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Qué tenían puesto. La moda en la Historia Argentina (Sudamericana)<br />

representa el primer libro referido al anecdotario<br />

sobre representaciones de la moda en la historia de Daniel<br />

Balmaceda (Buenos Aires, 1962). Setenta postales de usos y<br />

costumbres fechados entre la época prehispánica y 1960 que<br />

indagan en los peinados y peinetones, los fracs de los presidentes,<br />

el dandismo de Belgrano, los ponchos y la ropa gaucha,<br />

los hábitos para sacerdotes, los suspensores de seda, los<br />

pañuelos y ponchos de vicuña realizados por Paula Albarracín,<br />

la gomina de los tangueros, los guardapolvos blancos, los fracs<br />

de los presidentes, entre muchas otras arbitrariedades.<br />

–En el prólogo citó el Tratado de la vida elegante de<br />

Honoré de Balzac y su afirmación “quien quisiera investigar<br />

la indumentaria de un pueblo en cada época,<br />

conseguirá hacer la historia más pintoresca y más nacionalmente<br />

verdadera”. ¿Fue el disparador? Al tema de<br />

la moda lo había transitado de modo circunstancial. Hace un<br />

tiempo escribí una historia de las palabras. Encontré material<br />

que me interesó vinculado con la moda, el desarrollo del<br />

velcro o de la bikini. El segundo paso fue advertir que para<br />

las generaciones más jóvenes, los tiempos de Manuelita De<br />

Rosas se confunden con los vestidos de la línea Imperio; los<br />

actos escolares recrean la imagen de los peinetones cuando<br />

aparecieron mucho después. Me pareció interesante ver los<br />

cambios y acentuar su relación con la Revolución Francesa,<br />

la Revolución Industrial, la Revolución de Mayo y las guerras<br />

mundiales, y ver cómo influyeron en los estilos. En la Argentina<br />

se generó una moda particular e independiente del estilo<br />

de España pero luego, con la llegada de la inmigración<br />

europea se percibieron sus aportes. En la representación del<br />

hombre de campo, se lo ve con una bombacha y un par de<br />

alpargatas, pero a la primera gran remesa de bombachas las<br />

compró Urquiza y provenían de los turcos, mientras que las<br />

alpargatas era el calzado de los vascos.<br />

–¿Cúales fueron las fuentes y el método para analizar<br />

la moda en la historia argentina? Muchos de los datos históricos<br />

aparecen en las actas del Cabildo, donde se discutía<br />

cuánto debía pagarse a un barbero, y en la correspondencia<br />

comercial. El acervo del Museo Histórico Nacional es una<br />

fuente constante de información. La ropa también quedaba<br />

documentada en los testamentos; en las herencias la ropa era<br />

primordial y hubo legados de ropa fechados hasta 1860. En<br />

Argentina hay muy buenas hemerotecas y archivos pero algunos<br />

temas de la moda me resultaron más fáciles de investigar<br />

en la Biblioteca Pública de Nueva York, donde conseguí infinitos<br />

libros y diarios. Al desarrollo del sombrero Panamá y a la<br />

historia de la barbas los investigué allí. Acá me costaba mucho<br />

conseguir información.<br />

–En un fragmento demostró los valores de la ropa en<br />

relación a las tierras y cómo el hijo de Rodrigo Ortiz<br />

de Zárate, uno de los participantes de la Fundación de<br />

Buenos Aires, cambió unas tierras de la Recoleta por un<br />

ajuar que consistió en “un par de calzones, una capa de<br />

terciopelo, un chaleco de manga larga y una casaca con<br />

hilos dorados que protegían de las flechas”. Fue casi en<br />

los comienzos de Buenos Aires. La ropa era un elemento de<br />

lujo y la pobreza era tal que los aldeanos iban vestidos con arpillera.<br />

La ropa lujosa marcaba un rango social pero además era<br />

un elemento defensivo y era más valiosa que la tierra. Por entonces<br />

sobraban tierras y faltaban ropas. Hubo pobladores que<br />

habían perdido el entusiasmo con Buenos Aires y se iban a otros<br />

destinos, dejaban la tierra y se llevaban ropa, monturas o guitarra.<br />

Francés De Beaumont y Navarra, un gobernador de<br />

Buenos Aires durante veinte meses, se reunió en 1604 con el<br />

administrador de las tierras de Recoleta para pautar el trueque.<br />

Buenos Aires era un puerto alejado del tránsito comercial: llegar<br />

acá implicaba alejarse de las rutas habituales y los impuestos<br />

