo esto va a ser escribir un libro.<br />

De todos modos, por más que tenga toda esa carga emocional<br />

después tal vez haga otro libro de ficción absoluta, que es lo<br />

que a mí más me está interesando ahora, pero no reniego de<br />

lo que llaman la literatura del yo.<br />

25


–Muchas veces la leí hablando sobre su vida en Berlín.<br />

Su abuela le decía que si está preparada para la tristeza,<br />

la vida sorprende con algunas alegrías. ¿Qué le da<br />

tristeza y qué le da alegría de vivir ahí? Me da alegría la<br />

libertad. Esa es la gran diferencia entre vivir acá y vivir allá.<br />

Libertad en todo sentido: libertad económica. Allá trabajo<br />

un tercio de lo que trabajaba acá para vivir y todo el resto del<br />

tiempo es escritura. Es tremenda la diferencia de lo que sale<br />

comprar el tiempo libre allá para poder producir. La libertad<br />

física también es muy importante. Yo viví toda mi vida en<br />

Buenos Aires y no sabía que una mujer podía salir con sus<br />

amigas y volver sola a las tres de la mañana en bicicleta. No<br />

sabía que eso era un derecho y es hermoso. Eso es algo que<br />

nunca se nos ocurriría como latinoamericanas. Después está<br />

la libertad que uno siente en una ciudad en la que todo está<br />

pasando al mismo tiempo y uno puede elegir dónde se mete y<br />

dónde no. En qué momento te encerrás en tu propia burbujita<br />

y la ciudad te desconoce porque al final sos una extranjera.<br />

–Y con el lenguaje, ¿cómo se lleva? Cuando llegué no solo<br />

no hablaba una palabra de alemán, sino que mi inglés era terrible.<br />

Por eso lo primero que hice fue estudiar inglés. Recién<br />

ahora estoy empezando a estudiar alemán. Me encanta, es un<br />

idioma precioso y súper difícil.<br />

–Dicen que la vida es muy corta para aprender alemán.<br />

Ese es uno de los dichos que está colgado arriba de la puerta<br />

del instituto donde estoy estudiando. Eso nos recuerda que<br />

siempre hay un plan mejor que estar ahí aprendiendo alemán.<br />

Lo que pasa también con el alemán es que no lo necesito nunca<br />

para nada en mi vida en Berlín. Todo sucede en inglés o en<br />

español. Hay una comunidad hispanohablante enorme.<br />

–¿Le da miedo que su español suene un poco anacrónico,<br />

como le pasaba a Julio Cortázar cuando estaba<br />

en París? Me pasa algo parecido. Me pregunto también<br />

cuánto tendrá que ver esta novela con ese ruido que tengo<br />

ahora en el lenguaje. Igual, se vive muy diferente que en el<br />

momento en el que vivió Cortázar. Lo que te pasa cuando<br />

vivís afuera, sobre todo en un microclima latinoamericano, es<br />

que tu porteño se neutraliza porque sabés que si decís “salgo<br />

en musculosa” el otro te mira sin entender nada. Para dejar<br />

de hacer ruido, empezás a neutralizar y también empezás a<br />

tomar palabras de los otros españoles, que son hermosas y<br />

no existen en tu lengua. Lo que me pasa a mí cuando escribo<br />

es que mi cabeza vuela inmediatamente a Argentina porque<br />

todo lo que pienso sucede ahí, pero mi porteño es un porteño<br />

de hace seis años atrás. Entonces me pregunto: ¿qué es más<br />

natural que mis personajes hablen como yo o que hablen<br />

como argentinos, cuando en realidad esto sonaría forzado<br />

porque no es mío de manera natural?<br />

–Sigamos hablando del lenguaje. No sé si leyó la entrevista<br />

a Alan Pauls en la que se oponía al lenguaje<br />

inclusivo muy enfáticamente. En su caso, ¿qué opina al<br />

respecto? Para mí es muy extraño lo del lenguaje inclusivo<br />

porque no lo escuché nunca tet a tet porque no vivo en<br />

Buenos Aires. Lo veo en las redes sociales, pero son contadas<br />

con los dedos de las manos las veces que lo tuve en una<br />

conversación frente a frente. De cualquier forma, creo que<br />

es hermoso; que no lo sienta de manera natural porque estoy<br />

muy lejos, no significa que no me parezca algo realmente<br />

precioso. Me parece que ver mi lengua cambiando como está<br />

cambiando en vivo, girando sobre un eje tan puntual, es algo<br />

alucinante. Qué cosa más preciosa puede pedir un escritor<br />

que ver esta transformación en este momento.<br />

–¿Se ve formando parte del cambio y hablando así? Lo<br />

escuché a Hernán Casciari diciendo algo que me parece<br />

que es justo lo que va a pasar. Hernán decía que para él es<br />

muy extraño entrar en una fiesta y decir “vamos todes afuera”<br />

porque no es de nuestra generación, porque no lo entendemos<br />

todavía, porque no es un ejercicio que nos salga de<br />

manera natural, pero va a llegar un punto en el que si en una<br />

fiesta decimos “vamos todos afuera”, solo van a venir los varones.<br />

Entonces, vas a tener que decir “vamos todes afuera”<br />

y punto. Porque a veces vos cambiás el lenguaje y otras, el<br />

lenguaje te cambia a vos.<br />

–Nombró a Casciari. Hace un tiempo lo entrevistamos<br />

y nos decía que el hecho de vivir afuera a él le dio<br />

cierto prestigio. En su caso, ¿piensa que el hecho de<br />

escribir desde Berlín la coloca en un lugar distinto? No<br />

creo que estar afuera sume respeto. Conozco mucha gente<br />

que está afuera y que no respeto, pero sí me parece que hay<br />

algo con la figura del escritor que, al no estar tan al alcance<br />

de la mano, los lectores se movilizan más cuando venimos al<br />

país. Estar afuera ayuda a moverse de una manera un poco<br />

más ágil y más cómoda en un contexto literario internacional:<br />

viajar a festivales o a determinadas lecturas que te puedan<br />

invitar en Europa. Desde Argentina es muy difícil que un<br />

editor se arriesgue a invitarte a Croacia. En cambio, desde<br />

Berlín es posible. Ahí sí ser extranjera termina acercándote a<br />

tus lectores extranjeros, pero no sé si te acerca a los lectores<br />

de tu propio país.<br />

–¿Se ve volviendo o eso todavía no está en sus planes? Es<br />

una sensación muy extraña porque cuando pienso en un futuro<br />

lejano nunca me pienso viviendo en Europa. Para mí, mi futuro<br />

lejano es Buenos Aires, pero no me veo volviendo ahora. No<br />

solo por la situación argentina, sino porque una vez que uno<br />

sale de su país siente una libertad tan bonita que es más tentador<br />

ir a la ciudad siguiente que volver. Pero, siempre les hago<br />

el mismo chiste a mis amigos y les digo que “cuando vuelva a<br />

Buenos Aires, yo voy a haber elegido vivir acá, ustedes no”.<br />

–Este fue un año muy intenso y de muchos logros para<br />

las mujeres. En una nota la leí citar a Marguerite Yourcenar<br />

que decía que no quería participar de ningún espacio<br />

en el que por ser mujeres las pongan en un lugar<br />

aparte. ¿Piensa que la literatura y las mujeres escritoras<br />

tienen el deber de manifestar su postura? Yo soy de<br />

las que creen que no hay que presentarse a esas mesas y te<br />

digo que este año he rechazado unas siete u ocho invitaciones<br />

a mesas de mujeres. Con respecto a si tenemos algún deber,<br />

creo que en todo caso el deber es como ciudadana, no sé si el<br />

deber está puesto en la literatura. La literatura es la que es y<br />

por ósmosis y transpiración dice lo que pienso y cómo veo el<br />

mundo. Para llevarlo a un lugar más personal y del día a día,<br />

la gran lucha este año fue el ejercicio continuo que estamos<br />

haciendo todas las mujeres en nuestros espacios íntimos de<br />

empezar a poner límites y barreras que antes no poníamos,<br />

simplemente porque antes no nos dábamos cuenta, pero<br />

ahora que te das cuenta es hasta cansador el ejercicio. Hay<br />

un ejercicio de revisionismo del mundo pequeño que está<br />

buenísimo, pero es muy cansador.<br />

–En el campo literario, ¿cree que sigue habiendo<br />

diferencias entre hombres y mujeres? Sigue habiendo<br />

diferencias, pero no en la escritura. En la escritura no hay<br />

género, hablamos de diferencias en el mercado. Se nota<br />

muy bien la diferencia de cómo va creciendo el espacio de la<br />

mujer de generación en generación. Si mirás las generaciones<br />

más grandes, son todos hombres los que ocupan puestos de<br />

poder. En mi generación, eso ya es mucho más par y si ves las<br />

generaciones que vienen ya hay una mezcolanza preciosa<br />

26


Opinión<br />

EL VIAJE DE<br />

SWEDENBORG<br />

POR Lic. Gabriel Rolón<br />

©Leconsag<br />

Emanuel Swedenborg nació en<br />

Estocolmo en el año 1688. Entre<br />

otras cosas fue un gran inventor, se<br />

desempeñó como ingeniero militar de<br />

Carlos XII y llegó a ser senador del<br />

reino. Pero fue un hecho curioso el<br />

que cambió el rumbo de su vida.<br />

Cierto día, un desconocido entró a<br />

su casa diciendo ser Jesús. Le habló<br />

sobre la decadencia de la Iglesia y la<br />

necesidad de una renovación de la<br />

misma. Para que Emanuel lo ayudara<br />

en ese trabajo, le permitiría conocer<br />

el mundo de los espíritus y recorrer<br />

el cielo y el infierno con la única<br />

condición de estudiar previamente las<br />

Sagradas Escrituras, a lo cual Swedenborg,<br />

dedicó los siguientes dos años<br />

de su vida.<br />

Cuando dio a conocer su experiencia,<br />

muchos consideraron que se había<br />

vuelto loco. La visión del otro mundo<br />

que describía era muy particular.<br />

Según informó, los que llegan al cielo<br />

piensan primero que deben rezar,<br />

luego creen que pueden ser felices<br />

hablando con sus seres queridos<br />

también muertos, pero recién cuando<br />

se cansan de esto, comienza el cielo<br />

propiamente dicho. Y un detalle muy<br />

importante es que se trata de un cielo<br />

intelectual, es decir que no alcanza<br />

con ser justo sino que, para salvarse,<br />

es necesario ser inteligente.<br />

Camino al cielo hay una región intermedia,<br />

en donde se encuentran los<br />

espíritus de quienes acaban de morir.<br />

Estas almas conversan con ángeles y<br />

demonios decidiendo convertirse en<br />

uno u otro según la compañía que les<br />

resulte más placentera.<br />

En el estado celestial, el hombre y la<br />

mujer que se han querido, formarán<br />

un solo ángel.<br />

En cuanto al infierno, se trata de una<br />

zona pantanosa con ciudades incendiadas.<br />

No hay monarca que ejerza el<br />

mando. Los que allí habitan son felices,<br />

porque Dios no condena a nadie;<br />

quiere la salvación para todos. Por eso<br />

nos ha concedido el terrible privilegio<br />

de elegir entre el cielo o el infierno.<br />

De hecho, sostiene Swedenborg, hubo<br />

casos donde a los habitantes del infierno<br />

se les permitió ingresar al cielo, del<br />

cual huyeron espantados o aburridos.<br />

Otro detalle perturbador. Al parecer,<br />

cuando alguien muere no se da cuenta,<br />

va al trabajo, ve a sus amigos. Pero<br />

de a poco empieza a notar que todo es<br />

más vívido, que hay más colores, hasta<br />

el punto tal que este mundo parece<br />

solo una sombra de aquel.<br />

En Inglaterra, una superstición popular<br />

declara que no sabremos que hemos<br />

muerto hasta que comprobemos<br />

que el espejo no nos refleja más.<br />

Sin dudas, el de Swedenborg ha sido<br />

un viaje interesante, sin embargo me<br />

permito disentir con la eficacia de ese<br />

libre albedrío y suscribo las palabras<br />

de Alejandro Dolina. No importa<br />

adónde vayamos, porque ignorar las<br />

consecuencias de los propios actos, eso<br />

es el infierno<br />

El jardín de las delicias, El Bosco (Detalle)<br />

29


Entrevista<br />

cuatro<br />

Gioconda Belli<br />

Una vida de novela<br />

Se burla de las etiquetas y escribe cómo y desde la óptica de un<br />

hombre. En su última novela, Las fiebres de la memoria (Seix Barral),<br />

el protagonista es un miembro de su familia, un noble francés que<br />

–acusado de asesinato– finge su suicidio, huye y cambia de identidad<br />

en las tierras vírgenes de Nicaragua de 1847<br />

POR Claribel Terré Morell<br />

“¿Qué piensan los enterradores? ¿Qué pensaron quienes cargaron<br />

mi féretro en la noche húmeda y calurosa de agosto en<br />

París?”. Así comienza Las fiebres de la memoria, la novela más<br />

reciente de Gioconda Belli (Managua, Nicaragua, 1948).<br />

En ella, se apropia de la historia de Charles Choiseul de<br />

Praslin, un noble francés, amigo del rey Luis Felipe I de<br />

Orleans que, acusado de asesinar a su esposa, finge su suicido,<br />

huye de Francia, toma una nueva identidad, se reinventa y, al<br />

llegar a Nicaragua, da comienzo a la familia de la escritora.<br />

Belli, de quien Harold Pinter ha dicho que es una de las<br />

escritoras más ingeniosas de Centroamérica, con un talento original<br />

y maravillosamente libre, sorprende con este nuevo libro.<br />

Escribe como un hombre y no como uno cualquiera. La historia<br />

sigue muchos caminos. Amores, traiciones, descubrimientos.<br />

Revolucionaria en las letras y en la vida, ha publicado 22<br />

libros entre poesía y narrativa y ha sido traducida a más de<br />

catorce idiomas. Fue miembro activo del Frente Sandinista<br />

de Liberación Nacional y hoy es una luchadora por la libertad<br />

y la democracia en su país.<br />

Uno habla con ella y habla con muchas mujeres a la vez. Es<br />

inteligente, valiente, bella. No es pudorosa y parece no tener<br />

miedo de quienes la colocan como referente de la literatura<br />

femenina.<br />

–Usted ha escrito un libro muy diferente del resto de<br />

su literatura que, además, toma personajes reales que<br />

pertenecen a su familia donde el asesinato, la mentira,<br />

la migración están presentes. La historia de mi ancestro,<br />

Charles Choiseul de Praslin, Par de Francia, es una historia<br />

que ha flotado en mi familia durante mucho tiempo. También,<br />

en el imaginario colectivo de la ciudad de Matagalpa, donde<br />

hay muchas leyendas. En esa zona de Nicaragua, la gente es<br />

rubia y de ojos azules. Hay una mezcla muy fuerte de franceses,<br />

alemanes… porque hubo una enorme migración y se<br />

tejieron miles de cuentos alrededor de esos personajes que llegaron<br />

en el siglo XIX a instalarse, a formar familia, a empezar<br />

el cultivo del café. Yo crecí escuchándolos. A mí me parecían<br />

historias pueblerinas. Pero luego, está el descubrimiento que<br />

hace mi padre de su historia familiar. Quienes cree que son los<br />

padres de él realmente son sus abuelos. A quien consideraba<br />

su hermano es su verdadero padre y tiene una madre lejana<br />

a la que encuentra y que es precisamente la nieta de este<br />

supuesto Par de Francia. Cuando ella muere con 100 años, al<br />

demoler su casa, encuentran un manuscrito enrollado en una<br />

antigua lata de galletas. Son las memorias de Praslin en las que<br />

recuerda hechos puntuales de su vida. Quien lo descubre, me<br />

llama. Con ese material en mis manos, comencé a investigar y<br />

luego a escribir Las fiebres de la memoria.<br />

–¿La culpa ocupa un lugar importante? Esta novela es<br />

sobre un ser que se reinventa. Tiene que huir de Francia, dejar<br />

atrás a hijos a los que quiere, sus tierras, su dinero, su entorno.<br />

Tomar una identidad falsa y eso le implica una recomposición<br />

mental de toda su manera de ser. Un hombre poderoso que<br />

pierde su poder y debe entender cómo vive el resto de la<br />

gente. No me salió tan difícil como yo pensaba. Aunque no<br />

me identifiqué con el personaje, me fascinó la idea. Charles<br />

Choiseul de Praslin no es un personaje inocente, pero tampoco<br />

totalmente culpable. Hay misterio pero también esa fascinación<br />

por lo exótico, lo extraño, lo extranjero y la procedencia<br />

del nombre de la familia. En el libro, le doy una solución más<br />

o menos al asunto pero es una situación que se daba mucho<br />

en esa época. No quedé muy convencida, por eso, le doy una<br />

explicación que es la que yo siento que se acercaba más a la<br />

realidad. Yo no lo juzgo. No es mi lugar como escritora juzgar<br />

sino proponer la historia y que los lectores tengan su propia<br />

opinión. Es un personaje muy complejo y, para mí, fue un reto<br />

tremendo. Mis personajes siempre han sido más puros. Me<br />

reté para escribir un personaje más truculento. Me llamaba la<br />

atención, en la investigación, que tenía una personalidad muy<br />

compleja. Tuve muchas dudas de abordar el tema porque se<br />

trataba de una persona sospechosa, y lo rescato en un tiempo<br />

en el que las mujeres somos muy conscientes de la agresividad<br />

masculina y sus consecuencias.<br />

–Atendiendo a que la novela recoge toda una época política<br />

y social en dos continentes, estampas históricas,<br />

vida familiar, evocaciones literarias y múltiples viajes.<br />

¿Cuánto tiempo le dedicó y cómo logró hacer coincidir<br />

la licencia poética con la reconstrucción personal<br />

e histórica? La licencia poética siempre está. Esta novela<br />

la escribí a lo largo de tres años en los que viajé mucho e<br />

investigué. Estudié muy a fondo lo que fue la vida social, económica<br />

y política de Francia, Estados Unidos y de Nicaragua<br />

en los tiempos en que vive Praslin. Leí documentos históricos,<br />

cartas familiares… Todo me fascinó, pues era una época<br />

sumamente interesante, en la que se desarrollaron acontecimientos<br />

que marcaron la historia. Y, también, el tener ese<br />

contraste de mundos que creo que es bien importante. La<br />

caída de la monarquía de Francia, el imperio de Luis Bonaparte,<br />

que también se disolvió y desembocó en la República<br />

francesa. Fueron cien años entre la Revolución Francesa y<br />

que se construyera una República. Eso me hizo pensar que la<br />

historia es mucho más larga que nuestras vidas y que, muchas<br />

veces, pensamos que no se logran las cosas que soñamos pero<br />

no se logra en nuestro tiempo de vida; por eso nos toca no<br />

quitar el dedo de la llaga y no dejar de trabajar por el futuro,<br />

aunque sea un futuro que no veamos. Hago aparecer lugares<br />

como la corte en el exilio de Luis Felipe de Orleans, la Isla<br />

de Wight o Nueva York por los que asoman celebridades<br />

como Alfred Tennyson o Julia Margaret Cameron.<br />

También, Cornelius Vanderbilt. Todo es posible. Conviven<br />

en los mismos años. La realidad es tremenda. La fantasía<br />

también. No sabemos que ocurrió con Praslin cuando muere<br />

en Nicaragua. En Matagalpa, donde hay tantos extranjeros<br />

sepultados, no se conserva una tumba con su nombre. Ahí,<br />

comienza otro misterio que, por esta vez, no seguí. Hay quienes<br />

se preguntan si volvió por última vez a Francia.<br />

–¿Por qué escribió el libro en primera persona y como<br />

un hombre? Fue un reto pero así me vino la novela. Me pareció<br />

fascinante. Cuando escribo, me dejo invadir por la historia.<br />

31


Y, de esa invasión, de ese acercamiento con lo que voy a narrar,<br />

surge lo que se llama el tono. El cómo narras eso. A mí se<br />

me vino la primera frase con el hombre hablando en primera<br />

persona. Después, pensé en poner a una mujer pero me di<br />

cuenta de que no iba a funcionar. Me pareció importante reflejar<br />

lo que yo siento que piensan los hombres. Lo que significa<br />

estar en la piel de un hombre, imaginando cómo ven ellos el<br />

mundo. Además, estaba el manuscrito. Y pensé mucho en el<br />

impacto de la naturaleza de Nicaragua en el personaje. Un<br />

país tan verde, tan exuberante, tan lleno de contrastes. Lleno<br />

de lagos, volcanes. Algunos activos, hay temblores, terremotos.<br />

Este hombre ha sido absorbido por esta realidad diferente.<br />

Llega a un estado de fascinación que cambia su concepción del<br />

mundo. El proceso que vive lo humaniza. Del noble al hombre<br />

de pueblo. Sin olvidar que Praslin hace la primera exportación<br />

de café de Nicaragua. El mundo no es como uno quisiera que<br />

fuera. Hay que lidiar con ese territorio.<br />

–Aunque breves y secundarios, fiel a su costumbre, los<br />

personajes femeninos que aparecen en este nuevo libro,<br />

son singulares, fuertes y reconocibles. ¿Se deja llevar por<br />

la simpatía? Mis personajes femeninos son fuertes porque yo<br />

creo que las mujeres somos fuertes. Fanny Sebastiani Praslin y<br />

la institutriz, Heriette Deluzzi Deportes, dos personajes oscuros,<br />

difíciles de simplificar en cuanto a sus características y sus<br />

temperamentos y a lo que eran capaces de hacer, son mujeres<br />

fuertes. Una muestra está en las numerosas cartas que Fanny<br />

le escribió a su esposo y que se conservan. También, Margarita<br />

Arauz, La Rosa Blanca y Matagalpa, que es una ciudad y es un<br />

personaje. Todos esos personajes son muy importantes para mí.<br />

Son los que le dan el sentido a la novela. Le dan un desarrollo<br />

que fija en la mente del lector al hombre como una persona<br />

que va perdiendo poder y que solo encuentra de cierta manera<br />

la vida, o se reencuentra con la posibilidad de seguir viviendo, a<br />

través de otra mujer. Esa importancia de la mujer en la vida de<br />

los hombres es otro aspecto que está presente.<br />

–En una ocasión, le escuché decir que lo que intentan<br />

las buenas novelas es plantear preguntas. Con esta<br />

nueva publicación, ¿sigue pensando lo mismo? Las<br />

buenas novelas son las que hacen cuestionar nuestra manera<br />

de ver el mundo. Siempre me ha llamado la atención y<br />

he pensado sobre ese desdoblamiento de la personalidad:<br />

cómo te adaptas a un idioma a una circunstancia que no es<br />

la tuya, cómo mantienes el vínculo con tu origen, si es que lo<br />

mantienes, y cómo son los cambios que se producen cuando<br />

te adaptas a un ambiente distinto y a una identidad diferente.<br />

Traté de responder eso en Las fiebres de la memoria.<br />

–Recientemente, ha sido galardonada con el Premio<br />

Eñe a su trayectoria y compromiso cívico. Sigue viviendo<br />

en Nicaragua a pesar de los momentos difíciles que<br />

atraviesa. Formó parte del Frente Sandinista para la Liberación<br />

Nacional, creyó en la justeza de la Revolución<br />

y en un futuro luminoso para su país. ¿Tiene miedo? En<br />

Nicaragua estamos viviendo una situación anómala, verdaderamente<br />

inexplicable. El nivel de represión que ha desatado<br />

Daniel Ortega no tiene parangón. Aquí se está reprimiendo<br />

a un pueblo que no ha luchado con las armas que ha luchado<br />

en manifestaciones. Yo formé parte de un Frente Sandinista<br />

que no era este. También pasaron cuestiones vitales durante<br />

la Revolución que no fueron muy democráticas. Pero había<br />

nueve dirigentes, había más respeto a la vida a las condiciones<br />

de la gente, había un idealismo que no tiene nada que ver con<br />

la política inescrupulosa que siguen estos personajes.<br />

–Usted es una de las escritoras más importante de la<br />

lengua española que además se declara feminista. Románticas<br />

o descarnadas, únicas o cotidianas, sus narraciones<br />

resultan siempre reveladoras sobre las mujeres.<br />

Sin embargo, no siempre han sido bien recibidas por<br />

parte de algunas tendencias dentro del feminismo.<br />

El feminismo ha sido un paso importante en la historia de<br />

la humanidad. La concientización como mujeres de nuestro<br />

estado de marginalidad ha permitido que estas nuevas<br />

generaciones se propongan la vida de una manera diferente<br />

a como la que teníamos nosotras programadas por la sociedad<br />

anteriormente. El feminismo no es perfecto y no es un<br />

partido. Es un movimiento donde hay gente más radical que<br />

otra. Pero en la mayoría, los aportes son positivos. La ética<br />

femenina es totalmente diferente a la ética masculina. Hay<br />

una capacidad, más acorde con la vida que la que tienen los<br />

hombres. Yo sí creo que el futuro pertenece al feminismo.<br />

–¿Le molesta que se utilice lo de “literatura femenina”<br />

casi siempre en tono despectivo? ¿Siente usted que las<br />

mujeres siguen siendo sometidas a mucha más presión<br />

que los hombres para justificar su deseo por escribir?<br />

Me molesta porque es un término despectivo. Han querido<br />

crear un subgénero a partir de que las mujeres nos ocupamos<br />

de nosotras mismas o de que nos ocupamos de ese ámbito<br />

privado del que nadie se había ocupado porque ha sido el<br />

nuestro. Ese enfoque lo consideran poco importante. No es la<br />

vida pública del hombre y sus grandes conflictos. Sino los grandes<br />

conflictos y la vida reducida y limitada que le había sido<br />

dada a las mujeres y de la cual se escribe para explicar cómo<br />

se rompe ese tipo de construcción y también cómo ese tipo de<br />

construcción es nocivo para el desarrollo de la mujer. Hay muchas<br />

mujeres escribiendo en este continente. La crítica valora<br />

más a los escritores hombres. He hablado mucho sobre eso,<br />

he sido muy crítica sobre este aspecto. Y lo seguiré haciendo.<br />

Nos deben ver desde otra óptica, con mucho más respeto. Una<br />

literatura que llama a un cambio de hábito de patrones. No es<br />

una literatura light, romántica. A mí me da risa cuando le digo<br />

a alguien que no me conoce que escribo novelas, casi siempre<br />

me pregunta: “¿Románticas?”. Pero no es literatura femenina,<br />

sino que es literatura del 50% de la humanidad, sobre la existencia<br />

de una parte de la humanidad que funciona de acuerdo<br />

a unas circunstancias y condicionamientos.<br />

–¿Se da cuenta de que usted ha tenido una vida de<br />

novela? Yo me siento bien contenta de la vida que he tenido.<br />

Muy plena y muy llena de cosas que espero seguir teniendo.<br />

Soy una mujer en avanzado estado de juventud<br />

RECOMENDADOS<br />

NADIE ES MÁS DE AQUÍ QUE TÚ<br />

Miranda July<br />

Literatura Random House<br />

Antes o después uno se entera quién es<br />

Miranda July. Lo mejor es leer los dieciséis<br />

cuentos sin saber de ella. Y encontrarse desnudo<br />

con esa lengua que se vuelve también<br />

ella ficción, y con las pequeñas ficciones<br />

que construyen cada ficción. Una rareza<br />

recorre historias y personajes, situaciones,<br />

quiebres, casi como si todo fuese quiebre.<br />

Reír a carcajadas en medio de la desolación,<br />

la soledad, la tristeza, la incomodidad. Lo<br />

mejor es no saber de ella antes. Y si ya se<br />

sabe, leerla igual.<br />

NOVELAS REUNIDAS<br />

Hebe Uhart<br />

Adriana Hidalgo<br />

Imposible no recordar aquí que Hebe Uhart<br />

ya no está, que acaba de dejarnos. Llegó a ver<br />

este libro que reúne sus seis novelas breves<br />

publicadas entre 1974 y 1999, y que es el<br />

primero de tres que reunirán su obra. Impensable<br />

leerla ahora sin la tristeza de su partida<br />

reciente, y sin embargo volver enseguida a<br />

la alegría intensa de una escritura deliciosa,<br />

hecha de hallazgos en la lengua, en el mundo<br />

que narra, al que mira atenta, sabia y candorosa,<br />

como si preparara la escena y dejara que<br />

todo estalle solo, para ella mirar y reír junto a<br />

sus lectores. Porque siempre, en los mundos<br />

que Hebe trae, en la forma en que ella los<br />

trae, hay gracia y humor. Bien se puede empezar<br />

por estos relatos largos, después vendrán<br />

los cuentos y luego las crónicas. Para leer todo<br />

lo que esta gran escritora nos dejó.<br />

DE AMOR Y DE HAMBRE<br />

Julian Maclaren-Ross<br />

La bestia equilátera<br />

Una ciudad del sur de Inglaterra, azotada<br />

por la Depresión, esperando cada día el<br />

anuncio del comienzo de la Segunda Guerra<br />

Mundial, es el marco que este extraño<br />

y gran escritor elige para sus personajes<br />

que, como los aventureros de Cartas desde<br />

Islandia, de W. H. Auden y Louis Macneice,<br />

“obedecen a impulsos de amor y de<br />

hambre”. Elegante, irónico, desesperanzado,<br />

el narrador reinicia y abandona el sueño<br />

de la escritura, vive malamente, endeudado,<br />

vendiendo aspiradoras a nadie, despedido,<br />

cobrando el fondo de desempleo, y sin<br />

embargo deja de lado todo desdén para<br />

entregarse con total ilusión al amor, que no<br />

estará a la altura. Y llega la guerra, y para<br />

algunos, “una segunda oportunidad”.<br />

LA LUZ NEGRA<br />

María Gainza<br />

Anagrama<br />

La autora del imperdible El nervio óptico<br />

elige una vez más el arte y su mundillo para<br />

contar una historia, esta vez más claramente<br />

estructurada como una novela, aunque<br />

también construida con sombras de artistas,<br />

músicos, poetas, de sus textos, de sus obras.<br />

Personajes reales y ficticios de la bohemia<br />

del Buenos Aires de los años 60, mundos<br />

tomados de algunos de ellos –como el Hotel<br />

Melancólico del poeta Máximo Simpson– y<br />

una banda de falsificadores con sus obras<br />

validadas que dejan patas para arriba los<br />

conceptos de falso y verdadero, y los valores<br />

de cambio de los circuitos oficiales del arte.<br />

Gainza se impone desafíos que la narradora<br />

atraviesa con gracia y maestría, siempre<br />

en la piel de una antiheroína.<br />

POR MÓNICA TRACEY<br />

LA SAGA DE LOS BONAPARTE<br />

Pierre Branda<br />

El Ateneo<br />

Atrapante esta historia pormenorizada de<br />

una familia que irrumpirá en la Historia, si<br />

bien poco de eso podía imaginarse cuando<br />

Carlos Bonaparte llegó a la corte del<br />

rey Luis XVI, en 1778, como representante<br />

de Córcega. Y sin embargo, no fue tanto<br />

después que el segundo de los ocho hijos<br />

de Carlos, Napoleón, dominaría los destinos<br />

de una parte del mundo. Además de dos<br />

emperadores, la familia, desplegada en<br />

varios países europeos e, incluso, en los Estados<br />

Unidos, dio tres reyes, una reina, dos<br />

princesas y varios personajes más, incluido<br />

el fiscal general estadounidense fundador de<br />

FBI durante el gobierno de Roosevelt, y<br />

la amiga que ayudó a Freud a escapar de<br />

los nazis.<br />

LA MUERTE DEL COMENDADOR – Libro 1<br />

Haruki Murakami<br />

Tusquets<br />

Un retratista exitoso es abandonado por su<br />

mujer y él abandona todo, la casa, el oficio,<br />

Tokio, y se retira a un lugar apartado en la<br />

montaña, entre brumas y bosque, donde<br />

ocupará la casa de un viejo pintor de estilo<br />

tradicional japonés que vive ahora en una<br />

residencia de ancianos. Intentará encontrar<br />

su propio camino en la pintura mientras<br />

pesquisa la vida y la obra del dueño de casa,<br />

plagadas de intrigas. También habrá un<br />

hombre sin rostro que deberá ser retratado.<br />

Una fiesta para los amantes de Murakami:<br />

ya pueden tener en sus manos casi quinientas<br />

páginas, internarse en los misterios y descubrimientos<br />

del camino del pintor protagonista<br />

para luego dejar que el misterio cobre<br />

otra dimensión a la espera del Libro 2, que<br />

aparecerá en enero.<br />

32 33


Tema de tapa<br />

dos<br />

Leer a paso firme<br />

Entre el ruido de una trajinada calle céntrica o escondidos a la vuelta de una esquina perdida en<br />

algún barrio, los autores del siglo XX esperan ser descubiertos por paseantes curiosos. En el cruce<br />

entre turismo y crítica, el City Tour Literario combina datos biográficos, ficciones urbanas y una<br />

buena caminata, para decir piedra libre a escritores que en sus textos volvieron a inventar la ciudad<br />

