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Paula Bombara
Mara, lo interrumpe ella. Mi nombre es Mara. Darío la
mira. Va a decir algo pero Leonor ya está abriendo la
puerta y Mara quiere entrar en el edificio. Vení, lo invita.
CUARENTA Y CUATRO
En el interior de Darío crece una sensación de caída
libre hacia alguien, que no quiere dejar de sentir y que, de
todos modos, tampoco puede frenar. Mientras recorre el
pasillo oscuro, mira el nuevo caminar de su chica pájaro,
el cuerpo que aún no se acostumbra al yeso. Cruzar la
puerta del departamento de Leonor de pronto se le aparece
como un gesto que definirá de algún modo su futuro.
Se queda en el umbral.
Ve que de entre la ropa de Mara cae una hoja de árbol.
Ella también advierte ese detalle. Un pedacito de plaza ha
estado acompañándola todo el tiempo. Junta la hoja y lo
mira.
Darío responde a esa mirada y ya no se resiste. Se deja
caer hacia allí. Entra y cierra la puerta.
Se sientan en la cocina. Leonor está preparando
la cena. Sin dar tiempo a que él hable
Mara le dice escuchame, Daría.
Darío está abriendo su mochila pero se
detiene y la mira. Escuchame, repite ell~ de
un modo que no deja lugar a dudas. El la
escuch a.
Me llamo Mara. Mara López. Mara Inés López
Pucci. Ese es mi verdadero nombre. No soy Alma. Soy
Mara. Mara es la real. Alma es solo un sueño'.
Mientras la escucha, él no sonríe. Entiende
la mentira, la comprende pero le cuesta deshacerse
de ese nombre tan perfecto. Entonces
interrumpe: ¿y si fueras mi Alma? ¿Qué? No,