Constelaciones Familiares La pareja: un vínculo para asumir y crecer, o negar y sufrir Un tema tan importante en la vida de todos los seres humanos, presente en nuestro universo individual, familiar, social. Todos los seres humanos venimos de un hombre y una mujer que a través de un encuentro sexual, amoroso, han dado lugar a la vida de otro ser humano. En este sentido somos producto del encuentro de una pareja de seres humanos que son atravesados por el misterio de la Vida y que en la mayoría de los casos, con más o menos dificultades, dicen Si, a este movimiento que los trasciende y transforma de manera absoluta y trascendente. Es en ese primer espacio donde la matriz afectiva se va gestando, con la madre y poco después con el padre también. Esta matriz afectiva se estructura en todo el proceso evolutivo del ciclo vital del niño y del adolescente hasta llegar a su versión definitiva al inicio de la vida adulta, sin embargo los principales autores de la teoría del apego coinciden en que los primeros cuatro años de vida de los seres humanos son los trascendentes a la hora de definir modelos de apego, estructuras relacionales exitosas en términos de preservar la supervivencia, la pertenencia y manejar los altos montos de angustia que se producen por la conciencia de otredad con la madre y la separación física de ella. adultos sabemos que el dolor en los desengaños amorosos es muy grande, pero nunca mortal. Quien realmente se siente en peligro de morir, de no saber quién es o que le pasa y en ese sentido es equivalente a enloquecer, quien vive esto con esa gravedad es en realidad el niño pequeño que habita en nosotros y que aún pide a sus padres el amor que necesitaba. Es muy importante entonces asumir los temas que son nuestros, porque cada vez que una pareja tiene algún conflicto ¿Qué es lo primero que pasa? “Echamos la culpa al otro”. “Es que él... es que ella...”. Tenemos la fantasía de que si salimos de la relación, vamos a encontrar un otro que no va a tener estos problemas, que nos va a hacer felices. Sin embargo vemos por la experiencia que eso no funciona así, que ese otro no viene por casualidad, que el amor es un movimiento enorme, desde estos niños internos que aún muestran heridas que reparar, hasta modelos de pareja que deben ser revisados e incluso movimientos de todo un sistema, que elige a esa persona más allá de lo que nosotros podemos ver. Continúa en página 20 Con el paso de los años, aquel niño que decidio cual era el mejor modo de manejar el afecto para no sentir el dolor de un modo insoportable, ese niño, habita en el adulto que se encuentra con una pareja, la elige y se relaciona con ella en modalidades que repiten la dinámica con la madre, el padre, o ambos, de manera de justificar sus defensas y seguir manteniendo la angustia original bajo control. Todos hemos vivido historias de desencuentro amoroso con nuestros padres, más o menos graves, y las hemos “resuelto” de alguna manera para que nos resulte mas fácil sobreponernos a lo que pasó. Estas experiencias están atravesadas por una novela, un relato que nos contamos que más que lo que pasá está basado en cómo vivimos aquello que pasó. Decimos por ejemplo, “mamá nunca me miró” y sin embargo en el trabajo terapéutico muchas veces podemos rescatar otra faceta de la experiencia donde mamá si nos mira, pero con tantas heridas de su propia infancia, que el amor que podía dar, era reducido. Nos miraba con mucho dolor y entonces el amor estaba restringido. De niños sabemos por ejemplo que mamá se quedaba mal si nos enfermábamos pero, si no, parecía no tener atención para nosotros. Así construimos relatos sobre lo vivido, porque un niño no puede ni debe comprender a un adulto, solo puede sentir su necesidad de contacto, de afecto, de cercanía y buscar las maneras de lograrlo. Estas maneras luego las traspolamos a la pareja, esperando que él o ella sacien aquella necesidad de contacto y seguridad que en realidad es del niño con mamá. Muchas veces surgen reclamos a la pareja: “sin vos me muero, sin vos no soy nadie, sin vos no valgo” y son expresiones de un niño hacia sus padres, todos los 18 <strong>Las</strong> <strong>Hojas</strong>
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