POR Gabriela Baby<br />

La aventura comenzó en 2014, durante el Primer Congreso<br />

Gombrowicz, cuando Nicolás Hochman y sus aliados del<br />

Grupo Heterónimos, se animaron a hacer los primeros recorridos<br />

urbanos por los lugares que había transitado o mencionado<br />

el escritor polaco en sus diarios y novelas. “Y fue una<br />

experiencia lindísima”, afirma: “Por eso en 2016 agregamos a<br />

otros autores: Roberto Arlt, Jorge Luis Borges, María<br />

Elena Walsh y Julio Cortázar, y nos lanzamos a nuevas<br />

experiencias”.<br />

De Parque Rivadavia a San Telmo, del barrio de Agronomía al<br />

Luna Park, sin dejar de lado el Parque Las Heras o la esquina<br />

de Florida y Corrientes, cada circuito está diseñado de acuerdo<br />

a la investigación de la vida y la obra de distintos escritores, llevada<br />

a cabo por diversos especialistas: Sylvia Saítta trabajó<br />

en el recorrido de Arlt, Julia Saltzmann fue la encargada de<br />

ahondar en las andanzas de Walsh, Adriana Amante y David<br />

Oubiña trabajaron sobre Borges y sus lugares, Diego Tomasi<br />

se encargó de buscar la trama urbana de Cortázar, y Hochman<br />

junto a Marcos Urdapilleta se ocuparon de encontrar los<br />

lugares favoritos de Gombrowicz.<br />

¿Cómo dar con el circuito urbano de cada escritor? ¿Bajo<br />

la pista del “aquí estuvo” o por el paisaje de sus cuentos y<br />

novelas? ¿Con datos de nacimiento y muerte o siguiendo a<br />

sus personajes ficcionales? “En cada recorrido hay un poco<br />

de todo, según el criterio de cada investigador. Por eso cada<br />

recorrido tiene un color particular”, dice Hochman y agrega:<br />

“Hay investigaciones que se centran en lo biográfico, como la<br />

de Cortázar, y otras que se centran exclusivamente en la ficción.<br />

De modo que aparecen panoramas cruzados para que el<br />

City Tour no sea leído solamente como un ‘aquí estuvo’ o ‘por<br />

aquí transcurrieron las vidas de los personajes’, sino como<br />

una mezcla, que es la manera más rica de leer a un autor,<br />

pensando que su vida y su obra resultan indisociables”.<br />

De los libros a las calles (y viceversa)<br />

“Calle única, calle absurda, calle linda. Calle para soñar,<br />

para perderse, para ir de allí a todos los éxitos y a todos<br />

los fracasos; calle de alegría; calle que las vuelve más<br />

gauchas y compadritas a las mujeres; calle donde los sastres<br />

les dan consejos a los autores y donde los polizontes<br />

confraternizan con los turros; calle de olvido, de locura, de<br />

milonga, de amor”.<br />

Roberto Arlt. Aguafuertes porteñas.<br />

En cada caminata habrá entonces “lugares clave” desde el<br />

punto de vista de la biografía y otros más exóticos o esquinas<br />

tomadas de un cuento o de un dato urbanístico actual<br />

(la Plaza Roberto Arlt, por ejemplo). Todo vale: la caminata<br />

es un modo de leer que también tiene sus claves. “Pedimos<br />

35


ROBERTO ARLT<br />

JORGE LUIS BORGES<br />

JULIO CORTÁZAR<br />

WITOLD GOMBROWICZ<br />

MARÍA ELENA WALSH<br />

a cada investigador que hiciera un punteo<br />

de veinte nodos para marcar lugares<br />

significativos de cada escritor”, continúa<br />

Hochman. “Y parte de esos nodos son<br />

tomados en los recorridos. En el caso de<br />

Gombrowicz, por ejemplo, podríamos<br />

haber establecido el criterio de ‘Bares que<br />

Gombrowicz frecuentaba’, pero hay más<br />

de veinte bares a los que iba y, además,<br />

seguir este criterio dejaba de lado otros<br />

lugares bien interesantes. Entonces pusimos<br />

en el recorrido algunos bares, como<br />

La Fragata –que es importante y simbólico–,<br />

pero también quisimos poner lugares<br />

que en realidad no tienen un centro<br />

concreto, como Retiro, por ejemplo, que<br />

es un amplio espacio por donde él andaba.<br />

Y nos parece interesante ir a Retiro para<br />

observar el lugar y entender que en ese<br />

espacio grande y diverso había un tipo caminando<br />

de noche que además escribía de<br />

esa manera tan peculiar y tenía esa mirada<br />

tan particular sobre el mundo”.<br />

Se trata entonces de un “estar ahí” para<br />

retomar una perspectiva posible sobre<br />

la ciudad. O encontrar detalles insólitos,<br />

pintorescos: “Con el tour Gombrowicz<br />

también vamos a El Coloso, o lo que hay<br />

en su lugar, que era una tienda donde el<br />

escritor compraba ropa, un local que no<br />

tiene ningún tipo de trascendencia a nivel<br />

literario ni geográfico pero que a nosotros<br />

nos sirve para decir: ‘este tipo, además<br />

de ser quien era, compraba ropa de dos<br />

mangos en un boliche de mala muerte<br />

que no existe más’, porque esto también<br />

habla del personaje. Es decir, nos interesa<br />

tomar lugares que no son los más conocidos<br />

para dar un panorama heterogéneo,<br />

y poder hacer luces y sombras sobre cada<br />

escritor”.<br />

Entonces, a caminar<br />

“Y Borges citaba en la Richmond de<br />

Florida y una llegaba para renovar las<br />

pausas incómodas mientras él se ponía<br />

de pie, ofrecía una mano inverterbrada,<br />

pedía al mozo la mesa rodante con<br />

tortas, parecía empeñado en alimentar a<br />

la juventud con dulces y letras”.<br />

María Elena Walsh<br />

“Los recorridos se hacen a pie porque el<br />

contacto directo, la caminata, aporta otra<br />

textura, es otra manera de vincularse con<br />

la ciudad”, sostiene el responsable de las<br />

aventuras literarias. De todas maneras,<br />

sin moverse del sillón, los veinte nodos de<br />

cada escritor pueden ser seguidos de manera<br />

virtual en www.citytourliterario.com<br />

y a través de una app que se descarga de<br />

Google Play. “Sabemos por las estadísticas<br />

del sitio web que muchas personas de<br />

otros países hicieron el recorrido virtual.<br />

En México el sitio tuvo gran afluencia<br />

de visitantes y empezó a haber un tráfico<br />

muy intenso que pudimos seguir desde<br />

la web. Por supuesto que no sabemos si<br />

toda esa gente hizo el tour cuando vino a<br />

Buenos Aires, no hay manera de saberlo,<br />

pero sabemos que siguió online toda la<br />

propuesta”.<br />

Una vez que el investigador arma el mapa,<br />

aparece el guía, que ha leído muy bien<br />

al autor que le toca y es el encargado de<br />

llevar la voz –y el hilo de Ariadna– por el<br />

laberinto urbano. “Los guías son personas<br />

que conocen a los autores y también<br />

tienen su perspectiva sobre ellos, sus<br />

lecturas, sus dudas, sus propias preguntas.<br />

Pero sobre todo, pueden armar un diálogo<br />

con el público durante dos o tres horas,<br />

con buena onda, con alegría, tratando de<br />

transmitir el espíritu del City Tour: pasar<br />

un momento placentero hablando de<br />

libros y escritores”, cuenta.<br />

De los veinte nodos originales, el guía ha<br />

hecho su propio recorte para caminar no<br />

más de cuatro kilómetros durante dos horas,<br />

y poder abordar hechos y lugares significativos<br />

de cada escritor. “En el único<br />

caso en que desdoblamos el recorrido fue<br />

en el de Borges, porque en el mapa que<br />

armamos está muy clara la división entre<br />

norte y sur. A partir de la investigación,<br />

nos dimos cuenta de que hay dos Borges:<br />

uno de Palermo, Recoleta y Retiro, y otro<br />

de Rivadavia para el sur. De los otros cuatro<br />

autores hay entre doce y trece puntos<br />

que se mantienen fijos”.<br />

Y luego, lo que pasa en cada grupo, en<br />

cada encuentro, es azaroso, único. Según<br />

Hochman, “una vez, un paseante contó<br />

una anécdota muy graciosa que le había<br />

pasado cuando conoció al autor en cuestión. Y en otro momento,<br />

una persona del grupo había vivido en la misma casa<br />

que el autor y entonces contó cómo era”. Para participar, no<br />

hay requisitos de edad ni de lugar de procedencia. Tampoco<br />

se precisan conocimientos de ningún tipo: el que leyó mucho<br />

o poco comparte con el que no leyó nada, el especialista<br />

con el que apenas conoce al escritor, y todos se enriquecen<br />

con los comentarios, las preguntas, las ideas que surgen a<br />

cada paso. “El City Tour es una excusa, en realidad, para<br />

estar un rato charlando de literatura con gente que quiere<br />

saber un poco más”.<br />

Para el otoño de 2019, el Grupo Heterónimos está preparando<br />

los recorridos sobre Adolfo Bioy Casares,<br />

Fogwill, Ricardo Piglia, Alejandra Pizarnik y<br />

Ernesto Sábato. En el caso de Sábato, es María Rosa<br />

Lojo la encargada de la investigación que dará finalmente<br />

con los veinte nodos del recorrido. Para Fogwill y Pizarnik,<br />

el trabajo está en manos de Juan Guillot y Cristina<br />

Piña, respectivamente. Bioy Casares está en manos de<br />

Edgardo Scott. Y de Ricardo Piglia se están ocupando<br />

Marcos Urdapilleta y el mismo Hochman.<br />

Al preguntarle por el futuro más lejano, responde: “Nos<br />

gustaría incorporar más autores. Y también empezar a<br />

trabajar con referentes culturales en un sentido más amplio:<br />

músicos, artistas plásticos, gente del teatro, del cine. El<br />

turismo cultural está muy poco explotado. Es increíble que<br />

una ciudad como Buenos Aires, con la historia cultural que<br />

tiene, no retome sus personajes y lugares significativos para<br />

sacar pecho y llenarse de orgullo. Caminar y conocer va<br />

mucho más allá de poner una placa”.<br />

Habrá que calzarse las zapatillas y cargar la botella de agua.<br />

La literatura no solo está en bibliotecas y librerías. La ciudad<br />

abierta a la luz del sol también promete buenas lecturas<br />

e intercambios<br />

Algunas salidas de verano<br />

• Lunes 10/12, 10 hs. Gombrowicz.<br />

• Sábado 05/1, 9 hs. Borges.<br />

• Sábado 12/1, 9 hs. Cortázar.<br />

• Sábado 19/1, 9 hs. Arlt.<br />

• Sábado 26/1, 9 hs. Gombrowicz.<br />

Informes e Inscripción: www.citytourliterario.com<br />

La app del City Tour Literario está disponible<br />

en Google Play.<br />

36


Entrevista<br />

cinco<br />

John Katzenbach<br />

El regreso del<br />

Dr. Starks<br />

POR Juan Maisonnave<br />

Fotos: Juliana Orihuela<br />

Dieciséis años después, el autor<br />

estadounidense nos sorprende<br />

con Jaque al psicoanalista<br />

(Ediciones B), la segunda parte<br />

de la novela que lo convirtió en<br />

un best seller internacional. Nos<br />

atendió para conversar sobre la<br />

importancia del estilo en su obra,<br />

qué recursos propios del thriller<br />

utilizó esta vez y cuál fue la<br />

escena que más disfrutó escribir,<br />

entre otros temas<br />

John Katzenbach (1950, Princeton, Nueva Jersey) acaba<br />

de publicar Jaque al psicoanalista, la secuela del libro que lo<br />

hizo mundialmente famoso, El psicoanalista, un thriller con<br />

el que vendió más de diez millones de copias en todo el mundo.<br />

Mucho tiempo pasó desde que el Dr. Frederick Starks,<br />

protagonista en ambas novelas, se enfrentara a una familia<br />

de psicópatas obsesionada con él. Compuesta por Virgil, la<br />

hermana actriz, y Merlin, el hermano abogado, la familia<br />

del asesino Rumplestiltskin (el oscurísimo Sr. R) reaparece<br />

en la vida de Ricky y lo obliga a jugar un peligroso juego de<br />

persecución cuyas pistas se entregan en videos que sugieren<br />

una intimidad bajo amenaza. Katzenbach sube la apuesta del<br />

thriller psicológico con otra buena dosis de paranoia, manipulación,<br />

crímenes y cuentas pendientes.<br />

–En la ficción, para el Dr. Starks pasaron cinco años,<br />

mientras que para usted, entre una novela y otra,<br />

fueron dieciséis. ¿Por qué tardó tanto en escribir esta<br />

segunda parte? Es que yo no quería saber más nada con<br />

Frederick Starks. Pero, en una conversación con un amigo,<br />

él me preguntó cómo seguía la vida de mi personaje, qué<br />

pasaba después de ese final. Y, en sucesivas charlas, continuó<br />

preguntándome sobre Ricky. Así que la historia empezó a<br />

cobrar forma en mi cabeza. El problema era que yo tenía<br />

ganas de escribir otros libros antes. Fue después de todo el<br />

tiempo que me tomó escribir esos libros que volví a pensar<br />

seriamente en Ricky.<br />

–Buena parte de la trama de Jaque al psicoanalista gira<br />

en torno al ajedrez. En un momento, Ricky analiza el<br />

juego de esta manera: “No se trata del jaque mate, sino<br />

del rey siendo atrapado y sentenciado, una verdadera<br />

psicopatología”. ¿Qué le interesaba del ajedrez como<br />

metáfora? Lo primero que debo decir es que no soy un gran<br />

jugador de ajedrez. Me interesa el ajedrez y los juegos de<br />

estrategia porque son como microcosmos tanto de la guerra<br />

como de la psicología de una batalla. Y de eso trata el libro.<br />

Es decir, en la superficie transcurre un thriller, pero en un<br />

nivel más profundo la narración trabaja sobre vínculos y relaciones.<br />

Cómo se construyen, cómo mutan, cómo se vuelven<br />

destructivas.<br />

–En el primer video enviado por el Sr. R, el enemigo<br />

íntimo de Ricky, aparece Paddington Bear (célebre<br />

personaje de ficción infantil creado por el escritor<br />

inglés Michael Bond en 1958). ¿Cree que este oso de<br />

peluche entra en la trama como un McGuffin hitchcockiano?<br />

Absolutamente. No quiero revelar demasiado<br />

por qué está puesto ahí, para evitar spoilers. Lo que sí puedo<br />

decir al respecto es que cualquier recurso, técnica o método<br />

resultan válidos para el escritor a la hora de generar en el<br />

lector una creencia o intuición de que está frente a una pista,<br />

sea falsa o decisiva, para la resolución de la trama. Bueno, se<br />

me ocurrió que la figura del osito Paddington era lo suficientemente<br />

sugestiva como para lograr ese objetivo.<br />

38<br />

39


–Supongo que también ayudan a conseguir eso las<br />

muchas referencias culturales contenidas en el libro:<br />

Alicia en el país de las maravillas, la Biblia, Cyrano de<br />

Bergerac, Por quién doblan las campanas (de Ernest<br />

Hemingway) y La muerte y la doncella (tanto la composición<br />

de Schubert como la obra de teatro de Ariel<br />

Dorfman). Exacto. Cuando incluyo una referencia cultural,<br />

sea un libro o una canción popular, lo que busco es manipular<br />

a los lectores. Vienen leyendo un thriller y de repente<br />

aparece Shakespeare o la Biblia. De alguna forma, esto<br />

provoca un pequeño desvío inesperado en la trama. Al mismo<br />

tiempo, ofrece a los lectores una posible pista (de nuevo, falsa<br />

o no) dentro del camino por el que yo los quiero llevar. Dicho<br />

así, esto suena muy científico y calculado. Pero la mayoría de<br />

las veces, las referencias culturales surgen solas mientras uno<br />

escribe y, en general, decide incluirlas por motivos que no<br />

están del todo claros hasta que termina de escribir lo que sea<br />

que esté escribiendo.<br />

–En algunos pasajes de la novela, para ganar ritmo<br />

o intensidad, usted sustantiva de una forma seca y<br />

40<br />

contundente. Cito solo uno de esos pasajes, hay varios:<br />

“Rabia. Motivación. Plan. Obsesión”. ¿Qué importancia<br />

tiene el estilo en su escritura? Para mí es muy importante<br />

que el estilo sea funcional a la trama y a los personajes.<br />

En otras palabras, el estilo debe servir para que los lectores<br />

reconozcan inmediatamente el momento en el que Ricky está<br />

pensando cuál será su siguiente paso. Lo mismo con el asesino<br />

y su familia. El estilo tiene que adecuarse a los personajes,<br />

dar cuenta de cómo razonan, cómo sienten, cuáles son las<br />

elucubraciones que determinan sus comportamientos.<br />

–Y en un punto el narrador dice que Ricky “empezó<br />

a pensar como una actriz, un abogado, un asesino”.<br />

¿Cómo trabaja el verosímil de su personaje, que atraviesa<br />

situaciones extremas para un psicoanalista? Oh,<br />

por esto amo las entrevistas en los países hispanohablantes.<br />

Porque me preguntan por la psicología de los personajes,<br />

cosa que nadie hace en Estados Unidos (risas). En el caso<br />

de Ricky, él comienza a ponerse en los zapatos de los otros.<br />

Que, por otra parte, es lo mismo que sucede con los psicoanalistas<br />

cuando se produce la transferencia con sus pacientes.<br />

Ricky está obligado a pensar como pensarían los otros para<br />

de alguna manera explicarse a sí mismo la situación límite en<br />

la que está enredado y poder salir de ella. Y pensar como un<br />

asesino, aunque lo haga gradualmente, implica un cambio<br />

total de mentalidad.<br />

–El final en la iglesia es muy poderoso. ¿Lo tenía en<br />

mente cuando se sentó a escribir la novela? Absolutamente.<br />

Creo que el truco de ese final está en que encontré<br />

un balance, digamos, porque ahí ocurren muchas cosas a<br />

la vez. Busqué que cada elemento en esa escena tuviera la<br />

distancia justa entre las acciones. Voy a serle sincero: amé<br />

escribir esa escena.<br />

–Sí, eso se nota al leerla. Es que…, bueno, no quiero<br />

adelantar nada a quienes aún no la leyeron. Pero yo en esta<br />

novela me propuse narrar, con toda su oscura complejidad,<br />

el pozo, por llamarlo de algún modo, en el que Ricky va cayendo<br />

y del que intentará salir. Era muy importante para mí<br />

que el conflicto estuviera a la altura del primer libro. Aunque,<br />

al mismo tiempo, debía ser diferente. No quería escribir el<br />

mismo libro. Pero el enfrentamiento del personaje con sus<br />

enemigos, en esta segunda parte, tenía que alcanzar una<br />

densidad igual o superior a la de la primera. Y la escena de la<br />

iglesia me ayudó a conseguirla.<br />

–¿Cuánto tiempo trabajó en esta segunda parte? Extrañamente,<br />

todas mis novelas me toman entre trece y quince<br />

meses. Cada vez que me siento a escribir digo “bueno, esta<br />

vez va a ser más fácil”. Pero no lo es (risas).<br />

–¿Habrá una tercera? Al principio, cuando me senté a<br />

escribir esta secuela pensé que era el final de la serie de El<br />

psicoanalista. Pero si me preguntaban cuatro años atrás si iba<br />

a escribir una segunda parte del libro, hubiera respondido<br />

que no. Así que prefiero no predecir qué haré en el futuro<br />

Entrevista<br />

seis<br />

Con dos nuevos libros recientemente editados, Felipe Pigna apuesta a acercar aún más la Historia a los lectores más<br />

chicos. En Mujeres insolentes de la Historia recorre una galería de mujeres que desafiaron las convenciones de su<br />

época en pos de ampliar los derechos femeninos. En El cruce de los Andes en cambio intenta contar de manera<br />

novedosa un relato conocido, valiéndose de los eficaces recursos de la historieta<br />

Florencia Etcheves<br />

El poder de<br />

los débiles<br />

La periodista especializada en casos policiales acaba de lanzar Errantes, su cuarta novela<br />

por Planeta, donde desarrolla una trama atrapante en el marco de una secta pueblerina.<br />

Aquí nos cuenta cómo construyó sus personajes, qué tiene en común con la protagonista,<br />

su alejamiento de la televisión para dedicarse de lleno a literatura y más<br />

POR Juan Maisonnave


El líder de un culto llamado Valkiria pide que le traigan<br />

criaturas descarriadas, como si fueran alimento para su<br />

fe. Sucede en Sanuribe, localidad rural de la Provincia de<br />

Buenos Aires donde funciona esta secta cuyo nombre evoca<br />

a las entidades femeninas de la mitología nórdica. Lavado de<br />

cerebros, abusos, violencia física, delirios místicos y suicidios<br />

en masa. En Errantes, Florencia Etcheves (Buenos<br />

Aires, 1971) se mete en ese sórdido mundo a partir de una<br />

investigación con todos los ingredientes que ya son su sello<br />

de autora: crímenes, investigación policial, fiscales, forenses,<br />

víctimas y victimarios.<br />

–La novela arranca como un policial bastante clásico<br />

hasta que cobra densidad y sumerge a los lectores en<br />

el universo de las sectas. ¿Cómo se le ocurrió trabajar<br />

con eso? Cuando escribo no me propongo temas. No digo,<br />

quiero explorar la trata de mujeres para explotación sexual o<br />

las sectas. Lo primero que busco es qué mecánica criminal<br />

y qué personajes pueden servirme de excusa para hablar de<br />

lo que quiero hablar. Cuando arranqué esta novela, yo pensé<br />

en el poder de los débiles. El disparador tenía que ver con lo<br />

que está pasando con el movimiento de mujeres en Argentina.<br />

Mujeres que fueron víctimas de situaciones terribles,<br />

y que uno podría creerlas débiles y vulnerables, demostraron<br />

que no eran ni débiles ni vulnerables. Yo las veía en las<br />

marchas y pensaba, con la mitad de lo que vivieron ellas, yo<br />

estaría escondida debajo de la cama. Entonces en la cabeza<br />

empezó a ganar fuerza esta idea: qué pasa si los débiles se<br />

juntan. ¿Serán capaces, de alguna manera, de quebrarle el<br />

brazo al opresor? Alrededor de esta idea empecé a construir<br />

Errantes. Con personajes débiles, atribuyéndoles características<br />

que le dieran más debilidad, incluso física. Hay una mujer<br />

ciega, otra con problemas de memoria. Y, del otro lado,<br />

busqué personajes fuertes. No solo desde lo físico, sino desde<br />

lo psicológico. Y yo sabía que en algún momento opresor y<br />

oprimido se iban a encontrar. Bueno, me interesaba narrar<br />

ese encuentro.<br />

–Algo muy notable es la estructura, de tipo serie, donde<br />

cada capítulo introduce un nuevo personaje y abre<br />

otra línea narrativa. Soy muy cuidadosa con la estructura.<br />

Escribir una novela quizá me lleva tres meses, pero puedo<br />

tardar un año y pico en armar la estructura. Con respecto al<br />

desarrollo de los personajes, a mí me gusta contar sus arcos<br />

dramáticos. Me interesa que, cuando ellos actúen o entren<br />

en acción, vos como lector entiendas por qué están haciendo<br />

lo que hacen. Si ahora el mozo se acercara a nuestra mesa,<br />

sacara un arma y nos matara a los dos, cualquiera pensaría<br />

que se trata de un loco. A mí me importa explicar qué es lo<br />

que le pasó a ese mozo desde que nació hasta el momento<br />

en que nos mató a tiros, para que vos comprendas la acción,<br />

no para que la justifiques. Además, contar el arco dramático<br />

de los personajes hace que no me aburra. Cuando uno está<br />

mucho tiempo metido en su cabeza con una historia, llega<br />

un momento en que se aburre. Contar el arco dramático me<br />

permite pequeñas novelas dentro de la novela. La novela de<br />

la ciega, la novela de Urko y así.<br />

–Urko es un personaje muy potente. Un psicópata que<br />

me recordó a los de la serie Mindhunter. La vi. Coincido.<br />

Es que los personajes que son víctimas y devienen en<br />

victimarios son interesantes. Porque ahí está la psicología.<br />

Urko es la mano de obra desocupada de un psicópata. Y la<br />

única manera que encuentra él de sobrevivir es la de ser tan<br />

o más psicópata que quien lo premió. Vuelvo a la pregunta<br />

anterior: me interesa contar cómo Urko se convirtió en quien<br />

es. No lo justifico, pero tampoco lo juzgo. No me gusta juzgar<br />

a mis personajes ni justificarlos. Me preocupo por darles una<br />

historia. La historia de Urko me interesaba particularmente<br />

porque Urko es un hijo de Valkiria. De algún modo, él también<br />

representa el poder de los débiles. No todos los débiles<br />

son buenos.<br />

–Casi todas las víctimas de la secta son mujeres. ¿Piensa<br />

que estos cultos reproducen, a su manera desquiciada,<br />

el mismo machismo que vemos en la sociedad de la<br />

que se autoexcluyeron? Por supuesto. Yo investigué mucho<br />

para escribir el libro. El interior de las sectas es el patriarcado<br />

en su máxima expresión. Las mujeres son sometidas desde<br />

el cuerpo, desde lo sexual, desde lo intelectual. Ejemplos<br />

sobran. David Koresh, Charles Manson... Las mujeres<br />

en las sectas son usadas como esclavas sexuales y, sobre todo,<br />

como envases de reproducción para que engendren y gesten<br />

nuevos individuos que aumenten la población. Las mujeres<br />

son sumamente necesarias en estas comunidades cerradas.<br />

–El texto está sembrado de sutiles detalles que demuestran<br />

su conocimiento en distintos saberes y resultan<br />

fundamentales para la verosimilitud. Lenguaje tumbero,<br />

el estudio de televisión, las prácticas forenses. Es útil<br />

esa información a la hora de sentarse a escribir, ¿no?<br />

Yo trabajé durante casi 24 años en la crónica policial. Todo lo<br />

que tiene que ver con lenguaje tumbero, con las mecánicas<br />

de investigación y las prácticas forenses formaban parte de mi<br />

trabajo. Es un universo que conozco. Al momento de escribir,<br />

ni siquiera tengo que googlear. Cuando me surge alguna duda,<br />

por haber pertenecido a ese mundo, sé a qué teléfono llamar.<br />

Hay médicos forenses a quienes les puedo mandar un párrafo<br />

consultándoles si está bien lo que digo.<br />

–¿Cuánto de su propia experiencia puso en la protagonista,<br />

Carmen Hidalgo? Siempre me negaba a la<br />

posibilidad de que hubiera una periodista en mis novelas. Me<br />

parecía que era como la escritura del yo. Pero en Errantes<br />

me pasó algo muy especial. La empecé a escribir el año pasado<br />

y la terminé de escribir este año; el 18 de julio, para ser<br />

más precisa. Parte de la novela la escribí estando en el canal<br />

y otra parte ya fuera del canal. Cuando empecé a estructurar<br />

la trama, Carmen Hidalgo era actriz, no periodista. Y en un<br />

momento sentí que tenía que ser periodista. Hoy, viéndolo a<br />

la distancia, creo que me estaba despidiendo de la televisión.<br />

Pero eso lo pude ver después. Al principio, me levantaba<br />

todas las mañanas a escribir y mi protagonista era actriz y yo<br />

pensaba “no funciona, no funciona”. Con mi alejamiento del<br />

canal, Carmen Hidalgo se convirtió en periodista mientras yo<br />

dejaba de serlo.<br />

–Además de un policial, Errantes es la historia del<br />

vínculo entre una madre y su hija. Las primeras páginas<br />

narran esa relación. Establecen, digamos, el statu quo. Porque<br />

yo suelo trabajar las tramas como si fuese un guion y uso<br />

mucho lo que se conoce como el camino del héroe. Es decir,<br />

mis personajes no están concebidos para ser héroes, pero se<br />

van a convertir en héroes en el recorrido de la historia. En el<br />

medio, van a adquirir ciertas habilidades y, cuando vuelvan<br />

a su statu quo, a sus vidas, ya no van a ser los mismos, hayan<br />

resuelto el enigma o no.<br />

–¿Cuál es su líder mesiánico favorito? No tengo.<br />

–Digo en el sentido de que se haya obsesionado con<br />

él para escribir esto. No me obsesioné con ninguno. Sí<br />

investigué las sectas para estudiar las diferentes mecánicas<br />

criminales en cada una. La que me impactó mucho fue la<br />

Colonia Dignidad, en Chile. No solamente funcionaba como<br />

una secta muy poderosa: hubo desaparecidos de Pinochet<br />

que fueron llevados allí. Me sirvió mucho para la escritura<br />

leer relatos de sobrevivientes de la Colonia Dignidad. Los<br />

que escaparon o fueron liberados. Cómo reconstruyeron sus<br />

vidas, si es que pudieron hacerlo.<br />

–En una reunión de equipo, el fiscal Oviedo se dirige<br />

a sus subalternos, entre los que hay una policía, con<br />

un “muchachos y muchacha”. ¿El lenguaje inclusivo<br />

llegará a las fuerzas de seguridad y a las instituciones<br />

más verticalistas? No lo sé. Yo no hablo ni escribo con lenguaje<br />

inclusivo, pero no me voy a pelear con el futuro. Como<br />

persona que trabaja con el lenguaje, me parece fascinante ser<br />

testigo de cómo está cambiando. Tal vez en diez años todos<br />

digamos “les amigues” y no recordemos la disputa que se<br />

generó en torno a esto. O tal vez quede acá. No lo sabemos.<br />

El lenguaje es una construcción colectiva. Si, finalmente,<br />

dentro de veinte o treinta años, el lenguaje inclusivo, que<br />

hoy utilizan sobre todo los más jóvenes, llegara a imponerse,<br />

nosotros vamos a haber sido testigos de ese cambio. Ocurrió<br />

delante de nuestros ojos. No entiendo cómo alguien que vive<br />

en esta época puede enfrentarse al futuro. A mí el lenguaje<br />

inclusivo no me sale espontáneo, pero de un tiempo a esta<br />

parte cuando digo “amigos”, siento que me falta algo.<br />

–¿Se imagina escribiendo otra cosa que no sea policial?<br />

Sí. Por supuesto que el universo que me queda más cómodo<br />

es este. Pero siempre estoy abierta a los desafíos. De hecho,<br />

el año pasado Planeta sacó un libro de cuentos de amor y me<br />

convocaron. Así que escribí una historia de amor y termina<br />

habiendo un muerto. A mí la gente se me muere (risas). Si yo<br />

escribiera una novela romántica, tengo la sensación de que<br />

probablemente un muerto va a haber<br />

42<br />

43


Tema de tapa<br />

tres<br />

En la ruta<br />

(de las campañas)<br />

La política y los viajes siempre fueron de la mano. Los destinos y los modos de viajar sin duda<br />

han cambiado y las tecnologías han achicado las distancias, pero los funcionarios públicos<br />

siguen viajando dentro y fuera de sus países para conocer, conectarse y dejarse conocer<br />

