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Edicion 15 de febrero 2020

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Herbert Vaquerano

HOY

| Cuento |

LOS CRISTALES

ROTOS DE PAPÁ

JULIO CÉSAR ORELLANA RIVERA,

Escritor

la cena con mucho esmero.

En ese momento yo jugaba con mi tractorcito plástico

color verde. Recuerdo que era un tractor hecho para la agricultura,

con sus enormes llantas y un tractorista que parecía ser parte de la

máquina, como un hombre lo es al caballo igual que un centauro.

Mi padre disfrutaba realmente la cena conversando con

mamá. Ella siempre lo esperaba para cenar juntos. Luego él se

quedaba leyendo el periódico y revisando las facturas del teléfono,

el agua, la energía eléctrica y otras deudas que habría que pagar.

Yo me acercaba a él. Me ponía unos binoculares y le decía que,

en la oscuridad de la noche, tras el cristal de la ventana veía a una

hormiga avanzando con pedazos minúsculos de queso que llevaba

a su hormiguero. Entonces él, quitándose los lentes rotos y poniéndolos

sobre la mesa para calarse los prismáticos, me contestaba que

él no miraba a ninguna hormiga sino a un ejército completo y que

escuchaba hasta el ruido de sus botas.

—Tal parece que van a la guerra, me decía.

Y yo saltaba de alegría:

— ¡Déjame ver, déjame ver!

Se los quitaba y con su índice, señalaba el lugar donde

imaginariamente estaban.

—Ahí están. ¿Las ves?

—Sí — le respondía —. Es un batallón inmenso.

—Tal parece que están dispuestos a dar una gran batalla.

—Es cierto, papá; pero ya casi no las veo.

con la vegetación.

—Son listas las hormigas.

—¡Claro, hijo! — respondió el padre.

Lo que realmente pasaba, es que el sueño dominaba al

niño y manteniendo los ojos cerrados no había cabida para la

imaginación. Este ignoraba de dónde su padre sacaba tanto magín,

a pesar del cansancio laboral. La entelequia del padre era para el

churumbel, como una inyección de complejo «B.» Siempre tenía

fuerzas y voluntad de imaginarse las cosas que no se ven y el tiempo

para dedicárselo y dormirse hasta que el chico ya lo estaba.

| Poesía |

Hoy encontré la carta que te mandé

cuando me ahogaste el corazón.

Hoy de deseé en un espasmo

de perennidad

seguro que tenés en tus manos inmensas

mi alma de nance.

Ayer como siempre desperté con tu recuerdo

dándome con el muro de mi soledad

en al añoro de tu pecho.

Ayer lloré para adentro

acordándome de tu dulzura frondosa

escondida en tu suculencia reprimida

en tu imponencia de centauro

y mi sensibilidad virginal

aullaba en mi corazón de zodiaco.

A Dios...le pido tu mirada risueña

salpicada de morena profundidad

aunque sea atisbando en el astral.

Aristarco Azul

El Salvador

| Cuento |

EL ADIÓS DE TOTO

MYRNA DE ESCOBAR,

Escritora

Lidia vivía como una ermitaña en plena capital. Su boca como su puerta escasamente se abría hasta ese domingo

Lidia, sin comprender por qué había descendido desde el quinto piso del condominio en un día domingo, miro

a la mujer con extrañeza.

—¿Puedo ayudarle? Interrumpió

—Mi hijo huyó, y necesito llevarlo a casa. Desde aquí puedo hacerlo. Esta vara me servirá.

extrañeza.

Todos, excepto Lidia, sabían del infructífero esfuerzo de la mujer por ser madre. Totita, — como le llamaba—

era el hijo en quien los Henríquez proyectaban su amor. De mirada pizpireta y andar altivo, este se paseaba

par de botas que su madre le había tejido para cuidarle del resfrío sin faltar quien se burlara de su madre por

el excesivo cuido.

—Toto es mi hijo. Es un perico. — exclamó con orgullo.

Todo fue inútil. Subió a la segunda planta y luego a la tercera. El hijo que había adoptado en la soledad de su

matrimonio yacía en una rama de alas verdes. Sus frugales cantos se hacían eco de aquel concierto dominguero.

el llamado insistente de la mujer.

_ Tota, Totito. Ven mi niño, no me dejes.

Este, maravillado por la inmensidad se alejó perdiéndose entre el azul de la natura entera. Emprendía gozoso

el viaje a la libertad.

FELIZ

DESCANSO

Un puerquito muy contento

se bañada en un fango,

donde muchas vacas lecheras,

bailoteaban con sus cuatro patitas,

ellas mugían estirando su cello,

mientras el puerquito feliz decía

-Oiggjnngff- oiggjnngff –oiggjnngff,

con sus ojitos cerrados -Oiggjnngff –oiggjnngff,

sin hacerles caso a las vacas

él masticaba en el fango a solas,

bajo el sol muy contento y feliz,

abran y cierren sus ojitos ya lo verán

y con deseos ustedes van a querer

¿Bañarse o bailar como las vacas?...

LA VIDA DE

COCOLITO

Cuando quiero estar alegre en mi casa,

me siento a escuchar canciones

de Cocolito bailando tango y twist,

véanlo ustedes de mañana

él es dormilón y juguetón

aunque no quiera reír

su corazón siempre anda alegre

haciendo feliz a chicos y grandes

de seguro cuando duerme

hace reír ángeles y arcángeles del cielo

pero cuando hace alguna maldad

de regreso lo manda a la tierra

diciendo ¡¡¡Que chivo Va- vos,

Que chivo Va- vos!!!...

| Creación |

4 TRESMIL Sábado 15 / febrero / 2020

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