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TV / SERIES<br />
POR LAURA BERTI<br />
–De hecho el lector en ningún momento siente lástima<br />
por ese sujeto. Jamás. Porque todo termina mal, hasta cuando<br />
llega el éxito en la radio, pero todo eso en realidad lleva a<br />
pensar que no hay finales felices ni fantásticos. Entonces lo<br />
que yo traté de hacer fue contar mis malos momentos con<br />
humor, y que si estoy acá es porque algo de todo eso salió bien.<br />
–Sí, además esos finales le hacen poner el foco al lector<br />
en otro lado. Ver la felicidad en detalles propios de la<br />
historia más que en un resultado. Claro, en el desarrollo<br />
de la historia. Sí, esa idea de correr el foco. Como en la<br />
historia del encuentro con Guillermo Francella, que no<br />
vamos a decir qué pasa.<br />
–¿Qué lo llevó a escribir este libro? Yo quería hacer un<br />
libro...<br />
–¿Desde cuándo y por qué? Desde siempre. Quería un<br />
libro que tuviera mucho color. Que puedas abrirlo acá y decir<br />
“de qué habla”, que puedas abrirlo acá y decir “pará, ¿acá<br />
qué está haciendo?”. Que tuviera un montón de data pero<br />
que respondiera a esa frase de Borges: “el arte que entreteje<br />
naderías”. Nada de lo que está en este libro importa, pero<br />
todo es historia. Yo quería hacer un libro así, que estuviera<br />
lleno de trivialidades.<br />
–Además de todo eso en cuanto al contenido, es casi un<br />
libro objeto, desde lo estético sobre todo. Sí. Lo que nos<br />
peleamos… Porque éramos tres personas decidiendo cómo<br />
se iba a ver. Yo hice todo lo que quise. Todos los collages<br />
están hechos a mano. Todo cortado y pegado, nada hecho<br />
digitalmente. Lo único que le falta es tapa dura pero todo el<br />
mundo me dice que si es como una revista está bien así.<br />
–En un momento del libro se dice que la creatividad<br />
está necesariamente ligada a la libertad. ¿En su carrera<br />
tuvo que sacrificar parte de esa libertad para poder<br />
hacer algo o siempre se sintió plenamente libre? En<br />
el 98% de los casos. Porque hasta cuando escribía televisión<br />
siempre dejaba entrever lo que yo quería decir. Tuve productoras<br />
que me obligaban a trabajar de una determinada manera<br />
pero yo siempre hice eso de la huelga japonesa: cuando<br />
no me dejás hacer algo, yo hago lo que vos querés por tres, y<br />
a la larga me vas a terminar dejando hacer lo que yo quiero.<br />
Cuando hice La Liga, que fue un programa muy difícil, trabajaba<br />
siete por veinticuatro. Todas las notas que no querían<br />
hacer los demás periodistas me las agarraba yo porque, salieran<br />
o no al aire, a mí me iban a servir, y así terminé siendo el<br />
conductor del programa. Yo creo que uno tiene que transar,<br />
más en este laburo, donde uno le habla a todo el mundo y no<br />
todo el mundo va a pensar como uno. Pero lo que uno nunca<br />
tiene que dejar son los ideales. Uno siempre tiene que decir<br />
lo que quiere decir. Se puede decir de muchas maneras diferentes,<br />
agrediendo, sin agredir, humillando, sin humillar, con<br />
humor, sin humor. Uno tiene que ir probando. Va a haber un<br />
momento en el que pueda decir todo lo que quiera.<br />
–La creatividad está entonces, muchas veces, en el<br />
método con el que ejercemos esa libertad. Claro. En<br />
practicar esa libertad. En algún momento vamos a tener que<br />
pedir perdón, y en muchos otros no, lo van a agradecer.<br />
–Hablando de la televisión, en uno de los relatos dice<br />
que Juan Castro fue el primer homosexual en salir del<br />
closet en los medios, y usted el segundo… Y Fernando<br />
Peña el tercero. En realidad, éramos los primeros homosexuales<br />
haciendo de homosexuales.<br />
–¿Cómo ve la época actual en relación a temas como la<br />
sexualidad, teniendo en cuenta aquella época? Me hace<br />
muy feliz. A veces pienso lo duro que fue para todos nosotros<br />
y me encanta que una piba pueda andar por la calle queriendo<br />
ser pibe, y un pibe queriendo ser piba, y que los padres<br />
puedan entender que no siempre es una etapa sino que es<br />
una elección de vida. Creo que esta es una época maravillosa<br />
para ejercer las libertades personales y que estamos pasando<br />
un momento muy dramático en el país, de una crisis siniestra,<br />
pero creo que humanamente se nos está permitiendo ser lo<br />
que queremos ser. Y eso tiene que ver con que el mundo se<br />