Viajar es una actividad más que usual para quienes se dedican<br />

a la política. Para gobernar hay que conocer, dirán algunos,<br />

para que me voten, tengo que ir, dirán otros. Todas y todos<br />

terminarán viajando en alguna medida. En los Estados Unidos<br />

se ha escrito mucho, dentro y fuera de la academia, sobre estos<br />

viajes. Un caso icónico es el libro Home Style del profesor<br />

estadounidense Richard Fenno. Allí, Fenno relata sus experiencias<br />

en los meses pasados viajando con representantes del<br />

Congreso de los Estados Unidos a sus distritos, dando inicio<br />

a una literatura que compara el estilo de los políticos en<br />

Washington con el estilo que adoptan en sus “casas”. Ejemplos<br />

de esta dinámica no faltan tampoco en series y películas.<br />

Quienes vieron House of Cards recordarán el incidente del<br />

durazno gigante del distrito de Underwood que no es una<br />

excepción en las series que relatan la política estadounidense.<br />

Aunque de manera más reciente, también hay estudios<br />

que analizan los viajes de los legisladores en otras partes<br />

del mundo. Por ejemplo, los profesores Brian F. Crisp y<br />

Scott W. Desposato analizaron cómo utilizan sus viajes los<br />

diputados colombianos, mientras que la profesora Leslie<br />

Schwindt-Bayer analizó los distintos patrones de viajes de<br />

las mujeres legisladoras en América Latina.<br />

Pero no solo los legisladores viajan. Los viajes de los presidentes<br />

de los Estados Unidos también han captado considerable<br />

POR Emilia Simison*<br />

atención. Los profesores Andrew W. Barrett y Jeffrey S.<br />

Peake, por ejemplo, encuentran que los viajes son convenientes<br />

para los presidentes porque, entre otras cosas, la cobertura<br />

que consiguen de los medios locales es más amplia y favorable<br />

que la cobertura recibida en la prensa nacional. De manera<br />

similar, Jeffrey E. Cohen y Richard J. Powell encuentran<br />

en un artículo publicado en Presidential Studies Quarterly,<br />

que el nivel de aprobación de la gestión presidencial a nivel<br />

estadual aumenta con las visitas, especialmente en los estados<br />

grandes y lejos de la temporada electoral.<br />

¿Y qué hay de los viajes al exterior? En la página de Internet<br />

del Departamento de Estado de los Estados Unidos se puede<br />

encontrar información detallada sobre todos los viajes al exterior<br />

realizados por los primeros mandatarios y, para aquellos<br />

que prefieren lo visual, la Universidad de Richmond puso a<br />

disposición un mapa interactivo con todos los viajes presidenciales<br />

en su página “Executive Abroad”. Ahí podemos ver que<br />

Theodore Roosevelt fue el primer presidente de los Estados<br />

Unidos que visitó otro país en el cargo y que Woodrow<br />

Wilson fue el primer presidente que visitó Europa, para lo<br />

que necesitó navegar por nueve días. Años después, Gerald<br />

Ford sería el primero en ir a Japón, visitando también Corea<br />

del Sur y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Otro<br />

viaje presidencial famoso fue la gira europea de John F.<br />

Kennedy, aunque en esa ocasión, tal como lo reconoció a la<br />

vuelta, él fue más bien “el hombre que acompañó a Jacqueline<br />

Kennedy a París”. Lyndon B. Johnson, a su vez, fue<br />

el primer presidente de los Estados Unidos en dar la vuelta<br />

al mundo volando. Aun así, viajó menos millas que Barack<br />

Obama, que realizó 156 viajes domésticos e internacionales<br />

volando 569.480 millas en el avión presidencial, como se puede<br />

ver en una interesante infografía publicada en enero de 2017<br />

por The Telegraph. ¿Y quién fue el presidente de los Estados<br />

Unidos que más viajó al exterior? Ese fue Bill Clinton,<br />

visitando 75 países en un total de 233 días.<br />

Otro gobernante respecto del que se cuenta con registros<br />

detallados de sus viajes es la Reina Isabel. Como muchos<br />

vimos en The Crown, en su largo reinado visitó los países del<br />

Commonwealth (excepto Camerún y Ruanda) y realizó más<br />

de noventa viajes a países por fuera de la comunidad, sumando<br />

más de 120 países a su lista de visitas oficiales. En 1968, viajó a<br />

Brasil, siendo la primera monarca británica en visitar América<br />

del Sur. Allí visitó la novedosa ciudad de Brasilia y se impresionó<br />

con las dotes futbolísticas de Pelé en el Maracaná.<br />

Sobre los presidentes de América Latina tenemos menos<br />

información sistemática. La única excepción es Brasil, país<br />

para el cual es posible encontrar información bastante<br />

completa en la página de Internet del Planalto. En una<br />

infografía realizada por Nexo con dicha información vemos<br />

que Lula Da Silva pasó un 16% de su mandato viajando,<br />

seguido por Fernando Henrique Cardoso, que pasó<br />

un 11%, y que a su vez es seguido de cerca por Fernando<br />

Collor y Michel Temer. Entre los destinos, Argentina<br />

figura a la cabeza seguida por Estados Unidos y luego el<br />

resto de América. Otros presidentes de la región también<br />

han viajado bastante, como Rafael Correa, que hizo 134<br />

viajes al exterior en 115 meses, visitando 42 países.<br />

Tren, barco, avión, ¿bits?<br />

¿Y qué hay sobre los cambios en el modo de viajar? La experiencia<br />

argentina es una buena ilustración de la tendencia<br />

general. Viajes presidenciales se registran desde las presidencias<br />

fundadoras pero la velocidad y el confort de estos se<br />

vio definitivamente aumentada con la construcción del tren<br />

presidencial. Su construcción fue autorizada por Figueroa<br />

Alcorta en 1908 y fue usado por primera vez en 1912.<br />

El tren constaba con tres coches construidos con maderas<br />

talladas a mano, vitreux británicos y picaportes de bronce con<br />

el escudo nacional. Un coche contaba con habitaciones para<br />

el presidente y su edecán, escritorio y sala de estar. Además,<br />

tenía un balcón desde el cual el presidente podía saludar,<br />

como ha quedado inmortalizado en varias fotos de Juan<br />

Domingo Perón y Evita. Hasta 1977 este fue el principal<br />

medio de transporte utilizado por los presidentes argentinos<br />

y sus ministros, aunque no el único.<br />

A partir de 1912, la aviación militar puso aeronaves a disposición<br />

del Ejecutivo para traslados. Durante los primeros<br />

años, sin embargo, hubo varios accidentes. Por ejemplo, el<br />

entonces ministro de Guerra, Agustín P. Justo, tuvo que<br />

realizar uno de sus descensos en Catamarca en paracaídas.<br />

Años después, siendo Justo presidente, el primer modelo<br />

de uso presidencial se estrelló en Uruguay al regreso de una<br />

cumbre, accidente en que fallecieron el hijo del presidente,<br />

el jefe de la Casa Militar y otros siete funcionarios.<br />

Más acá en el tiempo, los presidentes argentinos, y en ocasiones<br />

otros presidentes latinoamericanos, han utilizado el Tango<br />

01, avión presidencial adquirido en 1992, durante el mandato<br />

de Carlos Menem, y que cuenta con comedor, despacho<br />

y dos suites. Por otro lado, varios gobernantes, incluidos los<br />

latinoamericanos Andrés Manuel López Obrador, José<br />

Mujica, Jimmy Morales y Mauricio Macri han optado<br />

por usar vuelos de línea.<br />

Los presidentes argentinos también han usado helicópteros para<br />

viajes cortos. El uso de estos fue popularizado a nivel mundial<br />

luego de que el presidente estadounidense Dwight D.<br />

Eisenhower lo adoptara como una manera segura y eficiente<br />

de viajar evitando el uso de custodia. En Argentina se usa para<br />

transportar al presidente entre la residencia de Olivos y la Casa<br />

Rosada así como para otros viajes breves. Pese a eso, también ha<br />

habido algunas complicaciones con su uso como aquella vez que<br />

el helicóptero presidencial falló al despegar en Mendoza y dejó<br />

a Néstor Kirchner y su comitiva al borde de un barranco.<br />

También por estos pagos los viajes presidenciales al interior<br />

del país han sido fundamentales. Los historiadores de la<br />

Universidad de Buenos Aires Leonardo D. Hirsch y Juan<br />

José Santos analizaron su uso ya en tiempos de Bartolomé<br />

Mitre y, aunque no se cuenta con información sistemática<br />

para todas las presidencias, una nota reciente de La Nación<br />

contó el número de visitas por provincia realizadas por Macri,<br />

encontrando que tendió a visitar con más frecuencia las provincias<br />

más pobladas, donde ganó la mayor parte de los votos,<br />

y, en especial, sus centros urbanos.<br />

Dada la presencia constante que hoy en día tienen los políticos<br />

en redes sociales, cabría preguntarse si los viajes siguen<br />

siendo tan necesarios como antes. Las cuentas de Facebook,<br />

Twitter e Instagram de los políticos nos permiten tener hoy<br />

una cercanía con ellos que algunos años atrás hubiese sido<br />

inimaginable. Y no solo eso, los políticos siguen buscando<br />

nuevas maneras de conectarse con sus poblaciones, sea a<br />

través de videoconferencia, de programas de radio como los<br />

Enlaces Ciudadanos en Ecuador o de las listas de Spotify de<br />

Obama. Sin embargo, parece que todas esas conexiones no<br />

reemplazan el viaje y el contacto en persona. Como encuentran<br />

los investigadores del Centro de Investigación y Docencia<br />

Económicas Joy Langston y Allyson Lucinda Benton<br />

para el caso de México, las apariciones de los candidatos en<br />

los municipios siguen representando una gran parte de la<br />

estrategia de las campañas presidenciales que les permiten<br />

conectarse con votantes y políticos locales. Y ese parece<br />

ser el caso ahí, allá y acá también<br />

*Magister en Ciencia Política (UBA-UTDT), PhD Student (MIT).<br />

44<br />

45


Historia<br />

& política<br />

¿En qué momento los derechos humanos<br />

y el reclamo por los desaparecidos y la<br />

represión comenzaron a ser nodales en<br />

el discurso público y dominante? ¿Qué es<br />

exactamente la hegemonía?<br />

POR Felipe Pigna<br />

El final del silencio. Dictadura,<br />

sociedad y derechos humanos en la<br />

transición (Argentina, 1979-1983)<br />

Marina Franco, Fondo de Cultura<br />

Económica<br />

Este notable libro de Marina Franco<br />

indaga en uno de los períodos menos<br />

estudiados de nuestra historia reciente:<br />

la transición hacia la democracia. Una<br />

de las originalidades de la investigación<br />

de la autora es que marca como<br />

inicio de ese proceso el año 1979,<br />

que suele ser recordado como el de la<br />

“contraofensiva” montonera pero que<br />

también fue el de la primera huelga<br />

general impulsada por la CGT Brasil,<br />

liderada por Saúl Ubaldini, y el de<br />

la visita de la Comisión Interamericana<br />

de Derechos Humanos de la OEA. La<br />

presión internacional se redoblará al<br />

año siguiente con el otorgamiento del<br />

Premio Nobel de la Paz al luchador por<br />

los derechos humanos Adolfo Pérez<br />

Esquivel, lo que implicó un muy duro<br />

golpe para el proceso. El texto concluye<br />

con el decreto de autoamnistía de la<br />

dictadura y las elecciones de 1983.<br />

La autora señala que las Fuerzas<br />

Armadas comenzaron a perder poder<br />

antes de Malvinas, apenas terminaron<br />

su tarea sucia que no fue objetada sino<br />

mucho más tarde. Las primeras críticas<br />

se dirigían fuertemente a la gestión<br />

económica y a la incertidumbre por el<br />

futuro político del propio régimen. La<br />

justicia no fue una demanda articulada<br />

políticamente antes de 1983, no necesariamente<br />

por falta de información, del<br />

“yo no sabía que pasaban estas cosas”,<br />

cuestión que la autora pone en duda<br />

con documentación cuando recuerda<br />

que el durísimo informe de CIDH<br />

sobre la represión y los desaparecidos<br />

se publicó en páginas destacadas en los<br />

principales diarios en 1980. Solo cuando<br />

el deterioro final del régimen, tras la<br />

derrota de Malvinas, deslegitimó la autoridad<br />

de la dictadura en su conjunto.<br />

Este libro trata de aportar elementos<br />

para pensar cómo y por qué se produjeron<br />

los cambios de sensibilidad que<br />

permitieron redescubrir como “horror”<br />

o considerar inadmisibles los indicios<br />

que antes se habían ignorado y mirado<br />

con desinterés y hasta complacencia.<br />

La palabra H. Peripecias de la Hegemonía.<br />

Perry Anderson, Akal<br />

Este último trabajo de un notable historiador<br />

del siglo XX se ocupa de uno de<br />

los conceptos más debatidos y puestos<br />

en cuestión en las ciencias sociales, el<br />

de hegemonía, rastreando su origen<br />

en la antigua Grecia y recordando su<br />

redescubrimiento tras las jornadas<br />

revolucionarias de 1848, el Japón Meijí,<br />

su paso por la Rusia de los soviets, la<br />

Italia del Duce, la India independiente,<br />

los Estados Unidos de la “Guerra Fría”,<br />

el régimen de De Gaulle y el maoísmo,<br />

para arribar al mundo de George<br />

Bush, Barack Obama y Angela<br />

Merkel.<br />

Etimológicamente esta palabra griega<br />

remite a “guiar” o “dirigir” y se remonta<br />

a los tiempos homéricos. Fue utilizada<br />

por Heródoto para definir el liderazgo<br />

de una de las ciudades-Estado sobre las<br />

otras aliadas. No remitía, en principio,<br />

a una supremacía entre iguales, sino a<br />

la superioridad militar y política que<br />

imponía un dominio. Los griegos usaban<br />

arjé, que implicaba superioridad coercitiva;<br />

la hegemonía suponía la existencia<br />

de acuerdos de liderazgos entre pares.<br />

Siglos después, durante la revolución<br />

de 1848, el término se convirtió en una<br />

consigna impulsada por los historiadores<br />

liberales que presionaban a Prusia para<br />

que asumiera el rol hegemónico que según<br />

ellos la Historia les había asignado.<br />

Dice Anderson: “Si la hegemonía fuera<br />

solo autoridad cultural o poder coercitivo,<br />

el concepto sería superfluo: hay<br />

muchos nombres más claros para uno u<br />

otro. Su persistencia como término se<br />

debe a su combinación y la gama de posibles<br />

formas en que puede presentarse.<br />

Clásicamente, siempre ha supuesto algo<br />

más que un simple poder”. Anderson<br />

finaliza con un ejemplo contundente, la<br />

concesión del Premio Nobel de la Paz a<br />

Obama a menos de un año de su período<br />

presidencial, lo que ratificaba la larga<br />

hegemonía de los Estados Unidos a nivel<br />

mundial y la lealtad ciega del mundo<br />

occidental a ese liderazgo. Esto ocurría<br />

mientras los ejércitos estadounidenses<br />

operaban en Irak, Afganistán y Pakistán.<br />

Muchos siglos antes, Diodoro Sículo,<br />

refiriéndose a las campañas romanas en<br />

África, afirmó: “Quienes desean alcanzar<br />

la hegemonía la adquieren con valor e<br />

inteligencia, la aumentan con moderación<br />

y benevolencia y la mantienen con<br />

temor y terror paralizante”<br />

47


Entrevista<br />

siete<br />

Ludovica<br />

Squirru Dari<br />

“Estamos<br />

en el Arca<br />

de Noé”<br />

POR Silvana Moreno*<br />

Fotos: Claudio Herdener<br />

En su Horóscopo Chino 2019<br />

(Kepler), la astróloga guía<br />

al zoológico humano para<br />

transitar el Año del Chancho<br />

de la mejor forma<br />

Habrá que esperar hasta el 5 de febrero<br />

para que, con el Año Nuevo Chino,<br />

llegue el Año del Chancho. Pero el<br />

furor del zoológico humano por saber<br />

qué depara el ciclo porcino ya empezó,<br />

aunque aún no termine el Año del<br />

Perro. Especialmente, si lo cuenta Ludovica<br />

Squirru Dari (1956, Buenos<br />

Aires), pensadora, astróloga, escritora,<br />

poetisa, actriz, viajera, productora de<br />

presentaciones atípicas –bien festivas–<br />

para un libro, que instaló la fiebre por<br />

este tema en la Argentina, allá por<br />

1984. Año a año, su Horóscopo Chino<br />

se mantiene primero en ventas de No<br />

Ficción. Bibliografía de vacaciones, ritual<br />

playero, también suele ser el libro<br />

extranjero más vendido en Uruguay.<br />

Pero, con su profundo mensaje de<br />

amor, conciencia y transformación, puede ser mucho más<br />

que una compañía de verano.<br />

El Horóscopo Chino 2019 trae enseñanzas sobre sobre numerología<br />

china, el I Ching (el milenario oráculo chino), pensamiento<br />

económico, relatos de viaje, poesía tradicional china,<br />

reflexiones humanistas, predicciones según la sabiduría del<br />

Feng Shui (tanto para zonas en la casa y la oficina como para<br />

desplazarse por el planeta), más predicciones para los países<br />

de habla hispana y encantadoras ilustraciones de Marina<br />

Fages, la artista visual y musical de pelo celeste.<br />

Además, la pluma de Ludovica se luce en astrología poética,<br />

como el poema dedicado a la Serpiente: “El amor se infiltra/<br />

cuando estamos tiritando,/ a la intemperie/ esperando un<br />

cuarto/ para desplomarnos./ Nos toma entretenidos/ entre el<br />

cielo, el esmog y la tierra sísmica/ para despertarnos de un<br />

largo letargo/ parecido a la muerte”. Y en anécdotas propias<br />

al mejor estilo de la protagonista de Dailan Kifki –pero más<br />

esotérica y dark–, la historia de María Elena Walsh:<br />

“Como una aparición del más allá, promediando la conferencia,<br />

se encarnó un perro de extrema elegancia, con la estampa<br />

de un galgo, desfilando cual modelo top y provocando<br />

aplausos y una ovación del público, y causando en Fernando<br />

y en mí una grata sorpresa.<br />

Parecía una puesta en escena.<br />

La causalidad nos visitó.<br />

Acto seguido, el galán canino bajó las escalinatas y eligió un<br />

refugio entre las chicas que lo recibieron y al instante gritaban:<br />

‘¡Tiene un ataque de epilepsia!’.<br />

Gritos, gente asustada en la platea, otros huyendo; situación<br />

im-pre-vi-si-ble que tuve que pilotear con templanza, serenidad<br />

e inspiración.<br />

Lo primero que asocié fue que el perro es un síntoma de lo<br />

que nos está pasando en el aquí y el ahora en la sociedad, en<br />

el país y en el planeta. Un referente que somatiza y expresa el<br />

inconsciente colectivo.<br />

Algo captó el zoo, que estaba literalmente consternado.<br />

Omomom”, se lee sobre la presentación del Horóscopo Chino<br />

2018 en el Hotel Argentino de Piriápolis, en enero pasado.<br />

Aunque prefiera el aire cordobés de Traslasierra y le escape<br />

a la ciudad, la astróloga pasó un tiempo en Buenos Aires para<br />

presentar su libro con un gran evento en Villa Ocampo, visitar<br />

familiares y amigos, ir al cine, hacer trámites y responder<br />

preguntas.<br />

–¿Con qué animales del horóscopo chino será benévolo<br />

el Chancho de 2019? Con el Conejo, la Cabra, el Tigre, un<br />

poquito también con el Búfalo… Y el Perro, por supuesto,<br />

después de dejar su año, va a andar muchísimo mejor en<br />

2019, porque en general toca pagar el peaje kármico en el<br />

año que rige nuestro animal.<br />

–¿En qué consiste ese peaje kármico? Pruebas fuertes,<br />

experiencias que a lo mejor no son para decir: “¡Qué divertido!”.<br />

Pero tocar fondo, para los chinos, es también una<br />

oportunidad para el cambio. Así que animo a los Perros a<br />

aguantar todo lo que les está pasando, porque ya cesa. Es<br />

así: yo soy Mono de Fuego y en 2016 creí que me moría de<br />

tantos frentes abiertos, temas familiares, traiciones, espadas,<br />

problemas… Pero sabía que me iba a pasar y me preparé<br />

para eso lo mejor que pude.<br />

–¿Algún consejo para los Chanchos, que deberán pagar<br />

el peaje 2019? Hay que domesticar al Chancho para que<br />

no se convierta en un jabalí salvaje y nos embista. Hay que<br />

aceptar la propia condición, porque por algo pasa, ver qué<br />

hacemos con eso y ¡run!, arrancar para adelante, tratando de<br />

poner todo eso a favor. No se puede hacer trampa en la vida.<br />

Todo lo que uno evita, invita. El ser humano debe recibir la<br />

energía cósmica, que es maravillosa, somos nosotros los que<br />

comunicamos lo que pasa en el cielo a la tierra. Y al estar tan<br />

mal nosotros, tan polucionados, acá abajo pasan desgracias.<br />

La idea es que los instrumentos cuerpo, alma y mente estén<br />

cada vez más armónicos, más equilibrados, más sanos, y ahí<br />

todo va mejor. El Chancho es un signo dual: para los chinos<br />

puede ser tanto un ser de bajas pasiones como un iluminado,<br />

según qué zonas de su vida haya cultivado. El rango<br />

va desde Alberto Samid hasta el Dalai Lama. También<br />

están Woody Allen, el divino de Juan José Campanella,<br />

Gustavo Cerati, Pedro Aznar, Claudio Herdener, mi<br />

pareja, ¡y en el libro olvidé nombrar a Carl Jung, a Jorge<br />

Luis Borges y a Ernesto Sábato, todos Chanchos!<br />

–El libro trae la novedad de los signos mixtos. Ya había<br />

hablado de esto hace quince años en otro libro, pero me<br />

parece relevante aggiornarlo, con todo este tema de los<br />

embarazos, el aborto, en el candelero. El signo mixto es una<br />

cosa muy interesante, porque, además del año de nacimiento,<br />

cuenta también el año de la concepción. Para los japoneses<br />

es importante cuándo uno es concebido. El signo del<br />

año de la concepción refleja más el alma; y el signo del año<br />

de nacimiento refleja más cómo uno se mueve en el mundo.<br />

Yo fui concebida en año Cabra y nací en año Mono; me<br />

siento muy Cabra por momentos, aunque soy bien Mona de<br />

Fuego, con mi manera de moverme, eso lúdico y divertido<br />

que me dicen que tengo.<br />

–En sus predicciones para la Argentina explica que<br />

“se va a mantener la estabilidad general con recursos<br />

ingeniosos”, habla de “volver al sulky y a la recolección<br />

de frutos” y de la posibilidad de transmutar. Además,<br />

reaparece un hexagrama recurrente para nuestro país:<br />

“El trabajo en lo echado a perder”. Es el fin de un ciclo<br />

en el mundo, caen esas falsas ilusiones de que los políticos<br />

nos van a organizar algo, nos van a mejorar la calidad de<br />

vida. A esta altura, tanto en la Argentina como en el resto<br />

del mundo, no tenemos que esperar nada más de lo político.<br />

Durante el Año del Chancho puede pasar una rebelión en la<br />

granja. Ahora, más que hablar del FMI, tenemos que hablar<br />

de cómo prepararnos para el cruel cambio climático que en<br />

un instante nos dejó sin casa, se llevó pueblos… El mundo<br />

se divide entre gente inconsciente y gente consciente. La<br />

49


mayoría es inconsciente. Estamos en el Arca de Noé y lo<br />

vemos con las inundaciones terribles en Europa, con nuestros<br />

incendios... Yo detesto la queja, que es lo que hay en Buenos<br />

Aires: la gente ya se levanta insultando, cansada, con un<br />

spam negativo, porque tiene todo en contra, piquetes, cortes<br />

de luz... En Buenos Aires está atrapada la mayor cantidad<br />

de población que hay en el país, porque creen que acá están<br />

todavía los recursos, las fuentes de trabajo, cuando en realidad<br />

no es tan así. Hoy, ¿de qué nos quejamos? Si vemos las<br />

caravanas de gente que se van caminando por Centroamérica<br />

para llegar a… ¡Eso es una tragedia! Te levantaste sano, tenés<br />

para comer, hay sol, ¡salí al balcón y gracias a la vida! Si uno<br />

es desagradecido, nada alcanza, nada está bien. Se necesita<br />

una nueva conciencia. Donde yo vivo, en Traslasierra, es un<br />

lugar muy creativo donde la gente se reinventa, se refunda<br />

día a día, con conciencia ecológica y de trabajo en comunidad.<br />

Enfrentamos nosotros mismos los grandes incendios. No<br />

hay suficientes bomberos para tanto fuego, no hay aviones hidrantes.<br />

Y vamos nosotros al incendio, les llevamos la comida<br />

y el agua a los que están allá, apagando el fuego con escobas<br />

y palas. Esa es la Argentina en la cual yo vislumbro que viene<br />

un despertar. Esa gente no se queja. Pero, claro, existe el<br />

libre albedrío. Yo les doy un GPS.<br />

–Hablemos del “método Ludovica” de investigación,<br />

predicciones y escritura. Es una mezcla de estudio, de<br />

investigación, pero también de información que voy recibiendo<br />

en mi vida real y cotidiana. Mis libros, mis compañeros<br />

diarios, siempre van a ser de estudio, sobre todo de filosofía<br />

oriental y distintas versiones del I Ching. Y de golpe me<br />

tomo unos cursos con los maestros que tengo. Mis maestras<br />

chinas desde hace treinta años están en México: Cristina<br />

Alvarado Engfui y su abuela Acacia Engfui, colaboradoras<br />

del libro, además, que han dado información hermética<br />

china. Otros colaboradores “de fierro” del libro son la<br />

astróloga Ana Isabel Veny Llabres, que hace las predicciones<br />

para los demás países de América Latina, y Miguel<br />

Grinberg, que esta vez escribe sobre nuestro proyecto<br />

paralelo de la Fundación Espiritual de la Argentina, que<br />

venimos haciendo desde el 4 de diciembre de 2003.<br />

–¿Cómo es el momento de las predicciones? Como vivo<br />

entre Buenos Aires, Córdoba y el mundo, le tiro el I Ching<br />

a mucha gente de distintos lugares y estratos sociales… Le<br />

voy tirando a cada animal del horóscopo, a cada elemento y<br />

a cada energía. Después, hago un estudio con numerología<br />

china, el famoso Ki de las nueve estrellas, con el año chino.<br />

Generalmente, muchas predicciones se van repitiendo, es<br />

increíble: si les tiro a Perros, en el 40% sale el mismo hexagrama.<br />

Y después decido, hago mi alquimia. Las predicciones<br />

siempre las quiero escribir en Córdoba, en una época<br />

sin energías sociales, donde no veo casi a nadie. En Córdoba<br />

están las raíces y el tiempo energético más fuerte que le<br />

dedico al libro<br />

*Coautora de El camino del Jedi (Indicios, 2017).<br />

Música<br />

alternativa<br />

High as Hope<br />

Sensatez y sentimiento en lo nuevo<br />

de Florence and the Machine<br />

POR Agustina Zabaljáuregui<br />

MISTERIOS DEL I CHING<br />

“El I Ching es lo más poderoso que hay”, dice Ludovica sobre El<br />

Libro de las Mutaciones, oráculo milenario de origen taoísta-confucianista<br />

que, con su sistema simbólico de hexagramas adivinatorios<br />

basados en la observación de la naturaleza, se erige como uno<br />

de los libros sagrados fundamentales de la cultura universal.<br />

Ludovica –que lleva un hexagrama móvil colgado al cuello– recuerda<br />

que el libro tardó casi 1000 años en terminarse y que aún<br />

hoy está prohibido en China. “Cuando fui a China, a los 30 años, y<br />

recorrí sola el país en tren, metiéndome en todos lados, preguntaba<br />

a los chinos si tenían el I Ching y se ponían muy serios porque,<br />

como está prohibido, lo esconden. Mao Tsé Tung prohibió el I Ching<br />

porque es considerado un libro revolucionario”.<br />

El I Ching se popularizó en Europa recién en el siglo XX, gracias<br />

a la traducción del teólogo alemán Richard Wilhelm, y fue prologado<br />

por otro fan de este misterioso libro: el psicólogo y psiquiatra<br />

suizo Carl G. Jung. Como admiradores del I Ching, figuran los<br />

escritores Jorge Luis Borges, Hermann Hesse y Philip K. Dick.<br />

Florence Welch, líder de Florence and the Machine,<br />

siempre fue una fuerza de la naturaleza. Una criatura que<br />

parecía provenir del bosque, etérea y poderosa, capaz de hipnotizar<br />

al mundo para después arrasar con él. Pero ser este<br />

huracán de fascinación no le resultó gratis. Con los premios,<br />

las giras y las campañas de Gucci, vinieron las adicciones y los<br />

desórdenes alimenticios. Según Florence, se había acostumbrado<br />

a tomar para combatir su timidez en el escenario y<br />

para conectarse con eso místico y salvaje que transmite en<br />

escena. A veces la cima puede parecerse más al infierno que<br />

al paraíso y High as Hope es el soundtrack del camino de<br />

vuelta, lo que pondrías en el estéreo de tu auto si atravesaras<br />

la ruta que une las tinieblas con la luz.<br />

Este disco fue concebido después de su recuperación y se<br />

nota. Está escrito en cicatrices y a pesar de oler a catarsis es<br />

una obra genuina, con una carga emotiva que atraviesa. Florence<br />

deja de lado su costado más épico y barroco para mostrarnos<br />

un sonido despojado, donde lo que siempre resalta es<br />

esa voz potente y sobrenatural. La intensidad que antes estaba<br />

en el sonido, en High as Hope está en las letras, versos sinceros<br />

y desgarradoramente personales. Como en “Grace”, donde<br />

le pide perdón a su hermana por todo, o la oscura “Big God”,<br />

donde habla de la necesidad de tener un dios grande para<br />

soportar y sostenerla, o en “The End of Love”, donde confiesa<br />

el suicidio de su abuela o en “Hunger”, donde reflexiona sobre<br />

los desórdenes alimenticios que la aquejaron durante años.<br />

También hay un aire de oda feminista que se percibe especialmente<br />

en “100 Years”, tema dedicado a los cien años del<br />

voto femenino en el Reino Unido y en “Patricia”, un himno<br />

de gratitud, casi una declaración de amor eterno, a Patti<br />

Smith, la santa patrona de todas las artistas post 77. En estas<br />

dos canciones vuelve a la potencia épica e insondable de sus<br />

canciones más conocidas.<br />

Si el anterior (How big, how blue, how beautiful) fue un exorcismo,<br />

este nuevo trabajo habla de una búsqueda de orden<br />

personal, una vuelta al eje, y la necesidad de hacer las paces<br />

con ella misma y el resto del mundo. Lo que no ha abandonado<br />

es su espiritualidad mágica a la que se aferra, siempre<br />

buscando la fe y la esperanza, que parece haber encontrado<br />

en este disco. Florence continúa siendo la cruza entre una<br />

tormenta y Kate Bush y su voz sigue siendo una de las mejores<br />

de la actualidad.<br />

Gran parte de la crítica tildó al disco de monótono por la falta<br />

de nuevos horizontes artísticos. Pero lo que hay en High as<br />

Hope es demasiado personal como para estar pensado desde<br />

el lugar de la experimentación sonora. A veces los críticos se<br />

olvidan de que el público expía sus propios demonios a través<br />

de los de los artistas y que un disco más simple en su sonido<br />

pero tan profundo y emocional en su contenido, puede ser el<br />

aliado perfecto<br />

50 51


Tema de tapa<br />

cuatro<br />

Cuando la<br />

música te lleva<br />

de viaje<br />

Hoy en día, los festivales de rock, pop y folclore ofrecen no solo una contundente agenda de shows atractivos<br />

sino también la promesa de vivir una gran experiencia. El hecho de que se hagan en grandes capitales<br />

del mundo o pequeños pueblos remotos promueve el turismo internacional: miles de personas consideran<br />

que es buena idea trasladarse a donde sus artistas favoritos van… y de paso conocer nuevos destinos<br />

POR Juan Manuel Cibeira<br />

53


Festival Glastonbury<br />

Se sabe: la industria de la música genera una cantidad de<br />

eventos que suelen beneficiar al turismo en determinadas<br />

regiones del mundo. En la actualidad, existen varios festivales<br />

que ya son una cita obligada para visitar distintos lugares en<br />

fechas prestablecidas. Así, miles de personas se movilizan (y<br />

gastan dinero) año tras año para ver a sus artistas favoritos.<br />

Inglaterra suele tener una espectacular agenda de conciertos<br />

al aire libre durante el verano, que ya es marca registrada a<br />

nivel global. Con décadas de experiencia acumulada, la escena<br />

festivalera británica no solo ofrece shows de las bandas del<br />

momento, sino también una gran variedad de atracciones que<br />

sorprenden por su creatividad. El más emblemático de los<br />

festivales locales es, sin duda, Glastonbury, toda una celebración<br />

anual del mejor pop y rock del planeta, enmarcada en<br />

un lugar de relevancia histórica. Pero Liverpool no se queda<br />

atrás. Además de ser la cuna de los Fab Four, también vio nacer<br />

el club Cream que, con el tiempo, creó el icónico festival<br />

dance itinerante Creamfields.<br />

Otro de los eventos que tradicionalmente convocan a público<br />

de otras latitudes es el de la Isla de Wight. Qué decir de este<br />

festival legendario que comenzó en 1968 y aún se mantiene<br />

en pie. Por su escenario pasó la crema del rock mundial en<br />

su mejor momento: Jimi Hendrix, Bob Dylan, David<br />

Bowie, The Police, Miles Davis, The Rolling Stones y<br />

Paul Mccartney, entre muchos otros.<br />

Otra muestra del eclecticismo y la diversidad que ofrece la<br />

escena inglesa es el festival Latitude. Se realiza en la bucólica<br />

campiña británica, inmerso en su belleza y tranquilidad.<br />

Sorprende con DJs que aparecen en medio del bosque mientras<br />

se puede escuchar ópera a orillas de un lago. Hay cine,<br />

clowns, zonas especiales para chicos y todo lo que puede<br />

considerarse un paraíso express.<br />

Fuera de las islas británicas hay vida, también… España, el<br />

segundo país con mayor afluencia turística del mundo, tiene<br />

una oferta variada de fiestas y festivales musicales que cobran<br />

particular intensidad durante los meses veraniegos. Como<br />

ocurre en otras partes, estos eventos han dejado de pertenecer<br />

exclusivamente al lugar donde nacieron y se exportan al resto<br />

del mundo. Uno de los más reconocidos es el Sónar, un festival<br />

creado en Barcelona en 1994, que reúne lo mejor y más nuevo<br />

de la música electrónica y experimental. Hoy es una marca que<br />

tiene franquicias en 27 países, entre ellas Buenos Aires.<br />

Del este lado del Atlántico<br />

Repleto de lugares emblemáticos, con premios que consagran<br />

mundialmente, y con un constante fluir de clásicos y<br />

nuevos valores, la industria musical estadounidense es una<br />

de las más grandes del planeta, y la que influye globalmente.<br />

Cualquier persona que visite Nueva York, San Francisco<br />

o Chicago sabe que la música es uno de los principales<br />

atractivos de estas ciudades, en cualquiera de los formatos<br />

disponibles. Allí también hay festivales que hicieron historia y<br />

que también se han transformado en eventos que recorren el<br />

mundo convocando a millones de personas.<br />

Uno de los más populares es el Lollapalooza creado por<br />

Perry Farrell, líder de la banda Jane’s Addiction. Lo que<br />

en principio fue concebido como un tour de despedida de esa<br />

banda compartida con otros artistas amigos, terminó convirtiéndose<br />

en una franquicia festivalera internacional. Aunque<br />

el evento central tiene lugar en Chicago, Lollapalooza ya<br />

tiene sus versiones establecidas en Chile, San Pablo, Buenos<br />

Aires y Berlín, y pasó por París, Tel Aviv y Bogotá. En nuestro<br />

país ya cumplió cinco ediciones con éxito rotundo, repitiendo<br />

el ritual de vender la mayoría de las entradas antes de que se<br />

conozca la lista de artistas participantes.<br />

Festival Lollapalooza<br />

Es que bajo el paraguas de la música yace un gigantesco<br />

encuentro con muchas actividades y atracciones, suficientes<br />

para convertir la experiencia en sí en el mayor factor convo-<br />

cante, más allá de los protagonistas eventuales. Rock In Río<br />

nació en 1985 como el primer megafestival internacional de<br />

rock hecho en Sudamérica. Realizado con todos los parámetros<br />

de organización y tecnología disponibles en ese momento,<br />

bajo supervisión de técnicos estadounidenses, congregó<br />

durante una semana a 1,4 millones de espectadores, muchos<br />

de ellos llegados de distintos puntos cardinales. A pesar de<br />

las intermitencias, sigue celebrándose en Río de Janeiro,<br />

donde ya lleva siete ediciones, y tuvo otras tres en Madrid y<br />

ocho en Lisboa.<br />

Festival Cosquín Rock<br />

Nuestro país posee un rico patrimonio musical propio como<br />

el tango y el folclore, además de tener el movimiento de<br />

rock más original e importante del continente. En Buenos<br />

Aires, hay eventos musicales casi a diario y festivales<br />

relativamente seguidos que responden a marcas comerciales<br />

locales, aunque ninguno se acerca a la mística y la convocatoria<br />

del Lollapalooza.<br />

En cambio, en el interior del país sí existe un festival que<br />

se ha mantenido hasta consolidarse e incluso expandirse en<br />

el exterior. El Cosquín Rock nació en 2001 en la provincia<br />

de Córdoba, más precisamente en la ciudad homónima que<br />

además tiene un festival legendario de folclore. Con una<br />

duración promedio de tres días, reúne lo mejor del rock nacional<br />

junto a artistas y grupos extranjeros de habla hispana.<br />

Desde 2017, el festival se exporta a otros países de Latinoamérica<br />

como México, Perú, Colombia y Paraguay. Cosquín,<br />

en su escala, es un claro ejemplo del maridaje entre música<br />

y turismo. Cada año miles de porteños y jóvenes de otras<br />

provincias viajan a Córdoba, gastan en pasajes, alojamiento,<br />

comida y entradas, y disfrutan de la música que les gusta en<br />

un entorno apropiado<br />

54


Música<br />

clásica<br />

BERLIOZ,<br />

genio del<br />

romanticismo<br />

Recordamos al destacado compositor francés,<br />

a 150 años de su muerte<br />

POR Nadia Koval<br />

Este diciembre, el mundo celebrará el 150 aniversario de la<br />

muerte de Hector Berlioz. Sus sinfonías, óperas y obras corales<br />

forman parte de las contribuciones más ricas a la cultura<br />

musical del siglo XIX. Escribió uno de los primeros manuales<br />

sobre orquestación, llamado Gran tratado de instrumentación,<br />

que tuvo un impacto muy significativo sobre los futuros compositores<br />

y los llevó a ser más valientes al crear su propio estilo.<br />

Tal es así que aún se sigue publicando y estudiando<br />

Nació en La Côte-Saint-André (Francia), el 11 de diciembre<br />

de 1803. Su padre era un médico altamente calificado, un intelectual<br />

criado entre las tradiciones de los grandes materialistas<br />

del siglo XVIII, y su madre una figura completamente<br />

diferente, una provinciana común y muy devota.<br />

La infancia y la adolescencia de Berlioz transcurrieron en una<br />

ciudad tranquila y en un ambiente provincial. Fue su padre<br />

el que lo educó con el espíritu de los ideales de Emilio de<br />

Jean-Jacques Rousseau, fuera de la naturaleza eclesiástica<br />

y dogmática; le enseñó literatura, geografía, historia y ciencias<br />

naturales. Nunca le permitió estudiar piano; sí tocar la flauta<br />

y la guitarra. En sus Memorias, el músico ironizaba: “Sin su<br />

oposición, me habría convertido en un pianista terrible, como<br />

los cuarenta mil restantes”.<br />

En noviembre de 1821, viajó a París para estudiar medicina,<br />

porque según la tradición familiar, el hijo debía heredar la<br />

profesión del padre. Ver un cadáver disecado en el museo<br />

anatómico lo puso en fuga. Pero lo que más le emocionó fue<br />

la Ópera de París, donde se presentaba la música de Christoph<br />

Gluck, Gaspare Spontini, Antonio Sacchini. Las<br />

óperas Las danaides de Antonio Salieri y Stratonice de<br />

Étienne Méhul le causaron un efecto alucinante. Lloró sobre<br />

las partituras de Orfeo y Eurídice e Iphigénie en Táuride<br />

de Gluck y se dio cuenta de que había nacido para la música,<br />

a la que debía dedicarle toda su vida. Aunque sabía que para<br />

poder convertirse en músico primero tenía que pasar por una<br />

lucha familiar agonizante.<br />

Afortunadamente, el padre sintió pena por él y lo apoyó<br />

económicamente durante algún tiempo. Esto le permitió<br />

tomar lecciones privadas con el director de la Chapel Royal,<br />

Jean-François Lesueur, especialista en canto. Después<br />

estudió en el Conservatorio de París. Sin embargo, adquirió las<br />

habilidades de orquestación por su cuenta gracias a sus visitas<br />

a la Ópera. El futuro compositor supervisaba cuidadosamente<br />

el rendimiento exacto de las partituras y protestaba en voz alta<br />

durante los conciertos si el director de orquesta hacía algún<br />

cambio. También quería difundir su música, pero las circunstancias<br />

no le ayudaban: vivía en un ático, cenaba rara vez,<br />

pasando del pan al agua. Para ganarse la vida trabajaba como<br />

corista en el Théâtre des Nouveautés y daba clases de guitarra,<br />

flauta y solfeo. Por entonces, el compositor y violinista Rodolphe<br />

Kreutzer, una persona extremadamente influyente en<br />

los círculos musicales de la ciudad, le negó la organización de<br />

un concierto con sus composiciones a pesar de tantas súplicas:<br />

“No tenemos tiempo para aprender cosas nuevas”.<br />

En septiembre de 1827, Berlioz se enamoró de la famosa<br />

actriz irlandesa Harriet Smithson, a quien había visto<br />

como Ofelia en Hamlet de Shakespeare. Desde entonces,<br />

Smithson se convirtió en una idee fixe. Le escribió muchas<br />

cartas de amor, pero a ella le parecieron tan exageradamente<br />

apasionadas que lo rechazó por completo. Con esta situación<br />

psicológica de fondo, nació su primera obra brillante: la<br />

Symphonie fantastique. En Francia, mientras tanto, se estaba<br />

llevando a cabo la revolución de 1830. París estaba cubierto<br />

de barricadas. Al sonido de balas silbando cerca de las ventanas,<br />

Berlioz terminó la cantata Sardanapale para el Premio<br />

de Roma. Finalizó la última página, tomó un revólver y salió a<br />

la calle, donde cantó La Marseillaise a todo pulmón. Después<br />

de convertirse en el ganador del Premio de Roma, se fue a<br />

Italia por quince meses.<br />

Smithson asistió a la presentación de la Symphonie fantastique<br />

en el Conservatorio de París en 1832. Entendió que la<br />

música estaba dedicada a ella. A los pocos días se conocieron<br />

y Berlioz le contó la historia de su vida desde el día en que<br />

la miró por primera vez. “Ustedes no pueden imaginar en<br />

qué estado de euforia me encontraba viendo las lágrimas que<br />

corrían por su cara”, escribió en Memorias. Luego de nueve<br />

meses y medio, el compositor y la actriz se casaron. Feliz,<br />

Berlioz trabajó como un buey: compuso la sinfonía Harold<br />

en Italie, la ópera Benvenuto Cellini y escribió numerosos<br />

artículos musicales. Eran brillantes, ingeniosos y mordaces<br />

por su contenido y le brindaron sustento económico.<br />

Pero entonces ocurrió una desgracia: en septiembre de 1836,<br />

Smithson se rompió una pierna al bajar de una carroza. De<br />

allí en más no pudo actuar en el teatro. Su carrera artística<br />

estaba terminada. Todo el peso de la responsabilidad material<br />

recayó sobre los hombros de Berlioz. Con el nacimiento de<br />

su hijo, la situación financiera de la familia se complicó aún<br />

más. La música solo conllevaba gastos: alquileres de salas<br />

de conciertos, copias de partituras, pagos a los músicos de<br />

orquesta. Hasta que un evento les trajo alivio.<br />

En diciembre de 1838, al finalizar el concierto en el que Berlioz<br />

dirigía Harold en Italie, el mismo Niccolò Paganini se<br />

arrodilló y, entre lágrimas de alegría, le besó las manos. Al día<br />

siguiente, le envió una carta y un cheque por veinte mil francos.<br />

Este dinero le permitió a Berlioz componer un año sin preocupaciones<br />

y terminar la sinfonía coral Roméo et Juliette, una<br />

de sus creaciones más importantes. Sin embargo, la obstinada<br />

París no reconocía su arte. A todo esto, se sumaron las disputas<br />

familiares: su esposa enferma, que además había comenzado a<br />

tomar, lo molestaba con escenas de celos, que no estaban privadas<br />

de fundamentos: él estaba enamorado de la cantante Marie<br />

Recio, con quien se casaría en 1854, una vez enviudado.<br />

Entre los años 1840 y 1860, Berlioz realizó varios viajes por<br />

Inglaterra, Alemania y Austria, dirigiendo sus obras. Los<br />

compositores Giacomo Meyerbeer y Felix Mendelssohn<br />

le ayudaron a organizar los conciertos. Franz Liszt<br />

promovió su música de manera especialmente vigorosa y<br />

desinteresada. En 1847, siguiendo al consejo de Honoré de<br />

Balzac, y con el apoyo de Mikhail Glinka, Berlioz viajó a<br />

Rusia. Este viaje y el posterior (en 1867) le trajeron ganancias<br />

que superaron las expectativas y le permitieron cubrir todas<br />

las deudas acumuladas. Durante este período escribió el oratorio<br />

L’enfance du Christ y las óperas Les Troyens y Béatrice<br />

et Bénédict, y completó la orquestación de Les nuits d’eté.<br />

En 1866, el único hijo del compositor, Louis, que se desempeñaba<br />

como comandante de un barco mercante, falleció de fiebre<br />

amarilla en La Habana. A ese trágico episodio, se le sumó<br />

la muerte prematura de su segunda esposa. El compositor<br />

murió el 8 de marzo de 1869, a la edad de 65 años. Sus últimas<br />

palabras fueron: “Finalmente, ahora tocarán mi música”<br />

RECOMENDADOS<br />

RECOMENDADOS DE NOTA PRINCIPAL:<br />

Berlioz - Harold en Italie<br />

Lorin Maazel | DG<br />

Después de ganar el Premio de Roma, Héctor Berlioz<br />

pasó quince meses en Italia y se unió con sus compañeros<br />

laureados en la Academia Francesa en Villa<br />

Médici. Allí disfrutó de vagar por los montes Abruzos,<br />

conocer gente en los pueblos y escuchar sus canciones.<br />

Un tipo de música que le impresionó en Roma fue<br />

la de los pifferari, un grupo de músicos populares que<br />

tocaban gaitas y pifferi (una especie de oboe). Cerca de<br />

la Navidad, bajaban de las montañas para tocar delante<br />

de las estatuas de Madonna llevando puestos “grandes<br />

capas de tela y sombreros puntiagudos de bandido”.<br />

Todas estas influencias están presentes en el Harold<br />

en Italie, sinfonía de cuatro partes con viola como el<br />

instrumento solista, escrita en 1834.<br />

NOVEDAD:<br />

Vivaldi – Gloria<br />

Decca Classics<br />

La soprano Julia Lezhneva, el contratenor Franco<br />

Fagioli y el director de orquesta Diego Fasolis, tres<br />

de las figuras más representativas de la actualidad<br />

en la interpretación de repertorio barroco, presentan<br />

una selección de las obras corales más populares<br />

de Antonio Vivaldi, entre ellos Gloria, RV 589; Nisi<br />

Dominus, RV 608; y Nulla in mundo pax sincera, RV<br />

630. La música de Vivaldi siempre impresiona por<br />

su franqueza, claridad y simplicidad. Hay mucho<br />

para disfrutar en este CD: los ritmos nítidos, el<br />

conjunto disciplinado y las improvisaciones solistas,<br />

tanto vocales como instrumentales, que desatan la<br />

tremenda energía del coro.<br />

PARA ARMAR SU COLECCIÓN CLÁSICA:<br />

Bach - Brandenburgische konzerte<br />

Nikolaus Harnoncourt | DG<br />

Este DVD doble fue lanzado en 2010 para celebrar<br />

el cumpleaños número 80 de Nikolaus Harnoncourt,<br />

director de orquesta austríaco, uno de los pioneros de<br />

la interpretación con instrumentos originales y gran<br />

admirador de la música de Johann Sebastian Bach.<br />

Decía que si perdemos contacto con sus grandes<br />

obras, perdemos nuestro contacto con la humanidad.<br />

Bach compuso los Conciertos de Brandemburgo entre<br />

1711 y 1720 y se los dedicó al Margrave Christian Ludwig.<br />

Esta es la primera grabación en DVD realizada<br />

con instrumentos de época.<br />

LIBRO RECOMENDADO:<br />

La orquesta<br />

Jorge de Persia | Alianza<br />

Jorge de Persia ensaya en este libro una completa y<br />

conceptual introducción a la historia de la orquesta,<br />

en la que se describe el proceso de desarrollo de sus<br />

elementos no solo instrumentales y musicales, sino<br />

también humanos y sociales. Este apasionante recorrido,<br />

en el que el autor sitúa la orquesta y sus diversas<br />

formas en salas de conciertos, teatros y óperas<br />

de toda Europa, desde el siglo XVI hasta la actualidad,<br />

muestra la evolución y el cambio de la agrupación<br />

instrumental pero también, y sobre todo, nos enseña a<br />

valorar el privilegio del que somos partícipes cuando<br />

nos situamos ante un conjunto orquestal dentro del<br />

“ritual” del concierto.<br />

56 57


Jazz<br />

Escalandrum<br />

Transcurrieron dos décadas desde que Escalandrum inició un camino que tiene al jazz como<br />

materia prima de su música. Con diez discos publicados e infinidad de actuaciones tanto en<br />

nuestro país como en los más destacados escenarios y festivales del exterior, el sexteto mantiene<br />

una actitud constante de embarcarse en nuevos desafíos sin perder el foco en la calidad de su<br />

propuesta. Su nuevo trabajo discográfico, Studio 2, publicado en CD y vinilo (Warner), se encuadra<br />

dentro de esta búsqueda. Hablamos con su baterista, Daniel “Pipi” Piazzolla<br />

