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momento, fue lo primero que empecé a hacer. De hecho,<br />
cuando arrancó Instagram, puse ahí Chicas en New York e hizo<br />
furor. Creo que la nueva forma de viajar es no viajar. Hay una<br />
nueva forma de viajar que es desde el sillón de tu casa y tiene<br />
que ver con la cantidad de información que tenemos. Sabemos<br />
tantas cosas, tantas, que antes de viajar, ya viajás. Sabés un<br />
montón de cosas pero lo que te falta es la experiencia. Y, creo<br />
que lo más lindo del viaje, justamente, es lo que vivís cuando<br />
estás ahí. Me parece que la nueva forma es, un poco, equilibrar<br />
entre todo lo que vas viendo, recibiendo, tomar la decisión de<br />
adónde ir y después ir y dejarte, perderte. Sabiendo lo que hay,<br />
perderte. Esa es la forma que me gusta a mí.<br />
–Frente a esa posibilidad de viajar sin viajar, ¿cómo<br />
animarse a tener una experiencia y no aislarse? Creo<br />
que esto dispara para dos lugares: por un lado, la parte del<br />
trastorno de quedarte en tu casa, que pasó siempre pero<br />
antes no se sabía. A esa gente le das la posibilidad de mirar<br />
por la ventana. A los que no quieren y a los que no pueden,<br />
porque también hay gente que no puede viajar porque no<br />
tiene presupuesto. Para ellos es una posibilidad de soñar, de<br />
ver otros mundos, de abrir un poco el panorama de lo que<br />
conocen. Después, para los que sí tienen la posibilidad de<br />
viajar, esto de estar todo el tiempo atrás del celular, te aleja<br />
un poco de vivir la experiencia en 360 grados. A veces, subo<br />
un posteo en Instagram de lugares instagrameables y quieren<br />
ir al lugar donde se hace la mejor foto. Me dije que no lo iba<br />
a hacer más para que vayan a vivir. Yo te muestro lugares que<br />
están buenos, vos después andá y encontrá los rincones. Me<br />
parece que eso forma parte de la experiencia. Mirá con otros<br />
ojos y no solamente a través del celular. Después sacarás<br />
la foto pero hay que estar atentos para sacarse una foto. Si<br />
no estás atento y solamente vas porque viste una foto ahí,<br />
porque es una esquina linda para fotografiar, vas, te parás, la<br />
tomás y listo. Lo demás no lo viste.<br />
–En las redes sociales solemos ver solo un recorte de<br />
la experiencia de viaje, ¿cuál cree que es el rol de la<br />
emoción en todo eso? Mucho. Es más que el presupuesto.<br />
Una nota de las más leídas en la página es “Qué hacer en<br />
New York sin gastar un solo dólar”. Siempre vas a encontrar<br />
cosas para hacer en las que no necesites gastar plata pero<br />
siempre necesitás estar, entregarte, estar abierta a conectarte,<br />
no con el celular sino con la ciudad. Sentarte en un parque,<br />
comprarte algo rico y sentarte abajo de un árbol aunque sea<br />
sola. Abrir un libro, ver cómo se comporta la gente en otras<br />
ciudades, sentarte en mesas comunales. Siempre que viajo<br />
me siento en la barra o en mesas comunales y hablo con<br />
la gente, le pregunto cosas: “¿Dónde te gusta bailar?”, por<br />
ejemplo. Aparte yo no hablo ningún idioma, nada. Y me las<br />
ingenio, siempre encuentro la forma de comunicarme. El<br />
miedo al idioma es un “temón”. Te vas a reír. Yo no hablo<br />
inglés, fui a un colegio del Estado y no había presupuesto<br />
para que me pagaran una profesora de inglés y, de grande,<br />
tendría que haber aprendido. Cuando fuimos a Turquía, las<br />
chicas estaban con “Qué desesperación, no puedo hablar con<br />
