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Entrevista<br />

uno<br />

Viviana Rivero<br />

“Trato de abordar<br />

a esas mujeres que<br />

miraron distinto”<br />

POR María Fernanda Guillot<br />

Fotos: Gentileza Editorial Planeta<br />

Abandonó la abogacía para calzarse la profesión<br />

de autora cuando sus primeros libros agotaron<br />

ediciones. Desde entonces, ya superó los quinientos<br />

mil ejemplares vendidos y se convirtió en una<br />

de las referentes del género histórico romántico.<br />

Asegura que el éxito le dio la posibilidad de dedicarse<br />

a lo que (casi) más disfruta. Acaba de publicar<br />

Zafiros en la piel (Emecé), producto de una<br />

experiencia de creación online junto a Google<br />

Las palabras retumbaban una y otra vez. “Acá nadie va a<br />

seguir una carrera que tenga que ver con la literatura porque<br />

para loco ya está su padre”, repetía la madre. Y la hija de ese<br />

escritor poco exitoso fue obediente. Se recibió de abogada,<br />

trabajó en televisión y también fue coach. Mantenía con su<br />

notebook una relación inerte. Hasta que una noche, dejó<br />

de ser dócil y se transformó en una escritora. Best seller,<br />

además. “Soy una convencida de que las vocaciones nos<br />

persiguen y atrapan en algún momento de nuestra vida. Eso<br />

es lo que me sucedió. Cuando mis chicos fueron creciendo,<br />

ya no me necesitaban tanto. Un día llegué a casa después<br />

de trabajar y me dije: ‘Es mi momento’. Hacía bastante que<br />

quería escribir, pero no me animaba a transformarla en mi<br />

actividad principal”, cuenta Viviana Rivero (Ciudad de<br />

Córdoba, 1966). Once libros y un premio nacional después, la<br />

autora cordobesa ganó un par de certezas.<br />

–¿Qué pasó por su cabeza en el momento antes de sentarse<br />

a escribir por primera vez? Fue una tarde de 2007.<br />

Yo tenía una historia para contar, pero no sabía cómo empezarla.<br />

No lo hice por el principio, sino que conté una escena<br />

fuerte. Me emocionó mucho poder hacerlo. Se hicieron las<br />

tres de la mañana y yo quería seguir y seguir. Al otro día me<br />

di cuenta de que tenía que narrar ordenadamente. Terminé<br />

de escribir Secreto bien guardado, lo imprimí y se vendió<br />

muchísimo (El Emporio, 2009/Emecé, 2010). Cuando Mujer<br />

y maestra ganó el premio de un concurso nacional de novela<br />

histórica, pensé: “Creo que ya puedo vivir de la literatura”. El<br />

tercer libro lo hice en horario “de trabajo”: me levantaba a las<br />

siete, pero no para ir a Tribunales, sino para escribir.<br />

–¿Qué encontró en la literatura que no le daban sus<br />

otras actividades? Encontré algo que no sabía que buscaba<br />

tanto. Desde chica fui una gran lectora y con los años no solo<br />

tuve necesidad de leer, sino de plasmar una idea en el papel.<br />

Cuando le conté a mi padre que estaba escribiendo, ya estaba<br />

por terminar el libro. Se sorprendió de que hubiera empezado<br />

por una novela en vez de un cuento, porque yo nunca había<br />

hecho un taller literario. Mi padre me decía: “Disfrutá porque<br />

no es común que uno ponga una novela en la mesa de la librería<br />

y se venda”. Él nunca lo había logrado. Mi abuelo también<br />

escribía: ya somos tres generaciones de autores en la familia.<br />

–¿Sintió culpa por ese éxito que su padre no había podido<br />

alcanzar? No, fue algo muy lindo. Aunque compartimos<br />

poco tiempo como colegas, solo un año y medio, él llegó<br />

a ver que mis dos primeros libros se vendían. Cuando le di<br />

para que leyera Secreto bien guardado, mi primera novela, yo<br />

estaba nerviosa. A los pocos días, me dijo: “Ese Strow… ¡Qué<br />

mal! ¡Cómo va a hacer eso! Me dio tanta rabia… Me quedé<br />

leyendo hasta las dos de la mañana”. Logré lo que quería,<br />

que era atraparlo.<br />

–¿Qué es lo que atrapa tanto a los lectores? En mi caso,<br />

es que no se trata solo de una historia de amor entre un<br />

hombre y una mujer. Hablo de otros amores: a los hijos, a<br />

la vocación, a la tierra. Son las cosas que nos movilizan a los<br />

seres humanos, que nos llevan a vivir en la otra punta del planeta<br />

o a quedarnos trabajando hasta las tres de la mañana, sin<br />

saber si vas a cobrar dinero por eso. Esto vuelve más atractivo<br />

al libro: no es una novela rosa, sino de vida.<br />

–¿Tiene autores “de cabecera”? He tenido distintos preferidos<br />

en diferentes épocas. Actualmente me gusta mucho<br />

Almudena Grandes. Una vez, mi padre me dijo: “No se<br />

puede ser escritor sin haber leído a Manuel Puig”. Me<br />

compré Boquitas pintadas, me encantó y seguí con el resto<br />

de sus libros. Le dediqué dos años. La última novela que<br />

leí antes de ponerme a escribir fue Suite francesa de Irène<br />

Némirovsky. En casa se creía que si eras un gran autor<br />

–como mi padre–, nunca serías popular ni podrías vivir de la<br />

literatura. Por el contrario, si eras comercial, no eras buena.<br />

Cuando llegó a mis manos Suite francesa, me di cuenta de<br />

que Némirovsky escribía muy lindo, trataba temas sociales y<br />

vendía. Encontré un referente, quise escribir como ella.<br />

–¿Y así se convirtió en una autora best seller? Mis libros<br />

tienen un alma, lo que surge en mí antes del argumento, parten<br />

de una observación que hago. En el libro Sí (Emecé, 2017),<br />

yo venía preguntándome si era feliz. Una mañana me levanté,<br />

miré el jardín y los árboles a través de la ventana de la cocina.<br />

Caía un rayito de sol y se acercaron mi perro Fido y mi gato<br />

Pompón a saludarme. Pensé: “Es un momento pequeño, rutinario,<br />

pero feliz”. Y me di cuenta de que tenía varios de esos<br />

momentos. Los seres humanos somos más felices de lo que<br />

creemos. “Quiero escribir de esto. Voy a hablar de un hombre y<br />

una mujer que teniendo todo para ser felices, no lo logran. Van<br />

a tener que pasar por algo que los haga recapacitar”, pensé. En<br />

el libro Y ellos se fueron (Emecé, 2011), yo quería contar que si<br />

éramos lo suficientemente valientes, la vida nos daba revancha.<br />

Hay un momento en el que miramos las cosas que quedaron<br />

en el camino, nos preguntamos si todavía las queremos y si<br />

somos lo suficientemente valientes para conseguirlas. Es una<br />

decisión fuerte y profunda que suele venir a los 40.<br />

–¿Qué cosas dejó en el camino? En ese momento yo pensaba:<br />

“Estoy trabajando de algo y tengo ganas de hacer otras cosas”.<br />

El tiempo se vuelve lo más valioso: para escribir el primer<br />

libro, se lo quité al sueño y a la recreación, para no sacárselo a<br />

la familia ni al trabajo. El primer libro es sacrificado. Yo tengo<br />

muchas ideas, podría escribir mucho, pero es un proceso lento.<br />

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