eran muy altos, de ahí que el recorrido habitual de los barcos<br />

llegara hasta Brasil.<br />

–Los hitos de la sastrería parecen recorrer su investigación,<br />

empezando por el primer sastre llegado a la Argentina<br />

desde Portugal y su vara tramposa. Se llamó Sebastián<br />

De La Vega y el registro más antiguo de su presencia en<br />

el Río de la Plata corresponde a 1602, cuando diseñó, cortó y<br />

cosió para el gobernador Hernandarias. Se descubrió que<br />

vendía menos género de lo que decía debido a que entre sus<br />

pertenencias había una vara más corta para tomar las medidas<br />

y que cobraba más por menos telas. Fue condenado pero finalmente<br />

hubo que perdonarlo porque de lo contrario se quedaban<br />

sin sastre. En aquella Buenos Aires lejana, era usual que la mujer<br />

fuera instruida para hacerse su ropa; en cambio el hombre, en<br />

general, compraba y encargaba a los sastres.<br />

–¿Cúales fueron la señas particulares de los hombres<br />

que se desplazaban por Buenos Aires con tacos y espada?<br />

Esa moda fue muy común en nuestra tierra promediando<br />

el siglo XVII, cuando en Buenos Aires los hombres se vestían<br />

con capas, tacos y una espada, tal como los mosqueteros de<br />

Alejandro Dumas. Desde el punto de vista iconográfico nos<br />

cuesta incorporarlos en el imaginario local. La moda que se<br />

impuso en Francia fue copiada por la corona española. El gobernador<br />

Francisco De Céspedes y sus dos hijos vestían<br />

de negro con sombrero de ala ancha, botas con hebilla y un<br />

segundo juego de medias de encaje cuya textura se desplegaba<br />

para lucirlas y tapar el cuero.<br />

–¿Se propuso, con este libro, aclarar errores conceptuales<br />

referidos a los estilos indumentarios? Las historias ya<br />

instaladas son las más difíciles de deshacer, sobre todo en el<br />

contexto familiar. Si mi abuelo me dijo que Sarmiento inventó<br />

el guardapolvo queda como una verdad absoluta. Trato de<br />

avanzar por esos terrenos, aclarando los asuntos. Pero en 1915<br />

una maestra de la escuela Pizarro, situada en Recoleta, reunió<br />

a los padres para referirse a los contrastes entre las ropas de<br />

los alumnos y en 1918 compró telas blancas con sus ahorros y<br />

mandó a hacer guardapolvos que luego distribuyó en las aulas.<br />

Y en 1904 ya se habían referido al tema Pablo Pizzurno y una<br />

maestra de manualidades de una escuela de Avellaneda. A la<br />

silueta de los tiempos de Manuelita de Rosas se la confunde<br />

con los vestidos de la línea Imperio. Los actos escolares re-<br />

crean la imagen de los peinetones cuando aparecieron mucho<br />

después. También refiero a Coco Chanel, la diseñadora a<br />

quien se la adjudica poner de moda –además de la apropiación<br />

de las ropas masculinas– los bronceados. Se dijo que ella<br />

impuso esa moda al quedarse dormida en el Mediterráneo.<br />

Pero mucho antes de ello se instauró la helioterapia como una<br />

cuestión de salud. Cuando se desarrollaron los balnearios comenzó<br />

la industria de los trajes de baño. Considero que en la<br />

Argentina se generó una moda particular e independiente del<br />

estilo de España pero luego, con la llegada de la inmigración<br />

europea, se percibieron sus aportes.<br />

–El anecdotario destaca la historia de un peluquero<br />

francés que fue condenado por robar en las casas de sus<br />

clientes y también indaga en los mensajes políticos implícitos<br />

de los peinados. Monsieur Levant fue un peluquero<br />

que, como muchos aventureros, llegó a Buenos Aires después<br />

de haber recorrido otros lugares. Al<br />

instalarse fue muy valorado y se transformó<br />

en el peluquero de las principales<br />

familias. Hasta que se descubrió<br />

que en muchas casas faltaban objetos<br />

de valor y el común denominador fue<br />

que habían sido visitadas por él. Se<br />

consideró enviarlo a las Islas Malvinas,<br />

el lugar al que se mandaban a los indeseables.<br />

Por otro lado la raya del peinado<br />

siempre tuvo una connotación<br />

política antes y después de 1810. En la<br />

Argentina se la marcó para diferenciar<br />

a los realistas de los patriotas, ya por su<br />

raya a la izquierda o a la derecha. En<br />

