You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
www.rafaelochoa.com.ve<br />
W. <strong>Paul</strong> <strong>Young</strong> – La Cabaña<br />
mover un solo músculo. ¿Era Dios? Lo dudaba. ¿Tal vez un animal? No recordaba si había<br />
lobos ahí, y los venados o alces harían más ruido. Y al fin asomó <strong>la</strong> idea que él quería<br />
evitar: "¿Y si fuera algo peor? ¿Si he sido engañosamente atraído hasta aquí? Pero, ¿para<br />
qué?" Tras levantarse lentamente de su escondite, aún empuñando el arma, dio un paso<br />
ade<strong>la</strong>nte y justo en ese momento el arbusto a sus espaldas pareció estal<strong>la</strong>r. Mack volteó<br />
rápido, atemorizado y listo para pelear por su vida, pero antes de que pudiera apretar el<br />
gatillo reconoció el trasero de un tejón que escapaba vereda arriba. Exhaló poco a poco el<br />
aire que no se había fijado que contuvo, bajó el arma y sacudió <strong>la</strong> cabeza. Mack el Valiente<br />
se vio reducido a un niño asustado en el bosque. Puso de nuevo el seguro y guardó el<br />
arma. "Alguien podría salir <strong>la</strong>stimado", pensó, con un suspiro de alivio. Respiró<br />
profundamente para tranquilizarse. Habiendo resuelto que ya no tenía miedo, continuó<br />
camino abajo, intentando parecer más seguro de lo que se sentía. Esperó que todo valiera<br />
<strong>la</strong> pena. Si de verdad Dios le aguardaba ahí, estaba más que dispuesto a sacarse algunas<br />
cosas del pecho, con respeto, desde luego. Poco después salió del bosque a un c<strong>la</strong>ro. A lo<br />
lejos, cuesta abajo, <strong>la</strong> vio de nuevo: <strong>la</strong> cabaña. Se quedó mirándo<strong>la</strong>, su estómago era una<br />
bo<strong>la</strong> de agitación y meneo. A primera vista, parecía que nada había cambiado, más allá del<br />
invernal desnudamiento de los árboles de hoja caduca y el b<strong>la</strong>nco sudario de nieve que<br />
cobijaba los alrededores. La cabaña parecía muerta y vacía; pero mientras Mack fijaba <strong>la</strong><br />
vista en el<strong>la</strong>, por un momento pareció transformarse en un malévolo rostro, retorcido en<br />
una mueca demoníaca, que le devolvía <strong>la</strong> mirada y lo retaba a acercarse. Ignorando su<br />
creciente pánico, Mack recorrió con determinación el último centenar de metros hasta el<br />
portal. Los recuerdos y el horror de <strong>la</strong> última vez que había estado ante esa puerta lo<br />
inundaron, y titubeó antes de abrir. -¿Ho<strong>la</strong>? -l<strong>la</strong>mó, no muy fuerte. Carraspeó para l<strong>la</strong>mar<br />
de nuevo, esta vez más alto-: ¿Ho<strong>la</strong>? ¿Hay alguien aquí? Su voz resonó en el interior, vacío.<br />
Sintiéndose más seguro, atravesó el umbral, e interrumpió sus pasos. Mientras sus ojos se<br />
adaptaban a <strong>la</strong> oscuridad, empezó a distinguir detalles de <strong>la</strong> sa<strong>la</strong>, gracias a <strong>la</strong> luz de <strong>la</strong><br />
tarde que se filtraba por <strong>la</strong>s rotas ventanas. Al entrar a <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> principal, reconoció <strong>la</strong>s viejas<br />
sil<strong>la</strong>s y <strong>la</strong> mesa. No pudo evitar que sus ojos se sintieran atraídos al sitio que él no<br />
soportaría ver. Aún después de unos años, <strong>la</strong> desteñida mancha de sangre seguía siendo<br />
c<strong>la</strong>ramente visible en <strong>la</strong> madera junto a <strong>la</strong> chimenea, donde habían encontrado el vestido<br />
de Missy. "¡Lo siento tanto, mi amor!" Lágrimas empezaron a manar de sus ojos. Por fin su<br />
corazón explotó como un torrente, liberando su enojo contenido y permitiendo que se<br />
desbordara por los rocosos desfi<strong>la</strong>deros de sus emociones. Tras volver los ojos al cielo,<br />
Mack comenzó a vociferar sus atormentadas preguntas: -¿Por qué? ¿Por qué dejaste que<br />
esto pasara? ¿Por qué me trajiste aquí? De todos los lugares para verte... ¿por qué aquí?<br />
¿No te bastó matar a mi bebé? ¿También tienes que jugar conmigo? En un arranque de<br />
rabia, tomó <strong>la</strong> sil<strong>la</strong> más próxima y <strong>la</strong> arrojó contra <strong>la</strong> ventana. La sil<strong>la</strong> se hizo añicos. Mack<br />
48 | Página