POR Carlos Salatino<br />

Escalandrum está integrado por Daniel “Pipi” Piazzolla<br />

en batería, Nicolás Guerschberg en piano, Mariano<br />

Sívori en contrabajo, Damián Fogiel en saxo tenor, Gustavo<br />

Musso en saxos alto y soprano y Martín Pantyrer<br />

en clarinete bajo. Su nuevo disco, Studio 2, fue registrado en<br />

Abbey Road de Londres, escenario de las más importantes<br />

grabaciones y experimentaciones de muchos músicos, entre<br />

ellos The Beatles. En este trabajo, el grupo explora las posibilidades<br />

de una formación con impronta camarística, enfatizando<br />

la originalidad tanto de las composiciones como de los<br />

arreglos. De esta manera cada integrante ofrece lo mejor de<br />

sí mismo, logrando como resultado piezas como la dinámica<br />

“Acuático”, el sutil coqueteo con la milonga presente en<br />

“Lolo” o la calma y reflexiva “Fogloba”. Las variantes que la<br />

banda aborda en cada una de las nuevas composiciones hace<br />

de este álbum un paseo por un universo sonoro con reglas<br />

propias, cada vez más maduro y sólido.<br />

–¿De qué manera llegaron a Abbey Road? Fue idea de<br />

Horacio Sarria, nuestro representante. Él es muy fanático<br />

de The Beatles y hace unos cuatro años, mientras estábamos<br />

en un aeropuerto de Brasil se le ocurrió que podríamos ir<br />

a grabar a los estudios de Abbey Road. Desde ya que no<br />

tomamos la idea muy en serio. Hasta que un día actuamos<br />

con Elena Roger en el Théâtre des Bouffes du Nord de<br />

Foto Hernán Halak<br />

París para presentar 3001 Proyecto Piazzolla y se reflotó la<br />

propuesta. Teniendo en cuenta que tomando un tren estábamos<br />

a un paso de Londres, Horacio se ocupó de armar toda<br />

la logística y emprendimos la aventura<br />

–¿Cómo se realizó la producción de dicha grabación?<br />

Nos ocupamos los seis integrantes de la banda y Sarria.<br />

Todos aportamos el dinero necesario para llevar adelante la<br />

grabación. Hubiera sido impensable embarcarnos en esto si<br />

no hubiésemos estado tan cerca de Londres. Si bien la fecha<br />

de París estaba programada desde hacía seis meses, averiguamos<br />

los costos del estudio y luego de nuestra presentación<br />

tomamos la decisión... ¡Y tomamos el tren!<br />

–Por lo que se percibe al escuchar el disco se nota que<br />

los temas estaban muy ensayados, lo cual les permitió<br />

aprovechar muy bien el tiempo en el estudio de grabación.<br />

¿Qué sensación tuvieron en el lugar? Estuvimos<br />

solo dos días en Londres (23 y 24 de octubre de 2017), que<br />

fueron los que utilizamos para grabar todo el material. No nos<br />

habíamos hecho grandes expectativas respecto del estudio: ya<br />

somos grandes y muchas veces uno idealiza las cosas y luego se<br />

decepciona un poco. Pero en este caso nos sorprendimos como<br />

nunca antes. Abbey Road es un estudio de grabación insuperable.<br />

Se comenzó a utilizar en los años 30 y siempre tuvo un<br />

nivel de calidad impresionante. Trabajando ahí nos dimos cuenta<br />

de por qué The Beatles lo eligieron para grabar. Es un lugar<br />

que tiene una posibilidades técnicas fabulosas. Grabar en el<br />

Studio 2 es como jugar un partido de fútbol en Wembley. Cada<br />

uno de nosotros tenía una consola de dieciséis canales por la<br />

cual se podía escuchar lo que hacía cada compañero. Todo esto<br />

nos permitió tocar con una gran comodidad. Teníamos gran<br />

cantidad de material compuesto, mucho del cual quedó registrado<br />

en el disco. Y ya estamos ensayando tres temas nuevos.<br />

–En cierto modo, con Studio 2 retoman un repertorio<br />

de composiciones propias, luego de un período en el<br />

que encararon otro tipo de proyectos. Después de Piazzolla<br />

plays Piazzolla (Epsa, 2011) publicamos Vértigo (Epsa,<br />

2013), un disco con temas propios y con el que ganamos el<br />

Premio Gardel como Mejor Disco de Jazz del año. Luego<br />

nos embarcamos junto con Elena Roger en 3001 Proyecto<br />

Piazzolla (DBN, 2016) y posteriormente surgió la posibilidad<br />

de participar en un festival de música clásica interpretando<br />

obras de Mozart adaptadas a nuestro estilo. Paralelamente<br />

se cumplieron los cien años del nacimiento de Alberto<br />

Ginastera, para cuya celebración nos encargaron la adaptación<br />

de algunas de sus obras. A raíz de estas dos últimas<br />

actividades Osvaldo Acedo, el técnico de grabación de<br />

los estudios ION nos ofreció grabar ambos repertorios pero<br />

en directo y solo con un par de micrófonos de ambiente, tal<br />

como se hacía al comienzo de las grabaciones en estéreo. El<br />

resultado fue Sesiones ION que publicamos en 2017.<br />

–¿Qué les dejó el hecho de haber grabado casi artesanalmente<br />

en ION y posteriormente en el Studio 2?<br />

Fueron dos experiencias absolutamente diferentes pero muy<br />

enriquecedoras: en ION grabando en directo y en un par de<br />

tomas solo con dos micrófonos y en Abbey Road con toda la<br />

tecnología de última generación. Pero estamos totalmente<br />

satisfechos con los resultados de ambos discos.<br />

–A pesar de ser una agrupación de jazz, en su música<br />

se respira una sutil atmósfera de música urbana de<br />

Buenos Aires. Nos gusta mucho que suene de esta manera.<br />

Este sonido lo fuimos encontrando sin forzarlo. Ya en 2001<br />

con temas como “Estados alterados” o “Lime y vaqueta” que<br />

tenían una cierta atmósfera folclórica, fuimos hallando una<br />

manera de acercarnos a la música de raíz popular argentina<br />

teniendo como base el jazz. Esto es algo que desde ya no<br />

inventamos nosotros. De chico yo iba a ver a grupos como<br />

Monos con Navajas en los que había una fusión con elementos<br />

del folclore, ya que en algunos temas utilizaban bombo legüero.<br />

En nuestro tercer disco, Sexteto en movimiento (Epsa,<br />

2003) yo tenía uno de estos en mi set de batería. Hoy no creo<br />

necesario usarlo ya que estilísticamente puedo resolver la coloratura<br />

del folclore de manera implícita y no explícitamente.<br />

–¿Piensa que el aporte de la música urbana o folclórica<br />

que se está encontrando en el jazz argentino le está<br />

aportando una personalidad propia al del género? Hace<br />

quince años que hay una movida muy interesante en el jazz<br />

argentino, en el que se incorporan elementos estilísticos que<br />

provienen del folclore o del tango. Pero esta incorporación se<br />

produce de manera natural y no forzada. El Quinteto Urbano,<br />

Guillermo Klein, Richard Nant o Luis Nacht<br />

son ejemplos de esto último. El pianista Adrián Iaies hizo<br />

versiones de tangos abordados desde el jazz en formato de trío.<br />

Afortunadamente aparecieron una gran cantidad de músicos<br />

jóvenes que hacen su propia búsqueda partiendo de un género<br />

tan versátil como este. Y esto se debe a que el jazz es una<br />

música absolutamente universal. Cada país le puede dar una<br />

coloratura particular. Ya no se identifica como un género estrictamente<br />

estadounidense. Se universalizó y cada uno le aporta<br />

su impronta. Es como lo que ocurre con el fútbol: nació en<br />

Gran Bretaña pero se juega de manera diferente en Argentina,<br />

Brasil, España o Rusia<br />

58 59


Tema de tapa<br />

cinco<br />

Lao Tse (no) tenía razón<br />

De acuerdo a una transposición del Tao Te King, ver películas es muy<br />

parecido a viajar. Y, por el contrario, una experiencia más alejada del turismo<br />

Dice Lao Tse, el mítico sabio del siglo VI a.C. y presunto<br />

responsable de ese libro magnífico titulado Tao Te King: “La<br />

gente que más viaja es la que menos aprende. El sabio conoce<br />

el mundo sin necesidad de salir de su casa”. Lo que parece<br />

un pronunciamiento contra el turismo encierra una paradoja,<br />

a saber: el desplazamiento a territorios desconocidos no<br />

conlleva ninguna clarividencia garantizada. Es una lectura<br />

posible y heterodoxa; contra la postura oficial, se postula que<br />

los viajes distraen al buscador en el arduo y misterioso camino<br />

de (auto)conocerse. En una línea similar, Lao Tse afirma:<br />

POR Roger Koza<br />

“La travesía de mil millas comienza con un paso”. Aquí el<br />

énfasis recae en la inmediatez del viaje, cuya condición de<br />

posibilidad reside inesperadamente en el tiempo presente,<br />

una supremacía del ahora frente a cualquier otra forma de<br />

experiencia del tiempo. Leídos de otro modo, desobedeciendo<br />

a la tradición, ¿no son ambos pronunciamientos un<br />

hermoso modo de glosar los encantos de la cinefilia?<br />

Lúdica transposición cinéfila, interpretación ya no taoísta de<br />

los aforismos de Lao Tse: “La gente que más películas ve es la<br />

que más aprende. El cinéfilo conoce el mundo sin necesidad<br />

de salir de la sala”. El otro axioma quedaría así: “La travesía<br />

de mil millas comienza con un plano”.<br />

En los tiempos de Lao Tse no existía el turismo, tampoco el<br />

cine, pero los hombres y las mujeres sí viajaban y tenían la<br />

inquietud, seguramente, de saber algo más sobre las cosas<br />

y sobre sí mismos. En cualquier tradición cultural existe<br />

siempre una disciplina o una práctica destinada a modificar la<br />

cualidad de la experiencia sobre sí. Los dos aforismos citados<br />

están sujetos a una traducción y asimismo a un contexto<br />

extraño y lejano en el cual se desestimó el acto de viajar como<br />

forma de conocimiento de sí. ¿Presintió el sabio la futura<br />

sustitución del viaje por el concepto mercantil del turismo?<br />

Para muchos, el crítico de cine Serge Daney fue un sabio<br />

secular de la cinefilia. Murió a principios de la década 1990,<br />

demasiado temprano y joven. Daney publicaba textos notables<br />

sobre cine, como también sobre tenis y televisión, y en<br />

todos sus escritos, además, se traslucía una forma de saber<br />

que provenía de un aprendizaje adquirido en los muchísimos<br />

viajes que había hecho. Daney pertenecía a la discreta<br />

tradición de los caminantes, que cuenta con distinguidos<br />

miembros como Werner Herzog, Robert Walser, W. G.<br />

Sebald, entre otros. Esta tradición sin dogma y sin iglesias<br />

ha intuido que existe una misteriosa conexión entre el desplazamiento,<br />

la observación y el pensamiento. Los caminantes<br />

agudizan el contacto visual y auditivo respecto de lo circundante,<br />

y moviéndose o no hacia una dirección establecida, en<br />

la propia acción lenta y rítmica del caminar van desarrollando<br />

un enlace entre una realidad que se muestra mutante y el<br />

seguimiento atento de la inteligencia que recoge el fugaz<br />

panorama en un sistema de almacenamiento descriptivo que<br />

se verterá en el papel o en el plano. Si, como dice Jean-Luc<br />

Godard en El libro de imagen, no podríamos pensar sin la<br />

mano, esta tradición agrega un segundo requisito al pensamiento<br />

en acción: sin nuestros pies no podríamos crear.<br />

Afirmaba Daney, en El ejercicio ha sido provechoso, señor:<br />

“Ver películas, viajar. Es lo mismo. Viajar y no evadirse o huir<br />

(no escape). Viajar es saber que hace falta una meta para<br />

tener una oportunidad de gozar del viaje en sí mismo, que es<br />

estar ‘entre’, es decir, protegido. Sucede algo semejante con<br />

los films: los planos son el traqueteo de los vagones. Ver films,<br />

viajar: también para los otros, el público normal, esto fue<br />

verdadero. Pero se convirtieron en turistas (consumidores de<br />

viajes) y ya no esperan el cine que les ‘dé’ el estremecimiento<br />

del exotismo, ni el film que los conduzca a su ritmo (lento)”.<br />

La cita no es laudatoria sobre el turismo, como tampoco<br />

nada de lo que se ha dicho hasta aquí. Es que el turismo es el<br />

enemigo, la seductora castración de la curiosidad y el cómodo<br />

adiestramiento de todo aquello que en un viaje puede poner<br />

en duda las certezas del viajero.<br />

Todo aquel que ha podido viajar reconoce que el turismo es<br />

la inversión de la experiencia del viaje, su opuesto maldito.<br />

El viajero lleva consigo lo que necesita y no confunde el viaje<br />

con un plan de compras y un consumo de visitas a lugares<br />

históricos o característicos. La estética postal no le compete,<br />

porque sabe que ahí poco se revela del pueblo al que visita<br />

y su historia. Tampoco siente el imperativo pretérito de los<br />

mercaderes que dejaron sus tierras para poder expandir sus<br />

negocios en otras latitudes del mundo. Es que el territorio<br />

desconocido no es visto como una superficie de extracción.<br />

En cierta medida, el viajero no planifica, desdeña el tour,<br />

prefiere ubicar posibles locaciones de interés y espera en la<br />

interacción con los otros descubrir parajes sugeridos por los<br />

propios moradores. El viajero espera reconocer las señales<br />

que emiten los lugares que visita, del mismo modo en que<br />

se origina una historia de amor. Un desconocido capta la<br />

atención de otro, un intercambio se precipita, se desea algo<br />

que no se identifica exactamente ni se reconoce, pero el<br />

movimiento hacia ese otro es ineludible. Es que el viajero,<br />

como el amante, está dispuesto a poner su propio mundo<br />

en juego, porque sabe que al vulnerar sus certezas puede<br />

intensificar las condiciones generales de la experiencia. ¿No<br />

busca el viajero en el contrapunto constante de un mundo<br />

que no es el suyo, cuya historia y lengua no le pertenecen,<br />

repetir la experiencia inicial de confrontar con lo desconocido,<br />

situación que todo hombre o toda mujer atraviesan en los<br />

primeros años de vida? ¿No es esto lo que también sucede<br />

con el cinéfilo, que asiste a la sala oscura para constatar cómo<br />

es el mundo y las experiencias de este a través de personajes<br />

que no se le parecen? Por eso mismo, las películas que más<br />

nos importan no son las que de inmediato nos identifican,<br />

sino más bien lo contrario: la hermosura de un film radica en<br />

sentirse arrojado a un universo fascinante y amenazante en el<br />

que se redefine quién se es frente a lo radicalmente otro.<br />

Se podrían enumerar algunos títulos que ejercen de inmediato<br />

esa fascinación aludida: A ilha dos amores, de Paulo<br />

Rocha; Hacia el sur, de Johan Van Der Keuken; La salvaje<br />

y azul lejanía o El diamante blanco, de Werner Herzog;<br />

Rivers of Sand, de Robert Gardner; Las estaciones, de<br />

Artavazd Pelechian; Una historia del viento, Joris Ivens;<br />

El mundo, de Jia Zhang-Ke; Bella tarea, de Claire Denis;<br />

King Kong, de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack;<br />

Yo dormí con un fantasma, de Jacques Tourneur;<br />

La luz, de Souleymane Cissé; El ladrillo y el espejo, de<br />

Ebrahim Golestan. Una lista exhaustiva abarcaría varias<br />

páginas, y no siempre se trata de películas que están definidas<br />

por los viajes como tema central del relato. He aquí dos<br />

ejemplos recientes.<br />

Si bien En el intenso ahora, de João Moreira Salles,<br />

tiene un propósito explícito que no es otro que el de medir la<br />

distancia y el fervor del Mayo francés, la Primavera de Praga<br />

y en menor medida los acontecimientos sociales de Brasil en<br />

1968 respecto de nuestro tiempo (el que curiosamente no es<br />

menos intenso que aquel pero sin ningún atisbo de insurrección<br />

frente al orden vigente), el corazón indirecto o el film<br />

clandestino dentro del oficial es aquel que coincide con las<br />

filmaciones caseras que la madre del director tomó durante<br />

60 61


En el intenso ahora, João Moreira Salles<br />

un viaje a China en el mismo período de tiempo en el que<br />

Francia “deliraba” con un nuevo régimen social y político.<br />

En efecto, la madre filmaba con su cámara casera la vida<br />

cotidiana de un país que visitaba y no se parecía en nada a<br />

ningún lugar en el que hubiera estado. Ese país había experimentado<br />

una revolución cultural y una especie de reinvención<br />

total y un reemplazo de sus valores y creencias ancestrales.<br />

Un chino del siglo XVI jamás podría haber imaginado<br />

que los referentes filosóficos de una larga tradición habrían<br />

de ser sustituidos por una tradición joven nacida en el siglo<br />

XIX. ¿Quién podría haber vislumbrado que por un tiempo<br />

Marx y Lenin ocuparían el lugar de Confucio y Lao Tse?<br />

Como sea, el poder de todos los segmentos filmados por la<br />

madre del realizador transmite una experiencia colectiva inaprensible<br />

en las coordenadas simbólicas de nuestro tiempo,<br />

casi como si todas esas imágenes hubieran sido captadas en<br />

un planeta desconocido.<br />

Nada es más misterioso que las secuencias en las que se<br />

observan a los niños y los jóvenes bailar en las calles de<br />

alguna ciudad no identificada de China. Ellos danzan, felices,<br />

inocentes. La coreografía sencilla da la impresión de que los<br />

movimientos individuales de cada uno de los participantes<br />

están en sintonía con los de los otros, como si todos reconocieran<br />

una pertenencia aludida en los mismos movimientos,<br />

como si se tratara de un organismo que los contiene y los<br />

iguala y que diluye la individualidad en una entidad mayor.<br />

Frente a este espectáculo, o ante esa inclasificable felicidad<br />

colectiva, Moreira Salles recurre a un texto de Alberto<br />

Moravia de aquel entonces. Dice así: “la pobreza fue lo<br />

que más le llamó la atención en China. Pobreza que calificó<br />

no como miseria, sino como ausencia de riqueza. Y observó:<br />

Todos son pobres y tienen lo que necesitan para vivir, que es<br />

la condición necesaria del hombre. El rostro de la pobreza es<br />

decente, orgullosa e implacable”.<br />

La admirable La flor de Mariano Llinás no es un film estrictamente<br />

de travesías, pues lo que sostiene las 14 horas de<br />

duración es el mero placer de la ficción como una forma legítima<br />

de evasión espiritual. Sin embargo, La flor es también<br />

una película de viajes, no solamente porque hay episodios<br />

hermosos y cómicos que tienen lugar en Europa del Este, en<br />

la Unión Soviética, Suecia, Canadá, Francia o Inglaterra, sino<br />

porque también transforma los inmensos parajes deshabitados<br />

de los campos argentinos en una zona desconocida en la<br />

que se puede sentir, en lo inhóspito e invalorado de lo propio,<br />

la presencia de lo misterioso.<br />

En el segmento más conmovedor de todo el film, justo antes<br />

del primer intervalo de la segunda parte, la voz de Llinás<br />

exterioriza el flujo de asociaciones que pasa por la cabeza de<br />

un científico extranjero que ha sido secuestrado por un grupo<br />

de espías franceses. Ese pasaje es inolvidable, uno de los más<br />

bellos que ha dado el cine argentino en toda su historia. ¿Qué<br />

sucede? El personaje en cuestión está sentado en un auto.<br />

No sabe ni dónde está ni qué le espera. En la absoluta desposesión<br />

de movilidad en la que se encuentra, Dreyfuss, atado,<br />

amordazado, sin posibilidad alguna de escape, experimenta<br />

una rara libertad. La soledad que siente al mirar el cielo<br />

transforma su cautiverio en una devastadora pero sublime<br />

nostalgia cósmica, sentimiento que conduce al personaje a un<br />

asombro inesperado frente a la inmensidad de un universo<br />

inagotable.<br />

Mientras que la cámara se empieza a mover pausadamente y<br />

abandona el automóvil por un rato para acercarse y encuadrar<br />

el cielo en pleno atardecer, se escucha: “Y entonces, una<br />

a una, empezaron a salir las estrellas. Y ahí Dreyfuss miró al<br />

cielo. ‘Claro’, pensó, ‘soy un tonto. No estoy en Rumania,<br />

La flor, Mariano Llinás<br />

estoy en el sur, en algún lugar del hemisferio sur’. Y cuando<br />

vio que no solamente no estaban la Estrella Polar y la Osa<br />

Mayor, ni tampoco Vega, comprendió que estaba realmente<br />

muy abajo, en el fondo del planeta. ‘Este cielo es nuevo’,<br />

pensó. ‘Este cielo nunca lo había visto’. Tuvo una extraña sensación<br />

de euforia. Un extraño vértigo, como si fuera un niño y<br />

hubiera sorprendido a sus padres borrachos o desnudos”. Lo<br />

que sucede en la conciencia de Dreyfuss es lo que pasa con el<br />

cine y los viajes: descentrarse es la condición necesaria para<br />

ver más allá de uno mismo<br />

63


Entrevista<br />

ocho<br />

La actriz se luce como protagonista de la<br />

película Camino sinuoso. Retrato de una<br />

mujer que sigue la tradición artística familiar<br />

sin dejar de afianzar su propia identidad<br />

JUANA VIALE<br />

A contracorriente<br />

POR Alejandra Peñalva<br />

En Juana Viale (Buenos Aires, 1982) habitan tanto la actriz,<br />

al ser integrante de una de las familias de mayor tradición<br />

artística (los Tinayre), como la madre de bajísimo perfil, que<br />

defiende a capa y espada su derecho a la intimidad. Es una<br />

artista con determinación para ir detrás de su vocación, más<br />

allá de los prejuicios que sufren todos aquellos que eligen la<br />

vida pública y tienen antecesores ilustres.<br />

Su primer paso, anunciado con bombos y platillos, fue en<br />

Costumbres argentinas, la ficción ambientada en los años 80<br />

producida por Marcelo Tinelli y Sebastián Ortega<br />

en 2003. Allí dio vida a Carolina Martínez de Oca, una joven<br />

rebelde y apasionada que se interponía entre Gabriel Rosetti<br />

(Tomás Fonzi) y Mariana Pagliaro (Daniela Herrero),<br />

cuya historia de amor superaba todo, incluso el hecho de que<br />

sus familias estuvieran distanciadas. Luego llegaron otras ficciones<br />

(Sangre fría, en Telefe; Doble vida, en América; y Mujeres<br />

asesinas, en El Trece) pero el siguiente gran salto fue en la<br />

pantalla grande, cuando fue parte de la versión cinematográfica<br />

del libro Las viudas de los jueves, de Claudia Piñeiro. Sin<br />

embargo, el tiempo le tenía reservado uno de esos personajes<br />

que acompaña a un actor con la fidelidad de la sombra. Es<br />

que en 2010 se convirtió en la protagonista de Malparida (El<br />

Trece), donde se contaban las luces y sombras de Renata, una<br />

mezcla de heroína y villana que irrumpe en la vida de Lorenzo<br />

Uribe (Raúl Taibo) para vengar la muerte de su madre y<br />

termina enamorándose del hijo (Gonzalo Heredia).<br />

Si de más joven Viale soñó con ser bióloga marina, el camino<br />

de la actuación la apasionó. El teatro, el cine, la televisión<br />

y las nuevas plataformas digitales son las aguas en donde se<br />

mueve ahora.<br />

–¿Cómo y por qué elige a sus personajes? Elijo mis personajes<br />

porque me atrapan. O cuando tienen algo qué contar,<br />

algunas de esas cosas que no son tan explícitas. También elijo<br />

personajes porque me representan desafíos. A veces, me ofrecen<br />

papeles y otras salgo yo al encuentro del personaje, porque<br />

no me gusta quedarme en ese lugar de quien recibe, sino que<br />

prefiero hacer y proponer.<br />

–Desde el Hollywood de los inicios (y en alguna medida<br />

hasta hoy) los hombres ocuparon lugares muy protagónicos<br />

en las historias que cuenta el cine. En nuestro<br />

país, Ricardo Darín, Guillermo Francella, Leonardo<br />

Sbaraglia, Rodrigo de la Serna y Oscar Martínez son figuras<br />

muy convocantes. ¿Lo siente así? Yo no creo que en<br />

los inicios de Hollywood los protagonistas o las historias hayan<br />

sido solo sobre hombres. Hubo grandes actrices a lo largo de<br />

toda la historia del cine. Me parece que eso depende de dónde<br />

quiera uno poner el foco. Por eso, no siento que en el cine<br />

haya una voz más fuertemente masculina. A veces, las historias<br />

rondan por ahí pero nosotros tenemos y tuvimos grandes<br />

mujeres en el cine. Muchas de ellas fueron muy sobresalientes.<br />

No tengo esa impresión.<br />

–A propósito de los debates de estos tiempos, una de<br />

las luchas más fuertes fue por la igualdad salarial.<br />

¿Considera que hubo una evolución en ese aspecto?<br />

Pienso que hubo avances aunque todavía falta y lo que falta<br />

se dará de a poco... Los cambios son paulatinos desde mi<br />

punto de vista. Creo que los cambios drásticos más que<br />

transformaciones efectivas terminan despertando un choque.<br />

En esos momentos también se habla mucho de ciertos temas<br />

pero luego se silencian. Por eso, creo que los verdaderos<br />

cambios son aquellos que toman su tiempo, no se producen<br />

de la noche a la mañana. Sin embargo, en materia de igualdad<br />

salarial sí me parece que hay un evolución.<br />

–En muchas oportunidades, las actrices de trayectoria<br />

señalaron la falta de personajes atractivos para las mujeres<br />

maduras. En Camino sinuoso le tocó compartir<br />

rodaje con Geraldine Chaplin, hija de Charles. ¿Qué le<br />

dejó ese encuentro? Compartí muy poco rodaje con Geraldine,<br />

por el cronograma de escenas. Sí, en cambio, tuve<br />

muchos desayunos, muchas comidas en la noche durante el<br />

período de filmación. Geraldine es una mujer llena de anécdotas<br />

porque, además de ser la hija de Charles Chaplin,<br />

ella es por sí misma una gran actriz, acróbata y una persona<br />

con gran humor. Fue muy enriquecedor conocerla y guardaré<br />

esos momentos en mí.<br />

–También coincidió con Arturo Puig. Su esposa, Selva<br />

Alemán, fue su compañera en Malparida. ¿Cómo fue<br />

el trabajo con ellos? Selva y Arturo son una pareja<br />

maravillosa. Con ella trabajé en Malparida y compartimos<br />

nueve meses en los que estuvimos siempre a la par. En ese<br />

tiempo de trabajo juntas fui muchas veces a comer a su casa,<br />

de manera que compartimos mucho. Ahora me tocó trabajar<br />

65


Camino sinuoso, ópera prima de Juan Pablo Kolodziej<br />

Se trata de un thriller dramático que aborda la cuestión<br />

de los vínculos, el mundo del deporte y la vida en un<br />

pueblo en el que es posible no cumplir con la ley y llevar<br />

adelante negocios sucios. Mía es una deportista olímpica<br />

retirada por doping positivo. Ahora ejerce como<br />

profesora de educación física, tiene un marido que la<br />

maltrata y descubre sus problemas de fertilidad. En medio<br />

de un presente tumultuoso, viaja a la Patagonia para<br />

acompañar a su padre agonizante. Allí se reencontrará<br />

con su pasado y se transformará para enfrentar el futuro.<br />

Protagonizada por Juana Viale, Arturo Puig, Antonio<br />

Birabent y Geraldine Chaplin. Rodada en Villa La Angostura,<br />

tiene música original de Fito Páez.<br />

con Arturo y lo mismo... compartir profesionalmente con él<br />

es genial. Arturo hace un personaje que es un encantador en<br />

la superficie pero debajo es una persona con una gran oscuridad.<br />

En la vida, tanto Selva como Arturo son personas muy<br />

generosas, inquietas; en el trabajo son gente que siempre<br />

propone ideas. Es muy lindo cuando te tocan compañeros así.<br />

–En Camino sinuoso interpreta a Mía Siero, una mujer<br />

a la que la vida golpeó, primero en su carrera deportiva<br />

y luego a nivel personal. ¿Qué nos puede decir acerca<br />

de su personaje? Es una mujer que cuando era joven la<br />

golpeó fuerte su decisión. Mía tuvo que renunciar a su vida<br />

profesional que era mucho más que la vida profesional: para<br />

ella era también su proyecto de vida, no solo un deporte. Mía<br />

es una mujer golpeada por la vida, por muchas situaciones<br />

que siguieron a su descalificación deportiva. Por eso creo<br />

que, de alguna manera, lo que ella elige tras esa gran frustración<br />

fue engancharse con este hombre que la maltrata. Al fin<br />

de cuentas, ese matrimonio termina siendo una extensión de<br />

la frustración. Es una mujer que aguarda, quebrada, dolida,<br />

hasta que se despierta porque... siente que la vida se le está<br />

pasando y que no puede continuar así. Para ponerlo en sus<br />

palabras, en una escena Mía dice mientras come con su hermano<br />

que llega un momento en el que tiene que perdonar.<br />

En definitiva, se tiene que perdonar a sí misma y cuando lo<br />

hace va en busca de todo lo que sucede en la película.<br />

–Cada actor con su librito. ¿Cuál es su manera de abordar<br />

los personajes? Mi manera de abordar un personaje<br />

es primero leyendo el guión y, entonces, comprendiéndolo,<br />

abrazándolo. A partir de ahí, de acuerdo al personaje y sus<br />

características (su profesión, su historia, sus circunstancias)<br />

empezar a nutrirme para poder abordarlo. Mi manera de trabajar<br />

un personaje es ser el personaje. Trato de internalizarlo<br />

para no reiniciar en cada escena constantemente, sino que<br />

cuando me dicen “acción”, puedo ser el personaje.<br />

–En estos quince años de trabajo, hizo televisión, cine,<br />

series para nuevas plataformas. Sin embargo, el teatro<br />

parece tener un lugar especial para usted, ya que en<br />

La sangre de los árboles se involucró plenamente. ¿Por<br />

qué? Amo el cine profundamente. Creo que el cine es mi<br />

pasión, pero el teatro también y con La sangre de los árboles<br />

tuve un abordaje distinto, porque la idea surgió cuando yo...<br />

era una actriz en tierras lejanas, no propias (Nota: el proceso<br />

de creación fue durante el período en el que vivió en Santiago<br />

de Chile). Nosotros, los artistas, creo que tenemos esa virtud<br />

de poder sacar de la galera la creatividad y ponernos a hacer.<br />

No necesitamos que nos llamen para un proyecto y esto fue<br />

así. Yo estaba en Chile con una amiga actriz, Victoria Céspedes,<br />

y nos encantó la idea de poder hacer algo juntas pero<br />

con el objetivo de abordar el proyecto completamente, desde<br />

la producción, la realización y todo lo demás. Fue un acto de<br />

amor a mi trabajo, de libertad, algo así como no tener ninguna<br />

cadena, ninguna bajada de línea. Fue hacerlo. Nos gustó y no<br />

buscamos mucha explicación. A veces, es ir y saltar al abismo<br />

un rato. Y la apuesta resultó porque con La sangre de los árboles<br />

hicimos funciones en Colombia, en Francia y más. Ahora<br />

me gustaría girar con la obra por algunos puntos del país.<br />

–Es nieta de Mirtha Legrand. ¿Cómo es una diva, según<br />

su mirada? La verdad no sé si tengo mucha explicación<br />

sobre qué es ser una diva. Creo que, en definitiva, son rótulos<br />

para ubicar a alguien en algún lugar pero nada más que eso.<br />

Para mí somos todos iguales, no importa la profesión. Al fin<br />

y al cabo todos vinimos a este mundo para aprender, para<br />

elegir, para equivocarnos, para corregir, para disfrutar, para<br />

intentar ser felices.<br />

–¿Ese término aplica para usted? Yo no me creo diva. Me<br />

considero mucho más normal de lo que dicen que soy<br />

66


Entrevista<br />

nueve<br />

Ronnie Arias<br />

Ser una promesa<br />

El conductor de radio y televisión nos sorprende con Fama. Cómo ser una estrella pop, un<br />

libro donde cuenta muchas anécdotas de su vida enmarcadas en sus contextos históricos<br />

correspondientes. Teñidos de un tono tragicómico, los relatos se suceden unos a otros<br />

transmitiendo, en cada página de cuidada estética punk, la importancia de aprender de la<br />

experiencia sin perder los ideales<br />

POR Martina Leunda<br />

Ronnie Arias (Buenos Aires, 1962) sale de La 100 –donde conduce el programa<br />

Sarasa junto a Alejandra Salas– y, saluda a sus compañeros, nos saluda, y saluda a<br />

los vecinos que lo paran en la calle. Se saca fotos con ellos, les hace chistes. No se<br />

siente una estrella, siente que se agrandó el barrio, ese barrio que retrata en Fama.<br />

Cómo ser una estrella pop (Planeta).<br />

–Cuando uno ve la tapa de este libro puede imaginarse que una estrella<br />

nos va a dar la receta mágica para poder ser como él. Sí, las cosas que uno<br />

tiene que hacer para…<br />

–Claro, exactamente. Y cuando uno lo abre sucede lo contrario. Lo que nos<br />

dice el libro es que una estrella es una persona como cualquiera. Como un<br />

ser humano común. Bueno, esa era un poco la idea. Yo quería contar todas estas historias<br />

pero a la vez quería hacer como un compendio de la historia desde la década<br />

del 60 hasta el 90, que es hasta donde llega el libro. Entonces si te fijás, todas estas<br />

pequeñas historias tienen un anclaje en el contexto histórico pero contado desde la<br />

perspectiva de un personaje que genera empatía. Para que la gente vea, por ejemplo,<br />

que ante las peores adversidades se puede salir adelante.<br />

–La estética también se plantea como algo que parece una cosa y es otra.<br />

La tapa del libro parece la tapa de una revista. Exacto. Está planteado como<br />

los fanzines punks de fines de los 70. Pero como el libro termina en la década del<br />

90 hice un estudio de cómo fue durante todos esos años. Así que por un lado tiene<br />

la velocidad de Internet y por el otro tiene esa estética de fines de los 70, principios<br />

de los 80.<br />

–¿Cómo fue el proceso? ¿Cómo recopiló toda la información de la parte histórica?<br />

