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Alegraos Peques
¡Cómo nos vamos a lamentar de las Comuniones
perdidas! Mucho más que si perdiéramos un
tesoro como el que guarda Smaug, el dragón de la
película “El Hobbit” -para hacernos una idea de las
dimensiones- es lo que perdemos cada día que no
comulgamos…
“Quien come mi Carne y bebe mi Sangre,
tiene Vida Eterna” (Jn 6,54). Quien no come su
Carne y quien no bebe su Sangre, no tiene Vida
Eterna.
Jesús cambia nuestro corazón, y va
haciendo que se vaya pareciendo al suyo. Que no
nos extrañe nuestra debilidad, todas las veces que
no somos buenos… pero pongamos los medios
para mejorar, y el mejor es la Comunión, en la
que el Corazón de Jesús transforma al nuestro.
Visita al Santísimo. Si el Papa nos
llamara pidiendo hablar con nosotros… ¡qué
contentos nos pondríamos, qué honor! Pero un
honor mucho mayor es que el que pida hablar con
nosotros sea el mismo Dios… ¡Es alucinante que
haya ideado la forma de poder recibirnos a todos
tan fácilmente! Aprovechémoslo, acudamos todos
los días, muchas veces, a hablar de corazón a
Corazón con Jesús en el Sagrario:
Recorramos con Él distintos pasajes del
Evangelio.
Contémosle nuestro día, alegrías y
preocupaciones…
Démosle gracias, pidamos perdón por
nuestros pecados y las gracias de Dios que
no aprovechamos, presentemos nuestras
peticiones…
“El Corazón de Jesús Sacramentado echa
de menos en muchos,
muchos de sus amigos el trato frecuente,
afectuoso y personal con Él”.
Por
Por Dámaris Mora