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Entrevista<br />

cuatro<br />

Gioconda Belli<br />

Una vida de novela<br />

Se burla de las etiquetas y escribe cómo y desde la óptica de un<br />

hombre. En su última novela, Las fiebres de la memoria (Seix Barral),<br />

el protagonista es un miembro de su familia, un noble francés que<br />

–acusado de asesinato– finge su suicidio, huye y cambia de identidad<br />

en las tierras vírgenes de Nicaragua de 1847<br />

POR Claribel Terré Morell<br />

“¿Qué piensan los enterradores? ¿Qué pensaron quienes cargaron<br />

mi féretro en la noche húmeda y calurosa de agosto en<br />

París?”. Así comienza Las fiebres de la memoria, la novela más<br />

reciente de Gioconda Belli (Managua, Nicaragua, 1948).<br />

En ella, se apropia de la historia de Charles Choiseul de<br />

Praslin, un noble francés, amigo del rey Luis Felipe I de<br />

Orleans que, acusado de asesinar a su esposa, finge su suicido,<br />

huye de Francia, toma una nueva identidad, se reinventa y, al<br />

llegar a Nicaragua, da comienzo a la familia de la escritora.<br />

Belli, de quien Harold Pinter ha dicho que es una de las<br />

escritoras más ingeniosas de Centroamérica, con un talento original<br />

y maravillosamente libre, sorprende con este nuevo libro.<br />

Escribe como un hombre y no como uno cualquiera. La historia<br />

sigue muchos caminos. Amores, traiciones, descubrimientos.<br />

Revolucionaria en las letras y en la vida, ha publicado 22<br />

libros entre poesía y narrativa y ha sido traducida a más de<br />

catorce idiomas. Fue miembro activo del Frente Sandinista<br />

de Liberación Nacional y hoy es una luchadora por la libertad<br />

y la democracia en su país.<br />

Uno habla con ella y habla con muchas mujeres a la vez. Es<br />

inteligente, valiente, bella. No es pudorosa y parece no tener<br />

miedo de quienes la colocan como referente de la literatura<br />

femenina.<br />

–Usted ha escrito un libro muy diferente del resto de<br />

su literatura que, además, toma personajes reales que<br />

pertenecen a su familia donde el asesinato, la mentira,<br />

la migración están presentes. La historia de mi ancestro,<br />

Charles Choiseul de Praslin, Par de Francia, es una historia<br />

que ha flotado en mi familia durante mucho tiempo. También,<br />

en el imaginario colectivo de la ciudad de Matagalpa, donde<br />

hay muchas leyendas. En esa zona de Nicaragua, la gente es<br />

rubia y de ojos azules. Hay una mezcla muy fuerte de franceses,<br />

alemanes… porque hubo una enorme migración y se<br />

tejieron miles de cuentos alrededor de esos personajes que llegaron<br />

en el siglo XIX a instalarse, a formar familia, a empezar<br />

el cultivo del café. Yo crecí escuchándolos. A mí me parecían<br />

historias pueblerinas. Pero luego, está el descubrimiento que<br />

hace mi padre de su historia familiar. Quienes cree que son los<br />

padres de él realmente son sus abuelos. A quien consideraba<br />

su hermano es su verdadero padre y tiene una madre lejana<br />

a la que encuentra y que es precisamente la nieta de este<br />

supuesto Par de Francia. Cuando ella muere con 100 años, al<br />

demoler su casa, encuentran un manuscrito enrollado en una<br />

antigua lata de galletas. Son las memorias de Praslin en las que<br />

recuerda hechos puntuales de su vida. Quien lo descubre, me<br />

llama. Con ese material en mis manos, comencé a investigar y<br />

luego a escribir Las fiebres de la memoria.<br />

–¿La culpa ocupa un lugar importante? Esta novela es<br />

sobre un ser que se reinventa. Tiene que huir de Francia, dejar<br />

atrás a hijos a los que quiere, sus tierras, su dinero, su entorno.<br />