nadie”. Para mí es exactamente como viajar a cualquier lado.<br />
Es mucho más lindo, la pasamos bomba. Te divertís también,<br />
de otra forma. Obvio que es mucho mejor hablar inglés y<br />
comunicarte porque podés llegar mucho más en profundidad<br />
a muchas cosas. Pero hay países en los que no hablan inglés.<br />
–¿Cómo rompe la barrera idiomática entonces? Con<br />
Kari, mi amiga y socia, decimos que nosotras hablamos el<br />
idioma del amor y es así, es verdad. Cuando uno tiene ganas,<br />
se comunica. En Tokio, particularmente, son muy amables<br />
a nivel cultural. Vos te acercás y les tirás dos o tres palabras<br />
en inglés –ellos hablan como yo–. Algunas cosas entienden<br />
pero capaz no te saben contestar, entonces dejan lo que están<br />
haciendo (están con su maletín yendo al subte, para ir a trabajar),<br />
te piden que los sigas y te llevan adonde vos necesitás<br />
ir. Tienen esto de pensar primero en el otro y después en<br />
ellos, eso es lo que los hace hacer cosas diferentes.<br />
–¿Qué le enseñó viajar? A no ser prejuiciosa. Hay una<br />
tendencia algo natural a primero mirar lo que hay y después<br />
entender lo que viene. Primero uno juzga por lo que ve, de<br />
hecho hoy es más habitual que de costumbre. Ponés una foto<br />
en una red social, contás algo y, sin saber nada, opinan de<br />
cualquier cosa. Yo tengo una comunidad impresionante y casi<br />
no me pasa pero lo veo en otras chicas. Entro y, ¡qué maldad!<br />
¿Por qué? Si no saben. Creo que eso tiene que ver con<br />
prejuzgar. Y viajar me enseñó eso. Para poder identificar los<br />
lugares, o conocer la sociedad de esa ciudad, armar un circuito,<br />
lo primero que tenés que hacer es ser desprejuiciada y decir<br />
“a ver, no sé nada de este lugar, voy a mirar todo” y, después,<br />
hacer una evaluación. Eso también lo llevo a mis relaciones.<br />
–¿Qué cree que le aportaron las redes sociales al turismo?<br />
Por un lado, las redes dan herramientas, información<br />
que uno puede linkear a determinados gustos, intereses, de<br />
gente que más o menos nos gusta, y así ir eligiendo lugares.<br />
Por eso, en los libros que escribo nunca escribo sola. Siempre<br />
está la mirada de otras personas, a las que yo admiro o de<br />
las que me gusta su forma de vivir. En Chicas de viaje hay<br />
hombres y mujeres que cuentan su experiencia. Por ejemplo,<br />
Tefi Russo habla de Mallorca porque vivió ahí. Sabe más<br />
que yo. Gonzalo Bonadeo habla sobre Londres. Yo fui<br />
pero me encantó que lo escribiera un hombre porque tiene<br />
otra mirada. Me parece que eso es lo que tienen las redes y<br />
por eso quise transmitirlo en el libro. Antes existía una sola<br />
mirada que era la del autor. Ahora podés matchear la mirada<br />
de cada uno de ellos con tus gustos y con otros que, capaz te<br />
gustan, y hacer tu propio mapa.<br />
–¿Y qué opina sobre las comunidades? Es muy gracioso<br />
porque justo estuve en Facebook hace dos semanas hablando<br />
de eso y el responsable me preguntó: “¿Cómo hacés para<br />
formar comunidad?”. Y yo le dije que nunca en mi vida armé<br />
una comunidad, le pedí que me enseñara, por favor, porque<br />
no tenía ni idea de cómo armar una. Él me miró y me dijo<br />
que no lo podía creer, que fuera un día y que me enseñaba.<br />
No tengo idea, no sé. Creo que está bueno si después lo pasás<br />
por el tamiz del objetivo de tu viaje. Siempre hay un objetivo<br />
detrás del objetivo turístico: ¿Por qué querés ir? ¿Por qué<br />
