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Tema de tapa<br />
tres<br />
En la ruta<br />
(de las campañas)<br />
La política y los viajes siempre fueron de la mano. Los destinos y los modos de viajar sin duda<br />
han cambiado y las tecnologías han achicado las distancias, pero los funcionarios públicos<br />
siguen viajando dentro y fuera de sus países para conocer, conectarse y dejarse conocer<br />
Viajar es una actividad más que usual para quienes se dedican<br />
a la política. Para gobernar hay que conocer, dirán algunos,<br />
para que me voten, tengo que ir, dirán otros. Todas y todos<br />
terminarán viajando en alguna medida. En los Estados Unidos<br />
se ha escrito mucho, dentro y fuera de la academia, sobre estos<br />
viajes. Un caso icónico es el libro Home Style del profesor<br />
estadounidense Richard Fenno. Allí, Fenno relata sus experiencias<br />
en los meses pasados viajando con representantes del<br />
Congreso de los Estados Unidos a sus distritos, dando inicio<br />
a una literatura que compara el estilo de los políticos en<br />
Washington con el estilo que adoptan en sus “casas”. Ejemplos<br />
de esta dinámica no faltan tampoco en series y películas.<br />
Quienes vieron House of Cards recordarán el incidente del<br />
durazno gigante del distrito de Underwood que no es una<br />
excepción en las series que relatan la política estadounidense.<br />
Aunque de manera más reciente, también hay estudios<br />
que analizan los viajes de los legisladores en otras partes<br />
del mundo. Por ejemplo, los profesores Brian F. Crisp y<br />
Scott W. Desposato analizaron cómo utilizan sus viajes los<br />
diputados colombianos, mientras que la profesora Leslie<br />
Schwindt-Bayer analizó los distintos patrones de viajes de<br />
las mujeres legisladoras en América Latina.<br />
Pero no solo los legisladores viajan. Los viajes de los presidentes<br />
de los Estados Unidos también han captado considerable<br />
POR Emilia Simison*<br />
atención. Los profesores Andrew W. Barrett y Jeffrey S.<br />
Peake, por ejemplo, encuentran que los viajes son convenientes<br />
para los presidentes porque, entre otras cosas, la cobertura<br />
que consiguen de los medios locales es más amplia y favorable<br />
que la cobertura recibida en la prensa nacional. De manera<br />
similar, Jeffrey E. Cohen y Richard J. Powell encuentran<br />
en un artículo publicado en Presidential Studies Quarterly,<br />
que el nivel de aprobación de la gestión presidencial a nivel<br />
estadual aumenta con las visitas, especialmente en los estados<br />
grandes y lejos de la temporada electoral.<br />
¿Y qué hay de los viajes al exterior? En la página de Internet<br />
del Departamento de Estado de los Estados Unidos se puede<br />
encontrar información detallada sobre todos los viajes al exterior<br />
realizados por los primeros mandatarios y, para aquellos<br />
que prefieren lo visual, la Universidad de Richmond puso a<br />
disposición un mapa interactivo con todos los viajes presidenciales<br />
en su página “Executive Abroad”. Ahí podemos ver que<br />
Theodore Roosevelt fue el primer presidente de los Estados<br />
Unidos que visitó otro país en el cargo y que Woodrow<br />
Wilson fue el primer presidente que visitó Europa, para lo<br />
que necesitó navegar por nueve días. Años después, Gerald<br />
Ford sería el primero en ir a Japón, visitando también Corea<br />
del Sur y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Otro<br />
viaje presidencial famoso fue la gira europea de John F.<br />
Kennedy, aunque en esa ocasión, tal como lo reconoció a la<br />
vuelta, él fue más bien “el hombre que acompañó a Jacqueline<br />
Kennedy a París”. Lyndon B. Johnson, a su vez, fue<br />
el primer presidente de los Estados Unidos en dar la vuelta<br />
al mundo volando. Aun así, viajó menos millas que Barack<br />
Obama, que realizó 156 viajes domésticos e internacionales<br />
volando 569.480 millas en el avión presidencial, como se puede<br />
ver en una interesante infografía publicada en enero de 2017<br />
por The Telegraph. ¿Y quién fue el presidente de los Estados<br />
Unidos que más viajó al exterior? Ese fue Bill Clinton,<br />
visitando 75 países en un total de 233 días.<br />
Otro gobernante respecto del que se cuenta con registros<br />
detallados de sus viajes es la Reina Isabel. Como muchos<br />
vimos en The Crown, en su largo reinado visitó los países del<br />
Commonwealth (excepto Camerún y Ruanda) y realizó más<br />
de noventa viajes a países por fuera de la comunidad, sumando<br />
más de 120 países a su lista de visitas oficiales. En 1968, viajó a<br />
Brasil, siendo la primera monarca británica en visitar América<br />
del Sur. Allí visitó la novedosa ciudad de Brasilia y se impresionó<br />
con las dotes futbolísticas de Pelé en el Maracaná.<br />
Sobre los presidentes de América Latina tenemos menos<br />
información sistemática. La única excepción es Brasil, país<br />
para el cual es posible encontrar información bastante<br />
completa en la página de Internet del Planalto. En una<br />
infografía realizada por Nexo con dicha información vemos<br />