los bailes se los podía identificar según<br />

el gesto. San Martín usó su peinado<br />

con raya acentuada más a la derecha<br />

que los demás estadistas.<br />

–¿Y cómo se forjó la colección de<br />

ponchos de San Martín? El sobretodo<br />

natural era el poncho de los quechuas.<br />

Al principio, en las ciudades<br />

de mayor poder adquisitivo no estaba bien visto el poncho.<br />

José de San Martín lo incorporó por sus cualidades impermeables<br />

y tuvo varios que se preservaron y se exhiben en museos.<br />

El blanco de vicuña que le entregó el cacique Ñacuñán al pie<br />

de la Cordillera de los Andes, luego de solicitar un permiso a<br />

los nativos, tenía tramas azules y flecos blancos y negros; por<br />

decisión de su nieta fue donado al Museo Histórico Nacional.<br />

También usó un poncho chileno llamado “chamal”, más corto<br />

y cuadrado, en color ocre con guantes amarillos y un sombrero<br />

de paja, tal como lo describió Manuel de Olazábal. Se documentó<br />

un poncho que usó para camuflarse con los lugareños<br />

al llegar a San Lorenzo en 1818. En 1821, el virrey José de<br />

la Serna le obsequió en Perú un poncho de alpaca teñido de<br />

azul con un cuello de seda y que se conserva en el Museo Colonial<br />

Histórico de Luján. En 1843, cuando el poeta cordobés<br />

Hilario Ascasubi lo visitó en Francia, le regaló un poncho<br />

indígena. Su caso es todo lo contrario al de los ponchos de<br />

Güemes. Si bien no puede no haber usado poncho no hay<br />

ningún registro ni prendas que se le adjudiquen entre las que<br />

conservan en el Museo Histórico Nacional. Recién en 1932<br />

se hizo un homenaje a Güemes: un grupo de paisanos decidió<br />

hacerse un poncho colorado con una franja negra en señal de<br />

luto y ya habían pasado más de cien años de su muerte.<br />

–Otro dato atractivo es la historia de la gomina ideada<br />

por el farmacéutico José Antonio Brancato y cuya fórmula<br />

acompañó tanto al estilo Tango como al furor del<br />

corte Garçonne. Luego de estudiar en la UBA y trabajar en<br />

el Hospital de Clínicas, Brancato (con 34 años) instaló en<br />

1922 la Farmacia Británica en Florida y Viamonte. Desde allí<br />

apostó al agua de colonia y a un compuesto derivado de la<br />

goma tragacanto que se obtenía de los árboles de Rusia y lo<br />

bautizó gomina. Las primeras usuarias<br />

fueron las mujeres que se habían cortado<br />

el pelo. Recién en 1925 causaron<br />

furor entre los hombres que se proclamaron<br />

“engominados” y hubo desabastecimiento.<br />

Algunos argentinos se<br />

llevaron sus frascos de gomina a Europa,<br />

de ahí que el periodista Octavio<br />

González Roura, corresponsal del<br />

diario Crítica en París, decidió crear<br />

la Societé des Laboratoires Gomina<br />

Argentine, que fue promocionado en<br />

París por Carlos Gardel.<br />

–¿Cómo se imagina un desfile referido<br />

a los hitos de la historia argentina<br />

en quince o treinta prendas,<br />

tal como se estila en la industria de<br />

la moda actual? ¿Qué estilos estarían<br />

presentes? El desfile cronológico<br />

reflejaría cómo la falda fue subiendo,<br />

mientras que la figura se estrechó. Los<br />

momentos de preponderancia de los<br />

sombreros de estilo Art Nouveau con<br />

flores y frutas cuya prohibición en los teatros disparó fuertes<br />

discusiones y un debate del que participó el intendente Manuel<br />

Güiraldes. El momento de 1926 en que las faldas se<br />

acortaron y una cronista de Caras y Caretas autoproclamada<br />

“Frivolina” argumentó en su contra: “El torneado gentil de la<br />

pierna femenina sufre un verdadero accidente en las rodillas;<br />

y la mujer elegante, la que sabe valorar lo que atañe al buen<br />

gusto, tendría siempre en cuenta esa especie de imperfección<br />

que rompe tan a menudo la armonía de las piernas”. Exaltaría<br />

las minifaldas de 1967, que en la Argentina fueron más largas<br />

que en Londres. El desfile demostraría que la mujer eligió estar<br />

más cómoda. Mientras que en relación a la ropa masculina, reflejaría<br />

tradiciones asentadas durante varias décadas porque los<br />

cambios en el vestuario masculinos siempre fueron más lentos<br />

y menos audaces<br />

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