te querés ir? ¿Por qué tenés ganas de viajar? ¿Qué es lo que<br />
te pasa? Están los viajes más reparadores o sanadores, gente<br />
que viaja porque no puede más, que se separó, que está<br />
triste. Y hay gente que hace viajes más técnicos, que le gusta<br />
ir y hacer la ruta que hay que hacer, el recorrido típico y si no<br />
fuiste al MET o al MOMA sos terrible…<br />
–¿Pensó en hacer comunidades con hombres? ¿En qué<br />
sentido? (risas). Soy de las que cree que nada mejor, a nivel<br />
producto, que apuntar a un nicho. Cuánto más específica sos,<br />
mejor podés ser en lo que hacés. Yo sé que le hablo a mujeres<br />
con determinado estilo, determinado perfil. Sé que le hablo<br />
a gente a la que le interesa lo que estoy contando. Hay gente<br />
que quiere tener más seguidores: yo no porque lo que quiero<br />
es tener seguidores a los que les importe lo que les cuento.<br />
Todo lo hago para la misma comunidad porque prefiero estar<br />
enfocada en la gente que tiene los mismos intereses.<br />
–¿Qué recomienda tener en cuenta a la hora de<br />
planear un viaje? Creo que primero, sobre todo cuando<br />
viajás con alguien, hay que ser muy sincero con uno mismo y<br />
pensar el objetivo del viaje (“¿Qué es lo que quiero hacer con<br />
este viaje?”) y comunicárselo al que te acompaña porque si<br />
no es muy egoísta. Quizás uno quiere hacer un viaje turístico<br />
y el otro quiere hacer compras. Y si no lo dijeron, están todo<br />
el tiempo mediando. Es mucho mejor ser honesto y decir<br />
“Yo me voy a tomar mi tiempo para hacer compras y las cosas<br />
que nos gustan las hacemos juntos”. Hablar antes, programar<br />
antes. Uno cree que sabe lo que el otro quiere y no siempre<br />
es así. Conectar y preguntar expectativas de viaje.<br />
–¿Cuál es la fórmula para hacer de algo que nos gusta<br />
mucho, como viajar, una empresa? Yo me separé, cambié<br />
de trabajo. Es tan difícil de explicar... Creo mucho en la prueba<br />
y el error. Voy probando. Por ejemplo, durante los diez años<br />
en que trabajé en una empresa de cosméticos, tres de esos<br />
años trabajé en paralelo con mi marido armando una agencia<br />
de publicidad. Tenía dos trabajos. Y antes de eso también tenía<br />
dos trabajos. Siempre iba probando porque tenía miedo. No<br />
me podía quedar sin trabajo, no tenía plata, tenía que vivir y<br />
no podía dejar todo para hacer lo que me gustara. Creo que<br />
eso es lo que nos pasa a la mayoría. La otra excusa del emprendedor,<br />
o del que no se anima, es “no tengo tiempo”. Tiempo<br />
hay: dormí menos, salí menos con tus amigas. Dejá de hacer<br />
algo y vas a ganar ese tiempo. Yo hacía eso. Salía de trabajar a<br />
las 18 en Constitución, tenía una hora y pico de viaje, y cuando<br />
llegaba me sentaba con mi marido y armábamos el plan de trabajo<br />
para el otro día, pensábamos cómo hacer esto o aquello. Y<br />
cuando empecé con Chicas en New York hice lo mismo. Tenía<br />
la agencia, había crecido, teníamos un montón de empleados,<br />
era una empresa, ya no era<br />
más un emprendimiento<br />
chiquito. Y estaba en la<br />
misma: era lo que me<br />
daba de comer. Si me iba<br />
era fuerte porque hacía<br />
muchas cosas. Y empecé a<br />
sentir que esto me gustaba<br />
más, a probar y pensé “¿qué<br />
hago?”. Terminé haciendo<br />
las dos cosas al mismo tiempo.<br />
Y lo hacía de noche. Terminaba<br />
todo, le daba la teta<br />
a mi hijo, lo acostaba y antes<br />
de desmayarme… Chicas en<br />
New York<br />
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