Tomar una identidad falsa y eso le implica una recomposición<br />

mental de toda su manera de ser. Un hombre poderoso que<br />

pierde su poder y debe entender cómo vive el resto de la<br />

gente. No me salió tan difícil como yo pensaba. Aunque no<br />

me identifiqué con el personaje, me fascinó la idea. Charles<br />

Choiseul de Praslin no es un personaje inocente, pero tampoco<br />

totalmente culpable. Hay misterio pero también esa fascinación<br />

por lo exótico, lo extraño, lo extranjero y la procedencia<br />

del nombre de la familia. En el libro, le doy una solución más<br />

o menos al asunto pero es una situación que se daba mucho<br />

en esa época. No quedé muy convencida, por eso, le doy una<br />

explicación que es la que yo siento que se acercaba más a la<br />

realidad. Yo no lo juzgo. No es mi lugar como escritora juzgar<br />

sino proponer la historia y que los lectores tengan su propia<br />

opinión. Es un personaje muy complejo y, para mí, fue un reto<br />

tremendo. Mis personajes siempre han sido más puros. Me<br />

reté para escribir un personaje más truculento. Me llamaba la<br />

atención, en la investigación, que tenía una personalidad muy<br />

compleja. Tuve muchas dudas de abordar el tema porque se<br />

trataba de una persona sospechosa, y lo rescato en un tiempo<br />

en el que las mujeres somos muy conscientes de la agresividad<br />

masculina y sus consecuencias.<br />

–Atendiendo a que la novela recoge toda una época política<br />

y social en dos continentes, estampas históricas,<br />

vida familiar, evocaciones literarias y múltiples viajes.<br />

¿Cuánto tiempo le dedicó y cómo logró hacer coincidir<br />

la licencia poética con la reconstrucción personal<br />

e histórica? La licencia poética siempre está. Esta novela<br />

la escribí a lo largo de tres años en los que viajé mucho e<br />

investigué. Estudié muy a fondo lo que fue la vida social, económica<br />

y política de Francia, Estados Unidos y de Nicaragua<br />

en los tiempos en que vive Praslin. Leí documentos históricos,<br />

cartas familiares… Todo me fascinó, pues era una época<br />

sumamente interesante, en la que se desarrollaron acontecimientos<br />

que marcaron la historia. Y, también, el tener ese<br />

contraste de mundos que creo que es bien importante. La<br />

caída de la monarquía de Francia, el imperio de Luis Bonaparte,<br />

que también se disolvió y desembocó en la República<br />

francesa. Fueron cien años entre la Revolución Francesa y<br />

que se construyera una República. Eso me hizo pensar que la<br />

historia es mucho más larga que nuestras vidas y que, muchas<br />

veces, pensamos que no se logran las cosas que soñamos pero<br />

no se logra en nuestro tiempo de vida; por eso nos toca no<br />

quitar el dedo de la llaga y no dejar de trabajar por el futuro,<br />

aunque sea un futuro que no veamos. Hago aparecer lugares<br />

como la corte en el exilio de Luis Felipe de Orleans, la Isla<br />

de Wight o Nueva York por los que asoman celebridades<br />

como Alfred Tennyson o Julia Margaret Cameron.<br />

También, Cornelius Vanderbilt. Todo es posible. Conviven<br />

en los mismos años. La realidad es tremenda. La fantasía<br />

también. No sabemos que ocurrió con Praslin cuando muere<br />

en Nicaragua. En Matagalpa, donde hay tantos extranjeros<br />

sepultados, no se conserva una tumba con su nombre. Ahí,<br />

comienza otro misterio que, por esta vez, no seguí. Hay quienes<br />

se preguntan si volvió por última vez a Francia.<br />

–¿Por qué escribió el libro en primera persona y como<br />

un hombre? Fue un reto pero así me vino la novela. Me pareció<br />

fascinante. Cuando escribo, me dejo invadir por la historia.<br />

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