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www.rafaelochoa.com.ve<br />

W. <strong>Paul</strong> <strong>Young</strong> – La Cabaña<br />

brasas... Estaba solo, pero no del todo. ¿No era ése un verso de "Rumors of Glory", <strong>la</strong><br />

canción de Bruce Cockburn? No estaba seguro; pero, si se acordaba, lo investigaría al<br />

llegar a casa. Sentado, bajo el efecto hipnótico del fuego y envuelto en su calor, rezó,<br />

principalmente oraciones de gratitud. Se le había dado mucho. "Bendecido" era quizá <strong>la</strong><br />

pa<strong>la</strong>bra correcta. Se sentía contento, tranquilo y lleno de paz. No lo sabía entonces, pero<br />

menos de veinticuatro horas después sus oraciones cambiarían drásticamente. La mañana<br />

siguiente, aunque soleada y calurosa, no comenzó muy bien. Mack se levantó temprano<br />

para sorprender a los chicos con un espléndido desayuno, pero se quemó dos dedos<br />

mientras trataba de quitar <strong>la</strong>s hojue<strong>la</strong>s que se habían pegado al sartén. En reacción al dolor<br />

de <strong>la</strong> quemadura, golpeó <strong>la</strong> estufa y el sartén y tiró por tierra el tazón de <strong>la</strong> pasta de <strong>la</strong>s<br />

crepas. Despertados por el alboroto y <strong>la</strong>s ahogadas imprecaciones, los muchachos se<br />

habían asomado por el remolque para ver a qué se debía <strong>la</strong> conmoción. Bajo un ataque de<br />

risa tan pronto como entendieron lo que pasaba, bastó un "oigan, ¡no es ningún chiste!"<br />

de Mack para que se refugiaran de nuevo en <strong>la</strong> tienda, aún riendo entre dientes en su<br />

escondite mientras oteaban por <strong>la</strong>s ventanas de te<strong>la</strong> de a<strong>la</strong>mbre. Así que, en vez del festín<br />

que Mack había querido, el desayuno fue de cereal frío con leche diluida, pues casi toda <strong>la</strong><br />

escasa leche que quedaba se había destinado a <strong>la</strong> pasta de <strong>la</strong>s crepas. Mack pasó <strong>la</strong> hora<br />

siguiente tratando de organizar el campamento con dos dedos metidos en un vaso de<br />

agua he<strong>la</strong>da, que debía renovarse a menudo con trozos que Josh desprendía de un bloque<br />

de hielo con el mango de una cuchara. La voz debe haberse corrido, porque Sarah<br />

Madison llegó con remedios contra quemaduras, y minutos después de haber metido los<br />

dedos en un líquido b<strong>la</strong>ncuzco, Mack sintió disminuir el ardor. En ese momento, Josh y<br />

Kate, habiendo terminado sus deberes, llegaron para preguntar si podían pasear por<br />

última vez en <strong>la</strong> canoa de los Ducette, prometiendo ponerse los chalecos salvavidas. Tras el<br />

obligado "no" inicial y <strong>la</strong> requerida dosis de súplicas de los chicos, en especial de Kate,<br />

Mack cedió por fin, recordándoles una vez más <strong>la</strong>s reg<strong>la</strong>s de seguridad y conducta de <strong>la</strong><br />

canoa. Aquello no le preocupaba demasiado. El sitio para acampar estaba a tiro de piedra<br />

del <strong>la</strong>go, y ellos prometieron permanecer cerca de <strong>la</strong> oril<strong>la</strong>. Mack podría vigi<strong>la</strong>rlos mientras<br />

seguía levantando el campamento. Missy estaba ocupada en <strong>la</strong> mesa, coloreando el<br />

cuaderno de <strong>la</strong>s cascadas Multnomah. "¡Qué linda es!", pensó Mack, mirando en dirección<br />

a el<strong>la</strong> mientras alzaba el tiradero que él mismo había hecho antes. Llevaba puesto lo único<br />

limpio que le quedaba, un vestidito rojo con bordados de flores silvestres comprado en su<br />

viaje del primer día a <strong>la</strong> ciudad de Joseph. Quince minutos después, Mack volteó al oír que<br />

una voz conocida decía "¡Papá!" desde el <strong>la</strong>go. Era Kate, remando como toda una<br />

profesional con su hermano. Los dos llevaban obedientemente puestos sus chalecos<br />

salvavidas, y Mack agitó <strong>la</strong> mano para saludarlos. Es increíble cómo un acto o sucedido en<br />

apariencia insignificante puede cambiar vidas enteras. Al alzar el remo para corresponder<br />

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