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Alegraos 18 LA VERDAD

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Se recoge lo que se

siembra, normalmente

Por Alfonso González

Se ha ido “descafeinando” la verdadera exigencia de la vida cristiana

bajo la bandera de una prudencia mal entendida; en realidad

cuando renunciamos a cristianizar el mundo, la consecuencia

inevitable no es otra que acabar mundanizando la vida cristiana.

Si tuviéramos que elegir un

adjetivo para definir como

“un cristiano de a pie” ve la

situación de nuestra Madre la Iglesia,

seguramente habría que emplear el

sustantivo “perplejidad”. Casi a

diario, diríase que “por generación

espontánea” emerge un escándalo…,

uno sin buscarlo se entera de si este

matrimonio roto, este sacerdote

abandona la vida sacerdotal, que si

las vocaciones no florecen, que si

los cristianos no van a Misa, que si

los escándalos sexuales a todos los

niveles y de todas clases… ¿Qué está

pasando en la Iglesia?

Partamos de una realidad en la

que supongo que todos estamos de

acuerdo, la situación actual no es

flor de un día, es por el contrario, el

fruto de un lento, pero progresivo

deterioro de la vida cristiana a

todos los niveles, y con todo el

dolor del corazón, seguramente

de las personas que han de ser los

transmisores fundamentales de la fe,

sacerdotes, consagrados, miembros

de apostolado seglar, ambientes

como la familia que pierden sus

raíces cristianas, colegios católicos

que tienen sólo el nombre,… etc.

Se ha ido “descafeinando”

la verdadera exigencia de la

vida cristiana, bajo la bandera de

una prudencia mal entendida; en

realidad cuando renunciamos

a cristianizar el mundo, la

consecuencia inevitable, no es

otra, que acabar mundanizando

la vida cristiana.

A poco sinceros que seamos,

no es muy difícil entender que

las conductas indignas y

escandalosas de los cristianos,

en su amplia mayoría, son el

fruto más podrido y vergonzoso

de una vida que ha ido

resbalando paulatinamente, por

un plano inclinado, poco a poco

al principio, en ocasiones desde

una vida de virtud verdadera, y

que tras una lenta incubación,

tras intentar compaginar la

vida cristiana con los criterios

del mundo, hemos aceptado la

mediocridad como forma de

vida. Y es esta, en realidad la raíz, el

origen y fundamento de la inmensa

mayoría de los escándalos.

Sería necio pensar que la lucha

contra las conductas escandalosas y

los actos que desdoran la verdadera

vida cristiana, debe limitarse

exclusivamente a la atención de

las víctimas, al castigo justo de los

culpables, a la reparación de los

daños, que siendo aspectos que por

supuesto hay que saber responder

cristianamente, el sufrimiento de

los inocentes es primordial, no

pueden hacernos perder la visión de

8 - Alegraos

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