está adaptando a las minorías. Porque todos en algún punto<br />
somos una minoría, ser hijo único puede ser una minoría. En<br />
mi opinión, el mundo se está dando cuenta de que hay gente<br />
que quiere vivir de otra manera y yo celebro eso. Y lo que<br />
me gustaría es que se supiera que hubo gente que abrió ese<br />
camino. Y no hablo de mí, eh, hablo de Sandra Mihanovich<br />
y Celeste Carballo, de Marilina Ross. A veces<br />
nos olvidamos que en los 80 fueron las mujeres, las primeras.<br />
Así como fueron las madres, las abuelas, fueron las lesbianas.<br />
Pero igual creo que hay que seguir rompiendo algunos paradigmas,<br />
porque lo que en la época del libro pasaba con los<br />
homosexuales hoy pasa con las travestis por ejemplo.<br />
–¿Cuál es su relación con el éxito? No lo sé. Yo todavía<br />
soy una promesa. Creo que todavía no me llegó mi momento,<br />
que a lo mejor no llegue nunca o llegue con la literatura. Yo<br />
siento que se agrandó el barrio, y que los vecinos que saludaba<br />
ahora están desparramados por espacios más amplios<br />
Falco (2018)<br />
Falco es la versión mexicana de una serie alemana titulada<br />
Der letzte Bulle que lleva más de cinco temporadas triunfando<br />
en diferentes países. La trama gira alrededor de Alejandro<br />
Falco (Michel Brown), un detective de homicidios<br />
que está casado y tiene una hija recién nacida. Durante<br />
un operativo policíaco, recibe un disparo en la cabeza que<br />
lo deja en coma durante 23 años. Al despertar descubre que<br />
su esposa se casó con otro hombre y que su hija ahora es<br />
una mujer. El mundo que lo rodea ha cambiado totalmente<br />
y no tiene ni la menor idea de cómo funciona Internet o<br />
la redes sociales. Gracias a que no perdió su dotes profesionales,<br />
logra recuperar su antiguo trabajo y se enfrenta a<br />
diferentes casos utilizando sus métodos anticuados. Se trata<br />
de un hombre de los 90 en el México de hoy; la serie va y<br />
viene entre el pasado y el presente, comparando cómo era<br />
la vida antes y cómo es en 2018. Se habla de todo, desde el<br />
nuevo papel de la mujer hasta el hecho de que ahora está<br />
prohibido fumar en lugares públicos pasando por los teléfonos<br />
celulares, las memorias USB y muchos otros detalles<br />
más. Conforme nos metemos en sus capítulos, es difícil no<br />
sentir empatía. Su protagonista es un tipo de carne y hueso,<br />
un joven, un viejo, un enamorado, un abandonado, una<br />
criatura desesperada, una persona que a fuerza de golpes<br />
se ha vuelto sabia, que le ha perdido el temor a la muerte.<br />
Todos tenemos algo de él, o de su mujer, o de su hija, o de<br />
su padre, o de sus amigos, o de sus enemigos. Todos somos<br />
Falco. Si hay un responsable de lograr esa conexión entre<br />
la ficción y los espectadores es Ernesto Contreras, uno<br />
de los mejores directores de cine mexicano, genio creador<br />
de obras multipremiadas como Sueño en otro idioma, Las<br />
oscuras primaveras y Párpados azules, como así también la<br />
serie El Chapo<br />
The Honourable Woman (2014)<br />
Secretos ocultos dentro de otros secretos, como muñecas<br />
rusas que se van abriendo una tras otra. Así funciona la<br />
trama en The Honourable Woman, de los creadores de The<br />
Shadow Line. “Tú no tienes secretos, los secretos te tienen<br />
a ti”. Con esta frase de la serie podemos dar una pista de lo<br />
que nos vamos a encontrar si la vemos. La familia Stein es<br />
judía y acaudalada, y tiene la intención de ayudar en el conflicto<br />
entre Israel y Palestina, aportando su pequeño grano<br />
de arena. Brinda dinero para construir una universidad,<br />
instalar fibra óptica para Internet en Cisjordania y lo que<br />
haga falta. Todo estaría muy bien si no fuera porque hay<br />
más gente de por medio con otros intereses: espías israelíes<br />
y palestinos, el MI5 y MI6, la CIA y todo aquel grupo<br />
de presión que pase por allí. A esto de suma el pasado de<br />
la hija de los Stein, Nessa, y de su hermano, Ephra, que<br />
vamos conociendo capítulo a capítulo mediante flashbacks.<br />
Nos presentan una enorme madeja que hay que ir desembrollando<br />
en ocho capítulos. No hace falta más. El tiempo<br />
justo para entrar en la historia, disfrutarla y salir, con un<br />
final pensado desde el principio<br />
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