Investigación periodística. Pura y exclusivamente investigación periodística.<br />

Sabía los años que quería retratar y la investigación la hice en base a eso. Y después,<br />

esa investigación la fui intercalando con los relatos de la experiencia propia. O sea<br />

cuento lo que me pasaba a mí con todo eso que estaba sucediendo en esa época.<br />

–Claro, y así se terminan generando relatos como el de una historia de amor<br />

en el Servicio Militar Obligatorio. Sí, que además, si te ponés a pensar, es la única<br />

historia de amor que hay en el libro. Si bien hablo de tres novios en el libro, la historia<br />

de amor es esa. Son cosas que en realidad pasan todo el tiempo pero yo lo narro<br />

en forma de meme. Contar una historia de amor en el medio de la colimba en plena<br />

Guerra de Malvinas, me parecía que era algo que hacía falta. También me parecía<br />

que sí o sí tenía que hablar del sida. Porque hablaba de las drogas, hablaba de sexo y<br />

si no hablaba del sida no estaba siendo fiel a la época que quería retratar.<br />

–En este sentido surge la pregunta acerca de si hay elementos subordinados<br />

a otros. ¿Las experiencias personales se cuentan para poder retratar un<br />

momento histórico o el momento histórico está retratado para poder contar<br />

estos relatos? Conté las historias que me permitía retratar esa época en particular.<br />

Tenía un montón de historias y sigo teniendo un montón, que las guardo para la segunda<br />

parte. Pero lo que se hizo fue una selección en función de un todo. Si el libro<br />

fuese un electrocardiograma los relatos marcan los altos y los bajos. Entonces primero<br />

buscaba la historia, por ejemplo el debut en la tele, ATC, y a todo eso le agregaba<br />

el entorno histórico. Pero me encanta que surja esta pregunta porque está pensado<br />

así: primero escribí las historias y después empecé a armar el contexto.<br />

–En relación a esa época retratada no hay un juicio de valor. No hay un<br />

tono nostálgico respecto de esos tiempos pero tampoco se plantea como<br />

una mala época a pesar de todas las adversidades por las que pasa este<br />

personaje que cuenta las historias. Es que no me quería regodear ni en el<br />

drama, ni en la tragedia, ni en la pobreza. Quería contar cosas muy crudas, como el<br />

velorio de mi viejo, pero que fuera como una película italiana. Quería que todo fuese<br />

tragicómico. Yo no me regodeo en esas situaciones. Si te fijás, todas las historias<br />

terminan mal: se llevan el cajón, la plata se pudre, la guerra es un desastre, pero el<br />

personaje nunca pierde la esperanza.<br />

68<br />

69


TV / SERIES<br />

POR LAURA BERTI<br />

–De hecho el lector en ningún momento siente lástima<br />

por ese sujeto. Jamás. Porque todo termina mal, hasta cuando<br />

llega el éxito en la radio, pero todo eso en realidad lleva a<br />

pensar que no hay finales felices ni fantásticos. Entonces lo<br />

que yo traté de hacer fue contar mis malos momentos con<br />

humor, y que si estoy acá es porque algo de todo eso salió bien.<br />

–Sí, además esos finales le hacen poner el foco al lector<br />

en otro lado. Ver la felicidad en detalles propios de la<br />

historia más que en un resultado. Claro, en el desarrollo<br />

de la historia. Sí, esa idea de correr el foco. Como en la<br />

historia del encuentro con Guillermo Francella, que no<br />

vamos a decir qué pasa.<br />

–¿Qué lo llevó a escribir este libro? Yo quería hacer un<br />

libro...<br />

–¿Desde cuándo y por qué? Desde siempre. Quería un<br />

libro que tuviera mucho color. Que puedas abrirlo acá y decir<br />

“de qué habla”, que puedas abrirlo acá y decir “pará, ¿acá<br />

qué está haciendo?”. Que tuviera un montón de data pero<br />

que respondiera a esa frase de Borges: “el arte que entreteje<br />

naderías”. Nada de lo que está en este libro importa, pero<br />

todo es historia. Yo quería hacer un libro así, que estuviera<br />

lleno de trivialidades.<br />

–Además de todo eso en cuanto al contenido, es casi un<br />

libro objeto, desde lo estético sobre todo. Sí. Lo que nos<br />

peleamos… Porque éramos tres personas decidiendo cómo<br />

se iba a ver. Yo hice todo lo que quise. Todos los collages<br />

están hechos a mano. Todo cortado y pegado, nada hecho<br />

digitalmente. Lo único que le falta es tapa dura pero todo el<br />

mundo me dice que si es como una revista está bien así.<br />

–En un momento del libro se dice que la creatividad<br />

está necesariamente ligada a la libertad. ¿En su carrera<br />

tuvo que sacrificar parte de esa libertad para poder<br />

hacer algo o siempre se sintió plenamente libre? En<br />

el 98% de los casos. Porque hasta cuando escribía televisión<br />

siempre dejaba entrever lo que yo quería decir. Tuve productoras<br />

que me obligaban a trabajar de una determinada manera<br />

pero yo siempre hice eso de la huelga japonesa: cuando<br />

no me dejás hacer algo, yo hago lo que vos querés por tres, y<br />

a la larga me vas a terminar dejando hacer lo que yo quiero.<br />

Cuando hice La Liga, que fue un programa muy difícil, trabajaba<br />

siete por veinticuatro. Todas las notas que no querían<br />

hacer los demás periodistas me las agarraba yo porque, salieran<br />

o no al aire, a mí me iban a servir, y así terminé siendo el<br />

conductor del programa. Yo creo que uno tiene que transar,<br />

más en este laburo, donde uno le habla a todo el mundo y no<br />

todo el mundo va a pensar como uno. Pero lo que uno nunca<br />

tiene que dejar son los ideales. Uno siempre tiene que decir<br />

lo que quiere decir. Se puede decir de muchas maneras diferentes,<br />

agrediendo, sin agredir, humillando, sin humillar, con<br />

humor, sin humor. Uno tiene que ir probando. Va a haber un<br />

momento en el que pueda decir todo lo que quiera.<br />

–La creatividad está entonces, muchas veces, en el<br />

método con el que ejercemos esa libertad. Claro. En<br />

practicar esa libertad. En algún momento vamos a tener que<br />

pedir perdón, y en muchos otros no, lo van a agradecer.<br />

–Hablando de la televisión, en uno de los relatos dice<br />

que Juan Castro fue el primer homosexual en salir del<br />

closet en los medios, y usted el segundo… Y Fernando<br />

Peña el tercero. En realidad, éramos los primeros homosexuales<br />

haciendo de homosexuales.<br />

–¿Cómo ve la época actual en relación a temas como la<br />

sexualidad, teniendo en cuenta aquella época? Me hace<br />

muy feliz. A veces pienso lo duro que fue para todos nosotros<br />

y me encanta que una piba pueda andar por la calle queriendo<br />

ser pibe, y un pibe queriendo ser piba, y que los padres<br />

puedan entender que no siempre es una etapa sino que es<br />

una elección de vida. Creo que esta es una época maravillosa<br />

para ejercer las libertades personales y que estamos pasando<br />

un momento muy dramático en el país, de una crisis siniestra,<br />

pero creo que humanamente se nos está permitiendo ser lo<br />

que queremos ser. Y eso tiene que ver con que el mundo se<br />

está adaptando a las minorías. Porque todos en algún punto<br />

somos una minoría, ser hijo único puede ser una minoría. En<br />

mi opinión, el mundo se está dando cuenta de que hay gente<br />

que quiere vivir de otra manera y yo celebro eso. Y lo que<br />

me gustaría es que se supiera que hubo gente que abrió ese<br />

camino. Y no hablo de mí, eh, hablo de Sandra Mihanovich<br />

y Celeste Carballo, de Marilina Ross. A veces<br />

nos olvidamos que en los 80 fueron las mujeres, las primeras.<br />

Así como fueron las madres, las abuelas, fueron las lesbianas.<br />

Pero igual creo que hay que seguir rompiendo algunos paradigmas,<br />

porque lo que en la época del libro pasaba con los<br />

homosexuales hoy pasa con las travestis por ejemplo.<br />

–¿Cuál es su relación con el éxito? No lo sé. Yo todavía<br />

soy una promesa. Creo que todavía no me llegó mi momento,<br />

que a lo mejor no llegue nunca o llegue con la literatura. Yo<br />

siento que se agrandó el barrio, y que los vecinos que saludaba<br />

ahora están desparramados por espacios más amplios<br />

Falco (2018)<br />

Falco es la versión mexicana de una serie alemana titulada<br />

Der letzte Bulle que lleva más de cinco temporadas triunfando<br />

en diferentes países. La trama gira alrededor de Alejandro<br />

Falco (Michel Brown), un detective de homicidios<br />

que está casado y tiene una hija recién nacida. Durante<br />

un operativo policíaco, recibe un disparo en la cabeza que<br />

lo deja en coma durante 23 años. Al despertar descubre que<br />

su esposa se casó con otro hombre y que su hija ahora es<br />

una mujer. El mundo que lo rodea ha cambiado totalmente<br />

y no tiene ni la menor idea de cómo funciona Internet o<br />

la redes sociales. Gracias a que no perdió su dotes profesionales,<br />

logra recuperar su antiguo trabajo y se enfrenta a<br />

diferentes casos utilizando sus métodos anticuados. Se trata<br />

de un hombre de los 90 en el México de hoy; la serie va y<br />

viene entre el pasado y el presente, comparando cómo era<br />

la vida antes y cómo es en 2018. Se habla de todo, desde el<br />

nuevo papel de la mujer hasta el hecho de que ahora está<br />

prohibido fumar en lugares públicos pasando por los teléfonos<br />

celulares, las memorias USB y muchos otros detalles<br />

más. Conforme nos metemos en sus capítulos, es difícil no<br />

sentir empatía. Su protagonista es un tipo de carne y hueso,<br />

un joven, un viejo, un enamorado, un abandonado, una<br />

criatura desesperada, una persona que a fuerza de golpes<br />

se ha vuelto sabia, que le ha perdido el temor a la muerte.<br />

Todos tenemos algo de él, o de su mujer, o de su hija, o de<br />

su padre, o de sus amigos, o de sus enemigos. Todos somos<br />

Falco. Si hay un responsable de lograr esa conexión entre<br />

la ficción y los espectadores es Ernesto Contreras, uno<br />

de los mejores directores de cine mexicano, genio creador<br />

de obras multipremiadas como Sueño en otro idioma, Las<br />

oscuras primaveras y Párpados azules, como así también la<br />

serie El Chapo<br />

The Honourable Woman (2014)<br />

Secretos ocultos dentro de otros secretos, como muñecas<br />

rusas que se van abriendo una tras otra. Así funciona la<br />

trama en The Honourable Woman, de los creadores de The<br />

Shadow Line. “Tú no tienes secretos, los secretos te tienen<br />

a ti”. Con esta frase de la serie podemos dar una pista de lo<br />

que nos vamos a encontrar si la vemos. La familia Stein es<br />

judía y acaudalada, y tiene la intención de ayudar en el conflicto<br />

entre Israel y Palestina, aportando su pequeño grano<br />

de arena. Brinda dinero para construir una universidad,<br />

instalar fibra óptica para Internet en Cisjordania y lo que<br />

haga falta. Todo estaría muy bien si no fuera porque hay<br />

más gente de por medio con otros intereses: espías israelíes<br />

y palestinos, el MI5 y MI6, la CIA y todo aquel grupo<br />

de presión que pase por allí. A esto de suma el pasado de<br />

la hija de los Stein, Nessa, y de su hermano, Ephra, que<br />

vamos conociendo capítulo a capítulo mediante flashbacks.<br />

Nos presentan una enorme madeja que hay que ir desembrollando<br />

en ocho capítulos. No hace falta más. El tiempo<br />

justo para entrar en la historia, disfrutarla y salir, con un<br />

final pensado desde el principio<br />

70 71


Entrevista<br />

diez<br />

Daniel Balmaceda<br />

De cuando la ropa<br />

era más valiosa que<br />

la tierra<br />

Dialogamos con el periodista e investigador sobre Qué tenían puesto. La moda en la Historia Argentina<br />

(Sudamericana), su flamante libro que reúne las anécdotas más sorprendentes en torno en torno a<br />

los atuendos que se usaron en cada época del país, algo fundamental para entender nuestro pasado<br />