que Lula Da Silva pasó un 16% de su mandato viajando,<br />
seguido por Fernando Henrique Cardoso, que pasó<br />
un 11%, y que a su vez es seguido de cerca por Fernando<br />
Collor y Michel Temer. Entre los destinos, Argentina<br />
figura a la cabeza seguida por Estados Unidos y luego el<br />
resto de América. Otros presidentes de la región también<br />
han viajado bastante, como Rafael Correa, que hizo 134<br />
viajes al exterior en 115 meses, visitando 42 países.<br />
Tren, barco, avión, ¿bits?<br />
¿Y qué hay sobre los cambios en el modo de viajar? La experiencia<br />
argentina es una buena ilustración de la tendencia<br />
general. Viajes presidenciales se registran desde las presidencias<br />
fundadoras pero la velocidad y el confort de estos se<br />
vio definitivamente aumentada con la construcción del tren<br />
presidencial. Su construcción fue autorizada por Figueroa<br />
Alcorta en 1908 y fue usado por primera vez en 1912.<br />
El tren constaba con tres coches construidos con maderas<br />
talladas a mano, vitreux británicos y picaportes de bronce con<br />
el escudo nacional. Un coche contaba con habitaciones para<br />
el presidente y su edecán, escritorio y sala de estar. Además,<br />
tenía un balcón desde el cual el presidente podía saludar,<br />
como ha quedado inmortalizado en varias fotos de Juan<br />
Domingo Perón y Evita. Hasta 1977 este fue el principal<br />
medio de transporte utilizado por los presidentes argentinos<br />
y sus ministros, aunque no el único.<br />
A partir de 1912, la aviación militar puso aeronaves a disposición<br />
del Ejecutivo para traslados. Durante los primeros<br />
años, sin embargo, hubo varios accidentes. Por ejemplo, el<br />
entonces ministro de Guerra, Agustín P. Justo, tuvo que<br />
realizar uno de sus descensos en Catamarca en paracaídas.<br />
Años después, siendo Justo presidente, el primer modelo<br />
de uso presidencial se estrelló en Uruguay al regreso de una<br />
cumbre, accidente en que fallecieron el hijo del presidente,<br />
el jefe de la Casa Militar y otros siete funcionarios.<br />
Más acá en el tiempo, los presidentes argentinos, y en ocasiones<br />
otros presidentes latinoamericanos, han utilizado el Tango<br />
01, avión presidencial adquirido en 1992, durante el mandato<br />
de Carlos Menem, y que cuenta con comedor, despacho<br />
y dos suites. Por otro lado, varios gobernantes, incluidos los<br />
latinoamericanos Andrés Manuel López Obrador, José<br />
Mujica, Jimmy Morales y Mauricio Macri han optado<br />
por usar vuelos de línea.<br />
Los presidentes argentinos también han usado helicópteros para<br />
viajes cortos. El uso de estos fue popularizado a nivel mundial<br />
luego de que el presidente estadounidense Dwight D.<br />
Eisenhower lo adoptara como una manera segura y eficiente<br />
de viajar evitando el uso de custodia. En Argentina se usa para<br />
transportar al presidente entre la residencia de Olivos y la Casa<br />
Rosada así como para otros viajes breves. Pese a eso, también ha<br />
habido algunas complicaciones con su uso como aquella vez que<br />
el helicóptero presidencial falló al despegar en Mendoza y dejó<br />
a Néstor Kirchner y su comitiva al borde de un barranco.<br />
También por estos pagos los viajes presidenciales al interior<br />
del país han sido fundamentales. Los historiadores de la<br />
Universidad de Buenos Aires Leonardo D. Hirsch y Juan<br />
José Santos analizaron su uso ya en tiempos de Bartolomé<br />
Mitre y, aunque no se cuenta con información sistemática<br />
para todas las presidencias, una nota reciente de La Nación<br />
contó el número de visitas por provincia realizadas por Macri,<br />
encontrando que tendió a visitar con más frecuencia las provincias<br />
más pobladas, donde ganó la mayor parte de los votos,<br />
y, en especial, sus centros urbanos.<br />
Dada la presencia constante que hoy en día tienen los políticos<br />
en redes sociales, cabría preguntarse si los viajes siguen<br />
siendo tan necesarios como antes. Las cuentas de Facebook,<br />
Twitter e Instagram de los políticos nos permiten tener hoy<br />
una cercanía con ellos que algunos años atrás hubiese sido<br />
inimaginable. Y no solo eso, los políticos siguen buscando<br />
nuevas maneras de conectarse con sus poblaciones, sea a<br />
través de videoconferencia, de programas de radio como los<br />
Enlaces Ciudadanos en Ecuador o de las listas de Spotify de<br />
Obama. Sin embargo, parece que todas esas conexiones no<br />
reemplazan el viaje y el contacto en persona. Como encuentran<br />
los investigadores del Centro de Investigación y Docencia<br />
Económicas Joy Langston y Allyson Lucinda Benton<br />
para el caso de México, las apariciones de los candidatos en<br />
los municipios siguen representando una gran parte de la<br />
estrategia de las campañas presidenciales que les permiten<br />
conectarse con votantes y políticos locales. Y ese parece<br />
ser el caso ahí, allá y acá también<br />
*Magister en Ciencia Política (UBA-UTDT), PhD Student (MIT).<br />
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