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la-cabana-Paul-Young

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W. <strong>Paul</strong> <strong>Young</strong> – La Cabaña<br />

Dios -murmuró-. No puedo más. Estoy cansado de tratar de encontrarte en todo esto.<br />

Dicho lo cual, salió por <strong>la</strong> puerta. Determinó que ésa sería <strong>la</strong> última vez que buscaba a<br />

Dios. Si Dios lo necesitaba, tendría que venir a su encuentro. Metió <strong>la</strong> mano en <strong>la</strong> bolsa,<br />

sacó <strong>la</strong> nota que había hal<strong>la</strong>do en su buzón y <strong>la</strong> rompió en pedazos, dejándolos escurrir<br />

lenta- mente entre sus dedos para que se los llevara el frío viento que acababa de soltarse.<br />

Cansado y viejo, bajó los peldaños del portal y, con pasos pesados y un corazón todavía<br />

más pesado, emprendió <strong>la</strong> caminata al Jeep. Apenas había andado unos quince metros<br />

vereda arriba cuando sintió que una súbita ráfaga de aire cálido le llegaba desde atrás. El<br />

canto de un ave rompió el gélido silencio. El camino frente a él perdió pronto su cubierta<br />

de nieve y hielo, como si alguien lo hubiera secado sop<strong>la</strong>ndo. Mack se detuvo y miró<br />

mientras a su alrededor el manto b<strong>la</strong>nco se disolvía, para ser remp<strong>la</strong>zado por una naciente<br />

y radiante vegetación. Tres semanas de primavera se desdob<strong>la</strong>ron frente a él en treinta<br />

segundos. Se frotó los ojos e intentó serenarse en medio de ese remolino de actividad.<br />

Hasta <strong>la</strong> ligera nieve que había empezado a caer se convirtió en diminutos capullos<br />

perezosamente regados por el suelo. Lo que veía, por supuesto, no era posible. Los bancos<br />

de nieve se habían desvanecido, y estivales flores silvestres empezaron a colorear los<br />

bordes de <strong>la</strong> vereda y el bosque hasta donde alcanzaba su vista. Petirrojos y pinzones se<br />

perseguían a toda prisa entre los árboles. Ardil<strong>la</strong>s comunes y listadas cruzaban<br />

ocasionalmente el camino, deteniéndose algunas para erguirse y mirarlo un momento<br />

antes de sumergirse de nuevo en <strong>la</strong> maleza. El creyó vislumbrar incluso un gamo joven que<br />

emergía de un umbroso c<strong>la</strong>ro en el bosque, pero al mirar bien, había desaparecido. Por si<br />

fuera poco, el perfume de <strong>la</strong>s flores empezó a llenar el aire: no sólo el pasajero aroma de<br />

<strong>la</strong>s flores silvestres y de montaña, sino también <strong>la</strong> opulencia de <strong>la</strong>s rosas y <strong>la</strong>s orquídeas y<br />

otras exóticas fragancias propias de los climas tropicales. Mack dejó de pensar en su casa.<br />

El terror se apoderó de él, como si hubiera abierto <strong>la</strong> caja de Pandora y se le arrastrara al<br />

centro de <strong>la</strong> locura, para perderse por siempre. Tambaleante, volteó con toda caute<strong>la</strong>,<br />

tratando de preservar una traza de cordura. Se quedó boquiabierto. Poco, si acaso algo,<br />

era lo mismo. La ruinosa cabaña había sido remp<strong>la</strong>zada por una firme y hermosa casa de<br />

troncos, directamente levantada entre él y el <strong>la</strong>go, que pudo ver justo sobre el techo. Era<br />

de <strong>la</strong>rgos troncos descortezados a mano, contorneado cada cual para un ajuste perfecto.<br />

En vez de <strong>la</strong> sombría y ominosa exuberancia de matorrales, brezos y abrojos, todo lo que<br />

Mack veía ahora tenía <strong>la</strong> perfección de una tarjeta postal. Humo se abría indolente paso de<br />

<strong>la</strong> chimenea al cielo de <strong>la</strong> tarde, señal de actividad adentro. Un camino se tendía a y en<br />

torno al portal, f<strong>la</strong>nqueado por una cerca b<strong>la</strong>nca de afi<strong>la</strong>das estacas. Ruido de risas llegaba<br />

desde cerca, tal vez dentro, aunque Mack no estaba seguro. Quizá en esto consistía<br />

experimentar un total co<strong>la</strong>pso psicótico. "Me estoy volviendo loco", murmuró Mack para sí.<br />

"Esto no puede estar sucediendo. No es real". Aquel era un lugar que Mack sólo habría<br />

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