POR Victoria Lescano


Qué tenían puesto. La moda en la Historia Argentina (Sudamericana)<br />

representa el primer libro referido al anecdotario<br />

sobre representaciones de la moda en la historia de Daniel<br />

Balmaceda (Buenos Aires, 1962). Setenta postales de usos y<br />

costumbres fechados entre la época prehispánica y 1960 que<br />

indagan en los peinados y peinetones, los fracs de los presidentes,<br />

el dandismo de Belgrano, los ponchos y la ropa gaucha,<br />

los hábitos para sacerdotes, los suspensores de seda, los<br />

pañuelos y ponchos de vicuña realizados por Paula Albarracín,<br />

la gomina de los tangueros, los guardapolvos blancos, los fracs<br />

de los presidentes, entre muchas otras arbitrariedades.<br />

–En el prólogo citó el Tratado de la vida elegante de<br />

Honoré de Balzac y su afirmación “quien quisiera investigar<br />

la indumentaria de un pueblo en cada época,<br />

conseguirá hacer la historia más pintoresca y más nacionalmente<br />

verdadera”. ¿Fue el disparador? Al tema de<br />

la moda lo había transitado de modo circunstancial. Hace un<br />

tiempo escribí una historia de las palabras. Encontré material<br />

que me interesó vinculado con la moda, el desarrollo del<br />

velcro o de la bikini. El segundo paso fue advertir que para<br />

las generaciones más jóvenes, los tiempos de Manuelita De<br />

Rosas se confunden con los vestidos de la línea Imperio; los<br />

actos escolares recrean la imagen de los peinetones cuando<br />

aparecieron mucho después. Me pareció interesante ver los<br />

cambios y acentuar su relación con la Revolución Francesa,<br />

la Revolución Industrial, la Revolución de Mayo y las guerras<br />

mundiales, y ver cómo influyeron en los estilos. En la Argentina<br />

se generó una moda particular e independiente del estilo<br />

de España pero luego, con la llegada de la inmigración<br />

europea se percibieron sus aportes. En la representación del<br />

hombre de campo, se lo ve con una bombacha y un par de<br />

alpargatas, pero a la primera gran remesa de bombachas las<br />

compró Urquiza y provenían de los turcos, mientras que las<br />

alpargatas era el calzado de los vascos.<br />

–¿Cúales fueron las fuentes y el método para analizar<br />

la moda en la historia argentina? Muchos de los datos históricos<br />

aparecen en las actas del Cabildo, donde se discutía<br />

cuánto debía pagarse a un barbero, y en la correspondencia<br />

comercial. El acervo del Museo Histórico Nacional es una<br />

fuente constante de información. La ropa también quedaba<br />

documentada en los testamentos; en las herencias la ropa era<br />

primordial y hubo legados de ropa fechados hasta 1860. En<br />

Argentina hay muy buenas hemerotecas y archivos pero algunos<br />

temas de la moda me resultaron más fáciles de investigar<br />

en la Biblioteca Pública de Nueva York, donde conseguí infinitos<br />

libros y diarios. Al desarrollo del sombrero Panamá y a la<br />

historia de la barbas los investigué allí. Acá me costaba mucho<br />

conseguir información.<br />

–En un fragmento demostró los valores de la ropa en<br />

relación a las tierras y cómo el hijo de Rodrigo Ortiz<br />

de Zárate, uno de los participantes de la Fundación de<br />

Buenos Aires, cambió unas tierras de la Recoleta por un<br />

ajuar que consistió en “un par de calzones, una capa de<br />

terciopelo, un chaleco de manga larga y una casaca con<br />

hilos dorados que protegían de las flechas”. Fue casi en<br />

los comienzos de Buenos Aires. La ropa era un elemento de<br />

lujo y la pobreza era tal que los aldeanos iban vestidos con arpillera.<br />

La ropa lujosa marcaba un rango social pero además era<br />

un elemento defensivo y era más valiosa que la tierra. Por entonces<br />

sobraban tierras y faltaban ropas. Hubo pobladores que<br />

habían perdido el entusiasmo con Buenos Aires y se iban a otros<br />

destinos, dejaban la tierra y se llevaban ropa, monturas o guitarra.<br />

Francés De Beaumont y Navarra, un gobernador de<br />

Buenos Aires durante veinte meses, se reunió en 1604 con el<br />

administrador de las tierras de Recoleta para pautar el trueque.<br />

Buenos Aires era un puerto alejado del tránsito comercial: llegar<br />

acá implicaba alejarse de las rutas habituales y los impuestos<br />

eran muy altos, de ahí que el recorrido habitual de los barcos<br />

llegara hasta Brasil.<br />

–Los hitos de la sastrería parecen recorrer su investigación,<br />

empezando por el primer sastre llegado a la Argentina<br />

desde Portugal y su vara tramposa. Se llamó Sebastián<br />

De La Vega y el registro más antiguo de su presencia en<br />

el Río de la Plata corresponde a 1602, cuando diseñó, cortó y<br />

cosió para el gobernador Hernandarias. Se descubrió que<br />

vendía menos género de lo que decía debido a que entre sus<br />

pertenencias había una vara más corta para tomar las medidas<br />

y que cobraba más por menos telas. Fue condenado pero finalmente<br />

hubo que perdonarlo porque de lo contrario se quedaban<br />

sin sastre. En aquella Buenos Aires lejana, era usual que la mujer<br />

fuera instruida para hacerse su ropa; en cambio el hombre, en<br />

general, compraba y encargaba a los sastres.<br />

–¿Cúales fueron la señas particulares de los hombres<br />

que se desplazaban por Buenos Aires con tacos y espada?<br />

Esa moda fue muy común en nuestra tierra promediando<br />

el siglo XVII, cuando en Buenos Aires los hombres se vestían<br />

con capas, tacos y una espada, tal como los mosqueteros de<br />

Alejandro Dumas. Desde el punto de vista iconográfico nos<br />

cuesta incorporarlos en el imaginario local. La moda que se<br />

impuso en Francia fue copiada por la corona española. El gobernador<br />

Francisco De Céspedes y sus dos hijos vestían<br />

de negro con sombrero de ala ancha, botas con hebilla y un<br />

segundo juego de medias de encaje cuya textura se desplegaba<br />

para lucirlas y tapar el cuero.<br />

–¿Se propuso, con este libro, aclarar errores conceptuales<br />

referidos a los estilos indumentarios? Las historias ya<br />

instaladas son las más difíciles de deshacer, sobre todo en el<br />

contexto familiar. Si mi abuelo me dijo que Sarmiento inventó<br />

el guardapolvo queda como una verdad absoluta. Trato de<br />

avanzar por esos terrenos, aclarando los asuntos. Pero en 1915<br />

una maestra de la escuela Pizarro, situada en Recoleta, reunió<br />

a los padres para referirse a los contrastes entre las ropas de<br />

los alumnos y en 1918 compró telas blancas con sus ahorros y<br />

mandó a hacer guardapolvos que luego distribuyó en las aulas.<br />

Y en 1904 ya se habían referido al tema Pablo Pizzurno y una<br />

maestra de manualidades de una escuela de Avellaneda. A la<br />

silueta de los tiempos de Manuelita de Rosas se la confunde<br />

con los vestidos de la línea Imperio. Los actos escolares re-<br />

crean la imagen de los peinetones cuando aparecieron mucho<br />

después. También refiero a Coco Chanel, la diseñadora a<br />

quien se la adjudica poner de moda –además de la apropiación<br />

de las ropas masculinas– los bronceados. Se dijo que ella<br />

impuso esa moda al quedarse dormida en el Mediterráneo.<br />

Pero mucho antes de ello se instauró la helioterapia como una<br />

cuestión de salud. Cuando se desarrollaron los balnearios comenzó<br />

la industria de los trajes de baño. Considero que en la<br />

Argentina se generó una moda particular e independiente del<br />

estilo de España pero luego, con la llegada de la inmigración<br />

europea, se percibieron sus aportes.<br />

–El anecdotario destaca la historia de un peluquero<br />

francés que fue condenado por robar en las casas de sus<br />

clientes y también indaga en los mensajes políticos implícitos<br />

de los peinados. Monsieur Levant fue un peluquero<br />

que, como muchos aventureros, llegó a Buenos Aires después<br />

de haber recorrido otros lugares. Al<br />

instalarse fue muy valorado y se transformó<br />

en el peluquero de las principales<br />

familias. Hasta que se descubrió<br />

que en muchas casas faltaban objetos<br />

de valor y el común denominador fue<br />

que habían sido visitadas por él. Se<br />

consideró enviarlo a las Islas Malvinas,<br />

el lugar al que se mandaban a los indeseables.<br />

Por otro lado la raya del peinado<br />

siempre tuvo una connotación<br />

política antes y después de 1810. En la<br />

Argentina se la marcó para diferenciar<br />

a los realistas de los patriotas, ya por su<br />

raya a la izquierda o a la derecha. En<br />

los bailes se los podía identificar según<br />

el gesto. San Martín usó su peinado<br />

con raya acentuada más a la derecha<br />

que los demás estadistas.<br />

–¿Y cómo se forjó la colección de<br />

ponchos de San Martín? El sobretodo<br />

natural era el poncho de los quechuas.<br />

Al principio, en las ciudades<br />

de mayor poder adquisitivo no estaba bien visto el poncho.<br />

José de San Martín lo incorporó por sus cualidades impermeables<br />

y tuvo varios que se preservaron y se exhiben en museos.<br />

El blanco de vicuña que le entregó el cacique Ñacuñán al pie<br />

de la Cordillera de los Andes, luego de solicitar un permiso a<br />

los nativos, tenía tramas azules y flecos blancos y negros; por<br />

decisión de su nieta fue donado al Museo Histórico Nacional.<br />

También usó un poncho chileno llamado “chamal”, más corto<br />

y cuadrado, en color ocre con guantes amarillos y un sombrero<br />

de paja, tal como lo describió Manuel de Olazábal. Se documentó<br />

un poncho que usó para camuflarse con los lugareños<br />

al llegar a San Lorenzo en 1818. En 1821, el virrey José de<br />

la Serna le obsequió en Perú un poncho de alpaca teñido de<br />

azul con un cuello de seda y que se conserva en el Museo Colonial<br />

Histórico de Luján. En 1843, cuando el poeta cordobés<br />

Hilario Ascasubi lo visitó en Francia, le regaló un poncho<br />

indígena. Su caso es todo lo contrario al de los ponchos de<br />

Güemes. Si bien no puede no haber usado poncho no hay<br />

ningún registro ni prendas que se le adjudiquen entre las que<br />

conservan en el Museo Histórico Nacional. Recién en 1932<br />

se hizo un homenaje a Güemes: un grupo de paisanos decidió<br />

hacerse un poncho colorado con una franja negra en señal de<br />

luto y ya habían pasado más de cien años de su muerte.<br />

–Otro dato atractivo es la historia de la gomina ideada<br />

por el farmacéutico José Antonio Brancato y cuya fórmula<br />

acompañó tanto al estilo Tango como al furor del<br />

corte Garçonne. Luego de estudiar en la UBA y trabajar en<br />

el Hospital de Clínicas, Brancato (con 34 años) instaló en<br />

1922 la Farmacia Británica en Florida y Viamonte. Desde allí<br />

apostó al agua de colonia y a un compuesto derivado de la<br />

goma tragacanto que se obtenía de los árboles de Rusia y lo<br />

bautizó gomina. Las primeras usuarias<br />

fueron las mujeres que se habían cortado<br />

el pelo. Recién en 1925 causaron<br />

furor entre los hombres que se proclamaron<br />

“engominados” y hubo desabastecimiento.<br />

Algunos argentinos se<br />

llevaron sus frascos de gomina a Europa,<br />

de ahí que el periodista Octavio<br />

González Roura, corresponsal del<br />

diario Crítica en París, decidió crear<br />

la Societé des Laboratoires Gomina<br />

Argentine, que fue promocionado en<br />

París por Carlos Gardel.<br />

–¿Cómo se imagina un desfile referido<br />

a los hitos de la historia argentina<br />

en quince o treinta prendas,<br />

tal como se estila en la industria de<br />

la moda actual? ¿Qué estilos estarían<br />

presentes? El desfile cronológico<br />

reflejaría cómo la falda fue subiendo,<br />

mientras que la figura se estrechó. Los<br />

momentos de preponderancia de los<br />

sombreros de estilo Art Nouveau con<br />

flores y frutas cuya prohibición en los teatros disparó fuertes<br />

discusiones y un debate del que participó el intendente Manuel<br />

Güiraldes. El momento de 1926 en que las faldas se<br />

acortaron y una cronista de Caras y Caretas autoproclamada<br />

“Frivolina” argumentó en su contra: “El torneado gentil de la<br />

pierna femenina sufre un verdadero accidente en las rodillas;<br />

y la mujer elegante, la que sabe valorar lo que atañe al buen<br />

gusto, tendría siempre en cuenta esa especie de imperfección<br />

que rompe tan a menudo la armonía de las piernas”. Exaltaría<br />

las minifaldas de 1967, que en la Argentina fueron más largas<br />

que en Londres. El desfile demostraría que la mujer eligió estar<br />

más cómoda. Mientras que en relación a la ropa masculina, reflejaría<br />

tradiciones asentadas durante varias décadas porque los<br />

cambios en el vestuario masculinos siempre fueron más lentos<br />

y menos audaces<br />

74 75


RECOMENDADOS INFANTILES / JUVENILES<br />

POR MARÍA FERNANDA GUILLOT<br />

Entrevista<br />

once<br />

UN DUETO OSCURO<br />

Victoria Schwab<br />

Puck<br />

Kate Harker quiere demostrar que es inhumana<br />

y provocar terror en los demás. August<br />

Flynn quiere ser humano, pero es un sunai,<br />

el monstruo más poderoso. Los dos viven en<br />

una ciudad sesgada, bajo un acuerdo de paz<br />

que está a punto de estallar. Kate y August<br />

están entrenados para destruirse uno al otro.<br />

Sin embargo, no lo hacen. Lo que deciden<br />

es lo que Victoria Schwab narra en Una<br />

canción salvaje, un relato con sutilezas que<br />

encandilan.<br />

Un dueto oscuro es la secuela de esa novela.<br />

Kate Harker se convirtió en una cazadora de<br />

monstruos, tan despiadada como su deseo.<br />

August Flynn ya no reniega de su naturaleza,<br />

al contrario. Empezó la guerra y, con<br />

ella, nuevas epopeyas.<br />

50 IDEAS PARA CREAR<br />

Y JUGAR CON PEPPA<br />

Altea<br />

¡Piedras, papel y tijera! También, retazos de<br />

tela, plasticola, brillantina, cartulina, harina,<br />

algodón y cualquier elemento que se pueda<br />

pegar, bordar o pintar. En este libro, Peppa<br />

Pig despliega propuestas de actividades en<br />

clave lúdica: invita a construir el submarino<br />

del abuelo Rabbit, conejitos de cartón, su<br />

teatro, la pulsera de la amistad, un castillo de<br />

cuento, el sombrero pirata de Danny, alas de<br />

hada y farolitos chinos, entre otras manualidades.<br />

También aporta consignas de juegos y<br />

relatos que convocan la imaginación.<br />

50 ideas para crear y disfrutar con Peppa<br />

está sugerido para chicos de entre cuatro y<br />

siete años.<br />

MATILDA<br />

Roald Dahl | Ilus. Quentin Blake<br />

Alfaguara<br />

Hace treinta años, un 1° de octubre, se<br />

publicó un libro que rompió un estereotipo<br />

de la literatura infantil: el de las protagonistas<br />

sufrientes. Matilda no cae en la trampa<br />

de la victimización ni en la de la condescendencia.<br />

Con solo cinco años, es valiente,<br />

se cuida a sí misma, tiene empatía y una<br />

inteligencia poderosa.<br />

Matilda es una molestia para sus padres,<br />

dos personas tan mediocres como soberbias,<br />

que insisten en considerarla una estúpida.<br />

Las cosas no van mejor con la directora de<br />

la escuela, la cruel señora Trunchbull. Pero<br />

Matilda piensa y actúa. Se rebela contra la<br />

injusticia y la infelicidad.<br />

Hay muchos motivos para leer esta novela.<br />

Aprender de Matilda es solo uno de ellos.<br />

Germán<br />

Garmendia<br />

Luego de #Chupaelperro, el youtuber<br />

chileno que suma cerca de setenta<br />

millones de seguidores en todas sus<br />

redes sociales, regresa al mundo<br />

editorial con Di hola, su primera y<br />

esperada novela (Planeta)<br />

¡CAMPEÓN! EL SUEÑO DE TONY<br />

Antoine Griezmann<br />

B De Blok<br />

Tony Grizi tiene 9 años y una meta camuflada<br />

de anhelo: jugar en el equipo Sub<br />

13 de la Unión Futbolista de Mâcon. Una<br />

tarde, una casualidad se convierte en su<br />

oportunidad. El lector deduce que detrás de<br />

ese logro hubo un entretejido de habilidad,<br />

lucidez, estrategias y esmero.<br />

La historia de Tony es la del futbolista Antoine<br />

Griezmann, delantero del Atlético<br />

de Madrid y de la selección francesa. No se<br />

trata de la fábula de una consagración deportiva,<br />

sino de un relato con la épica de la<br />

realidad. De esa instancia en que los sueños<br />

se convierten en determinaciones.<br />

DIARIO DE PILAR EN CHINA<br />

Flavia Lins E Silva | Ilus. Joana Penna<br />

V & R Editoras<br />

En la tapa se lee: “La historia de Gio, un<br />

niño con un cromosoma de más”. Pero<br />

también –y sobre todo– es la de Giacomo, su<br />

hermano mayor y autor del libro. Un chico<br />

que ama a Giovanni, pero que también siente<br />

vergüenza por él porque Gio tiene síndrome<br />

de Down. Es distinto. Finalmente, Giacomo<br />

se da cuenta de que eso que diferencia a su<br />

hermano de los demás lo hace único. Decide<br />

grabar ese mundo de singularidades y compartirlo<br />

en YouTube. El video se llama The<br />

Simple Interview y dio origen a este libro tan<br />

especial como su protagonista.<br />

Sin sensiblerías ni golpes bajos, se lee con<br />

una sonrisa.<br />

MIEDO<br />

Kevin Brooks<br />

Fondo de Cultura Económica<br />

¿Qué sucede cuando un chico que sufre<br />

terror patológico tiene que asumir riesgos?<br />

A Elliot lo espantan Papá Noel, el color<br />

rojo, las personas extrañas, todo lo que está<br />

afuera de su casa y casi todo lo que está<br />

dentro de su mente. Elliot solo confía en su<br />

madre, su tía Shirley, el doctor y las pastillas<br />

amarillas que él le receta.<br />

La víspera de Navidad, el niño se da cuenta<br />

de que va a quedarse sin medicación y su<br />

madre decide ir a la farmacia. Pasa el tiempo<br />

y ella no regresa ni tampoco lo llama para<br />

tranquilizarlo. Cada vez más angustiado, él<br />

decide salir a buscarla. Lo que encuentra, en<br />

cambio, son alimentos para su miedo voraz.<br />

“Fui escritor<br />

antes que youtuber”<br />

Germán Garmendia (Copiapó, 1990) tenía apenas 20 años<br />

cuando empezó a subir videos a YouTube y su vida cambió<br />

de un modo abrupto. Actualmente es el segundo youtuber<br />

con más suscriptores del mundo y el primero hispano. Aunque<br />

su talento incuestionable son las redes, tiene una fuerte<br />

pasión por la música y su sueño, como el de tantos, es llegar<br />

a Hollywood. Su primer libro #Chupaelperro (Alfaguara,<br />

POR Nando Varela Pagliaro<br />

2016) fue un best seller absoluto. Se trató de una serie de<br />

consejos divertidos, en línea con su producción visual. Ahora<br />

acaba de lanzar Di hola, una novela que relata la historia de<br />

Oscar, un escritor exitoso y pesimista, que cambia al conocer<br />

a Natalie, quien lamentablemente muere. Como legado, le<br />

deja una serie de videos con consignas, para que pudiera<br />

salir adelante.<br />

76<br />

77


–Empecemos hablando<br />

del libro, ¿cómo surgió<br />

la idea de la novela? Lo<br />

complicado fue pensar en la<br />

historia de Natalie y Oscar,<br />

pero no solo en su historia,<br />

sino también en el tipo de<br />

personajes y en su esencia.<br />

Para eso lo que hice fue mirar<br />

mucho hacia atrás y traté<br />

de pensar por qué estas dos<br />

personas son así, por qué<br />

se encontraron y por qué<br />

tienen sentido. Con Oscar<br />

se me complicó bastante<br />

porque muchas veces es una<br />

persona difícil de querer ya que es bastante egocéntrico y muy<br />

enfocado en sus miserias. A pesar de que tiene mucho éxito,<br />

siempre se las ingenia para hacerse la víctima.<br />

–Me habla de Oscar y Natalie, ¿con cuál se identifica<br />

más de los dos? ¿Hay cosas de ambos en usted? Creo<br />

que ellos dos tienen un poquito de todos porque todos en<br />

algún momento somos bastante pesimistas, estamos centrados<br />

en nosotros mismos, pero también somos personas que,<br />

de vez en cuando, tratamos de ver el lado positivo de los problemas<br />

e intentamos levantarnos con el mejor ánimo posible.<br />

Quizás no siempre, pero estamos todo el tiempo pingponeando<br />

entre Natalie y Oscar.<br />

–Viene de las redes sociales, donde el feedback es casi<br />

inmediato; en la literatura eso es muy distinto. ¿Cómo<br />

está haciendo para manejar la ansiedad? Es bastante<br />

raro porque yo estoy acostumbrado a que subo un video y al<br />

segundo ya veo si gustó o no. Aprendes y sigues avanzando.<br />

En cambio, con el libro el proceso ha sido más largo. Hasta el<br />

día de hoy, en las firmas de ejemplares, la mayoría llega con<br />

el libro a medio leer. Son muy pocos los que lo han terminado<br />

porque el tiempo ha sido escaso desde que lo lancé, pero por<br />

suerte hasta ahora he recibido un buen feedback. Además,<br />

mis nervios son mayores porque el libro no tiene nada que ver<br />

conmigo, simplemente es una historia que yo creé. Todo es tan<br />

nuevo que no sé si va a funcionar, si las personas que lo van a<br />

leer van a tener la sensación de que leyeron algo que les ayudó<br />

o que los transportó a alguna historia.<br />

–¿Le da miedo la repercusión que pueda tener? Porque<br />

es la primera vez que no pone su cuerpo en un<br />

proyecto… Es complicado porque siempre estoy contando<br />

historias, pero siempre estoy delante de cámara y mis<br />

seguidores siempre están involucrados con eso. Además,<br />

como hago videos todos los días, si alguno no es bueno me lo<br />

perdonan porque sigo siendo yo, pero ahora es totalmente diferente.<br />

Aunque también debo decir que lo pensé así: quería<br />

lanzar algo que no tuviera nada que ver conmigo, quería que<br />

si alguien llegara a pasar por una librería y viera el libro, lo<br />

juzgue por el contenido y no por quién lo escribió.<br />

–Muchos imaginan que está todo el día con el celular<br />

grabando videos. ¿Qué momentos se dio para la escritura?<br />

Le dediqué todas mis tardes, porque por las mañanas para<br />

mí YouTube es todo. Después de comer siempre tengo tiempo<br />

para trabajar en cualquier otro proyecto. Igual, reconozco que<br />

fue muy complicado porque para mí es difícil estar sentado<br />

y pensar en una sola cosa. Siempre estoy con varias cosas a la<br />

vez, pero para el libro tuve que poner toda mi concentración.<br />

No puedo estar pensando un video si estoy escribiendo el<br />

libro. Fue un proceso de mucha disciplina porque si no iba a<br />

terminar la novela con muchos tonos diferentes.<br />

–Su relación con la escritura de un modo más profesional,<br />

por decirlo de alguna forma, ¿comienza con<br />

este libro o en sus videos hay mucho más guionado y<br />

no tanta improvisación como uno supondría? Cuando<br />

empecé en YouTube, en Hola soy Germán, mis videos estaban<br />

completamente guionados. Por eso creo que fui escritor<br />

antes que youtuber. Luego, cuando creé mi otro canal, Juega<br />

Germán, eso sí ya es más espontáneo: soy yo frente a la cámara,<br />

mucho más relajado. Eso me dio la oportunidad de poder<br />

crear otras cosas. De repente ahí tengo la oportunidad de<br />

hablar de temas más serios. De este modo, les muestro otra<br />

parte de mí a mis seguidores. Eso me ha ayudado a hacer<br />

música y este tipo de libros, por ejemplo. Gracias a ese canal<br />

mi audiencia ya sabe que hay un montón de Germanes.<br />

–La escritura casi siempre suele ir de la mano de la<br />

lectura. En su caso, entre tantos viajes y YouTube,<br />

¿cómo hace para encontrar tiempo para sentarse a<br />

leer? La verdad es que siempre trato de encontrar un tiempo<br />

para leer, pero se me complica bastante. Para este libro he<br />

tratado de leer lo más posible con la intención de aprender<br />

de lo bueno y de lo malo de los libros que leía. No quería que<br />

nadie que leyera el libro dijera que es una novela amateur. Si<br />

bien es mi primera novela, no quería que se viese así.<br />

–¿Quiere mencionar algunos de esos libros que lo ayudaron<br />

mientras escribía Di hola? Cuando te lanzas al mundo<br />

de los libros es un mar muy grande y nunca sabes por dónde<br />

empezar. John Green fue como el primer paso, porque al ser<br />

ambos youtubers sentía que teníamos algo en común.<br />

–¿Piensa que tiene fecha de vencimiento el hecho de<br />

ser youtuber? Creo que la palabra youtuber tiene mucho<br />

que ver con la persona, con el creador. Como en la televisión<br />

hay programas que duran décadas y otros que están solo un<br />

verano, en YouTube es igual. Es muy importante cómo abordas<br />

tu contenido, cómo te reinventas. La palabra youtuber en<br />

general es vista desde afuera y todos piensan que somos iguales,<br />

pero luego si te metes adentro ves que no es así. Es como<br />

decir que la música es toda igual. Hay géneros, hay canciones<br />

más agresivas, más relajadas; hay canciones que duran para<br />

toda la vida y otras que suenan solo un añito en la radio y<br />

luego desaparecen, como el hit del verano. YouTube es lo<br />

mismo: hay muchos youtubers, muchos contenidos distintos,<br />

pero la duración depende solo del youtuber en particular.<br />

–¿Y ahora su camino va más por el lado de los libros<br />

y la música o por el de los videos? Se puede hacer todo.<br />

Obviamente la música y los libros llevan aquí muchos años<br />

más, es un tema más sólido. En cambio, YouTube todavía se<br />

está redescubriendo. Sin embargo, hay youtubers que llevan<br />

diez años y siguen siendo relevantes en todo sentido. Ahora<br />

para saber si el tema de los youtubers seguirá dentro de<br />

veinte años más, depende de los mismos creadores. De cualquier<br />

forma, yo creo que aún falta muchísimo para creer que<br />

esto puede acabarse. YouTube es un lugar donde cualquier<br />

persona puede crear y eso no se puede matar porque hay un<br />

montón de personas que constantemente están compartiendo<br />

su contenido y quieren estar en este medio.<br />

–¿Cree que para la gente de otras generaciones hay<br />

cierto prejuicio con el mundo YouTube? Me da igual<br />

porque creo que eso siempre va a pasar. Ocurrió lo mismo<br />

cuando estaba la radio y luego vino la tele.<br />

–Desde los chats hasta los videos, en la novela hay<br />

mucha tecnología que interfiere en las relaciones. En su<br />

caso, ¿cómo hace para tener vida más allá del celular y<br />

las redes? ¿Se pone ciertos límites? Es complicado porque<br />

es un tema que genera problemas que no existen. Es un teléfono<br />

pero constantemente tu cerebro está pendiente de eso.<br />

Yo trato de hacer cosas puntuales: por ejemplo antes de dormir<br />

mi teléfono no está en la habitación. Lo dejo bastante lejos y<br />

en silencio para no pensar en eso. De esta forma trato de desconectarme.<br />

Cuando estoy con mi novia, el teléfono lo pongo<br />

en mi bolsillo o mirando hacia abajo porque si no nunca paras,<br />

nunca estás en el lugar donde estás físicamente. La tecnología<br />

nos ayuda a conectarnos, pero al mismo tiempo nos desconecta.<br />

De cualquier forma, no creo que sea algo que empezó a<br />

partir de los smartphones, sino que viene pasando hace mucho<br />

tiempo. De hecho, hace poco vi un video sobre tres personas<br />

de más de cien años que daban consejos sobre su vida. Uno de<br />

ellos contaba que cuando tenía doce años se la pasaba con la<br />

radio hasta las cinco de la mañana. Eso de algún modo es muy<br />

similar al niño que ahora se pasa toda la noche jugando Fortnite<br />

y se olvida que tiene que dormir. Eso me ayuda a entender<br />

que estamos lidiando con los mismos problemas. Si hemos<br />

sobrevivido a eso, posiblemente sobrevivamos a esto también.<br />

–A partir de las redes sociales, ¿piensa que es inevitable<br />

que las relaciones sean cada vez más efímeras? Creo que<br />

los millennials nos tuvimos que acostumbrar a lo nuevo, pero<br />

la generación Z ya nació con eso. Como cuando apareció Facebook<br />

y nos conectó con todo el mundo, pero más allá de que te<br />

conecte, también te empiezas a obsesionar con ciertas cosas.<br />

–Por último, ¿cuándo siente que tuvo un día productivo?<br />

Si no trabajé en YouTube siento que no hice nada.<br />

Luego necesito tener un par de reuniones y ahí una vez que<br />

las termino ya me siento bien, siento que terminé el día. Lo<br />

demás ya es extra.<br />

–¿No necesita hacer nada que tenga que ver con lo físico<br />

o con lo espiritual? Trato de pasar tiempo de calidad con<br />

las personas que están alrededor mío, pero eso no lo veo como<br />

algo productivo sino como algo que me genera alegría<br />

78


Entrevista<br />

doce<br />

LLEGAR<br />

Lyna Vallejos<br />

La youtuber y gamer argentina,<br />

que reúne casi siete millones de<br />

suscriptores entre sus tres canales,<br />

finalmente concretó lo que siempre<br />

quiso desde chica: escribir un<br />

libro. Una familia anormal (Altea)<br />

es ya un éxito entre el público<br />

infantil y juvenil. ¿Cómo creó<br />

sus personajes? ¿En qué se<br />

diferencian los seguidores<br />

virtuales de los lectores reales?<br />

¿Cuál es el límite entre la niñez<br />

y la adultez? Aquí algunas de<br />

sus respuestas<br />

Y ESTAR CERCA<br />

POR Martina Leunda<br />

Esta entrevista fue filmada.<br />

Pueden verse algunos<br />

fragmentos destacados<br />

en nuestras redes<br />

yenny.elateneo<br />

yenny_elateneo<br />

Lyna Vallejos (Buenos Aires, 1994) no se cansa. No para y<br />

no se cansa. Tampoco se conforma. Siempre quiere hacer un<br />

poco más para llegar a sus miles y miles de fans que tampoco<br />

se cansan y van con ella a donde ella los lleve. Ahora además<br />

de entretenerlos con sus videos en YouTube –tiene canales<br />

de gaming (Lyna), de su vida y sus viajes (Lyna Vallejos) y<br />

de sus peluches (Lyna y sus juguetes)– los hace leer. Una<br />

familia anormal (Altea, 2018) es un libro que podría describirse<br />

como una condensación de todos ellos. Lyna, Melina, la<br />

Abuela Rita y el Señor Pato, personajes ya conocidos para los<br />

seguidores de la autora, realizan una búsqueda del tesoro que<br />

se convierte en un videojuego a medida que los obstáculos<br />

van apareciendo.<br />

–Cuando recién empezaba su carrera como youtuber<br />

le tuvo que explicar a su madre el significado. ¿Qué<br />

implica hoy en día? Para mí ser youtuber hoy es básicamente<br />

el 90% de mi vida. Le dedico mucho tiempo, me gusta<br />

mucho. Yo había estudiado Comunicación y en un momento<br />

descubrí YouTube y me pareció que era la mejor manera de<br />

comunicarme sin que nadie me dijera cómo, cuándo ni por<br />

qué. Está bueno que se vaya teniendo en cuenta y comprendiendo<br />

porque es a lo que nos dedicamos y está bueno que la<br />

gente empiece a entenderlo.<br />

–Sí, porque está muy instalado la idea de “bueno, pero,<br />

¿a qué se dedica?”. Claro, “¿qué hacés? ¿Hacés videos?”.<br />

Sí pero no es solo hacer videos. Ser youtuber implica muchas<br />

cosas porque sos tu propio productor en todo: sos el que<br />

filma, sos el que edita. Tenés que ir desde la parte creativa<br />

hasta la parte de producción; todo lo tiene que hacer uno.<br />

Después la satisfacción es enorme, pero es verdad que lleva<br />

mucho tiempo.<br />

–Usted además tiene muchos canales... Yo empecé con<br />

un canal de gaming y después de eso empecé a explorar<br />

YouTube y ver qué otras cosas me gustaban. Me gustaba la<br />

comedia, me gustaba hacer blogs sobre mi vida, sobre mis<br />

viajes, me gustaban los juguetes. Hoy ya pierdo la cuenta de<br />

cuántos canales tengo pero eso te mantiene todo el tiempo<br />

trabajando. Porque cuando terminaste en uno, empezás en<br />

otro, cuando terminás en ese, empezás en el otro, y después<br />

decís “bueno, vamos a hacer un show” porque está bueno tener<br />

a la gente cerca, está bueno ver a la gente a la que le hablás,<br />

porque al estar atrás de una pantalla a veces uno pierde<br />

la noción. Uno ve que tiene cien mil vistas en un video pero<br />

no llega a comprender tal vez que son cien mil personas que<br />

vieron ese video. Cuando uno tiene ese contacto cara a cara,<br />

como es en una firma de ejemplares o en un show o en cualquier<br />

cosa que se haga por fuera, es muy bueno porque te da<br />

una idea de lo que es la dimensión, más allá de los números<br />

que se ven a través de la pantalla. Romper esa separación de<br />

lo virtual siempre es genial. Y sí, yo soy medio multifacética,<br />

siempre intento ir a un montón de lados porque me gusta<br />

siempre llegar a la gente. Llegar y poder estar cerca.<br />

–¿Cómo es su relación con la gente? ¿Es diferente la<br />

dinámica con los seguidores de YouTube que con los<br />

lectores del libro? Creo que es más o menos la misma<br />

porque el público es el mismo. Las reacciones cuando me ven<br />

son iguales. Pero sí me ha pasado que los padres lo tomaran<br />

de otra manera. Cuando hago videos en YouTube los padres<br />

me dicen “gracias por entretener a mi hijo” pero con el libro<br />

muchos se me acercaron a decirme “gracias por hacerlo leer”.<br />

Porque con los chicos siempre es el fervor de abrazarnos y demás.<br />

Pero con los padres se ve esa diferencia. Me pareció algo<br />

muy genial que los padres se me acercaran a darme las gracias<br />

por haber escrito un libro. Y me pasaron un montón de cosas;<br />

por ejemplo, conocí la historia de una chica que era disléxica<br />

y que nunca había podido leer un libro, y la madre me dijo<br />

“estoy muy emocionada porque mi hija pudo leer tu libro y fue<br />

el primero que leyó”, y a mí casi se me partió el corazón.<br />

–¿De dónde surgió esa necesidad o deseo de escribir<br />

un libro? Leer siempre me gustó. Y yo siempre pensé en<br />

que algún día iba a escribir un libro. Lo pensaba antes de ser<br />

youtuber y esto no tiene nada que ver con lo que podría haber<br />

escrito. A mí me gustaba el misterio… Quizás, como Evelyn,<br />

hubiese escrito un libro de misterio. Pero era un plan pensando<br />

“algún día lo haré”. Y cuando me propusieron hacer un<br />

libro yo dije que sí, sin dudarlo. No lo dudé porque era algo<br />

que venía pensando y que siempre había tenido ahí desde mi<br />

adolescencia, que me gustaba pero me daba miedo porque<br />

no es que un día te levantás, escribís un libro, lo publicás y<br />

sos exitoso. Algunos sí y otros no. Siempre está ese miedo.<br />

Entonces cuando me lo propusieron dije que sí y enseguida<br />

me puse a pensar de qué se iba a tratar. Y decidí inclinarme<br />

hacia la literatura infantil. Al principio pensé que iba a ser muy<br />

difícil escribir algo para chicos porque nunca fue algo que me<br />

había planteado hacer. Escribirlo fue un desafío, sobre todo<br />

porque intenté que el libro fuera cómico y es difícil hacer reír<br />

y me daba miedo fracasar en eso. Fue un reto pero la verdad<br />

es que la pasé muy bien. Cuando se me iban ocurriendo<br />

las ideas y las iba procesando no podía creer que estuviera<br />

escribiendo eso. Se lo mostraba a mi hermana, que es el otro<br />

personaje que aparece en el libro, para que me diera su visión,<br />

porque obviamente al estar trabajando con el personaje de otra<br />

persona tenés que ver que esa persona se sienta cómoda con<br />

lo que estás escribiendo, y ella se reía. Entonces yo pensaba<br />

“si la pude hacer reír a ella estamos bien”. Iba viendo ese ida<br />

y vuelta, también con mi esposo y él se reía. Me pareció muy<br />

divertido el proceso de creación.<br />

–Hay algo muy interesante en el libro que es que<br />

no se toma a los niños como personas ingenuas sino<br />

como personas pensantes. El libro tiene ironía, humor,<br />

suspenso. Claro. Cuando empecé a plantear el libro y sus<br />

personajes lo primero que pensé fue en hacerlo con el tema<br />

de la familia que es algo que ya en los canales de YouTube lo<br />

muestro mucho. De hecho tengo un show que se basa en la<br />

abuela, mi hermana, yo y el pato. Quería usar a los mismos<br />

personajes. Sobre todo el personaje de la abuela me parecía<br />

un personaje muy rico porque es un personaje bizarro en<br />

sí mismo, permite mucho juego, permite hacer chistes que<br />

81


Entrevista<br />

trece<br />

el personaje mío o de mi hermana no harían pero al ser la<br />

abuela una persona mayor, más experimentada, que vivió<br />

más, permitía un juego de humor distinto. Si bien la obra es<br />

infantil me parecía interesante hacer algún guiño para que<br />

supieran que no los estaba tomando por tontos sino que yo<br />

sé que ellos entienden. De hecho me llegaban las críticas<br />

porque yo pedí que me dijeran qué pensaban del libro. Entendieron<br />

todo y está bueno. No quería hacer un libro plano.<br />

Quería que lo leyeran y sintieran que no le estaba hablando a<br />

un niño, que le estaba hablando a una persona. Y funcionó.<br />

–En los personajes también aparece el traspaso del<br />

límite entre la adultez y la niñez. Hay momentos en<br />

los que pareciera que las niñas fueran las adultas y<br />

la abuela la niña. Sí. La abuela tiene esa cosa. Cuando<br />

empieza el libro digo que todos pensarían que es una adolescente<br />

si no fuera porque no ve nada, porque tiene signos<br />

de la edad. A veces se comporta como chica y a veces se<br />

comporta como grande, o tiene rasgos de persona grande.<br />

Es un personaje que es niña y adulta a la vez. Y las chicas<br />

también pasan por ese proceso de comportarse como nenas<br />

porque ven un tesoro y quieren ir y no les importa nada,<br />

pero a la hora de estar en el lugar frenan y piensan que no<br />

es todo tan fácil y tienen que enfrentarse a algún obstáculo.<br />

Está eso de que las chicas ocupan el lugar de ser las personas<br />

que piensan y la abuela es más impulsiva, y a veces eso<br />

se revierte.<br />

–También se mezclan las esferas entre literatura y los<br />

videojuegos. Este libro está estructurado como si fuera<br />

uno. ¿Eso fue premeditado o surgió? Cuando empecé<br />

a pensar el libro decidí que quería escribir algo con lo que<br />

los chicos se sintieran identificados. Que lo encontraran<br />

parecido a lo que yo hago en otras plataformas y se sintieran<br />

atraídos por ese lugar. Empecé a pensarlo desde ese lado y<br />

a diagramar los personajes en base a su comportamiento en<br />

los videos. Lo que hice fue planteármelo en la cabeza como<br />

un video de YouTube largo. ¿Cómo contaría yo una historia<br />

larga en YouTube? ¿Qué historia haría? Y de ahí lo pasé a<br />

escrito. Ese fue el principio. Después empecé a pensar parte<br />

por parte y hubo partes en las que hice guiños a los juegos<br />

a los que juego. Por ejemplo, en una parte que tienen que<br />

saltar obstáculos es una modalidad que se llama parkour, que<br />

hay en juegos como Roblox y Minecraft. Entonces metí en el<br />

libro un pequeño guiño de lo que hago en el canal.<br />

–¿Qué proyectos tiene en mente? Tengo varios proyectos<br />

a partir del año que viene. Los shows se van a seguir haciendo<br />

porque me encanta el teatro. Probablemente se haga algún juego<br />

mío. Y además de eso me gustaría seguir escribiendo porque<br />

la verdad es que me pareció muy genial la experiencia<br />

Con dos nuevos libros recientemente editados, Felipe Pigna apuesta a acercar aún más la Historia a los lectores más chicos. En<br />

Mujeres insolentes de la Historia recorre una galería de mujeres que desafiaron las convenciones de su época en pos de ampliar l<br />

derechos femeninos. En El cruce de los Andes en cambio intenta contar de manera novedosa un relato conocido, valiéndose de l<br />

eficaces recursos de la historieta<br />

Carlos Tramutola<br />

A prueba y error<br />

El ingeniero industrial confiesa cómo dejó su trabajo en Techint para comenzar un proyecto propio<br />

vinculado a su pasión por los libros. La necesidad de interactuar con personas que sintieran lo mismo lo<br />

llevó a crear Alibrate, una red social de lectores en español con setenta mil usuarios en todo el mundo<br />

POR Antonela de Alva<br />

82


Carlos Tramutola (Buenos Aires, 1972) trabajó siete años<br />

como Gerente de Desarrollo Social en Techint hasta que<br />

sintió que su puesto había cumplido un ciclo. Incluso tenía<br />

ganas de empezar un proyecto propio pero no sabía cuál.<br />

Recién en 2016 decidió renunciar y hasta que finalmente lo<br />

hizo se dedicó a pensar. Durante ese proceso de transición,<br />

leyó algunos libros que no le gustaron y no encontraba con<br />

quién poder compartir sus opiniones. De ese vacío surgió<br />

la necesidad de crear una red social de lectores. Tras varios<br />

encuentros con amigos, le fue dando forma a Alibrate (www.<br />

alibrate.com), donde los usuarios pueden crear una biblioteca<br />

personal (organizando los libros que leyeron o quieren leer),<br />

escribir reseñas, ver videos de recomendaciones especiales y<br />

estar al tanto de noticias sobre literatura.<br />

–¿En qué momento se le ocurrió la idea? Yo me suelo<br />

juntar cada quince días con amigos a comer un asado y jugar<br />

al póker. Y una vez pregunté si alguien había leído unos libros<br />

que tenía y no me habían gustado. Nadie lo había hecho.<br />

Somos siete: hay cuatro que no leen, uno que lee novelas<br />

históricas y del resto ninguno había leído eso. Ahí sentí que<br />

no podía depender de mis siete amigos porque era muy<br />

poca la probabilidad de que alguno hubiera leído un libro en<br />

particular, salvo que fuera un súper clásico. Ahora si el libro<br />

tiene una tirada de diez o veinte mil ejemplares, en algún<br />

lado tiene que haber alguien que lo haya leído. Entonces se<br />

me ocurrió que con la tecnología podía juntar a esos veinte<br />

mil y que cada uno pudiera opinar. Empecé a conectar un par<br />

de cabos y me pareció que faltaba un lugar donde estuviera<br />

toda esa información con opiniones de los lectores sobre los<br />

más variados libros. Armé un equipo con cuatro amigos y los<br />

invité un par de veces a casa, a tomar unas cervezas y discutir<br />

la idea. Les pregunté si les interesaba más descubrir nuevos<br />

libros o conectarse con otros lectores. A uno le gustaba lo<br />

primero, a otros lo segundo. Cuando descubrí que existía<br />

Goodreads, mi idea no tenía esa forma todavía. Lo empecé<br />

a usar y me gustó pero estaba en inglés. Me costaba mucho.<br />

Sé hablar inglés pero prefiero leer reseñas en español. Y no<br />

había un espacio para los que hablamos en español. Algunas<br />

cosas las hicimos parecidas a Goodreads, otras diferentes.<br />

–¿Cómo logró saltar desde una multinacional a un proyecto<br />

propio? Hay que ser aventurero, yo lo soy. Dejé un<br />

trabajo muy cómodo y diferente. Fue una decisión casi devocional<br />

porque le doy un valor muy grande a estar entusiasmado<br />

con la vida. Y yo con esto estoy entusiasmado. Me gusta<br />

crear algo de cero. Además, está el entusiasmo que uno pone<br />

a los proyectos que son propios. Yo me quedo trabajando los<br />

sábados y no me molesta. Eso no te pasa cuando trabajás en<br />

relación de dependencia. Lo hago porque me divierte, no lo<br />

siento como una carga. Eso para mí no tiene precio. Estar<br />

entusiasmado y entretenido con lo que estás haciendo vale<br />

mucho pero no es para todas las personalidades: hay otros<br />

que prefieren la seguridad y aburrirse un poco. Para mí el<br />

aburrimiento es lo peor del universo.<br />

–¿Tiene miedo de aburrirse con esto en algún momento?<br />

Sí, tengo miedo de tener una personalidad que se<br />

aburra fácil. Igual no me puedo aburrir con esta sensación<br />

de posible fracaso constante. Me conformo con estar varios<br />

años con esto y que sea un proyecto que se vuelva rentable,<br />

que sea exitoso y que funcione, que haya sido una idea que le<br />

sirvió a mucha gente.<br />

–¿Es rentable? No creo mucho en industrias que sean más<br />

o menos rentables. Si uno hace el trabajo correcto y ofrece<br />

algo que falta, que la gente necesita, en general se vuelve una<br />

forma rentable.<br />

–Alibrate depende de usted y sus socios. ¿Qué rol<br />

cumplen los lectores? Lo usan mucho para descubrir<br />

nuevos libros, a partir de leer lo que otros escriben, reseñan,<br />

leen, recomiendan. Todo desde el celular. Otra función que<br />

valoran es la posibilidad de armar una especie de biblioteca<br />

virtual, marcando los libros que leyeron o están leyendo. Hoy<br />

hay gente que no tiene la biblioteca en su casa, con todos los<br />

libros que leyó en su vida. Muchos leen y regalan, ni hablar<br />

de los que leen ebooks, y acá podés marcar todos los libros<br />

que leíste, comentarlos, reseñarlos, etc. También podes ordenar<br />

los que tenés pendientes de leer. Otros valoran mucho<br />

encontrar gente, comentar, compartir likes. A mí me pasa.<br />

Yo escribo una cita de un libro en mi Facebook y la mayoría<br />

de mis amigos no son lectores, me hacen bromas. Acá estás<br />

rodeado de gente de distintos países que lee, que le gusta<br />

eso. Es un lugar donde compartir tu pasión por la lectura.<br />

Creo que encuentran eso. Alibrate aporta voluntariamente e<br />

involuntariamente. Si yo estoy pendiente del like de la reseña<br />

que escribí, entonces entro, escribo otra reseña o leo otra<br />

cosa. Paso cinco, diez o veinte minutos de mi vida hablando<br />

sobre libros. Son mucho más positivos para la humanidad<br />

esos minutos que pasé discutiendo por un libro que esperar<br />

un like por la foto de mi perro. Una vez, un chico contestó<br />

en una encuesta: “Por fin voy a poder usar mi tiempo en<br />

redes sociales de un modo más productivo”. Estamos vivos<br />

y encima encontramos un lugar en Internet donde podemos<br />

fortalecernos. Yo creo que la red ayuda compartir y debatir<br />

lecturas, a que permanezca vivo el libro. No sé si ayuda a<br />

generar nuevos lectores, puede ser.<br />

–¿Ya se han generado comunidades? Aún no. Tenemos<br />

pensado hacer foros y ese tipo de cosas. Sí hay perfiles, de edades,<br />

de lectores que siguen juveniles, que hablan y se comentan<br />

entre ellos. Algunos siguen más a los de su país, otros no.<br />

Estamos desarrollando formas de habilitar más interacción.<br />

–¿Cuál es el público objetivo? Es muy difícil. Seguro<br />

tenemos más mujeres que hombres. Te diría que cerca de dos<br />

tercios son mujeres. Después, en términos de edad es muy<br />

amplio. Con respecto a los países llegamos a México, España,<br />

Argentina, Colombia, Perú y países de habla no-hispana como<br />

Israel o Estados Unidos con gente que habla en español.<br />

–¿Fue un desafío lograr interacción con la plataforma?<br />

Nos llamó mucho la atención la vocación de la gente<br />

por escribir reseñas. Tenemos más de 25 mil. Más que casi<br />

cualquier plataforma que encuentres de libros. La gente<br />

tiene mucha vocación por compartir. Supongo que con Trip<br />

Advisor pasó algo parecido. Hay un usuario que escribió<br />

seiscientas reseñas y además le comenta a otros. Como en<br />

todo, tenes gente que es muy activa y otra que es muy pasiva.<br />

Pero no, no costó tanto. La clave está en darle a la gente el<br />

lugar para dar likes, escribir, buscar. Tiene que ser cómodo,<br />

intuitivo, todo tiene que fluir.<br />

–¿Qué requiere un proyecto tan incierto? Confiar en<br />

la intuición y estar dispuesto a equivocarte. Tenés que estar<br />

psicológicamente abierto a equivocarte y a aceptarlo, probar,<br />

animarse a jugar con cosas. Y estar dispuesto a recibir la crítica<br />

de los usuarios. Vas a seguir mejorando pero en el medio<br />

es difícil. Esto puede funcionar mal un día. Lo importante es<br />

ir corrigiendo los errores<br />

84


Tema de tapa<br />

seis<br />

Turismo oscuro,<br />

una extraña manera<br />

de viajar<br />

POR Agustina Zabaljáuregui<br />

A la hora de elegir lugares<br />

para vacacionar cada uno tiene<br />

sus preferencias. Algunos<br />

solo quieren estar en posición<br />

horizontal sobre la arena<br />

escuchando la música de las<br />

olas. Otros disfrutan de hacer<br />

trekking en zonas montañosas<br />

y mojarse cada tanto los pies<br />

en un lago gélido. A la vez<br />

están aquellos a quienes les<br />

gusta probar comidas exóticas,<br />

aprender idiomas nuevos y<br />

conocer culturas distintas.<br />

Pero también hay quienes<br />

optan por el contacto directo<br />

con la destrucción. Para ellos<br />

existe el turismo oscuro, una<br />

tendencia a la hora de viajar<br />

que no para de crecer<br />

La expansión del turismo oscuro es tal que ya tiene su<br />

propia serie de Netflix. Se llama Dark Tourist y en ella un<br />

periodista neozelandés, David Farrier, viaja sometiéndose<br />

a los tours más raros y tétricos de los cinco continentes.<br />

El término fue creado en 1996 por dos académicos escoceses<br />

del departamento de Hospitalidad, Turismo y Ocio de<br />

Glasgow Caledonian University, cuando intentaban ponerle<br />

un nombre a este gusto por visitar lugares relacionados con<br />

el dolor, la muerte y lo macabro. El tanatoturismo, como<br />

también lo llaman, es objeto de estudio en todo el mundo y<br />

su alta demanda se ha convertido en un misterio que todos<br />

quieren descifrar. Uno de los expertos argentinos en la<br />

materia es Maximiliano Korstanje y él lo define de este<br />

modo: “Para que haya turismo oscuro, el principal elemento<br />

que ha de darse es la thanaptosis, de thánatos (muerte), un<br />

proceso por el que el sujeto interpela y prefigura su propia<br />

muerte a través de la muerte de otro”.<br />

Lo cierto es que hay distintos niveles de turismo oscuro. No<br />

es lo mismo visitar cementerios o lugares donde ocurrieron<br />

batallas famosas que hacer la ruta de asesinos seriales o lugares<br />

donde han ocurrido desastres nucleares. También existen<br />

distintas razones para visitar estos lugares. No todo es morbo<br />

en el tanatoturismo, especialmente con destinos donde han<br />

ocurrido numerosas muertes y queda una herida colectiva<br />

que se busca asimilar, entender un hecho y rendirle homenaje.<br />

Korstanje asegura al respecto: “El turismo ha demostrado<br />

ser un mecanismo de resiliencia formidable, y muchos<br />

espacios de destrucción o de trauma social como el Ground<br />

Zero de Nueva York o Nueva Orleans se reconstruyen por<br />

medio de una alegoría, un discurso creado para otros que se<br />

acercan para comprender por qué ha pasado lo peor”.<br />

El turismo oscuro no es algo nuevo, a pesar de que no hace<br />

tantos años que tiene ese nombre. En tiempos del Imperio<br />

romano el entretenimiento por excelencia era ver gladiadores<br />

matándose en la arena del Coliseo. Durante la Edad Media<br />

eran muy comunes las peregrinaciones, consideradas hoy<br />

parte del fenómeno. Ni hablar de las quemas de infieles a<br />

las que todo el pueblo asistía. Incluso el primer tour guiado<br />

de Inglaterra fue un viaje en tren para asistir al ahorcamiento<br />

de dos asesinos. Entre fines del siglo XVII y comienzos<br />

del XVIII, se pusieron de moda las visitas a cementerios,<br />

campos de batalla y castillos con presencias paranormales.<br />

Esto último se incrementó más tarde, con la influencia de la<br />

literatura gótica.<br />

Tal vez la existencia de ofertas extremas en el turismo<br />

87


Dark Tourist, Netflix, David Farrier<br />

oscuro esté relacionado con que la humanidad ha perdido<br />

la capacidad de asombro y necesita vivir experiencias cada<br />

vez más fuertes para sentir algo. Un ejemplo de esto es<br />

McKamey Manor, la casa del horror ubicada en Tennessee,<br />

donde la gente va a ser torturada física y psicológicamente.<br />

Cualquiera puede pensar que es la peor idea que a alguien<br />

se le pueda ocurrir para pasar sus vacaciones, sin embargo<br />

hay listas de espera de 24 mil personas. El periodista David<br />

Farrier probó suerte para la serie de Netflix y no duró más<br />

de quince minutos.<br />

Russ McKamey es quien está a cargo de hacer pasar a sus<br />

visitantes el peor momento de sus vidas. Lo más extraño<br />

es que no cobra por el servicio, lo que da la idea de que<br />

realmente lo disfruta. Solo pide una donación de comida<br />

para sus perros. Este personaje espeluznante estuvo 23 años<br />

trabajando para el ejército estadounidense y si algo aprendió<br />

es cómo torturar gente. Según sus propias palabras: “Te<br />

puedes ir con cortes, moretones, esguinces. Quizás un hueso<br />

roto o quizás te mueras. Puede pasar”. Aún no ha ocurrido,<br />

pero sí un par de infartos, que pudieron ser tratados a<br />

tiempo. El tour comienza con una firma de contrato de 45<br />

páginas, donde el interesado tiene que dar permiso, punto<br />

por punto, a las torturas más espantosas. Luego McKamey<br />

avisa a la policía local que su show está por empezar así no<br />

se presentan patrulleros atraídos por los gritos.<br />

Otra experiencia turística para adictos a la adrenalina es la<br />

simulación de ser inmigrantes ilegales en la frontera de México<br />

con Estados Unidos. El tour cuesta cincuenta dólares y<br />

comienza a las siete de la mañana, con los maltratos de un<br />

hombre enmascarado que se hace llamar El Comandante.<br />

Al parecer el ahora devenido en guía, solía hacer este trabajo<br />

en la vida real y vio demasiada gente morir en el intento.<br />

Según él lo hace para concientizar sobre los horrores que<br />

viven los mexicanos al tratar de cruzar la frontera.<br />

La caminata dura unas seis horas. En el camino un grupo<br />

de actores, muy convincentes, apuntan a los turistas con<br />

armas y les roban sus pertenencias. Sin comida y con poco<br />

que tomar, los excursionistas siguen camino por el desierto<br />

bajo el rayo del sol. Hasta que tienen otro simulacro donde<br />

un grupo de mexicanos personificados como narcos les<br />

terminan de robar lo que les queda y a algunos se los llevan<br />

secuestrados. Según dicen, todo esto es algo común en el<br />

trayecto a la frontera. Cuando finalmente llegan, los esposan<br />

y los meten en camionetas.<br />

También son muy famosos los sitios relacionados con la<br />

actividad paranormal. En Argentina existen propiedades<br />

antiguas donde han ocurrido muertes trágicas, que han sido<br />

abandonadas y que hoy son los destinos más elegidos por los<br />

fanáticos del espiritismo. Uno de ellos es el Gran Hotel Viena,<br />

ubicado en Miramar, provincia de Córdoba. Fue elegido<br />

como el lugar de mayor actividad paranormal de Latinoamérica<br />

por la serie estadounidense Ghost Hunter International.<br />

Quienes lo han visitado aseguran haber escuchado fuertes<br />

golpes en las paredes y haber visto una mujer mirando fijo<br />

por la ventana de la habitación 106, y a niños corriendo<br />

por los pasillos y luego esfumarse. Para los más valientes se<br />

ofrecen visitas nocturnas. Una historia similar tiene el hotel<br />

Edén de La Falda, también en Córdoba. Ideado por un ex<br />

oficial del ejército alemán, hoy le adjudican a sus oscuros<br />

orígenes los espíritus que vagan en los pasillos. De acuerdo<br />

al mito, es una nena que invita a los hijos de los turistas a<br />

jugar en su habitación.<br />

Sitios como estos hay en todas partes del mundo. Uno de los<br />

más visitados es el bosque Jukai, en Japón. Este lugar es famoso<br />

por su gran cantidad de suicidios, más de cien por año.<br />

Los turistas oscuros se internan en él para ver las sogas que<br />

aún cuelgan de las ramas y algún cadáver aún no descubierto.<br />

Muchos aseguran que la energía del lugar es muy densa,<br />

la gente suele sentirse mal y hay quienes han visto fantasmas<br />

que desaparecen entre los árboles.<br />

El abanico de variedad que tiene el tanatoturismo es amplísimo.<br />

En Colombia existen los narco tours donde te llevan a<br />

conocer todos los sitios relacionados con Pablo Escobar.<br />

Lo llamativo es que los guías son ex protagonistas de la historia.<br />

Es posible visitar, junto al ex sicario Popeye, la cárcel<br />

cinco estrellas que el colombiano se mandó a construir<br />

para no ser extraditado. O también conocer los secretos<br />

del patrón del mal relatados por un ex policía corrupto que<br />

recibía dinero del cartel. “Ahora todos aquí ganamos más<br />

dinero con Pablo Escobar muerto”, confiesa en la serie<br />

Dark Tourist.<br />

También hay tours que te llevan a ver los lugares donde<br />

los asesinos más sangrientos del mundo cometieron sus<br />

crímenes. Desde Jack el Destripador en Londres y la<br />

familia Manson en Hollywood hasta Emilia Basil en<br />

Buenos Aires. Para aquellos que prefieren estar más cerca<br />

de la muerte que de la playa tienen múltiples opciones para<br />

mantener la adrenalina alta<br />

Entrevista<br />

catorce<br />

Con dos nuevos libros recientemente editados, Felipe Pigna apuesta a acercar aún más la Historia a los lectores más<br />

chicos. En Mujeres insolentes de la Historia recorre una galería de mujeres que desafiaron las convenciones de su época<br />

en pos de ampliar los derechos femeninos. En El cruce de los Andes en cambio intenta contar de manera novedosa un<br />

relato conocido, valiéndose de los eficaces recursos de la historieta<br />

Andy Clar<br />

¡Viva la experiencia!<br />

Con Chicas en New York, la bloguera saltó de la web al libro y fue un éxito. Decidida a ampliar la experiencia,<br />

puso el foco más allá de la Gran Manzana y el resultado fue Chicas de viaje por el mundo (Planeta). Aquí nos<br />

cuenta sobre los nuevos modos de viajar y se descubre a ella misma, como en cada destino donde elige perderse<br />

Andy Clar (1973) es la creadora de Chicas en New York,<br />

un blog que se convirtió en una reconocida marca que ofrece<br />

desde viajes grupales a distintas ciudades hasta tarjetas de<br />

crédito con beneficios. Siguiendo su pasión por los viajes,<br />

primero publicó un libro homónimo y ahora acaba de lanzar<br />

Chicas de viaje por el mundo, una extensa guía que incluye<br />

relatos de experiencias propias, y de gente a la que admira,<br />

en diversos puntos del planeta.<br />

POR Antonela de Alva<br />

–¿Cuáles cree que son los nuevos modos de viajar? De<br />

algún modo, usted descubrió uno… Cuando yo empecé no<br />

había tantas redes sociales, estaba Facebook. No nos enterábamos<br />

de lo que la gente hacía minuto a minuto, todo el tiempo,<br />

como pasa con Instagram ahora. Sabés a dónde van, dónde<br />

están, ponés la geolocalización, decís “este fue acá” o “este<br />

tiene onda, fue ahí también”, lo seguís y vas armando tu ruta.<br />

Cuando surgió Chicas en New York no existía eso y, en algún<br />

88<br />

89


momento, fue lo primero que empecé a hacer. De hecho,<br />

cuando arrancó Instagram, puse ahí Chicas en New York e hizo<br />

furor. Creo que la nueva forma de viajar es no viajar. Hay una<br />

nueva forma de viajar que es desde el sillón de tu casa y tiene<br />

que ver con la cantidad de información que tenemos. Sabemos<br />

tantas cosas, tantas, que antes de viajar, ya viajás. Sabés un<br />

montón de cosas pero lo que te falta es la experiencia. Y, creo<br />

que lo más lindo del viaje, justamente, es lo que vivís cuando<br />

estás ahí. Me parece que la nueva forma es, un poco, equilibrar<br />

entre todo lo que vas viendo, recibiendo, tomar la decisión de<br />

adónde ir y después ir y dejarte, perderte. Sabiendo lo que hay,<br />

perderte. Esa es la forma que me gusta a mí.<br />

–Frente a esa posibilidad de viajar sin viajar, ¿cómo<br />

animarse a tener una experiencia y no aislarse? Creo<br />

que esto dispara para dos lugares: por un lado, la parte del<br />

trastorno de quedarte en tu casa, que pasó siempre pero<br />

antes no se sabía. A esa gente le das la posibilidad de mirar<br />

por la ventana. A los que no quieren y a los que no pueden,<br />

porque también hay gente que no puede viajar porque no<br />

tiene presupuesto. Para ellos es una posibilidad de soñar, de<br />

ver otros mundos, de abrir un poco el panorama de lo que<br />

conocen. Después, para los que sí tienen la posibilidad de<br />

viajar, esto de estar todo el tiempo atrás del celular, te aleja<br />

un poco de vivir la experiencia en 360 grados. A veces, subo<br />

un posteo en Instagram de lugares instagrameables y quieren<br />

ir al lugar donde se hace la mejor foto. Me dije que no lo iba<br />

a hacer más para que vayan a vivir. Yo te muestro lugares que<br />

están buenos, vos después andá y encontrá los rincones. Me<br />

parece que eso forma parte de la experiencia. Mirá con otros<br />

ojos y no solamente a través del celular. Después sacarás<br />

la foto pero hay que estar atentos para sacarse una foto. Si<br />

no estás atento y solamente vas porque viste una foto ahí,<br />

porque es una esquina linda para fotografiar, vas, te parás, la<br />

tomás y listo. Lo demás no lo viste.<br />

–En las redes sociales solemos ver solo un recorte de<br />

la experiencia de viaje, ¿cuál cree que es el rol de la<br />

emoción en todo eso? Mucho. Es más que el presupuesto.<br />

Una nota de las más leídas en la página es “Qué hacer en<br />

New York sin gastar un solo dólar”. Siempre vas a encontrar<br />

cosas para hacer en las que no necesites gastar plata pero<br />

siempre necesitás estar, entregarte, estar abierta a conectarte,<br />

no con el celular sino con la ciudad. Sentarte en un parque,<br />

comprarte algo rico y sentarte abajo de un árbol aunque sea<br />

sola. Abrir un libro, ver cómo se comporta la gente en otras<br />

ciudades, sentarte en mesas comunales. Siempre que viajo<br />

me siento en la barra o en mesas comunales y hablo con<br />

la gente, le pregunto cosas: “¿Dónde te gusta bailar?”, por<br />

ejemplo. Aparte yo no hablo ningún idioma, nada. Y me las<br />

ingenio, siempre encuentro la forma de comunicarme. El<br />

miedo al idioma es un “temón”. Te vas a reír. Yo no hablo<br />

inglés, fui a un colegio del Estado y no había presupuesto<br />

para que me pagaran una profesora de inglés y, de grande,<br />

tendría que haber aprendido. Cuando fuimos a Turquía, las<br />

chicas estaban con “Qué desesperación, no puedo hablar con<br />

nadie”. Para mí es exactamente como viajar a cualquier lado.<br />

Es mucho más lindo, la pasamos bomba. Te divertís también,<br />

de otra forma. Obvio que es mucho mejor hablar inglés y<br />

comunicarte porque podés llegar mucho más en profundidad<br />

a muchas cosas. Pero hay países en los que no hablan inglés.<br />

–¿Cómo rompe la barrera idiomática entonces? Con<br />

Kari, mi amiga y socia, decimos que nosotras hablamos el<br />

idioma del amor y es así, es verdad. Cuando uno tiene ganas,<br />

se comunica. En Tokio, particularmente, son muy amables<br />

a nivel cultural. Vos te acercás y les tirás dos o tres palabras<br />

en inglés –ellos hablan como yo–. Algunas cosas entienden<br />

pero capaz no te saben contestar, entonces dejan lo que están<br />

haciendo (están con su maletín yendo al subte, para ir a trabajar),<br />

te piden que los sigas y te llevan adonde vos necesitás<br />

ir. Tienen esto de pensar primero en el otro y después en<br />

ellos, eso es lo que los hace hacer cosas diferentes.<br />

–¿Qué le enseñó viajar? A no ser prejuiciosa. Hay una<br />

tendencia algo natural a primero mirar lo que hay y después<br />

entender lo que viene. Primero uno juzga por lo que ve, de<br />

hecho hoy es más habitual que de costumbre. Ponés una foto<br />

en una red social, contás algo y, sin saber nada, opinan de<br />

cualquier cosa. Yo tengo una comunidad impresionante y casi<br />

no me pasa pero lo veo en otras chicas. Entro y, ¡qué maldad!<br />

¿Por qué? Si no saben. Creo que eso tiene que ver con<br />

prejuzgar. Y viajar me enseñó eso. Para poder identificar los<br />

lugares, o conocer la sociedad de esa ciudad, armar un circuito,<br />

lo primero que tenés que hacer es ser desprejuiciada y decir<br />

“a ver, no sé nada de este lugar, voy a mirar todo” y, después,<br />

hacer una evaluación. Eso también lo llevo a mis relaciones.<br />

–¿Qué cree que le aportaron las redes sociales al turismo?<br />

Por un lado, las redes dan herramientas, información<br />

que uno puede linkear a determinados gustos, intereses, de<br />

gente que más o menos nos gusta, y así ir eligiendo lugares.<br />

Por eso, en los libros que escribo nunca escribo sola. Siempre<br />

está la mirada de otras personas, a las que yo admiro o de<br />

las que me gusta su forma de vivir. En Chicas de viaje hay<br />

hombres y mujeres que cuentan su experiencia. Por ejemplo,<br />

Tefi Russo habla de Mallorca porque vivió ahí. Sabe más<br />

que yo. Gonzalo Bonadeo habla sobre Londres. Yo fui<br />

pero me encantó que lo escribiera un hombre porque tiene<br />

otra mirada. Me parece que eso es lo que tienen las redes y<br />

por eso quise transmitirlo en el libro. Antes existía una sola<br />

mirada que era la del autor. Ahora podés matchear la mirada<br />

de cada uno de ellos con tus gustos y con otros que, capaz te<br />

gustan, y hacer tu propio mapa.<br />

–¿Y qué opina sobre las comunidades? Es muy gracioso<br />

porque justo estuve en Facebook hace dos semanas hablando<br />

de eso y el responsable me preguntó: “¿Cómo hacés para<br />

formar comunidad?”. Y yo le dije que nunca en mi vida armé<br />

una comunidad, le pedí que me enseñara, por favor, porque<br />

no tenía ni idea de cómo armar una. Él me miró y me dijo<br />

que no lo podía creer, que fuera un día y que me enseñaba.<br />

No tengo idea, no sé. Creo que está bueno si después lo pasás<br />

por el tamiz del objetivo de tu viaje. Siempre hay un objetivo<br />

detrás del objetivo turístico: ¿Por qué querés ir? ¿Por qué<br />

te querés ir? ¿Por qué tenés ganas de viajar? ¿Qué es lo que<br />

te pasa? Están los viajes más reparadores o sanadores, gente<br />

que viaja porque no puede más, que se separó, que está<br />

triste. Y hay gente que hace viajes más técnicos, que le gusta<br />

ir y hacer la ruta que hay que hacer, el recorrido típico y si no<br />

fuiste al MET o al MOMA sos terrible…<br />

–¿Pensó en hacer comunidades con hombres? ¿En qué<br />

sentido? (risas). Soy de las que cree que nada mejor, a nivel<br />

producto, que apuntar a un nicho. Cuánto más específica sos,<br />

mejor podés ser en lo que hacés. Yo sé que le hablo a mujeres<br />

con determinado estilo, determinado perfil. Sé que le hablo<br />

a gente a la que le interesa lo que estoy contando. Hay gente<br />

que quiere tener más seguidores: yo no porque lo que quiero<br />

es tener seguidores a los que les importe lo que les cuento.<br />

Todo lo hago para la misma comunidad porque prefiero estar<br />

enfocada en la gente que tiene los mismos intereses.<br />

–¿Qué recomienda tener en cuenta a la hora de<br />

planear un viaje? Creo que primero, sobre todo cuando<br />

viajás con alguien, hay que ser muy sincero con uno mismo y<br />

pensar el objetivo del viaje (“¿Qué es lo que quiero hacer con<br />

este viaje?”) y comunicárselo al que te acompaña porque si<br />

no es muy egoísta. Quizás uno quiere hacer un viaje turístico<br />

y el otro quiere hacer compras. Y si no lo dijeron, están todo<br />

el tiempo mediando. Es mucho mejor ser honesto y decir<br />

“Yo me voy a tomar mi tiempo para hacer compras y las cosas<br />

que nos gustan las hacemos juntos”. Hablar antes, programar<br />

antes. Uno cree que sabe lo que el otro quiere y no siempre<br />

es así. Conectar y preguntar expectativas de viaje.<br />

–¿Cuál es la fórmula para hacer de algo que nos gusta<br />

mucho, como viajar, una empresa? Yo me separé, cambié<br />

de trabajo. Es tan difícil de explicar... Creo mucho en la prueba<br />

y el error. Voy probando. Por ejemplo, durante los diez años<br />

en que trabajé en una empresa de cosméticos, tres de esos<br />

años trabajé en paralelo con mi marido armando una agencia<br />

de publicidad. Tenía dos trabajos. Y antes de eso también tenía<br />

dos trabajos. Siempre iba probando porque tenía miedo. No<br />

me podía quedar sin trabajo, no tenía plata, tenía que vivir y<br />

no podía dejar todo para hacer lo que me gustara. Creo que<br />

eso es lo que nos pasa a la mayoría. La otra excusa del emprendedor,<br />

o del que no se anima, es “no tengo tiempo”. Tiempo<br />

hay: dormí menos, salí menos con tus amigas. Dejá de hacer<br />

algo y vas a ganar ese tiempo. Yo hacía eso. Salía de trabajar a<br />

las 18 en Constitución, tenía una hora y pico de viaje, y cuando<br />

llegaba me sentaba con mi marido y armábamos el plan de trabajo<br />

para el otro día, pensábamos cómo hacer esto o aquello. Y<br />

cuando empecé con Chicas en New York hice lo mismo. Tenía<br />

la agencia, había crecido, teníamos un montón de empleados,<br />

era una empresa, ya no era<br />

más un emprendimiento<br />

chiquito. Y estaba en la<br />

misma: era lo que me<br />

daba de comer. Si me iba<br />

era fuerte porque hacía<br />

muchas cosas. Y empecé a<br />

sentir que esto me gustaba<br />

más, a probar y pensé “¿qué<br />

hago?”. Terminé haciendo<br />

las dos cosas al mismo tiempo.<br />

Y lo hacía de noche. Terminaba<br />

todo, le daba la teta<br />

a mi hijo, lo acostaba y antes<br />

de desmayarme… Chicas en<br />

New York<br />

90 91


Tema de tapa<br />

siete<br />

Redescubrir lo cercano<br />

El turismo nos coloca física y mentalmente en otro plano. Para eso, no es necesario alejarse<br />

demasiado. Existen muchos lugares –dentro de nuestras provincias, ciudades o pueblos– que<br />

aún no conocemos. ¿Cómo pulir nuestra mirada? ¿Qué sucede cuando nos dejamos llevar por<br />

las sorpresas que nos depara el destino, paso a paso?<br />

Tendemos a pensar que los viajes se hacen atravesando grandes<br />

distancias, cruzando fronteras distritales, provinciales e<br />

internacionales. Un viaje también puede hacerse con apenas<br />

movernos de nuestra casa. La vida moderna, las agendas<br />

comprimidas y con pocos huecos para destinarlos al goce y al<br />

tiempo libre nos impiden ver lo que nos rodea. Nuestro lugar<br />

en el mundo es más que un par de comercios y paradas de<br />

micros, horarios de salida y entrada. El lugar donde vivimos<br />

esconde historias que podemos revistar en viajes mínimos,<br />

acaso iniciáticos. El turismo interno es una aventura que<br />

POR Leandro Vesco*<br />

genera asombro, nos enseña a ver de otra manera nuestra<br />

realidad, nos cambia la mirada.<br />

Las grandes ciudades tuvieron siempre un pasado de pueblo.<br />

Este pasado se puede vislumbrar en antiguas esquinas en<br />

donde aún se conservan viejos almacenes o clubes que fueron<br />

forjadores del presente de la comunidad, puntos de encuentro<br />

que resisten el paso del tiempo y que podemos reconocer<br />

en itinerarios que invitan a dejarnos llevar por voces que<br />

apenas se oyen, minutos que se aprecian como pequeñas<br />

eternidades. El pasado de pueblo de las ciudades es el punto<br />

Foto: Gentileza Leandro Vesco<br />

de partida de un turismo de menor escala, menos complejo,<br />

pero mucho más efectivo en términos emocionales, que el<br />

turismo convencional.<br />

La ciudad de Buenos Aires en este sentido conserva su raíz<br />

de pueblo en muchos puntos de su geografía ciudadana. Muchos<br />

de ellos hoy son verdaderos espacios en donde el tiempo<br />

no ha pasado y constituyen caminos hacia donde apuntar<br />

nuestra brújula para hacer esta forma de turismo, más<br />

personal y sentimental. La Flor de Barracas está en una vieja<br />

esquina de este barrio, hace 112 años que es un comedor<br />

barrial, hoy Café Notable y epicentro de recuerdos compartidos<br />

que se producen a diario con el encuentro de vecinos que<br />

le dan la espalda el progreso, con nostálgica alegría. La visita<br />

a este bodegón posibilita un viaje que nos acerca a los años<br />

en donde el día se medía con relojes a cuerda y los teléfonos<br />

eran muebles que se cuidaban como oro en las casas. El<br />

tiempo de aquellos años, más humano y natural, se arrincona,<br />

tímido, en estas esquinas.<br />

La Buena Medida, en el pintoresco y colorido barrio de La<br />

Boca, es otro de estos territorios mágicos, abierto desde hace<br />

más de un siglo, frente a la histórica Plaza Solís, donde tres<br />

amigos en 1905 germinaron el sueño de hacer un club barrial<br />

que contuviera a los amigos alrededor del fútbol: terminó<br />

siendo el Club Atlético Boca Juniors. Como antaño, todos los<br />

mediodías abre sus puertas para ofrecer comida típica de los<br />

inmigrantes italianos que cruzaron el Atlántico con sueños,<br />

pero también con recetas que construyeron la identidad<br />

porteña, y también nacional. En las mesas de este bodegón<br />

se repite la tradición de una sobremesa prolongada, donde la<br />

sencilla contemplación de permanecer observando a través<br />

del ventanal las personas que caminan por la vereda sugiere<br />

un distanciamiento temporal con nuestro almanaque para<br />

disfrutar de un paréntesis en nuestra rutina que nos permite<br />

un viaje al corazón de la esencia del lugar donde habitamos.<br />

Viajar, de esta manera, no es irse, sino quedarse y redescubrir<br />

espacios que pasamos por alto, abrumados por la agenda.<br />

El sentido que proponen los itinerarios de este turismo<br />

emocional, dentro de nuestro lugar en el mundo, se alimenta<br />

de personajes de carne y hueso, la virtualidad le da paso a lo<br />

físico, a la charla y al descubrimiento de que aún es posible<br />

olvidarnos de los artefactos “inteligentes” y entregarnos a la<br />

conversación, al sentido fundacional de reconocer el polvo<br />

y el aroma a las pisadas que hicieron nuestro barrio, ciudad<br />

o provincia. Las paredes de las viejas pulperías son escenario<br />

de un hallazgo formidable: entender que las personas<br />

que estuvieron por allí hace una centuria, permanecen en<br />

delicadas sensaciones, perceptibles si uno escucha el silencio.<br />

La provincia de Buenos Aires presenta un sinfín de caminos<br />

desconocidos que cruzan por lugares en donde las costumbres<br />

de ayer –en la actualidad, vivas– proponen una desaceleración<br />

que se siente como una caricia, un despegue y una<br />

llegada a un zona de confort en donde el disfrute y el goce<br />

son los puntos cardinales que gobernarán nuestros pasos el<br />

tiempo que estemos en esas latitudes silenciosas.<br />

Abandonar el GPS y permitirse estar perdidos en un camino<br />

de tierra nunca antes transitado, exigirnos mirar el horizonte<br />

para traducir lo que nos dice un viejo cartel oxidado, o<br />

interpretar el vuelo de un ave, el dibujo de una nube. La<br />

aventura de hacer un viaje sin salir de nuestro lugar en el<br />

mundo comienza con detenernos y observar. Es una buena<br />

señal estudiar el mapa –nuestro mapa–, para darnos cuenta<br />

de los incontables puntos que existen y que constituyen parajes,<br />

pueblos y accidentes geográficos; como si fueran arterias<br />

de un ser vivo que ha estado respirando desde siempre, los<br />

caminos se develan como una revelación. Todas esas historias<br />

que allí conviven están esperando ser oídas y conocidas. Lo<br />

único que hace falta es dar un paso y llegar hasta ellas. Cada<br />

pequeña curva y esquina de ese mapa, nos hace los seres que<br />

somos y no otros, afortunadamente.<br />

El turismo rural habla el idioma lento de la recuperación<br />

de un estilo de vida al que deberíamos regresar, donde el<br />

sosiego es la base y una posta a la que siempre se vuelve para<br />

reconsiderar el comienzo de los días. Los caminos solitarios<br />

son una invitación para comenzar a realizar el descubrimiento<br />

de nuestra tierra. La Chiquita, ubicada al sur provincial,<br />

es una playa que tiene cuatro habitantes estables, un puñado<br />

de casas recostadas sobre los médanos ofrecen un paisaje<br />

idílico, como en la Luna, las pisadas humanas allí son escasas.<br />

El Cine Club Colón, inaugurado en 1932, es el único cine<br />

rural activo en la Argentina, está alrededor de un corredor<br />

de almacenes de ramos generales en Roque Pérez, cuenta la<br />

historia que lo construyó un solo obrero, un italiano llamado<br />

Mangalardo. Recuperado por los habitantes del paraje es<br />

un ejemplo de cómo la defensa y el reconocimiento del propio<br />

lugar en el mundo construye identidad. Si los pobladores<br />

del Paraje La Paz Chica, donde está el cine, no le hubieran<br />

dado importancia a su entorno, hoy ese cine sería una ruina.<br />

Como estas historias, el país está lleno. La reconquista de<br />

nuestro propio tiempo dentro de este siglo en donde siempre<br />

se llega tarda a todos lados, comienza con viajes internos,<br />

cortos, de descubrimiento del espacio donde hemos elegido<br />

vivir, y donde nos despertamos todos los días. A veces solo<br />

se trata de decir que no a un compromiso social y echarnos<br />

a andar por aquella calle a la que nunca vamos, por aquel<br />

sendero que no visitamos, doblar por la derecha, en vez de<br />

por la izquierda, entrar en un viejo mercado, tomar un micro<br />

e ir al barrio o al pueblo vecino. Ser turista en nuestro mapa,<br />

reconfigurar nuestra mirada, perdernos en nuestros propios<br />

pasos, amigarnos con los caminos que están cerca<br />

*Leandro Vesco estudió Bellas Artes y Comunicación Social. Es fundador<br />

y actual presidente de la ONG Proyecto Pulpería, que trabaja en la<br />

recuperación de los pequeños pueblos. Como periodista ha recorrido<br />

durante más de una década cientos de pueblos, parajes y pulperías de<br />

la provincia de Buenos Aires y de toda la Argentina. Ha trabajado en las<br />

revistas El Federal, Sur Capitalino y actualmente escribe en La Nación.<br />

Acaba de publicar el libro Desconocida Buenos Aires. Secretos de una<br />

provincia (Editorial El Ateneo).<br />

92<br />

93


Tema de tapa<br />

ocho<br />

A través de las pantallas<br />

En la actualidad, podemos llegar a cualquier parte del planeta en poco tiempo. Con las nuevas tecnologías,<br />

llegaron las apps al servicio de nuestros viajes. ¿Qué efecto tiene todo esto en nuestros hábitos de<br />

consumo? ¿Y en nuestros cuerpos y la manera de percibir la realidad? Algunas señales del turismo<br />

moderno desde la caída en desuso del estar perdido a la masificación del compartir imágenes al instante<br />

POR Brenda Carciochi*<br />

La valija deslizándose hasta el Uber para llegar al aeropuerto,<br />

las ansias de mirar la hora, buscar el pdf del check in y<br />

escuchar Spotify hasta subir. Luego las nubes con el breve<br />

momento de despegue, una turbulencia ínfima que nos hace<br />

soltar los celulares. A las horas, o a lo sumo en mínimos días,<br />

arribamos a lugares que en otros tiempos hubiesen tomado<br />

generaciones alcanzar. En los orígenes de nuestra especie<br />

las comunidades se trasladaban por diversas razones, en su<br />

mayoría económicas, pero los viajes para el ocio comenzaron<br />

con el turismo. Una infinidad de grandes cadenas hoteleras<br />

se edificaron de manera vertiginosa, la industria gastronómica<br />

sintonizó la globalización y el entretenimiento se tradujo en<br />

espacios de consumo colectivo. Los servicios comenzaron a<br />

constituir la matriz de circulación para un nuevo sujeto: el<br />

turista-consumidor. Este hecho nació en el contexto de un<br />

cambio sustancial en la historia: los transportes marítimos, terrestres<br />

(el ferrocarril a la cabeza) y aéreos dejaron de ser los<br />

protagonistas de guerras y olas migratorias para ser flamantes<br />

conductores de la masa viajera. Hoy ya hemos incorporado<br />

la idea de que todos los destinos son posibles y más aún, las<br />

nuevas tecnologías “certifican” esto. Inmersos en una marea<br />

de alertas de vuelos, que llegan a la cotidiana bandeja de<br />

entrada, emergen los interrogantes. Las aplicaciones en su<br />

configuración virtual, y también nuestros viajes: ¿Qué tanto<br />

acercan nuestros pies al lugar soñado?<br />

Espacio y tiempo alterados<br />

El avión es la maquinaria de traslación de mayor impacto a<br />

nivel corporal puesto que atravesamos velozmente zonas horarias,<br />

exponiéndonos a jet lags y desconfigurando el descanso.<br />

A su vez, nuestra vida se coloca literalmente en suspensión<br />

sobre el planeta que habitamos. De manera inevitable esto<br />

suscita una nueva manera de percibir el tiempo y el espacio en<br />

nuestra especie. Viajamos en lapsos breves, miramos películas<br />

en el avión, contestamos mails, los niños juegan en las pantallas<br />

o simplemente dormimos. En el tránsito a destino, mirar por la<br />

ventana el avance por los cielos o leer un libro, como como en<br />

las épocas offline, ya no es lo único que hacemos.<br />

Viajamos más rápido pero también esperamos. Los vuelos<br />

low cost nos ofrecen llegar a otras ciudades a menor costo<br />

aunque a veces esto implique tener que hacer varias escalas.<br />

Por conocer el lugar soñado, muchos turistas son capaces<br />

de aguardar en los aeropuertos horas, a veces como decisión<br />

personal y otras debido a inconvenientes que les son ajenos.<br />

La práctica de espera está supeditada al deseo de vacacionar<br />

y se diferencia claramente de aquella espera en fila del banco<br />

para pagar una cuenta. Como escenarios de un intervalo los<br />

aeropuertos nos sitúan en un hiato, puesto que estamos entre<br />

nuestro domicilio y el destino elegido. Atravesamos la demora<br />

mirando productos del Duty Free, buscando la puerta de<br />

embarque y charlando con gente previo al check in.<br />

Como aplicación que devino frecuente, Airbnb ofrece hospedaje<br />

en un hogar, un espacio que pertenece a una persona de<br />

una ciudad. Más allá de que el anfitrión esté presente o no,<br />

nuestra relación con el alojamiento nos sitúa en la intimidad<br />

del lugar: no vivimos en un cuarto de hotel que intrínsecamente<br />

es circunstancial, sino que habitamos el hogar de un<br />

otro. Nos situamos en un ecosistema que integra lo público y<br />

lo privado como base para nuestras vacaciones.<br />

Ahora bien, al recorrer los alrededores el factor sorpresa puede<br />

escasear. Con el Street View de Google podemos ver la<br />

calle del lugar donde nos alojaremos, los negocios cercanos,<br />

las sugerencias de bares. La geolocalización nos provee de<br />

nuestras coordenadas en el planeta Tierra, pero también puede<br />

ser ampliada por diferentes aplicaciones y es posible llegar<br />

a tener nuestro itinerario armado sin siquiera haber arribado<br />

a la ciudad. Parece que formamos parte de un antropocentrismo<br />

exacerbado… Ya no se trata del nacimiento de la Edad<br />

Moderna en la que el centro es el sujeto: hoy nos encontramos<br />

con el sujeto en movimiento y transmitiendo en vivo.<br />

Walter Benjamin describía al flâneur como aquel que<br />

deambulaba por las calles parisinas sin una dirección fija, en<br />

plena entrega al vagabundear y recorrer la metrópolis. ¿Cuánto<br />

de esta práctica sobrevive hoy en las vacaciones? Nuestro<br />

apego, a veces ficticio, a las pantallas generó una transformación<br />

sobre la práctica del ocio y una caída en desuso del estar<br />

perdido. Volver a preguntarnos, sentados en la playa, si es<br />

necesario mirar el celular puede ser un modo de encontrarnos<br />

con nosotros mismos en nuestro viaje.<br />

Imagen y seguidores<br />

Las apasionadas crónicas de viaje fueron las sucesoras de los<br />

relatos orales. Estos últimos fundaron la comunicación de experiencias<br />

viajeras. De la literatura llegamos a la saturación de<br />

imágenes. En La cámara lúcida: notas sobre fotografía (Paidós,<br />

2011) Roland Barthes es conciso: “En la fotografía nunca<br />

puedo negar que la cosa estuvo allí. Hay una doble posición<br />

conjunta: de realidad y de pasado”. Nuestros parámetros de<br />

confianza en la imagen oscilan quizás en aquellas fotografías<br />

que muestran mundos atractivos y paradisíacos, despertando<br />

el interrogante de sospecha: ¿Será así ese lugar? Las imágenes<br />

comerciales turísticas son átomos que forman nuestro imaginario<br />

y de algún modo actúan como promesa para impulsarnos al<br />

destino. Así el viaje se torna una búsqueda de evidencia.<br />

“Sacá muchas fotos” o “mandame fotos” son frases que se<br />

tradujeron en subir fotos a Instagram. Individuos que no conocemos<br />

personalmente pero son seguidores, o viceversa, mantienen<br />

de algún modo una relación cercana. En la masificación<br />

del compartir imágenes vacacionales visibilizamos fragmentos<br />

de nuestra experiencia como un intento de inmortalizarlo y, a<br />

la vez, integrar a millones de personas. En su aclamado libro<br />

Sobre la fotografía (Penguin Random House, 2016) Susan<br />

Sontag enfatiza: “Parece decididamente anormal viajar por<br />

placer sin llevar una cámara. Las fotografías son la prueba irrecusable<br />

de que se hizo la excursión, se cumplió el programa, se<br />

gozó del viaje”. Instagram ha pasado a ser el registro de viaje<br />

primordial, aunque las stories duren 24 horas y se conviertan<br />

en memorias a las cuales no podemos volver. ¿Dónde quedan<br />

esas imágenes luego de años? Varios atesoran el revelado, pero<br />

si esto no es así quedan perdidas en alguna tarjeta de memoria<br />

o disco. Lejanos son los tiempos del álbum familiar vacacional,<br />

la tarjeta postal, objetos que se convirtieron en una práctica ya<br />

nostálgica. Sin embargo perdura en ellos una actividad extraordinaria:<br />

la rememoración. El portarretrato en el living, la postal<br />

en la heladera, las fotos en el corcho son elementos materiales<br />

que conviven aún con el millar de imágenes que con su peso<br />

virtual ocupan las pantallas de nuestros dispositivos.<br />

Es evidente que nuestra producción de imágenes se tornó<br />

instantánea y con ello nuestro modo de hacer y crear recuerdos<br />

vacacionales. Compartir es mostrar ya y rememorar es<br />

volver a una vieja publicación o la historización que componen<br />

nuestras redes sociales.<br />

Estar siempre conectados<br />

Una clasificación reciente da cuenta de la infinidad de turismos<br />

(gastronómico, religioso, de salud, deportivo, etc.). El turismo<br />

comunitario y el turismo espiritual son dos de lo más desconectados<br />

a las redes sociales. El primero consiste en la visita a<br />

un lugar recibidos por una persona local (muchas veces estas<br />

regiones por su lejanía con ciudades no cuentan con Internet)<br />

y el segundo, implica viajar para realizar prácticas ritualísticas<br />

de carácter místico. Ambos son difundidos online pero la<br />

experiencia del viajero promete ser la introspección y no tanto<br />

las redes sociales. Michel Onfray, autor de Teoría del viaje<br />

(Taurus, 2016) observa que “la velocidad de intercambio de las<br />

informaciones, de los transportes, de las transferencias y de los<br />

traslados no ha afectado a la esencia del viaje, sino a su antigua<br />

forma”. Coincidimos con el filósofo y ahondamos en la reflexión.<br />

Si bien pueden convivir las diferentes prácticas viajeras<br />

que van emergiendo, se suma la pregunta de cuáles serán las<br />

acciones que realicemos dentro de la inmensidad de nuestro<br />

mapa virtual y nuestro deseo de conocer el nuevo lugar, en<br />

otras palabras, si estaremos en condiciones de convocar a la<br />

novedad vivencial por sobre la pantalla<br />

*Escritora de filosofía, fotografía y artes visuales.<br />

94<br />

95


V I D A G O U R M E T<br />

Yendo<br />

de la biblioteca<br />

a la pizzería<br />

POR Mónica Tracey<br />

Foto Sebastián Pagni<br />

Hay libros que nos llevan a la lectura, hay libros que nos<br />

llevan a meditar, a pensar, a investigar, y hay libros que hacen<br />

que se nos haga agua la boca primero, como este, que luego<br />

nos conduce por las calles de Buenos Aires a probar aquí o<br />

allá una determinada porción de pizza. Porque, entre varias<br />

otras cosas, el libro escrito por Joaquín Hidalgo y Martín<br />

Auzmendi es una guía que recomienda en qué pizzerías<br />

de la ciudad probar cada especialidad. Nuestra Pizza. Una<br />

pasión redonda (Planeta) habla de quiénes y cómo la trajeron<br />

en aquellos inciertos orígenes del siglo XIX, y de los hitos y<br />

las personas que le fueron dando un estilo propio, que fueron<br />

conformando la pizza argentina, y uno se va enterando, por<br />

ejemplo, de que esa pizza que desborda muzzarella no es<br />

descendiente de aquellos primeros italianos sino de gallegos...<br />

Utilizando la porción de pizza casi como una unidad<br />

de medida sociológica, los autores cuentan a través de ella<br />

mucho de la historia de Buenos Aires y sus habitantes, sus<br />

transformaciones con las olas inmigratorias, sus vaivenes económicos.<br />

Y en esta historia se dibuja y permanece esa figura<br />

de alguien comiéndose una porción en el mostrador que se<br />

repite desde hace tantas décadas.<br />

Por supuesto, la charla fue en una pizzería, Sánchez & Sánchez,<br />

de cara a una mitad muzza, mitad napolitana, que ahí<br />

la hacen con albahaca y una suerte de pestito encima y le va<br />

muy bien. La fainá de esta pizzería está recomendada en el<br />

libro, y sí, finita y crocante, hay que probarla. En la grabación<br />

se escuchan resabios de aquel delicioso masticar.<br />

Experimentados y reconocidos periodistas gastronómicos,<br />

Hidalgo y Auzmendi llegaron por distintos caminos a la pizza.<br />

Joaquín es mendocino y su arribo a las pizzerías de Buenos<br />

Aires fue tardío. “Mi abuelo era panadero en La Plata y<br />

hacía pizzas los fines de semana para toda la familia. Mi vieja<br />

heredó la mano pizzera y mantuvo la tradición de la pizza<br />

los fines de semana, y se invitaba gente a comer, mi casa era<br />

muy abierta. Yo me fui a los 18 años a estudiar a La Plata, y<br />

cuando me vine a Buenos Aires, en ningún lado encontraba<br />

el sabor de la pizza que se hacía en mi casa que era una especie<br />

de pizza a la piedra. Entonces empecé a probar pizzas,<br />

a recorrer pizzerías, y así terminé metiéndome en este lío,<br />

buscando un sabor de infancia. La realidad es que nunca lo<br />

encontré, y me causaba mucha animosidad esa pizza gorda,<br />

no lo podía creer. Después entendí desde otra mirada, pensando<br />

que si yo venía al centro, me podía comer dos porciones<br />

de pizza y con eso estaba bien”, cuenta.<br />

Para Martín, la pizza está en el inicio de su apertura al mundo,<br />

ligada indisolublemente a su temprana fascinación por el cine.<br />

“Yo me crié entre San Fernando y Tigre, y con mi mejor amigo<br />

empezamos a ir al cine en Martínez, que era el cine más cercano,<br />

a los 14 años, y como parte del plan íbamos a La Farola a<br />

comer pizza. Cuando me mudé a Buenos Aires, quise investigar<br />

la identidad porteña y había dos cosas que me interesaban,<br />

una era la vida cultural y la otra eran las pizzerías. Ese mundo<br />

que ligaba los cines arte del centro a pizzerías como Banchero,<br />

Güerrín, Las Cuartetas, y también las pizzerías de barrio. Era<br />

una época en que esta búsqueda de la<br />

identidad no estaba ni prestigiada, ni validada<br />

por alguna moda, te estoy hablando<br />

de hace dieciocho años, en el 2000. No<br />

había una mirada sobre la gastronomía<br />

como algo cultural de la ciudad. Cuando<br />

yo empecé con el periodismo gastronómico,<br />

que en general gira sobre otro tipo de<br />

gastronomía, llevé mis obsesiones por los<br />

lugares populares. Y se empezó a dar algo<br />

así como una revalorización de esos lugares<br />

populares en la gente joven. También<br />

creo que se dio a partir del 2000 porque con la crisis hubo una<br />

búsqueda de identidad, de lo genuino, veníamos de los 90, de<br />

todo para afuera”, recuerda.<br />

Un buen día, Auzmendi y aquel amigo de la adolescencia,<br />

que tiene nombre y se llama Franco Antolini, estaban<br />

comiendo en el mostrador de Banchero de Corrientes y<br />

Talcahuano y se preguntaron “¿cuál será la mejor muzza?”.<br />

“Habría que probar y elegir”, dijeron… Se lo contaron a Hidalgo<br />

y de ahí surgió la maratón #Muza5K que desde el 2012<br />

se realiza una vez al año recorriendo la avenida Corrientes<br />

desde Chacarita a Florida, y viceversa. Porque llegaron a ser<br />

tantos los caminantes comensales que ahora un grupo sale<br />

de una punta y otro grupo, de la otra. Empezaron treinta<br />

personas, y en la última, en septiembre de este año, fueron<br />

1500 los fanáticos que probaron cada uno siete porciones de<br />

muzzarella y votaron cuál era la mejor, que esta vez resultó<br />

ser la de la pizzería Santa María.<br />

Ese acercamiento al mundo de la pizza de la más representativa<br />

avenida de la ciudad, abrió una serie de interrogantes que<br />

dos periodistas apasionados por la gastronomía y por la cultura<br />

que la conforma no podían dejar sin contestar. Y fue en plena<br />

búsqueda de respuestas que se empezó a gestar este libro delicioso<br />

que cuenta la historia de la pizza en Buenos Aires, pero<br />

también cómo es cada tipo, cuánta levadura le ponen según el<br />

horno, o el gusto y la mano del pizzero, que muestra a algunos<br />

de sus hacedores y nos lleva a querer probarlas todas<br />

NUESTRA PIZZA. UNA PASIÓN REDONDA<br />

Joaquín Hidalgo y Martín Auzmendi | Planeta<br />

Nuestra pizza no vino de Nápoles, por eso no se parece a<br />

la emblemática italiana. Vino del norte, de la mano de genoveses<br />

que trajo Rosas para fabricar barcos en la década de<br />

1830. Aquella pizza era más fainá que muzzarella. A propósito,<br />

el primer registro de compra de muzzarella es de 1941<br />

en Las Cuartetas. Entre una y otra fecha, se fundaron Tuñín<br />

y Banchero en La Boca hacia 1880, vendedores ambulantes<br />

vendían fainá, Agustín Banchero inventó la fugazzetta con<br />

queso y hacia 1930 la avenida Corrientes se ensanchaba y se<br />

unía la bohemia del espectáculo a las pizzerías, aunque también<br />

volvían a La Boca. Son solo algunos de los tantos datos<br />

que este libro trae para correr de la biblioteca a la pizzería y<br />

ser un poco más felices. Sí, hay un estudio que asegura que<br />

comer pizza nos hace felices.<br />

97


Cocina<br />

Comerse el mundo<br />

Cuesta creer cómo se viajaba antes de Internet. Hoy no vamos ni a la esquina sin chequear<br />

desde el celu el tránsito, el clima, si el negocio está abierto o el menú del día. Nuevos recursos<br />

forman nuevos consumidores y la gastronomía es un espacio ideal para los ciberviajeros<br />

POR Marina García<br />

A favor o en contra de las nuevas tecnologías –especialmente<br />

las portables– no se puede subestimar la transformación<br />

que han operado en los aspectos más cotidianos. En lo que<br />

a “buena vida” respecta, las redes son el aleph que abre la<br />

puerta a una miríada de propuestas que amplifican el deseo,<br />

promueven la interculturalidad y ofrecen respuestas a preguntas<br />

que todavía ni nos hemos imaginado.<br />

Salir a comer puede ser toda una aventura: ¿qué tipo de comida?,<br />

¿qué zona?, ¿qué estilo de restaurante?, ¿sin TACC?,<br />

¿vegana?, ¿india?, ¿un festival?, ¿un espacio intimista? Todo<br />

esto puede consultarse desde un simple celular y lo más<br />

descollante es que se puede acceder a opiniones de usuarios,<br />

fotos, notas en medios, comparativas de lugares similares,<br />

curriculum coquinare del chef y hasta incluso pedir que lo<br />

traigan a casa en menos que un gallo canta.<br />

Otra de las maravillas que permite la “matrix” es que cada<br />

consumidor es al mismo tiempo productor del mensaje, una<br />

modalidad hija de este siglo a la que fuimos entrando casi sin<br />

darnos cuenta. Hoy es común pasar frente a un local, sacar<br />

una foto, subir a la red, suscribirse a sus canales –Instagram,<br />

Facebook, Twitter, Pinterest, etc.– “arrobar” a los amigos<br />

(otra nueva costumbre de estos nuevos tiempos), invitar,<br />

difundir, compartir.<br />

Descubrir un lugar siempre fue un valor entre los gourmand,<br />

pero hacerlo hoy, cuando todo está en la vidriera, es todo un<br />

talento millennial.<br />

Otro dato de estilo es suscribirse a los hashtags, esos # famosos<br />

que uno cree que no sirven para nada. Esta suerte de<br />

etiquetas facilitan a la red de redes una idea de nuestros gustos<br />

y habilita a que se despache con novedades diarias que<br />

incluyen videos, televisión en vivo, ofertas, eventos, descuentos,<br />

clases gratuitas, degustaciones y más. Tendencias alimentarias<br />

y gastronómicas tienen hoy en Internet su espacio más<br />

vertiginoso, lo que fue visto en Tailandia, aparece de repente<br />

en Villa Crespo, con un toque cordobés y servido al estilo<br />

italiano. Los puristas horrorizados no harán esperar su “ya no<br />

se respeta nada” pero aún para ellos habrá info detallada de<br />

bodegones clásicos, parrillones y lecherías en cualquier parte<br />

del planeta, dispuestos a recibirlos.<br />

La tecnología es hoy una brújula, depende de cada uno perderse<br />

lo cercano por focalizar solo en las pantallas, o usarla<br />

para ampliar horizontes inimaginados<br />

LA COCINA DE TEFI<br />

Tefi Russo<br />

Grijalbo<br />

EL ROCK EN LA COCINA<br />

Cook Grimaldi<br />

Sudamericana<br />

A CUATRO MANOS<br />

Natalia Kiako<br />

Sudamericana<br />

Chica mediática si las hay, Tefi Russo es divina por donde<br />

se la mire: hipersimpática, siempre a la moda, viajera,<br />

curiosa, maneja las redes como ninguna (@inutilisimas)<br />

y además… cocina rico. Su estandarte es una propuesta<br />

sabrosa y desestructurada, donde “si algo sale mal...<br />

¡está todo bien!”. Algo tan simple, pero tan importante<br />

que permite que sus fans se animen a seguir y recrear<br />

sus recetas tentadoras y fáciles. Muy genia.<br />

Otro superhéroe de las hornallas es el queridísimo<br />

@cookgrimaldi, uno de esos tipos entrañables que te<br />

gustaría tener de amigo. Cook es sinónimo de comida<br />

todo terreno, de recetas que te hacen levantar de la<br />

cama para prepararte algo, de improperios que en<br />

porteño son sinónimo de elogio. Este libro, al igual que<br />

toda su vidriera mediática, es un cross a la mandíbula<br />

que encima se agradece. Un groso.<br />

Imposible no hacerse fan de @natikiako, que es,<br />

a su estilo, la Blanca Cotta de nuestra época. Sus<br />

recetas, pero especialmente sus textos, nos llevan a<br />

un espacio intimista, perfumado de vainilla y manos<br />

en la masa. En este, su segundo libro, ahonda en la<br />

cocina cotidiana, con recetas para compartir en familia<br />

y alimentar a plena consciencia (que es mucho<br />

más que dar de comer). Muy recomendable.<br />

98


Dossier<br />

literatura<br />

Bruce Chatwin<br />

El nómada<br />

dorado<br />

Existe un antes y después en la literatura de viajes a partir de la existencia<br />

de Bruce Chatwin (1940-1989). El James Dean de los viajes, el Alejandro<br />

moderno y trotamundos, el erudito ecléctico, narcisista y bisexual efebo<br />

errante, alzó la antorcha de su vida –que acabó abrasándolo– para señalarnos<br />

la dirección de una existencia nómada en caminos, intereses y afectos.<br />

Presentamos un perfil de su intensa existencia y una entrevista donde da<br />

cuenta de los fundamentos de su obra<br />

POR Christian Kupchik<br />

99


Si Miguel de Cervantes Saavedra consiguió la posteridad a través de El Quijote asesinando<br />

para siempre a todo el género de caballería, el galés Bruce Chatwin logró darle forma y<br />

contenido a un género tan antiguo como la vida, pero que hasta entonces no había sido visualizado<br />

como tal. En efecto, testimonios del travel writing o literatura de viajes existen ya en los<br />

libros sagrados de casi todas las cosmovisiones del mundo. Incluso, a partir de la eclosión del<br />

género, textos como La Odisea pueden ser incorporados y leídos como una aventura de viajes.<br />

En el siglo II, el autor sirio de expresión griega Luciano de Samosata dio a conocer Historia<br />

verdadera o Relatos verídicos, una novela paródica de viajes fantásticos que incluso llegaban<br />

a la luna (por lo que se considera inaugural no solo de la temática viajera, sino también<br />

de la ciencia ficción). Pero fue Chatwin quien sistematizó de algún modo el cuerpo, le dio un<br />

sentido que excede lo literario para adentrarse en un estudio del hombre como ser nómade.<br />

A mediados de la década del 70, tenía 33 años y no sabía muy bien cómo resolver su futuro.<br />

Poco tiempo atrás, había renunciado a su cargo como jefe del departamento de antigüedades<br />

y arte impresionista en la prestigiosa casa de remates Sotheby’s (“me consideraban un experto<br />

en pintura francesa contemporánea solo porque podía diferenciar un Manet de un Monet”,<br />

solía bromear) debido a un confuso episodio. Cierto día, luego de una intensa jornada de<br />

trabajo en Nueva York, amaneció medio ciego. Oftalmólogos y neurólogos no encontraron<br />

ninguna irregularidad fisiológica, y le indicaron descanso. Chatwin supo interpretar el consejo:<br />

un avión lo depositó en Sudán. Allí cruzó a pie y a camello el desierto y los montes del mar<br />

Rojo, con la única compañía de un guía hadendowa. Acabó por encontrar algunas pinturas<br />

rupestres desconocidas que no había ido a buscar.<br />

Al retornar a Londres, veía perfectamente. Desde hacía tiempo, Chatwin trabajaba en un proyecto<br />

personal llamado La alternativa nómada, que él definía como una suerte de “antropología<br />

personal”. En una carta de febrero de 1969 dirigida a su agente y amigo Tom Maschler,<br />

señala: “La pregunta a la que trataré de dar respuesta es: ‘¿Por qué los hombres vagan por el<br />

mundo en lugar de quedarse quietos?’”. A continuación, definía con claridad cada capítulo del<br />

supuesto libro (diez en total), al que él mismo declaraba “imposible de realizar”.<br />

Cada vez que tenía oportunidad, partía a sitios como Afganistán o Egipto, y buscaba el contacto<br />

con las culturas migratorias. “Diversión. Distracción. Fantasía. Cambio de hábitos, de<br />

comida, de amor y de paisaje. Lo necesitamos como el aire que respiramos. El hombre que<br />

se queda quieto en una habitación corre serio peligro de enloquecer”, escribió en un artículo<br />

titulado Es un mundo nómada. Para Chatwin el movimiento era una parte esencial de la<br />

condición humana, y a su estudio entregó la última parte de su breve vida. Coincidía con Ibn<br />

Battuta, el infatigable filósofo árabe que en el Medioevo viajó de Tánger a China ida y vuelta,<br />

para concluir que “quien no viaja no conoce el verdadero valor de los hombres”. Amaba a<br />

los tuaregs, los grandes espacios abiertos, el deambular sin mayor sentido que ir en busca de<br />

ninguna parte. De acuerdo a lo que declaraba, “no me interesaba tanto retratar la existencia<br />

de los nómades como la vida de los caminantes en general, el impulso mismo de echarse a<br />

andar, dejando de lado si este se producía individual o colectivamente”.<br />

Comenzó a trabajar haciendo reportajes para The Sunday Times Magazine, y sus crónicas<br />

encontraron para su propia sorpresa un éxito creciente. Durante una de esas misiones, en la<br />

Bruce Chatwin trabajó un tiempo<br />

en Sotheby’s. Aquí, a principio<br />

de los años 60, examinando<br />

antigüedades.<br />

En 1964 visitó el Hindú Kush,<br />

una cadena montañosa entre<br />

Afganistán y Pakistán. La foto la<br />

tomó David Nash y pertenece al<br />

libro Far Journeys: Photographs<br />

and Notebooks.<br />

Mientras trabajaba de reportero<br />

para The Sunday Times Magazine,<br />

tuvo la oportunidad de visitar la<br />

casa de la artista y arquitecta<br />

Eileen Gray en París. Frente a un<br />

mapa de la Patagonia pintado por<br />

ella, expresó: “Iré allí. Siempre<br />

quise ir allí”.<br />

Primera edición de In Patagonia,<br />

publicado por Jonathan Cape<br />

en 1977. En ese momento era<br />

impensado que el libro se<br />

volviera mítico en todo el mundo.<br />

1<br />

Susannah Clapp, Con Chatwin.<br />

Muchnik Editores, Barcelona, 1997.<br />

2<br />

En realidad, el invitado fue<br />

Chatwin y este, a su vez, invitó<br />

a Theroux. Las conferencias<br />

salieron a la luz como un breve<br />

libro titulado Patagonia Revisited<br />

(Retorno a la Patagonia, Anaya &<br />

Mario Muchnik, Madrid, 1993).<br />

casa que la artista y arquitecta Eileen Gray tenía en París, quedó maravillado al ver un mapa<br />

de la Patagonia pintado por ella. Chatwin entonces expresó: “Iré allí. Siempre quise ir allí”.<br />

Gray le regaló el mapa, con la condición de que le contara lo que había visto. En realidad, en<br />

principio no lo movilizaba ningún proyecto literario, sino encontrar parientes y amigos de un<br />

primo de su abuela, Charlie, que aparentemente había sido un aventurero a fines del siglo XIX<br />

por aquellas alejadas tierras del sur.<br />

A juzgar por la rigurosa información recogida por Adrián Giménez Hutton en La Patagonia<br />

de Chatwin, el británico habría llegado a Argentina en diciembre de 1974 y concluyó su<br />

recorrido en marzo de 1975. En cuanto comenzó su travesía, encontró una cantidad de historias<br />

que lo superaban: iba desde un tiempo mítico hasta las andanzas de Butch Cassidy,<br />

los sueños de los colonos galeses hasta inmemoriales relatos de los nativos de la zona. En ese<br />

paisaje yermo, alejado de cualquier parámetro que pudiese recordar al mundo contemporáneo,<br />

Chatwin se topó con una monumental factoría de relatos. El resultado final sería In<br />

Patagonia (el manuscrito original se titulaba En el confín: un viaje a Patagonia) y fue publicado<br />

en Londres, por Jonathan Cape en 1977. Inspirado por una suerte de diario de viaje que<br />

mezcla poesía y ficción, el notable Viaje a Armenia, de Osip Mandelstam, el galés construyó<br />

algo que de manera natural escapaba a todas las formas conocidas en materia de género de<br />

viajes hasta entonces. Esa obra inclasificable fue un imán para todos aquellos que disfrutaban<br />

de la lectura que combinaba erudición y aventura.<br />

Su primera editora y amiga, Susannah Clapp, cuenta sus primeras emociones cuando tuvo que<br />

hacer el informe para Jonathan Cape: “Era algo extraordinario y también un posible problema.<br />

En esencia se trataba de un collage, una colección de impresiones, recuerdos, historias y cuentos<br />

acerca de la Patagonia, vagamente vinculados por una intermitente narrativa en primera persona<br />

pero que, en su mayor parte, funcionan más o menos de manera autónoma… El rasgo más notable<br />

de esta mezcla de realidad, fantasía y folclore, es la muy elevada calidad del texto”. 1<br />

Los problemas vinieron, sobre todo porque algunos escritores no supieron (o prefirieron no querer<br />

saber) el modo en que se debía abarcar una obra de este tipo –como el estadounidense Paul<br />

Theroux, supuesto amigo en vida de Bruce y con quien editaría una serie de conferencias ante<br />

la Royal Geographical Society, 2 quien luego lamentó ciertas “omisiones”–. Como bien grafica<br />

Clapp, “pocos autores han sido tan vituperados por lo que no dijeron”. De todos modos, cabría<br />

aclarar que Theroux es un caso bien conocido por sus celos y antinomias con quienes fueron sus<br />

compañeros de ruta (al Nobel caribeño V. S. Naipaul le dedicó todo un libro con sus diatribas).<br />

En lo personal, la de Chatwin es una vida más llena de sombras que de luces, una vida trepidante,<br />

intensa, llena de éxitos y de golpes afortunados, tal como dejan entrever sus dos biografías,<br />

tanto la que concibió Nicholas Shakespeare, como la de Susannah Clapp. No obstante, y a<br />

pesar de todos sus esfuerzos, ambos libros parecen no haber logrado vencer una última frontera,<br />

develar la última máscara tras la que se ocultaba con obstinación su verdadero ser.<br />

Apuesto (su rostro de niño/ángel fue sujeto de abundantes fotografías), iconoclasta, dueño de<br />

una ecléctica erudición, un seductor nato, coleccionista de las cosas más inverosímiles –desde<br />

piedras a autos, pasando por cuadros y porcelanas, como lo atestigua en su excelente Utz–,<br />

hedonista empedernido, aunque capaz de las privaciones más extremas, Chatwin, el hombre<br />

100 101


obsesionado con el tema de la movilidad, acabó convertido en un “viajero de sí mismo”, tan<br />

inclasificable como sus propios libros. Se mimetizaba con los ambientes que observaba en sus<br />

viajes hasta el punto de crear una realidad particular.<br />

Incluso su vida privada fue una extensión de esa ficción que nunca dejó de escribir. En el conjunto<br />

de su correspondencia, que recoge testimonios de personajes tan disímiles como Graham<br />

Greene, Patrick Leigh Fermor, Susan Sontag, James Ivory o Werner Herzog (una<br />

suerte de hermano vital y estético en su aventura creativa), entre otros, y desde lugares tan<br />

dispares como Afganistán, Grecia, Kenia, Suecia, Turquía y tantos otros países y continentes,<br />

aparecen los ecos de todas las voces que compusieron a Chatwin, como si se tratase de una sinfonía<br />

plural, múltiple e interminable. En sus cartas se revela como un narrador de historias nato,<br />

apasionado de la vida –aunque inseguro sobre cosas íntimas, como su sexualidad–. Como afirmó<br />

Salman Rushdie, “Bruce apenas había empezado. Tan solo vimos el primer acto de sí mismo”.<br />

Esta correspondencia fue recogida por su viuda Elizabeth, quien seguramente debió abrir<br />

una caja de Pandora al conocer el contenido de muchas de esas misivas (publicadas en español<br />

bajo el título de Bajo el sol, por el sello mexicano Sexto Piso). Chatwin se casó con ella a los 25<br />

años, tras haberla conocido cuando trabajaba en Sotheby’s, probablemente para sorpresa de<br />

muchos porque era bisexual y lo siguió siendo a lo largo de su vida de casado, una circunstancia<br />

que su esposa conocía y aceptaba.<br />

Chatwin, para quien “la vida no es otra cosa que una larga peregrinación por el desierto”,<br />

detuvo su camino en Niza el 18 de enero de 1989, a cuatro meses de alcanzar los 49 años, al<br />

contraer sida. Fue una de las primeras figuras públicas afectadas por el virus en Gran Bretaña<br />

y, aunque se trató de ocultar su enfermedad haciendo pasar los síntomas por una infección<br />

o los efectos del mordisco de un murciélago o una intoxicación con hongos chinos, lo suyo<br />

era un secreto a voces. No respondió bien al tratamiento médico y, con su estado de salud<br />

deteriorándose con rapidez, se trasladó al sur de Francia junto a su mujer, a la casa del que<br />

una vez fue su amante, el diseñador Jasper Conran. Allí, durante sus últimos meses de vida,<br />

Chatwin fue atendido por Elizabeth y por Shirley Conran. Esta última recuerda que el<br />

domingo 15 de enero llamó desde Roma un amigo, Teddy Millington-Drake, para informar<br />

que a Alberto Moravia le había encantado Utz y escribió una crítica “excelente” en el<br />

principal periódico de la ciudad. Bruce, muy débil y echado en la terraza, se limitó a sonreír<br />

durante un rato y finalmente dijo: “Mejor que el Booker” (en referencia al Booker Price, el<br />

principal premio literario inglés).<br />

El funeral se celebró en Londres el mismo día en que fue anunciada la fatwa –condena de<br />

muerte musulmana– contra Salman Rushdie, buen amigo de Chatwin. El 20 de enero, Elizabeth<br />

organizó su cremación en Niza y posteriormente hubo dos oficios, en la iglesia de Watlington y<br />

otro en la catedral ortodoxa de Santa Sofía, en Bayswater, donde se dice “asistió todo el mundo”.<br />

Pero su verdadera luz se proyectó a través de sus libros, sus notas, sus entrevistas, sus fotografías<br />

(tenía un ojo privilegiado para descubrir lo imperceptible), hasta construir un mito que muchos<br />

se encargaron de seguir incluso a través de los pasos que no alcanzó a dar. En cualquier puerto,<br />

en un tren inesperado, en la caravana anónima, siempre nos asaltará la misma pregunta que el<br />

propio Chatwin se planteó una y otra vez: “¿Qué hago yo aquí?”.<br />

Retrato de Bruce Chatwin tomado<br />

en 1977 en Londres, por David King.<br />

En el libro Far Journeys:<br />

Photographs and Notebooks pueden<br />

verse imágenes de algunos de sus<br />

libros de notas, donde alternaba<br />

textos y dibujos.<br />

Bajo el sol: las cartas de Bruce Chatwin,<br />

publicado por Sexto Piso en 2013,<br />

reúne correspondencias con su mujer<br />

Elizabeth, Susan Sontag, Roberto<br />

Calasso, Paul Theroux y Patrick Leigh<br />

Fermor, entre otros.<br />

VAGABUNDEAR POR LA MEMORIA<br />

En 1987, el azar quiso que pudiera coincidir en Londres con Chatwin y, gracias a los buenos<br />

oficios de amigos comunes y a su proverbial generosidad, accediera a una entrevista.<br />

Ya plenamente afianzado como figura e incluso guía cultural, en particular para las nuevas<br />

generaciones que vieron ampliadas a través suyo las dimensiones del mundo, se reveló como<br />

un interlocutor afable, curioso, erudito, dueño de un particular humor. Aparentaba diez años<br />

menos de los que realmente tenía y tenía una mirada transparente que lo llevaba permanentemente<br />

a descubrimientos nimios e imperecederos. Este es un fragmento de aquellas palabras<br />

vertidas hace tres décadas.<br />

–En los años 60 comienza a viajar por África, Asia y Sudamérica. En aquella época<br />

tenía un buen trabajo en Sotheby’s. Su interés por culturas extrañas parece coincidir<br />

con una necesidad de búsqueda. ¿Quizás acuciado por una existencia segura pero<br />

un tanto deprimente? Sí, es correcto. Al final ya no soportaba más mi trabajo en Sotheby’s.<br />

El mundo artístico estaba absolutamente corrupto, y yo sentía algo dentro de mí que deseaba<br />

expresar. Ocuparse de los mayores artistas –casi todos muertos–, me parecía una actividad<br />

parasitaria, no me agradaba. Así es que, apenas se me presentaba una oportunidad, viajaba a<br />

países como Egipto, Sudán y Afganistán.<br />

–¿Cuándo ocurre esto exactamente? Antes de que surgiese el hippismo. Afganistán representó<br />

para mí una cantidad de vivencias extraordinarias. Cada vez que volvía de alguno de<br />

mis viajes, se me hacía más y más difícil retornar al trabajo en Sotheby’s. Hasta que un buen<br />

día me decidí y renuncié. Comencé entonces a estudiar arqueología y lenguas indoeuropeas,<br />

sánscrito especialmente. Al mismo tiempo, intenté escribir un libro que tenía por título La<br />

alternativa nómada.<br />

–¿Pensaba escribir un ensayo de carácter académico? No, aunque de hecho escribí una<br />

serie de artículos con esa pretensión que, desde luego, fueron duramente criticados por sus<br />

características especulativas, no científicas. Al presentar mis ideas encontré únicamente desdén<br />

o indiferencia, lo que contribuyó para que empezase a dudar sobre el sentido de escribir<br />

un libro así. Además, comenzaba a tener problemas concretos para subsistir. Me encontraba<br />

con 32 años y sin saber qué hacer. Hasta que me llegó una oferta de The Sunday Times<br />

Magazine para escribir reportajes. Entre otras cosas, viajaba con cierta regularidad a París<br />

para entrevistar a personas mayores que habían tenido contacto con los grandes modernistas.<br />

Un día, en casa de una adorable viejecita que vivía en la rue Bonaparte, vi por primera vez un<br />

mapa de la Patagonia, una región del mundo que siempre había soñado conocer.<br />

–¿Cuándo viajó allí, fue con la idea de escribir algo sobre la Patagonia? No, de ningún<br />

modo. Originalmente mi viaje se debía a un motivo estrictamente personal. Deseaba encontrar<br />

parientes y amigos de un primo de mi abuela, Charlie, que a finales del siglo XIX fue<br />

un gran aventurero por aquellas tierras. Pero claro, necesitaba dinero, y dado que The Sunday<br />

Times ya no hacía uso de mis servicios, se me ocurrió introducirme en el mercado americano<br />

a través de una serie de artículos. Sin embargo, jamás se publicó artículo alguno. Entonces<br />

consulté con un agente literario de Nueva York y él me sugirió de un modo muy entusiasta<br />

escribir un libro entero con mis vivencias.<br />

102<br />

103


–¿En la Patagonia puede caracterizarse como un libro de viaje? Sí, sin duda. Cuando<br />

se le llama de otra forma protesto. Todo lo que figura en el libro sucedió realmente, aunque<br />

claro, en otro orden. En la formulación definitiva intenté evitar tanto la organización cronológica<br />

en línea recta –que es tan tradicional en los libros de viaje– como la perspectiva narrativa<br />

unilateral. Quizás es debido a ello que muchos críticos no saben muy bien cómo clasificarlo.<br />

–¿Hubo alguna fuente de inspiración literaria que le haya ayudado? Hay dos libros<br />

que significaron mucho para mí, y ambos están escritos por el mismo autor: Osip Mandelstam.<br />

El primero es una colección de cuentos y ensayos titulado El rumor del tiempo; el otro es<br />

una especie de diario de viaje llamado Viaje a Armenia. En una ocasión en que me encontraba<br />

en Moscú enviado por The Sunday Times, tuve oportunidad de entrevistar a la viuda de<br />

Mandelstam (que, dicho sea de paso, es una de las mujeres más fascinantes que he conocido<br />

en mi vida), y le pregunté por aquellos libros místicos. Me dijo que debería leerlos solo si<br />

me viese obligado a aprender ruso. Poco tiempo después encontré una versión inglesa de los<br />

textos –hecha por Clarence Brown–, y quedé completamente extasiado. En mis viajes por<br />

Sudamérica los llevaba siempre conmigo, como una Biblia.<br />

–En la Patagonia habla de gente que de algún modo vive en una suerte de exilio,<br />

ya sea forzado o elegido. Los retratos que hace de los personajes, ya sean gauchos<br />

o indios, pistoleros como Butch Cassidy o marinos perdidos como el primo Charlie,<br />

tienen el sello de un gran respeto, por no decir admiración. ¿Debe entenderse el<br />

libro como un homenaje a todos los nómadas y aventureros? Sí, creo que sí.<br />

–Sin embargo, en su segundo libro, El virrey de Ouidah, nos encontramos con un<br />

viajero que apenas comparte algún rasgo positivo con el héroe clásico. El tratante<br />

de esclavos Francisco Manoel Da Silva parece dominado por una crueldad incomprensible...<br />

No creo que sea tan malo, aunque es evidente que está al servicio del Mal.<br />

–¿Y cómo llega hasta él? ¿Es su espíritu trashumante el que lo empuja en brazos del<br />

Mal o, por el contrario, su nostalgia de una tierra firme, un lugar donde vivir con tranquilidad?<br />

Me inclino por lo último. En su época, la trata de esclavos fue una industria gigantesca,<br />

especialmente en Brasil, donde solo a fines del siglo pasado encontró su prohibición definitiva.<br />

En lo básico, Da Silva tenía la misma mentalidad que el director de una empresa petrolera<br />

de la actualidad. Simplemente, hizo su trabajo en África para un día poder regresar a casa como<br />

un hombre respetable. Si bien el libro está basado en hechos reales, resulta clara la intencionalidad<br />

de crear una novela convencional. Para crear algo nuevo siempre debí buscar inspiración en<br />

la realidad. Se me ocurrió escribir el libro cuando estuve de paso por Dahomey, la actual Benín.<br />

Allí visité una casa que había pertenecido a un traficante de esclavos llamado Francisco Félix<br />

de Souza. El dormitorio era fantástico: sobre una cama inmensa (debajo de la cual se halla enterrado<br />

el antiguo propietario) había una cantidad increíble de reliquias y fetiches. De una de las<br />

paredes del cuarto colgaba un retrato de Souza fechado en 1820, y había también una escultura<br />

de San Francisco de Asís. “¡Dios, qué historia!”, pensé. En sus buenos tiempos, las ciudades<br />

de Ouidah, Porto Novo y Grand-Popo exportaron más esclavos a las Américas que todo el resto<br />

del continente africano, y llegaron a conocerse con el nombre colectivo de “Pequeño Brasil”, por<br />

la gran cantidad de mulatos y esclavos libertos que volvieron a África durante el siglo XIX. Pero<br />

Fotos tomadas por Chatwin<br />

en la Patagonia, incluidas en<br />

Far Journeys: Photographs<br />

and Notebooks. El vagón fue<br />

la imagen de tapa de varias<br />

ediciones de En la Patagonia.<br />

Elizabeth Chatwin sacó esta<br />

foto en 1985. Se encontraban<br />

en Kardamili, Grecia. Fue<br />

publicada en Far Journeys:<br />

Photographs and Notebooks.<br />

no era una novela lo que yo pensaba hacer. Mi idea original fue la de entrevistar a muchos de los<br />

descendientes de brasileños y, a partir de ellos, ir tejiendo la historia de sus antepasados. Volví en<br />

1978, siete años después del primer viaje, y cuando me encontraba con la mitad del trabajo listo,<br />

hubo una revolución. Dahomey pasó a llamarse República Popular de Benín, el africanismo fue<br />

cambiado por el pensamiento de Kim Il Sung, y una mañana me encontré arrestado, acusado<br />

de ser mercenario y forzado a permanecer contra un muro, en calzoncillos, bajo un sol abrasador,<br />

mientras los buitres giraban sobre mi cabeza. Como es obvio, después de esta interrupción<br />

se me acabaron las ganas de proseguir con mis investigaciones. Y aunque hubiese querido, hubiera<br />

sido imposible porque me expulsaron del país. Con los datos recogidos, comencé entonces<br />

a escribir una historia ficticia, que tomaba como modelo la dramaturgia de Racine. En aquel<br />

tiempo leía mucho a Racine y admiraba la tensión de sus tragedias.<br />

–¿A través de Racine busca reparar las exigencias clásicas de unidad temporo-espacial?<br />

Exacto. La historia de Da Silva me fue transmitida por su propia hija, una mujer muy<br />

vieja al borde de la muerte. Comenzó su relato a primeras horas de la tarde y lo acabó tres<br />

horas después, justo cuando su conciencia se extinguía. Lo que busqué lograr es, especialmente,<br />

ese estado de trágica satisfacción que se halla en Racine: mientras la configuración<br />

ficticia albergue un ápice de esperanza, el espectador sabe todo el tiempo que la catástrofe es<br />

inevitable. Desgraciadamente fue necesario agregar un epílogo que de algún modo destruye la<br />

rigurosidad de la forma, pero por lo demás está construida como una tragedia clásica. Escribirla<br />

fue un proceso difícil, muy duro. Ningún otro libro me exigió tanto.<br />

–Colina Negra es su tercer libro, una obra que sorprendió por ser completamente<br />

distinta a las anteriores. Trata sobre mi infancia. La escuela a la que asistí tiene una granja<br />

en Gales que acostumbrábamos a visitar los veranos, en las vacaciones. En 1955 encontré allí<br />

a unos viejos campesinos que podían recordar con toda claridad sucesos acaecidos un siglo<br />

atrás. Durante algunos años volví al lugar para buscar la “carne” con que asar una novela. Me<br />

reproché el hecho de pasarme el tiempo dando la vuelta al mundo en busca de apasionantes<br />

destinos cuando en realidad podía encontrarlos en las fascinantes historias de vida de mi<br />

propia tierra. Además, necesitaba escribir algo que me conmoviera después de pasar por las<br />

tribulaciones de El Virrey... La escritura de esta novela resultó un verdadero placer. Estaba en<br />

buena forma, así es que trabajé en las granjas, escuchando las historias de los viejos.<br />

–Quizás, por contraste con su vida, el objetivo primordial se había convertido en<br />

retratar gente que nunca había abandonado su lugar de origen, ¿no es así? No en un<br />

principio, pero luego comprendí que ese debería ser el tema del libro. Encontré mucha gente<br />

que jamás se había alejado más que un par de kilómetros del lugar donde nacieron. Sus vidas<br />

consistían en una especie de círculo mágico que tenía sus propias granjas como centro de<br />

gravedad. Quería investigar este círculo y comprender sus causas. Es necesario recordar que<br />

hay muchísima gente en todo el planeta que aún sigue viviendo de esta forma.<br />

–¿Los sucesos del libro son imaginarios? Sí, en gran parte, aunque la mayoría están basados<br />

en relatos de los campesinos. Por ejemplo, me encontré con dos hermanos que mascullaban<br />

algo relativo a un asesinato ocurrido en la década del 20. Al día siguiente me llevaron<br />

hasta la biblioteca del pueblo y pidieron los periódicos locales de la época del crimen. Allí<br />

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estaba lo que buscaba: un increíble crimen pasional. Todo lo que tuve que hacer fue echar<br />

mi fantasía a volar.<br />

–La confrontación entre el nómade y el sedentario también está presente en esta<br />

novela. A pesar de que los gemelos Lewis y Benjamin son inseparables, representan<br />

dos temperamentos completamente opuestos. Mientras Lewis está abierto a nuevas<br />

experiencias y desea “salir al mundo”, Benjamin quiere conservar todo tal cual fue<br />

en el pasado y encerrarse en la granja. Un conflicto similar sucede con sus padres:<br />

Mary sueña con exóticos lugares de la India mientras que Amos solo intenta proteger<br />

su propiedad. ¿A qué se deben estas polarizaciones? Lo interesante con los gemelos<br />

es que uno siempre desarrolla un rol activo, dominante y extrovertido, en tanto que el otro<br />

queda relegado a la pasividad, sumiso y taciturno. Las novelas sobre gemelos que he leído no<br />

guardan relación con la realidad. No sé bien por qué quise escribir una novela sobre gemelos,<br />

pero una vez que me embarqué en ella, me sentí obligado a investigar para poder continuar.<br />

Tomé prestada toda la literatura relevante que existe sobre el tema, y visité a un profesor italiano<br />

que es un experto en la materia. Lo que me fascinaba era el hecho de que dos hermanos<br />

se ven obligados a vivir una suerte de falso matrimonio, en donde asumen con una supuesta<br />

naturalidad los roles masculinos y femeninos. Lo que afirmas con respecto a la relación entre<br />

Lewis y Benjamin, de verla como una metáfora del nómade y el sedentario, es evidente que<br />

se trata de algo más que de una simple coincidencia.<br />

–Su último libro, Los trazos de la canción, trata sobre los aborígenes australianos.<br />

¿Cómo caracteriza esta obra? ¿Es una novela, un diario, un libro de viaje, o todo esto<br />

a la vez? Hubo un crítico español que leyó el libro como una “novela de viaje”, y así es justamente<br />

como debe leerse. Pero no fui yo quien encontró la forma, sino que fue la forma quien<br />

me encontró a mí. Antes de que la versión original entrara a imprenta había quemado nada<br />

menos que ocho manuscritos, y sigo sin estar conforme del todo. El problema consistía en crear<br />

una ficción que encuadrase con mis consideraciones acerca de la vida de los nómades.<br />

–¿Podría aclarar que es una “huella soñada”? Parecería que toda su filosofía depende<br />

de este concepto... Sí, en cierta forma es verdad. Una “huella soñada” es un camino<br />

invisible que los antepasados de los aborígenes recorrían en el comienzo de los tiempos.<br />

Por medio del canto, estos antepasados iban dando nombre a todo lo que veían durante su<br />

peregrinaje, y de esta forma fueron creando el mundo. Hoy, los aborígenes pueden seguir<br />

estas “huellas soñadas” por toda Australia, y las conocen a través del aprendizaje de los cantos.<br />

Ellos saben perfectamente cómo se ve el otro extremo del continente sin haber estado nunca<br />

allí. Los cantos funcionan como una especie de mapa de la memoria. Dado que las “huellas<br />

soñadas” son consideradas sagradas, han sido causa de innumerables conflictos políticos. Los<br />

colonos no pueden entender cómo las “huellas soñadas” cruzan las grandes ciudades, y que<br />

construcciones como el Teatro de la Ópera de Sidney estén erigidas sobre territorio sagrado.<br />

Por supuesto, tampoco se esfuerzan demasiado por tratar de comprender las creencias de<br />

aquellos a quienes, en definitiva, les han robado todo, menos los cantos y los sueños.<br />

–Nos queda aún por dilucidar todavía una cuestión fundamental: lo que llama “la<br />

movilidad humana”. ¿Por qué el hombre siente la necesidad de trasladarse de un sitio<br />

a otro? ¿Cree realmente que, al igual que ciertos animales, el hombre ha desarrollado<br />

un instinto trashumante? Creo que en sus comienzos el hombre era una criatura nómade por<br />

excelencia. Por desgracia la editorial eliminó un pasaje importante en Los trazos de la canción<br />

que yo he vuelto a incluir en la edición de bolsillo. Allí intento demostrar cómo la evolución no<br />

ha seguido un desarrollo armónico, una dirección lineal, sino que se dio a través de una serie de<br />

“saltos” de un estadio a otro. Algunos de estos saltos tuvieron lugar en África hace dos o tres<br />

millones de años: de repente el clima devino más cálido, más seco, transformando en consecuencia<br />

a vastas regiones en sabanas o desiertos, imposibles para la supervivencia. El hombre<br />

nació entonces obligado a errar todo el tiempo en busca de agua o alimentos. Ello le ha permitido<br />

desarrollar otra sensibilidad, otra concepción del mundo que el hombre sedentario ha ido<br />

perdiendo. Esa cosmovisión especial que encontré entre los nómades explica mi gran admiración<br />

por ellos. A fin de cuentas, lo que hacemos es vagabundear por la memoria.<br />

Bibliografía de Bruce Chatwin<br />

En la Patagonia (In Patagonia), 1977.<br />

El Virrey de Ouidah (The Viceroy of<br />

Ouidah), 1980.<br />

Colina Negra (On the Black Hill),<br />

1982.<br />

Retorno a la Patagonia (Retourn<br />

to Patagonia, con Paul Theroux),<br />

1985.<br />

Los trazos de la canción<br />

(Songlines), 1987.<br />

Utz, 1988.<br />

¿Qué hago yo aquí? (What Am I<br />

Doing Here?), 1989.<br />

Photographs and Notebooks, 1993.<br />

The Morality of Things, 1993.<br />

Anatomía de la Inquietud (Anatomy<br />

of Restlessness), 1996.<br />

Bajo el Sol. Las cartas de Bruce<br />

Chatwin (Under the Sun. The letters<br />

of Bruce Chatwin), selección y<br />

edición de Elizabeth Chatwin y<br />

Nicholas Shakespeare, 2010.<br />

Sobre Chatwin<br />

Sussanah Clapp, Con Chatwin.<br />

Retrato de un Escritor, El Aleph,<br />

Barcelona, 1997.<br />

Nicholas Shakespeare, Bruce<br />

Chatwin. La biografía, Muchnik<br />

Editores, Barcelona, 2000.<br />

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